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Anna no deja escapar trenes

en Hetero: Infidelidad

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Continuación del inicio de una larga y emocionante aventura:

Pasaban 10 minutos de las dos de la tarde del primer día del año, miro a mi lado, Anna, mi pareja, seguía dormida. Comienzo a recordar la última noche e inmediatamente un cosquilleo y una sensación extraña, difícil de expresar, recorre mi cuerpo… había compartido a mi novia horas antes, con uno de nuestros amigos.

Me ocupa un sentimiento cercano al desastre, pero lejos de ser algo negativo, lo sentía como nuevo, algo inexplorado… ¿qué hemos hecho? No dejaba de preguntarme una y otra vez la misma pregunta. Otras invadían mi mente, ¿y ahora qué…? ¿volverá a ser todo como antes…? ¿será una noche loca que ni recordaremos por temor al típico qué pensarán…?

Escucho ruido en la planta de arriba, había amigos despiertos. Las voces se notaban resacosas, sin ganas de mucho jaleo… Llegaba el momento, de dejar de pensar que pasaría cuando todos despertaran y comenzar a actuar con normalidad después de lo que pasó con mi novia y Gerard.

Poco a poco van bajando del primer piso, tirándose encima de nosotros, con la intención de despertarnos, típico hacen todos los amigos cuando a los pringados como nosotros nos ha tocado dormir en la cama hinchable en medio del comedor… aunque de hinchable ya tenía poco, rozábamos el suelo, apenas tenía aire, pero ni cuenta me había dado, dormí como hacía tiempo que no lo hacía.

La mañana pasó sin mayor transcendencia. Siempre, desde hace años, hacemos el mismo plato para empezar con buen pie el año… unos deliciosos macarrones con chorizo… aunque siempre hay alguno que acaba comiéndoselos blancos, por culpa de la resaca y las pocas ganas de comer.

Nos sentamos en la mesa. Nadie se había dado cuenta de nada, ni un comentario, ni una mirada de complicidad que delatara que alguno se haya enterado. Incluso Gerard o Anna, no se les veía fuera de lugar o incomodos, ¿sería puro teatro? ¿o no se acuerdan qué pasó anoche?

Comimos, y al rato tocaba recoger la casa. Imaginad 10 personas, después de varias horas de juerga, la casa estaba hecha una ruina… todo por medio, ropa, vasos... Siendo tantos, no tardamos demasiado en dejarla decente… Casi al terminar, de golpe, nuestro amigo Gerard, sin que nadie estuviese atento a lo que me decía, soltó:

- Menudo cierre de noche. -marcando una sonrisa de oreja a oreja, buscando una respuesta en mí.

- Menuda… menuda… que locura tío. -Miré a sus ojos queriéndole expresar mi extraña alegría por lo que vivimos.

 Ahí acabó cualquier palabra dedicada a la noche anterior, no estábamos solos, éramos conscientes…

Poco tardamos en marchar y dejar la casa... sabiendo que al día siguiente debía volver a trabajar, volver a la rutina… pero mi rutina estaba salpicada de un nuevo ingrediente, algo que le había dado chispa a lo ordinario.

Anna y yo volvimos con otros dos amigos a Barcelona, íbamos en los asientos de atrás. Anna, lejos de verla descolocada, se le notaba segura, contenta… teníamos las manos cogidas, y su presión era mayor que la mía, sentía que me transmitía que estaba sencillamente bien, perfecta.

Al llegar a casa, yo me imaginaba que hablaríamos, pero no dijimos nada de lo que pasó con Gerard, y no sabía si sacar el tema, dejar caer un comentario o que fuese ella quien tomara la iniciativa. Esa noche, cenamos fruta, no teníamos el cuerpo para nada más, necesitábamos recuperarnos de tanto alcohol y emociones…

Y así pasaron varios días, sumergidos en la rutina de oficina-gym-casa… aunque es cierto que desde que pasó, cada noche hacíamos el amor, con una intensidad, una manera de besarnos como si fuese la última. Veía a mi pareja tomando más iniciativa que yo, después de tantos años, como es lógico… la frecuencia baja, digamos que estamos en la media de cualquier pareja corriente de 30 años.

La verdad que no hemos tenido obstáculos, dentro de lo corriente, para hacer y deshacer deseos entorno al mundo sexual, hablamos sin tapujos, pero nunca nos habíamos planteado seriamente tener sexo con otras personas, cierto es que en plan de broma se habla, pero jamás fue a más. Salvo la sorpréndete noche de fin de año, la cual parece ha despertado algo en nosotros.

Era miércoles, habían pasado una semana desde aquella experiencia, cuando de pronto:

-          ¿No vamos a hablar de lo que pasó? -Dijo Anna con cara de preocupación

-          ¿Qué pasó cari? ¿Tienes lagunas?

-          No tonto, me acuerdo perfectamente… perfecta... mente…

-          No sé a qué te refieres -Le estaba tomando el pelo, y ella lo sabia

Se sentó a mi lado mirándome a los ojos, agarrándome las dos manos.

-          Lo que pasó con Gerard…

-          Nena, no sabía cómo sacar el tema

-          ¿Enserio? ¡Llevo días preocupada, creyendo que la habíamos cagado y con miedo a un reproche tuyo!

-          ¿Reproche? ¿Esa palabra la has aprendido hoy en la oficina? Hahahahaha -contesté para intentar quitar hierro al asunto

-          Serás… le he dado muchas vueltas, y no sé qué me hizo comportarme así.

-          Anna, no tengo nada que re-pro-char-te -volví a reírme

Continuamos hablando. Seguía preocupada por lo que pensara de ella y si afectaría a nosotros. Fue esa noche, hablando durante más de 3 horas, sí, 3 horas, que nos dimos cuenta que no había pasado nada que no quisiéramos, éramos conscientes y ambos, en aquel momento, accedimos a vivir, porque de eso se trataba, de vivir y dejarse llevar, sin dejar de desaprovechar oportunidades… eran las tantas de la noche, el sueño se hacía notar y sin acabar de hablar, se sentó encima mío, y comenzó a besarme lentamente, metiendo sus manos por dentro de mi camiseta, recorriendo con sus manos mi pecho, arañándome…

Pasamos a nuestro cuarto, Anna se despojó de toda su ropa, quedándose completamente desnuda, libre para mi… Dentro del edredón, besé cada rincón de su cuerpo, lamia y mordía… escuchaba a Anna respirar y gemir levemente, mientras con sus manos apretaba mi cabeza, queriéndome dirigir mi boca hacia su pelvis, quería sentir mi lengua jugar con su sexo… No me deje esperar, y a los pocos minutos, de lamer y morder el coño de Anna, se corrió apretando mi cara sin dejarme respirar.

Como cualquier otro día, nos levantamos y después de la ducha nos despedimos para dirigirnos cada uno a nuestra oficina. Al llegar a la oficina, recibo un mensaje de texto al móvil de mi novia, diciéndome que ayer dejamos una conversación pendiente. Era cierto, hablamos de lo sucedido, de miedos, de la experiencia… pero ¿y ahora qué?

Llegué a casa más tarde de lo habitual, Anna no estaba, supuse que estaría en la cafetería como tantas otras veces con alguna de nuestras amigas. Al cabo de unos minutos, llegó cargada con una bolsa del supermercado… había comprado 3 botellas de Ginebra y una cantidad de latas elevada…

- ¡Uau! ¿qué toca party hoy? -le dije al verla

- Ayúdame anda, que esto pesa…

Nos dimos un beso, y la ayude a colocarlo en la cocina. Me dijo que debíamos tener en casa por si se presentaba alguno de nuestros amigos, que siempre estábamos escasos de alcohol… la verdad que no es así, pero como soy aficionado a todo tipo de licores lo dejé correr y le di la razón.

Durante la cena de aquel día, volvimos como cada noche, a conversar sobre de lo emocionante de nuestro primer trio, hasta que llegamos a un punto importe y donde pueden causar problemas o celos en una pareja corriente.

-          ¿Te gusta Gerard, verdad?

-          ¿Cómo? ¿Qué dices? –Respondió Anna al instante

-          Nena… te escucho, entiendo cada una de las palabras con las que me has estado transmitiendo la emoción, como lo viviste y los miedos que te han surgido…

-          Joel, no es sencillo...

-          ¡Claro que lo es nena!

-          No, ¿cómo me preguntas esto?

-          ¿Y qué mas da que te guste? No veo nada malo en ello… -respondí

Después de unos segundos sin responder, Anna, con cara de no saber si haría bien o no en contestar, soltó:

-          Yo te quiero a ti, pero no voy a mentir, siempre he visto a nuestro amigo como un tipo peculiar… me parto de risa con él y es atractivo, para que negarlo… -acabó la frase con algo de vergüenza

-          Ves, es sencillo. – respondí.

Escuchar a Anna hablar así de nuestro amigo no me creaó una sensación de celos incontrolables, pero he de admitir que escucharla y confesar que le gusta un amigo en común crea confusión… Así estuvimos toda la tarde, hablando de personas de nuestro alrededor con quien (fantaseando) podríamos tener algo…

Ella exteriorizaba sus gustos de forma prudente, lo noté, con la intención de no provocarme desconfianza. En el fondo se lo agradecí, mi novia tiene un tacto especial para decirme las cosas, sin que me pueda sentir menos preciado.

Pasaron varios días… Nuestra relación iba estupendamente, aunque veía a Anna mucho más atenta de lo normal con el WhatsApp. Ni veía con quien hablaba ni me importaba, pero respondía al instante y se reía repetidamente.

Ninguno de los dos somos celosos, ni controlamos lo que hace el otro, pero ese comportamiento no era común. Anna, de media, tarda un día en contestar a cualquier mensaje y un año en devolver una llamada… jamás sería mi primera opción si me conceden una última llamada para salvar mi vida.

Como de costumbre, a final de semana los amigos que podemos, quedamos para cenar, tomar una cerveza… pero esa tarde fue distinta,  únicamente quedamos con Gerard y Carla.

Se presentaron alrededor de las 10 de la noche en nuestro piso. Abrí la puerta y me encontré a Carla y Gerard con una botella de vino blanco.

-          ¡¡Mira que te he traído Anna!! ¡Hoy no podrás decir que no pensamos en ti! -dijo eufórico Gerard hacia dentro de la casa

Anna sonrió al verle.

-          ¿Es el que te gustaba no? El que me enviaste por WhatsApp…

-          Sí, ¿te ha costado conseguirlo? Yo no lo veo por ningún lado.

-          Por ti, nada cuesta…

Miré a Carla incrédulo, gesticulándole lo poco que entendía esa conversación… Pero caí que podría ser con él con quien tanto chateaba.

Anna vestía un short de tela fina, nada de tejano, y una camiseta de tirantes blanca. Carla, en cambio, una falda tejana, con una blusa de botones colorida.

Gerard, aciertó con el blanco, en casa yo tenía uno tinto buenísimo, lo acompañamos de pica-pica, jamón, quesito, tortilla de patatas casera…

Estábamos los cuatro sentados al lado de nuestra pareja, en la mesa del comedor. Servimos vino, la Anna contentísima porque por una vez no nos metemos con ella de que nunca bebe… le soltamos un par de “¡hoy te emborrachamos!” echándonos los 4 a reír…

Al cabo de una hora, el tinto se acabó, los tres bebíamos de la misma botella y Anna iba sola al blanco, ¡¡casi la mitad de la botella se había bebido!! Anna rellenó a partes iguales el blanco entre los cuatro, lo hizo diciéndole a Gerard con un poco de picardía: “…hoy no me vas a emborrachar guapo…”

Acabamos nuestras copas, entre risas y conversaciones sin importancia, algún que otro “potra, culonas, etc.”, pero nada más…

Hasta que el momento de quedarnos sin vino, nuestro amigo sacó del bolsillo una bolsita blanca, y suelta Anna:

- Al final lo has traído

- Me prometiste que si te traía el vino lo probabas, y aquí lo tienes bocas”. -respondió Gerard desafiante

Yo y Carla nos mirábamos alucinando, no sabíamos si iba enserio o era todo una broma que nos estaban gastando estos dos energúmenos.

Gerard abrió el “paquetito” y vi a Anna algo reacia. Decidimos coger unas birras y sentarnos en el sofá, esta vez la distribución era: yo en la parte izquierda, Carla, Gerard y Anna quedando a la derecha del sofá.

Teníamos música en la TV y birras aún sin empezar en la mesita. Gerard le repitió a Anna que hoy era el día, de hacerlo como lo hablasteis, que cuando comience a sentir cosas provocadas por el éxtasis te la llevarías a la cocina para que te explicara que sentía y le dieras intimidad lejos de mí y de Carla, para no sentirse presionada. Ahí flipé, lo habían estado hablado muchísimo y le confiaba que le ayudara a llevarlo por si se acojonaba.

Nos chupamos el dedo, y uno a uno fuimos sirviéndonos del manjar, Anna estaba súper nerviosa, la primera apenas cogió nada, incluso dijo que no sabía a nada, entonces le dijimos que no había cogido, que debería ser amargo, y volvió a mojarse el dedo y esta vez sí dijo que estaba amargo, entendimos por la cara que puso.

Íbamos chispadillos por culpa del vino, y ahora nos íbamos calentando gracias al “manjar”.

Al cabo de unos minutos, Anna le dice que quiere ir a la cocina a por más birras, pendiéndole a Gerard que la acompañase, que empezaba a sentirse diferente. Dejaron la puerta del comedor sin cerrar, entre abierta, marchando ambos hacia a la cocina.

Lo que pasó a continuación, es la confesión que mi novia me hizo al día siguiente de lo que os cuento….

No cerraron la puerta de la cocina, entre abierta, podían escuchar que Carla y yo hablábamos del videoclip que en ese momento había saltado en YouTube. Anna le dice a Gerard que coja 4 cervezas más de la nevera, las dejó en la encimera...

-          Es extraño, me siento bien, pero no sé si es lo que debería sentir

-          Anna, disfrútalo… y cierra los ojos -respondió Gerard

Anna, se propuso hacer caso a cualquier orden que esa noche nuestro amigo le mandase…

Gerard le cogió de la mano, y una corriente recorrió el cuerpo de extremo a extremo de Anna, un relámpago de placer, un relámpago de deseo…

Gerard dejó a mi novia con la boca abierta, dejándola sin habla, apenas podía responder a nuestro amigo sobre las sensaciones que estaba experimentando.

Al cabo de escasos unos segundos, acarició sus manos, sus brazos hasta sus hombros, ella seguía con los ojos cerrados…

Una chispa de cordura llegó a Anna, me tenía en el comedor, con la novia de Gerard, totalmente descuidados…

No tardaron en volver al comedor, ella diciendo que estaba súper nerviosa, pero a la vez le gustaba la sensación, pero que tenía miedo a descontrolarse. Continuamos con la segunda ronda de birras, hablábamos de todo, nos estábamos abriendo los 4, dejábamos fluir en palabras los sentimientos, reíamos, sonrisas de oreja a oreja…

Antes de acabarnos la birra, decidimos volver a mojarnos los dedos. Lo hacemos, Anna es la última, mira como lo hacemos y es su turno, lo hace sin pestañear. Al cabo de 5 minutos, le vuelve a pedir ir a la cocina, lo dijo sin darle opción: “Gerard, acompáñame”.

Vuelven a dejar la puerta del comedor y la cocina entre abiertas. Anna en la cocina le dice que es más intenso lo que siente, volviendo a cerrar los ojos (según me confesó, quería dejarse hacer, que fuese él quien tomará la mala decisión), pero esta vez la retiró el pelo del cuello a un lado, y acarició su cuello con los dedos, suave… muy suave… subía y bajaba por la nuca, volvía hasta la mandíbula… repetía una y otra vez mientras Anna le decía: “que bien, que bueno, que gustazo…”

Gerard, viendo la predisposición de su amiga, resbalaban sus dedos cada más abajo, llegando hasta el final de espalda de Anna. Subía y bajaba arrastrando las uñas, dándole caricias con suavidad. Todo esto lo hacía atrás de ella… se agachó, teniendo su trasero a escasos centímetros de su cara.

Cumplió las mismas caricias pero esta vez sobre su trasero hacia sus tobillos… poco a poco la suavidad fue cogiendo fuerza, acariciaba con la mano abierta, apretando y dándose el capricho de palpar cada centímetro a su voluntad… Ella seguía con los ojos cerrados y la boca abierta… 3 minutos después, Gerard le asestó una palmadita que le hizo volver a la realidad. La realidad donde ella, a escasos metros, estaba viviendo un enorme placer, mientras tenía a su novio en el comedor.

Otra vez, volvieron al comedor, sin apariencia de lo que realmente había sucedido… Nosotros estábamos tranquilos, hablando y riendo, haciendo bromas de bailes, seguíamos con YouTube y bailarines e intentábamos hacer lo mismo, vamos, parecíamos payasos moviéndonos.

Los 4 reíamos, no volvimos a probar “manjar”, estaba cerrado encima de la mesita, nadie había hecho el intento a coger más, no nos hacía falta, estábamos a gusto y estábamos disfrutándolo, nos mirábamos sonriendo de complicidad…

Sin saber el motivo, yo me encontraba sentado junto a Carla, y mi mano disfrutaba de su pelo, mientras Carla disfrutaba del masaje que le estaba proporcionando en la cabeza dejándola con los ojos medio abiertos.

Anna, en cambio, tenía su mano en el muslo de Gerard, inmóvil, pero cogido con fuerza. No recuerdo de que estaban hablando, yo seguía disfrutando de un trozo de nuestra amiga.

Al poco rato, Anna dice: Gerard, ¡cocina!

La cogió de la muñeca y la dirigió hacia el pasillo, esta vez cerraron la puerta del comedor. Andando por el pasillo no se detuvieron en la cocina, siguieron caminando hacia la habitación de matrimonio que tenemos al fondo del piso. La cama estaba hecha, la habíamos preparado por si se quedaban a dormir. Cerraron su puerta, lo hicieron con sumo cuidado…

Gerard, ordenó a mi novia Anna, que se estirara en la cama y cerrase los ojos. En esos momentos, según ella, su corazón no dejaba de latir a gran velocidad, sentía su corazón muy, muy rápido. Sabia lo que quería, no quería que volviese a dejarle con mas ganas desde las dos últimas veces que habían pasado por la cocina.

Nota como los dedos de Gerard, recorren su cuerpo por encima de su ropa, de sus muslos, de su camiseta media subida dejando su abdomen desnudo. Se dejaba hacer, disfrutaba con casa contacto de él, no quería que se detuviese, quería sentir más y sin pensárselo dos veces, abrió la bragueta de su short, arrancando el primer botón con la intención de que su amigo dejara de acariciar por la tela y comenzase a sentirlo piel a piel.

Anna creía que se le saldría el corazón por su boca, boca que no dejó de gemir muy levemente cada vez que Gerard manoseaba su monte venus, rozaba sus pezones o cuando pasaba los dedos por sus labios, casi introduciéndolos y jugar con la punta de su lengua.

Le quitó la camiseta a su amigo, no quería solo dejarse hacer, quería tocar y abrazar el cuerpo de su amigo, que tantas veces había visto, pero que esta vez era para ella, lo tenía para su disfrute.

Poco a poco, ambos fueron desprendiéndose de la ropa, ayudado del otro. Sin dejar de besarse, de enredarse. Ninguno de los dos dejaba mas del tiempo oportuno al otro, ambos querían comerse, se deseaban.

Se lamian por cada rincón sin dejar de agarrarse con fuerza, queriendo aprovechar cada segundo de ese momento, único y prohibido. No tardaron mucho en comenzar a hacer el amor, él encima, la miraba, contemplaba el cuerpo desnudo mientras introducía su polla, lentamente, viendo como Anna intentaba mantener los ojos abiertos, no querían perder detalle uno del otro.

Las ganas de Anna, surgieron de golpe, posicionándose encima de Gerard. Quería ser ella, ella quien controlase, quien dominase. Dominaba a su amigo con cada penetración, quería comérselo con su vagina, quería dejar impregnada la polla de sus jugos, ella a estado ahí y deseaba que él la viese como su nueva diosa, que no pudiese olvidarla.

No tardó en correrse, forzando su coño contra la pelvis de su amigo, con la polla dentro, sintiendo el calor que salía de esta…

Acabaron, Anna le dio un cariñoso y apasionado beso, mientras dejaba a Gerard estirado en la cama, totalmente desnudo y con la polla medio flácida, cansada del espectáculo que habían vivido juntos.

Llegó Gerard, algo rojo al comedor. Carla y yo le dijimos que menudo palique habéis tenido que tener en la cocina, que si Anna estaba bien, etc.… Él se limitó a responder que todo bien, muy bien, pero que Anna se había ido a la ducha, que estaba caliente.