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Drogué a mi madre para disfrutar de ella (parte 2)

en Amor filial

Esperé en mi cama haciéndome el dormido a que mi madre saliera a hacer la compra para quitar las sábanas y acercarme a una lavandería para borrar cualquier evidencia de la fiesta que nos habíamos pegado la noche anterior, cuando recibí una llamada de Johnny; aunque no tenía muchas ganas de hablar con él, sabía que era inútil tratar de evitarle, así que respondía a su llamada:

 
-"¿qué quieres ahora, Johnny?"- Le dije bastante malhumorado, aunque sin alzar la voz, tampoco quería llamar la atención del resto de personas que estaban allí haciendo la colada.
 
-"¿qué te pasa ahora, chaval? ¿a qué viene ese tonito? ¿acaso anoche lo pasaste mal?"- me respondió bastante borde -"y yo que pensaba que podíamos llegar a ser buenos amigos"- 
 
-"Joder, Johnny, lo que hicimos ayer estuvo mal; no sé como te dejé que me convencieras para..."- 
 
-"Tal y como yo lo recuerdo, no tuve que convencerte para que hicieras nada, de tu boca no salió ni una sola queja o reproche, al contrario, lo único que se escapaban eran gemidos de placer mientras te follabas a tu madre"- dijo en un tono bastante amenazador -"y si no me crees, tengo un vídeo que lo atestigua... puede que tú no quieras verlo, pero estoy seguro que a tu madre le encantaría descubrir a qué se dedica su hijo por las noches"- comentó con sorna.
 
-"Eres un cabrón, Johnny... ¿qué quieres? ¿arruinarme la vida?"-
 
-"en absoluto, pringado, yo solo quiero que seamos buenos amigos y seguir pasándolo bien, como hicimos anoche"- 
 
Aunque me hubiera gustado mandarle a la mierda y cortar cualquier relación con él, sabía que ahora estaba en sus manos.
 
-"Está bien, pero tendrás que respetar los límites que fije, no estoy dispuesto a que las cosas se salgan fuera de control otra vez"- le respondí con bastante determinación.
 
-"Por mi de acuerdo, tu madre, tus reglas, tu pones los límites"- dijo Johnny.
 
No sabía si fiarme de su palabra, aunque tampoco tenía otra opción.
 
-"Y yo que había llamado para interesarme por ti"- prosiguió Johnny, tratando de quitar hierro a la situación -"¿Qué estás haciendo ahora? ¿cascándotela recordando el coñito de tu madre?... guárdate fuerzas para esta noche" 
 
-"Estoy en la lavandería, limpiando las sábanas, que las dejamos perdidas anoche"- le respondí.
 
-"¿y te queda para mucho"- 
 
-"Pues no tengo ni idea, supongo que si, porque no llevo aquí ni cuarto de hora"-
 
-"Perfecto, pues no te muevas de allí, que en un rato me acerco para darte algunas cosillas"-
 
No sé el tiempo que tardó Johnny en llegar, pero a mi la espera se me hizo eterna. Como tampoco tenía mucho más en lo que pensar, no hacía más que darle vueltas a las últimas palabras de Johnny... ¿qué era lo que tenía previsto darme?.
 
Johnny apareció con una bolsa negra, no excesivamente grande, que ocultaba lo que contenía su interior, lo de que incrementó mi curiosidad, si es que eso era posible a esas alturas. Nos saludamos y empezamos a charlar sobre temas intrascendentales, como si fuésemos amigos de toda la vida, aunque mis ojos eran incapaces de despegarse de la bolsita, cosa que no le fue ajena a Johnny. 
 
-"Relájate un poco, chaval"- me dijo en tono jocoso, mientras agitaba la bolsa, incitándome a cogerla -"solo son unas cositas, pero tendrás que aguantarte hasta llegar a casa para abrirlo"-
 
Para mi desgracia, en su interior había un paquete cuidadosamente envuelto. Aunque sentía el impulso de abrirlo allí mismo, decidí obedecer a Johnny y posponer su apertura, al fin y al cabo estábamos en un espacio público, aunque no había demasiada gente, y no tenía muy claro que me podía encontrar. 
 
Johnny estuvo un rato más charlando conmigo, pero se fue antes de que terminara el programa de secado, tenía cosas que hacer, según me dijo. Volví a echarle un vistazo a la bolsa, a aproveché para agitarla un poco, a ver si el sonido de lo que hubiera en su interior me permitía intuir que podía esconder, aunque sin obtener ningún resultado. El paquete pesaba ligeramente, pero hubiera lo que hubiera en su interior, no se había movido ni un ápice. 
 
Procuré entrar en casa sin hacer mucho ruido, no quería tener que encontrarme a mi madre y que me hiciera preguntas comprometidas sobre el contenido de la bolsa; por suerte, aún no había regresado de comprar. Tras colocar las sábanas, me encerré en mi habitación y procedí a abrir el paquete; había de todo, un tanga negro y un sujetador a juego, unas bolas chinas, lubricante, unos anticonceptivos y un frasco sin ninguna etiqueta, junto con un sobre que incluía unas instrucciones de uso: "1 anticonceptivo al día y 2 gotas en todas las comidas"...  me hubiera gustado haber podido leer de que producto se trataba, para poder buscar en internet todos sus efectos, pero supongo que tendría que confiar en Johnny.  
 
Saqué el tanga para contemplarlo mejor y aluciné con lo minúsculo que era, apenas una tira de tela que difícilmente podría tapar un coño, solo con imaginar a mi madre con dicha prenda tuve una erección inmediatamente; me la hubiera pelado en ese mismo momento si no hubiera escuchado el ruido de la puerta de la calle, que indicaba que mi madre había vuelto a casa. Guardé todo de nuevo en la bolsa, la escondí bajo la cama y salí a saludarla. Por suerte mi madre actúo con total normalidad, ajena a todo lo acontecido la noche anterior.
 
Seguí a pies juntillas las indicaciones de Johnny, un par de gotas en cada comida y una pastilla anticonceptiva, que tuve que triturar para que su presencia pasase desapercibida. también incluí a la hora de cenar las pastillas que le había comprado previamente.
 
Pasadas las 10 de la noche recibí un whatsapp de Johny, en el que me comentaba que ya estaba por el barrio; supuse que las pastillas aún tardarían algo de tiempo en hacer su efecto, así que le respondí que tendría que tener un poco de paciencia. 
 
No había pasado ni media hora cuando mi madre me dijo que se iba a acostar, yo aproveché para salir fuera a sacar la basura y así buscar a Johnny. Me lo encontré sentado en la acera fumándose un canuto.
 
-"¿Quieres?"- Me preguntó -"Te vendrá bien para relajarte un poco y así vamos haciendo algo de tiempo"-
 
La verdad es que yo nunca había fumado hachís, pero no quería quedar como un pardillo delante de Johnny. Cogí el porro y le pegué unas caladas, tras las cuales empecé a toser.
 
-"¿Es la primera vez que fumas?"- dijo con sorna -"para ser tan mayor hay demasiadas cosas que no has hecho nunca"-
 
Me crecí ante sus palabras y volví a pegarle una buena calada, como para demostrarle lo equivocado que estaba; sentí como rascaba en mi garganta, pero contuve la necesidad de toser.
 
-"Anda, toma, pégale un sorbo, que seguro que lo agradeces"- dijo ofreciéndome una botella de agua.
 
Esta nueva faceta de Johnny,  más amable, me sorprendió; quizás no era tan mal tipo después de todo.
 
- " y, bueno, ¿has seguido mis instrucciones?"- me preguntó.
 
Asentí con la cabeza mientras apuraba otra calada, tratando de actuar con naturalidad, como si llevara fumando toda la vida.
 
-"Joder con el pringado"- dijo mientras se ponía en pie-"a este paso te lo vas a fumar entero... anda, pásatelo"- 
 
Se lo devolví a Johnny, que le pegó las últimas caladas. 
 
-"Bueno, vamos al lío"- dijo.
 
E Ambos nos dirigimos a mi casa.
 
-"Ves a comprobar que se ha dormido ya"- me ordenó.
 
Sigilosamente me dirigí a su habitación y pude comprobar que estaba tan dormida como la noche anterior. Después, regresé al salón con Johnny.
 
-"Bueno, ¿donde tienes el paquete?"- me preguntó.
 
-"En mi cuarto, debajo de la cama"- respondí.
 
-"Joder, tío, ese es el peor escondite del mundo... ¿qué quieres? ¿qué tu madre lo encuentre?"- me recriminó -"Tendrás que buscar un sitio mejor; bueno, ves a por la lencería y el lubricante, aunque no creo que nos haga falta"- dijo guiñándome un ojo.
 
Johnny se fue directamente a la habitación de mis padres, yo aproveché el viaje para coger también una toalla grande, no quería tener que pasarme otra mañana en la lavandería. Cuando entré ya se estaba sobando la polla por encima del pantalón recreándose con las generosas carnes de mi madre. 
 
-"Pufff, hay que ver lo rica que está"- me dijo.
 
Entre los dos colocamos la toalla debajo de ella, acción que Johnny aprovechó para empezar a meterla mano.
 
-"No sé como tú te puedes contener, pringado"- dijo Johnny, mientras trataba de abarcar con sus dos manos los melones de mi madre
 
No sé si era debido al efecto del canuto, pero ver tratar así a mi madre me excitaba de sobremanera.
 
-"Venga, ponle la ropa interior que la he comprado"-
 
Con sumo cuidado fui a quitarle las braguitas que tenía puestas, pero me quedé muy sorprendido al encontrarlas totalmente empapadas; Johnny se empezó a reír.
 
-"¿A que no esperabas eso, eh? dale las gracias a las gotas que le has echado en las comidas, son un afrodisíaco que me ha conseguido el hijo de un veterinario al que ahora debo un favor... mano de santo, devuelven la humedad hasta el coño más seco"-  dijo Johnny con fingida solemnidad, como si se tratase de un eslogan publicitario.
 
Metí mis dedos por los laterales de la braga y procedí a quitárselas muy lentamente, los viscosos fluidos de su chocho parecían querer retener la prenda, aunque no ofrecían ninguna resistencia. Como había imaginado, la tela del tanga apenas cubría la raja de su coño, aunque casi daba lo mismo, porque el tejido transparentaba bastante y dejaba intuir el tesoro que se enterraba en aquella mata de pelo. Johnny, por su parte, había hecho lo propio con el sujetador, que era incapaz de contener los pechos de mi madre, como si fuese una o dos tallas menor.
 
-"Joder, parece una puta"- dije en voz alta, casi sin pensar.
 
-"Ella es una puta y yo soy su chulo"- Respondió inmediatamente Johnny entre carcajadas.
 
Sacó su rabo, abrió las piernas de mi madre y empezó a frotar su miembro por encima de la tela, haciendo que esta se empapara bien.
 
-"¿Has visto lo golfa que es? está necesitada de un buen rabo... pues hoy se va a hartar"- dijo descojonándose.
 
Yo solo podía mirar como hipnotizado la tremenda polla de Johnny, la cual, si no hubiera sido por la escasa resistencia que presentaba el tanga, ya se hubiera colado hasta el fondo en el coño de mi madre. El muy cabrón apartó ligeramente la tela y empezó a restregar el capullo contra la entrada del coño de mi madre, que inconscientemente elevaba sus caderas, al tiempo que dejaba escapar unos suspiros casi ineludibles de su boca.
 
De pronto sonó el móvil de Johnny, que dejó de embestir a mi madre y salió al pasillo para hablar en privado. 
 
Yo aproveché su ausencia para comerme el jugoso coño de mi madre; lamía su clítoris con frenesí, tratando de sacarla un orgasmo como el que había tenido la noche anterior. Mi madre cada vez gemía más fuerte, lo que llamó la atención de Johnny, que volvió a la habitación para detenerme.
 
-"Ni se te ocurra hacer que se corra, quiero tenerla toda la noche bien cachonda"- me advirtió -"ahora tengo que salir"- prosiguió -"déjame las llaves de tu casa para no tener que llamar, no creo que tarde mucho"- dijo mientras se ponía los pantalones.
 
Busqué en la mesilla de mi madre su juego de llaves y se lo dí, para proseguir dándole a la lengua, evitando que mi madre se corriera; cuando notaba que su cuerpo se tensaba en exceso o que empezaba a gemir más fuerte, paraba un rato, dándole un pequeño lapso de tiempo para que se relajara.
 
Estaba tan absorto con mi tarea que casi ni fui consciente de oír entrar a Johnny, y eso que venía de cháchara con alguien; al principio pensé que venía hablando por el móvil, así que mi sorpresa fue mayúscula al girarme y comprobar que se había presentado ahí con dos amigos.
 
No sabía como reaccionar y antes de que pudiera articular palabra, Johnny me agarró por el cuello y me sacó de la habitación.
 
-"¿Pero qué cojones estás haciendo, Johnny?"- dije en cuanto salí del shock en el que me hallaba sumido.
 
-"A ver, pringado, respira y cálmate"- me dijo apoyando fuertemente sus manos sobre mis hombros -"ya te he dicho antes que para conseguir el afrodisíaco he tenido que pedir un favor... pues ahora van a cobrárselo, así que podemos hacer esto por las buenas o por las malas, tú eliges"-
 
Traté de sopesar todas las posibilidades, en qué momento le pedí el somnífero a Johnny, el muy cabrón no tenía ningún límite, aunque ahora mismo nada podía hacer para evitar lo que estaba a punto de ocurrir.
 
-"No te preocupes, que no son del pueblo, y tampoco saben que es tu madre, se piensan que es una clienta mía que aprovecha la ausencia de su marido para colocarse"- dijo, como si pudiera leer mi mente, dando respuesta a las preguntas que me hacía en aquel momento -"Venga, vamos para adentro para controlar que no se desmadren mucho"- 
 
Le seguí casi sin pensar, como un autómata. Al entrar en la habitación reparé por primera vez en los dos chicos, eran algo mayores que Johnny, aunque no creo que llegaran a los veinte años; el más alto, que se presentó con el nombre de Berto, era también bastante corpulento, con algunos kilos de más. Su compañero, JC, por el contrario, era bastante bajito y extremadamente delgado, el contraste entre ambos era enorme y en otras circunstancias me hubieran parecido una pareja bastante cómica.
 
Johnny se encendió un canuto y me lo pasó, mi primera reacción fue la de echarle la bronca, puesto que en mi casa no fuma nadie y el olor al día siguiente se iba a notar demasiado, pero pensé que a estas alturas no iba a servir de nada protestar, así que lo acepté con resignación y le pegué unas buenas caladas, observando atentamente como se ponían las botas los dos invitados de Johnny.
 
Berto había empezado a sobarle los muslos, mientras que JC se había lanzado directo a por sus tetas, que estrujaba y chupaba con fervor; mi madre estaba tan excitada del trabajito previo que le había hecho en ausencia de Johnny que pensé que se iba a correr en cualquier momento.
 
-"Joder, menuda zorra, tiene el coño empapado"- dijo Berto tras apartarle el tanga y meter un par de dedos en su interior, caricia a la que mi madre respondió estremeciéndose. Sin pensárselo mucho se bajó los pantalones, dejando asomar una buena polla que ya lucía bastante dura, aunque no tan grande como la de Johnny, y se la clavó muy despacio hasta los mismo cojones. Un pequeño grito se escapó de la boca de mi madre y por un segundo me pareció que había abierto los ojos y se estaba despertando... sentí como se me paraba el corazón; por suerte, solo debió ser un acto reflejo fruto de la penetración de Berto, quien, por cierto, era ajeno a todos mis pensamientos y seguía follándosela con frenesí, sacando su rabo casi por completo y volviéndoselo a clavar con fuerza, haciendo vibrar las generosas carnes del cuerpo de mi madre con cada embestida. Era una visión espectacular, ver salir aquel pedazo de carne bien lubricado por los jugos que brotaban del peludo coño de mi madre y al instante siguiente desaparecer en su interior, así como escuchar el maravilloso chapoteo que lo acompañaba, casi sepultado entre los gemidos, cada vez más intensos, que soltaba mi madre.
 
Se veía que Berto venía con ganas de vaciar las pelotas, porque, tras unos pocos minutos reventando el coño de mi madre, había aumentado progresivamente la intensidad de sus embestidas, señal inequívoca de que se aproximaba al orgasmo.
 
Este hecho a Johnny tampoco le pasó desapercibido.
 
-"Ni se te ocurra correte dentro, que aún tenemos que follárnosla los demás"- Le dijo Johnny a Berto.
 
Berto sacó su polla y empezó a sacudírsela enérgicamente, al tiempo que gritaba "me corro, me corro"... su rabo empezó a escupir copiosamente espesos lefazos sobre el peludo pubis negro de mi madre. 
 
JC en seguida ocupó su lugar. Su polla iba en proporción a su cuerpo, mucho más pequeña que la de Berto y sus movimientos mucho más rápidos, aunque menos enérgicos, parecía un perrillo que se había enganchado al coño de mi madre, follándosela a toda velocidad. 
El pobre tampoco aguantó mucho y en seguida saco su rab, descargando sin control toda su leche por encima del cuerpo de mi madre, alcanzando incluso su rostro.
 
-"Bueno, con el esto queda saldada nuestra deuda"- dijo Johnny.
 
-"Joder, me he quedado con ganas de reventarle el ojete"- respondió Berto.
 
-"Eso tendrá que ser en otra ocasión"- dijo Johnny echando su brazo por encima de los hombros de Berto -"ya sabes que siempre es un placer hacer negocios contigo"-
 
Oí como seguían hablando mientras Johnny les acompañaba hacia la salida, aunque yo estaba sumamente cachondo y estaba más atento a las vistas que ofrecía el cuerpo de mi madre cubierto de leche que de la conversación. Con un dedo empujé uno de los goterones de JC que habían caído sobre su cara y lo arrastré hasta sus labios. Apenas tuve que hacer fuerza para colar el dedo en el interior de su boca, porque mi madre no presentaba ninguna resistencia.
 
-"Menuda golfa estás hecha"- le dije, mientras sacaba mi rabo y empezaba a cascármela como un mono a escasos centímetro de su cara -"eres incapaz de resistirte a cualquier polla que se te pone al alcance"- Acerqué mi glande a sus labios y casi sin hacer fuerza conseguí colarlo en su interior... disfruté momentáneamente de la calidez y humedad que me ofrecía su boca, antes de agarrar su cabeza y empezar a follármela.
 
Johnny empezó a reír desde el dintel de la puerta. No sé si acaba de regresar o llevaba un tiempo viendo como mi madre me realizaba involuntariamente una felación.
 
-"Tranquilo, sigue, por mi no te cortes"- añadió Johnny.
 
Saqué mi rabo de su boca y lo hundí entre sus tetas, aprovechando la lubricación que aportaba la leche que habían derramado sobre su cuerpo para hacerme una buena cubana. Estaba tan excitado que apenas aguanté unos minutos antes de correrme a borbotones sobre el rostro de mi madre. Johnny aprovechó para sacarle unas cuantas fotos, la verdad es que parecía toda una golfa con el cuerpo cubierto de leche. 
 
Johnny se quitó los pantalones, dejando en libertad su tremendo rabo.
 
-"Vamos, pringado, ponme la polla bien dura, para que me folle a tu madre"- me dijo.
 
Sin mucho convencimiento me acerqué a él, la agarré la polla y empecé lentamente a hacerle una paja. Su rabo respondió rápido a mis caricias, en seguida lucía en todo su esplendor.
 
-"Está deseando que me la folle, ¿verdad?"-
 
Asentí con la cabeza.
 
-"Pues pídemelo"- prosiguió.
 
-"Follate a mi puta de mi madre, Johnny"- le supliqué.
 
Johnny agarró los tobillos de mi madre y la abrió completamente de piernas; su coño estaba tan lubricado que la polla de Johnny desapareció en su interior sin que él tuviese que hacer apenas fuerza.
 
-"joder, hay que ver lo dilatada que esta hoy"- comentó Johnny -"nada que ver con las estrecheces de ayer"-
 
Johnny empezó a follársela muy despacio, a diferencia de Berto y JC, disfrutando de cada centímetro que introducía dentro. Pese a estar inconsciente, mi madre apretó sus caderas contra el cuerpo de Johnny, como si tuviese prisa por engullir toda su polla.
 
-"menuda puta está hecha tu madre, se la han follado dos veces y aún tiene ganas de otro rabo"-
 
Johnny se retiró levemente y mi madre volvió a retorcer sus caderas, como si su cuerpo anhelase una buena follada.  
 
-"se ve que la pobrecilla está muy necesitada... eso es porque mis dos colegas no se la han follado como es debido. Anda, ábrele bien el coño, que le voy a dar la ración de polla que se merece"-
 
Obedecí a Johnny sin dudarlo, separé con mis manos los labios del chocho de mi madre, cuyo rosado interior destacaba entre la negra pelambrera que lo rodeaba. Johnny empezó a jugar con su capullo, enterrándolo en sus lubricadas carnes solo lo justo para que ella arquease sus caderas buscando un contacto más profundo, lo que provocaba que suaves y prolongados gemidos se escapasen de su boca. Cada vez que mi madre elevaba sus caderas, Johnny se echaba para atrás, negándole la penetración que tanto ansiaba, casi parecía que estuviesen jugando al gato y al ratón.
 
-"vamos, Johnny, follatela ya, reviéntale el coño a la puta de mi madre, quiero ver como se mea del gusto otra vez"- le dije, dejándome llevar por la excitación del momento.
 
-"hoy no, pardillo, hoy no"- me respondió Johnny -"voy a dejar a tu madre tan cachonda que será ella misma la que me pida mañana que la folle"-
 
Tras decir esto, se separó del cuerpo de mi madre; no pude evitar fijarme en su rabo, parecía incluso más grande que el día anterior, atiborrado de venas, tan hinchado de sangre que parecía que iba a explotar.
 
-"vamos, no te quedes ahí mirando como un pasmarote y ayúdame a correrme"- me dijo Johnny.
 
Me acerqué a el y traté de agarrarle el glande, pero mi mano no parecía lo suficientemente grande como para cubrirlo por completo... aún asi, me esforcé para hacerle una buena gayola, mientras ambos disfrutábamos de la visión que nos proporcionaba mi madre, bien despatarrada, retorciéndose en el colchón.
 
-"joder, si quisiera hacerme una paja me la haría yo solo"- me recriminó johnny -"anda, pardillo, lámeme el ojete, que de mi rabo me ocupo yo"-
 
No era algo que me apeteciese en exceso, pero me apetecía aún menos contrariar a Johnny, me puse de rodillas tras él, abrí sus nalgas peludas y empecé a aplicar mi lengua sobre su ojete, de la misma manera que había hecho el día anterior en el agujero de mi madre. A Johnny debió gustarle bastante como la hacía, porque no tardó demasiado en acelerar los meneos sobre su rabo, que terminó escupiendo una copiosa corrida sobre el peludo coño de mi madre.
 
No sabía como, pero las cosas se habían salido de control.