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Mi primera madura, mi vecina

en Sexo con maduras

Para estrenarme en la comunidad de todorelatos contaré mi primera experiencia con una mujer madura, una vecina con la que apenas tenía relación y que acabó regalándome algunos de los momentos más morbosos.

Ocurrió en ell verano de 2011. Yo tenía 23 años y, por motivos de trabajo de mi madre, me quedaba solo en casa durante todo el verano. Desde bien joven he trabajado todos los veranos para sacarme un dinero para el resto del año, así que yo no me iba a mover en todo el verano, un verano que parecía se iba a hacer largo...

Vivía en un pequeño bloque de pisos que compartía con un pequeño puñado de vecinos, la mayoría jubilados, con los que me cruzaba casi todos los días. La verdad no tenía mucha relación con ellos, excepto con las vecinas del bajo, madre soltera e hija que vinieron a vivir casi a la vez que nosotros. La madre, Tere, era unos diez años menor que la mía, tendría algo más de cuarenta y la hija, Ana, unos veinte. Como es natural, desde el principio, mi madre y la de abajo empezaron a llevarse bien, haciéndose algún favor de vecinas. Yo con la hija hablaba alguna vez que otra por redes sociales y tuvimos algún tonteo que no fué a más. 

A principio de aquel verano mi madre ya se había ido a trabajar fuera, yo trabajaba lo justo para sacarme un dinero y el resto del día me lo pasaba con los amigos, asi que no pisaba mucho por casa. La poca relación con los vecinos era por medio de Ana, con la que hablaba por algún día que otro y con la que me llevaba bastante bien.

Un día, al volver de trabajar me encontré en la calle con Tere. Nunca habíamos intercambiado más de dos palabras, pero al ir hacia casa no nos quedo otra y compartimos unos minutos de charla. Hablamos del trabajo, del calor y otros topicazos de los que se habla con gente que no conoces. Parecía una mujer simpática y que, a pesar de no tener mucha confianza, se le veía muy abierta. Nunca me había fijado en ella y cuando se adelantó para abrir la puerta le hice un repaso de arriba a abajo. Era pequeñita, de algo más de metro y medio, pelo moreno y con la piel tostada. De cara era una mujer normal, no era una belleza, pero tampoco era fea. Aunque todo esto dió cuando me fijé en su trasero. Era un culo perfecto, se veía duro y bien puesto a pesar de su edad. No podía dejar de mirarlo y fijarme que, a través del pantalón blanco, se podía ver un tanga del mismo color. 

Al llegar a casa cogí el móvil y le escribí a su hija, y con la excusa de que éramos vecinos, le pedí el número de su madre. Estuve un buen rato pensando que ponerle y al final me decidí.

Yo- "¡Hola vecina! Soy tu vecino de arriba, me ha dado tu teléfono Ana. Como no está mi madre, si necesitas algún favor durante estos meses no dudes en pedírmelo."

Ella tardó, pero al final contestó - "Hola vecino!! Muchas gracias!! Igualmente, nosotras estamos por aquí abajo para lo que necesites." 

No sabía que contestar para seguir la conversación así que le dijé que, si algún día les apetecía una cervecita, me lo dijeran, para eso éramos vecinos. Ella contestó con una carita sonriente y un "¡Eso está hecho!".

Pasó una semana y nos encontramos otro par de veces a la vuelta del trabajo. Las conversaciones eran más animadas y cada vez teníamos más confianza, incluso nos permitíamos hacer alguna broma. 

Yo- Buff... no sabes lo que me aburro en casa cuando a mis colegas les toca trabajar...

Tere- Bueno! no será para tanto, seguro que no te falta alguna "amiga" a la que poder traerte....

Yo- Jajaja, no creas, no está la cosa tan bien. No es fácil... 

Tere- Seguro que no te faltan, que aquí ninguno somos modelo, pero tenemos otras armas!! 

Al día siguiente, por la tarde, recibí un mensaje. Era ella. Me contaba que iba a poner una nueva instalación de calefacción en su casa y quería saber como la teníamos en la mía para hacerse una idea. Yo accedí encantado y le dije que subiera. 

A los cinco minutos sonó el timbre, abrí y allí estaba, con unos vaqueros ajustados que le realzaban su ya de por si buen culo y una camiseta de tirante que dejaba ver parte de su pecho. Me puso muy cachondo esa escena. 

Le dije que pasara y comencé a enseñarle la instalación. Ella iba siempre detrás de mi y, de vez en cuando, hacía alguna pregunta sobre el tema que nos ocupaba. LLegamos a la zona donde estaba la caldera y nos detuvimos. Le empecé a explicar lo poco que sabía teniendo que ponerme de puntillas para señalar algunos puntos, ya que estaba un poco alta. En uno de esos esfuerzos dejé ver parte de mi trasero y a ella se le escapó una risa, yo me di la vuelta y la vi con cara de pícara. Se sonrió y me dijo mirándome por debajo de la cintura:

-¿Ves como tu también tienes tus armas? Tienes un buen culo.

Me quedé de piedra, excitado pero sin saber que hacer. Mi pene se empezó a hinchar y sentía un hormigueo y una excitación enormes. Ella vió el bulto en mi pantalón, se sonrió otra vez y se dio la vuelta camino de la puerta.

Tere- Bueno, pues ya me ha quedado un poco más claro. Muchas gracias por la visita guiada!

Se fué y me quedé como un pasmarote, sin saber que hacer. Sentía el corazón latir muy fuerte, y tenía la polla durísima. Estaba claro que esa excitación no se iba a ir así como así, por lo que cogí el móvil y le envié un mensaje. 

- ¿Te ha gustado la visita?

Tere- Si, claro. Me han quedado las cosas más claras...

Yo- También has descubierto mis armas!! 

T- jajajajaja SI!!

Yo- Te han gustado?

T- A nadie le amarga un dulce. jeje

Yo- También yo he descubierto las tuyas... Aunque ya hacía tiempo que me había fijado...

T-  Si? Cuales? Solo soy una cuarentona... no creo que tenga muchas...

Yo- La edad es lo de menos, tienes un culo que ya quisieran las de veinte. No puedo dejar de mirarlo!

T- JAJAJAJA, no me digas eso que soy muy mayor para ti!!

Yo- Que más da?? No está prohibido mirar ¿No? 

T- No, claro que no, me voy a poner colorada...

Yo- Bueno mujer, no es para tanto. Somos vecinos y tenemos confianza, podemos decirnos estas cosas... Y que sepas que nos debemos una cervecita...

T- Si, no hay peligro... Cuando quieras!! Para tomar una cerveza cualquier momento es bueno!!

Yo- Pues si quieres ahora...

T- Bueno, Ana no llegará hasta dentro de un par de horas... así que si quieres puedes bajar...

En cuanto me dijo eso me exité aún más si cabe. Intenté controlar mi empalmada, pero era complicado. Abrí la puerta y empecé a bajar las escaleras. El corazón me latía cada vez más fuerte y no sabía como reaccionaría cuando la viera. LLamé a su timbre, ella abrió con la misma ropa con la que había subido a mi casa. Me dijo que pasara, pero antes de poder hacerlo me dijo sonriendo: "Primero date la vuelta, que quiero ver si tu culo es tan bueno como me pareció". Yo di la vuelta y ella asintió con la cabeza y me miró con ojos de que le había gustado lo que acababa de ver.

Tere caminaba delante de mi hacia la cocina, yo no podía dejar de fijarme en su culo. Cuando llegamos ella se acercó al armario para coger un par de vasos, momento que yo aproveché para, "por casualidad", rozar mi polla con su culo. Ella ni se inmutó. Cogió los vasos, las cervezas y fuimos al salón. Era evidente que los dos estábamos muy cachondos, yo no podía dejar de mirar su culo y ella, en cuanto podía, miraba el bulto de mis pantalones. 

Dejó las cervezas sobre la mesa, se dio la vuelta y me dijo: "¿Te gusta lo que ves?". Respondí un si rotundo dirigiendo mi mirada a su pecho. No pude más y me abalancé sobre ella. La abracé y le agarré el culo, juntando nuestras caderas. Ella, sorprendida, me dijo: "Soy muy mayor para ti". A lo que yo respondí lanzándome a comerle la boca. Ella devolvió el beso sin dudarlo, empezamos a jugar con nuestras lenguas mientras nos magreábamos. Ella me agarraba el paquete y yo no podía dejar de manosear su culo, me encantaba. 

Nos tiramos sobre el sofá, ella sentada sobre mi. Empecé a quitarle la camiseta mientras me besaba como una loca. Descubrí dos tetas, no muy grandes, pero bien puestas, con unos pezones grandes. No dudé ni un segundo y empecé a comérselas, primero chupándolas y luego dando pequeños mordiscos a esos hermosos pezones. Ella gemía mientras rozaba su coño con mi polla. Cambió de postura y se puso junto a mi, desabrochó mis pantalones, metió la mano dentro del calzoncillo y agarró mi pene. Empezó a moverlo de arriba a abajo, le gustaba, se notaba que le gustaba pajearme. Me tiré al suelo de rodillas y empecé a quitarle los pantalones, ella respiraba fuerte, estaba exitadísima. Bajé los pantalones del todo y retire las braguitas blancas que llevaba. Me encontré con un apetitoso coño, con bastante pelo pero arregladito. Empecé a subir besándole los muslos, recreándome con mi lengua, hasta que llegué y lo noté mojadísimo, estaba empapada. Metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a rozar mi lengua con su clitorix. Me estaba poniendo cada vez más cachondo y más salvaje. No podía dejar de comerle, hundía una y otra vez mi lengua y mi cabeza entera entre sus piernas. A veces me ayudaba metiendo dos dedos dentro de ella y moviéndolos con fuerza hasta que no pudo más, apretó mi cabeza contra su coño y, dando un grito, se corrió. Eso me puso aún más, ella estaba exhausta, pero aún tenía ganas de más. Nos levantamos del sofá y fuimos besándonos hasta la cama. Allí Tere se sentó y acabó de quitarme el calzoncillo. Se encontró mi polla dura y mojada. La agarró fuerte y se la metió en la boca. Estaba desbocada, se metía mi pene entero en la boca, hasta la garganta. Lo chupaba y lo besaba una y otra vez. Estaba a punto de correrme cuando ella paró y, sin decirme nada, se puso a cuatro patas. Me acerqué a ella, le bese el cuello, le agarré las tetas y se la metí de una embestida. Ella gritó de placer y empezó a moverse para que se la metiera lo más dentro posible. Los dos empujábamos una y otra vez, llegando una y otra vez al fondo. Ella se agarraba a la almohada mientras yo clavaba una y otra vez mi polla dentro de ella. Me decía: "¡Fóllame!, ¡Fóllame más fuerte!". Estábamos gozando como nunca. Ella se estaba follando a un jovencito hijo de su vecina y yo me estaba follando a mi vecina madura. Se corrió otra vez y justo después yo no pude aguantar más y exploté llenándola de mi semen. Estábamos exhaustos. Nos quedamos uno dentro del otro un rato más y después, nos levantamos, nos despedimos como dos vecinos normales, como si nada hubiera pasado y me fuí a mi casa.

Esta fué nuestro primer encuentro. Si os gusta, en un futuro puedo contar alguno más de mis encuentros con mi vecina y alguna madurita más...