miprimita.com

Por fin, mi primera vez con mi hijo (Sandra V)

en Amor filial

Como ya les había comentado en el primer relato de esta serie, tuve a mi primer hijo a una edad muy temprana debido a una calentura de adolecente, con 18 años me vi embarazada y sola, afortunadamente conté con el apoyo de mis padres, quienes nunca me dejaron y me ayudaron con el niño, y también para que continuará mis estudios, gracias a eso pude terminar mi carrera y montar un pequeño consultorio, mis padres eran dueños de una tienda de abarrotes por lo que económicamente estábamos tranquilos, tristemente para mí, ellos fallecieron en un accidente hace cuatro años cuando mi niño tenía quince, yo soy hija única y en el lugar donde vivimos no tenemos ningún otro familiar, la poca familia que nos queda vive en provincia y nos frecuentamos poco sino es que nada, esa época fue muy triste para mí ya que me quede sola con mi hijo, no he tenido relaciones serias desde mi embarazo debido a que siempre había estado pendiente de él, era un compromiso que hice con mis padres, el no involucrarme con nadie hasta que mi hijo estuviera mayor y yo hubiera concluido mis estudios, para de esa manera no tener que depender de nadie, los pocos hombres con los que salía eran más para quitarme mi calentura, fue muy difícil para mí, ya que reconozco que me encanta el sexo, y cogerme a un buen macho, sin embargo por mi hijo tenía que hacer ese sacrificio.

Después de la muerte de mis padres, pasaron tres difíciles años, pero entre mi hijo y yo hijo habíamos logrado salir adelante, siempre estábamos juntos, disfrutábamos de nuestra compañía, nos gustaba estar solos, rehuíamos la compañía de alguien más, y nos sentíamos incomodos cuando esto sucedía, realmente parecíamos más una pareja de novios que madre e hijo.

La relación que teníamos era tan peculiar, que me empecé a preocupar que un chico de su edad, ya de dieciocho años en esos momentos, no le conociera ninguna amiga y mucho menos una novia, mi niño aunque no es un galán de telenovela, es atractivo y alto, con su metro ochenta de estatura y su porte, imagino que al menos una chica debería estar interesada, además era delgado y atlético sin ser fornido, ya que había adquirido la sana costumbre de hacer ejercicio en su habitación, sus amistades se limitaban tal vez a dos o tres personas con las que se juntaba, aunque realmente dudaba que  los considerara amigos, incluso llegue a pensar que le gustaban los hombres, sin embargo, tampoco había señales de que tuviera una relación más cercana con alguno de sus compañeros.

Por mi parte yo había pasado los treinta y cinco años, aún era una mujer joven y atractiva, tenía una membresía en un gimnasio aunque no era tan constante como me gustaría, ya que solo asistía tres días a la semana , sin embargo, servía para mantenerme en forma y mantener a raya esa molesta  llantita de grasa en mi cintura, por otro lado soy una mujer de senos generosos que me fascinan valga decirlo, me gusta llevar a mis niñas siempre soberbias y presumiéndolas, apenas y rebaso el metro sesenta y cinco de altura, mis piernas, no eran delgadas ni gordas y con el ejercicio habían adquirido firmeza, mi trasero era redondo y altivo, mi pelo era rizado y negro lo llevaba un poco debajo de mis hombros, nariz y boca pequeñas, ojos color miel, aunque no era mi intención andar en busca de algún macho, me gustaba vestirme de manera coqueta y seductora siempre ha sido parte de mi personalidad, calzaba normalmente zapatillas altas, blusas escotadas y faldas a medio muslo, a mi hijo le encantaba lucirse conmigo, en muchas ocasiones, me percate de los celos que afloraban en su cara cada que algún extraño me veía de más, incluso cuando esto pasaba y veía la cara de enojo de mi pequeño, buscaba siempre la fuente de esa molestia y al ubicar al fisgón, me restregaba al cuerpo de mi hijo para dejarle bien claro que lo único a lo que podía aspirar era a ver, mi hijo se sonrojaba pero no se apartaba de mí, incluso en varias ocasiones pasaba su brazo por mi cintura  juntando más su cuerpo contra el mío, en esas ocasiones nos mirábamos con complicidad y nos alejábamos riéndonos.

Recuerdo esa mañana, preparaba el desayuno mientras escuchaba un canción pegajosa desde mi teléfono, llevaba puesto un short de mezclilla demasiado corto, que permitía que mis piernas se lucieran completamente, un top blanco que apenas contenía mis senos, ocasionando que estos se vieran más grandes de lo que son, mi hijo bajo y se quedó unos segundos viéndome sin que yo me percatara, se acero por detrás mío, y me abrazo por la espalada, su cara bajo a mi hombro recorriendo mi cuello y llegando a mi oído si tocarme , solo sentía su aliento, su cuerpo se pegó al mío, y sentí la calidez de su abdomen en  mi espalda,  yo me asuste y di un reparo, gire la cabeza para confirmar que se tratara de mi hijo, “hola mami por qué tan feliz”, “por todo hijo, por ti, por mí, por lo afortunados que somos,  tengo ánimos de bailar”, sus manos sujetaron mi cintura y empezamos a contonear nuestros cuerpos pegados al ritmo de la música, él, tomando valor se atrevió a darme besos en la mejilla, yo estaba ensimismada, sintiendo el calor del cuerpo de mi hijo que me abrazada y concentrada en sus labios que recorrían sutilmente el borde de mi rostro, cuando de repente salí de mi trance al sentir algo duro que se incrustaba dónde termina mi columna  un poco arriba de mis acolchonado glúteos, un escalofrió subió por toda mi espina dorsal, me asuste y me separe de él, “ya es suficiente hijo, vamos a almorzar”, dije con la cara roja como un tomate, y tratando de no verlo a los ojos, él, corriendo se sentó en la mesa y respondió, “lo que tú digas mami”, almorzamos tranquilamente, pero mi mente divagaba en que era lo que había sentido entre mis nalgas, no podía ser lo que  estaba imaginando, con el pasar del día, se me fue olvidando esta extraña sensación.

Los días trascurrieron normalmente hasta que, a la semana siguiente se presentó otra situación inusual, regresaba del consultorio, como siempre llevaba una falda ajustada a medio muslo que cada que me sentaba dejaba al descubierto el encaje de mis medias, zapatillas de tacón alto y había desabrochado varios botones de mi blusa, ya que me encontraba en la privacidad de mi casa, dejando a la vista el sostén color vino que sujetaba mis senos, aun llevaba puesta la bata blanca que usaba en las consultas, la cual llegaba unos centímetros más abajo de mi falda, de repente apareció mi hijo, venia de la cocina donde había ido a buscar algo que comer, vestía solo en ropa interior, me lo quede viendo hipnotizada, su cuerpo, su pecho, su abdomen, su…, no me había dado cuenta cuanto había crecido mi pequeño, mi mirada ahora fija en su entrepierna se percató de un enorme bulto que hizo que me desestabilizara, el venia ensimismado con lo que traía en la mano, sin percatarse de la presencia de su mamita querida, por lo que chocó de frente conmigo, yo salí de mi letargo demasiado tarde, no me pude hacer a un lado y fui a parar estrepitosamente al suelo, caí sentada con las piernas abiertas, completamente despatarrada frente a  mi hijo, mi falda se había subido casi hasta mi cintura, lo suficiente para dejar a la vista casi por completo mi tanguita de encaje negro, al igual que mis muslos carnosos y firmes,  él,  presuroso se agacho a levantarme, pero al hacerlo su mirada recorrió todo mi ser, desde mis tobillos hasta las piernas, pasando por mi entrepierna envuelta en la prenda de encaje, para terminar clavándose en mis hermosas tetas que se agitaban rápidamente con mi respiración, mientras tanto mi mirada se clavaba en su paquete  que había quedado a la altura de mi rostro y el cual parecía haber crecido ante la visión que tenía mi hijo, luego nuestras miradas se cruzaron, ambos nos miramos a los ojos al mismo tiempo, nuestros rostros estaban a escasos veinte centímetros, mi cara debió parecer una braza de carbón, fueron unos segundos de duda, hasta que reaccionamos al mismo tiempo, “perdón mami déjame ayudarte” me tomo de un brazo y me levanto, aproveche para continuar viendo su hermoso bulto que se escondía detrás de su apretado bóxer el cual ocasionaba que se marcara mucho más, al mismo tiempo podía sentir su mirada penetrante sobre mis blancos senos que subían y bajaban nerviosos por causa de mi agitada respiración, y su brazo rodeándome por la cintura, adolorida, con su ayuda me puse de pie, “¿estás bien mami, te duele algo, te hiciste daño?”, “no te preocupes cariño, estoy bien, ayúdame a sentarme”, le comente mientras mi trasero palpitaba por el golpe y me bajaba la falda lo más rápido posible para tapar mis intimidades, me senté en el sofá y note como no despegaba sus ojos de mis senos, voy a vestirme mami y ya regreso me dijo, subió rápido a su habitación y yo me quede ahí tumbada en el sofá, con la respiración acelerada, y la frente perlada en sudor, de repente sentí una humedad en mi braguita y mi mente se percató sobre lo que pasaba, mi hijo me había puesto caliente, estaba excitada y mi vaginita parecía una manguera por la cantidad de jugos que chorreaban de ella, nerviosa lleve una mano a mi frente para limpiar el sudor que me escurría, y la otra bajo a mi entrepierna para comprobar lo excitada y caliente que me encontraba, en cuanto mis dedos sintieron esa humedad se retiraron inmediatamente a mi pecho, pude notar lo impetuoso de  mi respiración al ser consiente que desde hacía varios minutos mis hermosas tetas no dejaban de subir y bajar presas de la emoción, estaba asustada y confundida.

Los siguientes días no dejaba de pensar en lo que estaba pasando, una idea rondaba por mi cabeza, y una humedad aparecía persistentemente en mi chochito,  no podía ser que mi hijo me excitara, sin embargo, no podía dejar de pensar en él,  lo más seguro es que debido al prolongado tiempo sin sentir una buena verga había estado imaginando cosas, después de todo era consciente de que me gustaba coger y ser toda una puta, sin embargo debía de guardar cierta apariencia, por lo que muchas veces tenía que reprimir mis ansias ya que  no podía andar revolcándome con cuanto hombre se me cruzara por el frente, pero esto ya era demasiado, mi cuerpo estaba en constante efervescencia, esa necesidad era insoportable, convencida que no era posible resistir más, decidí realizar una prueba para salir de la duda, debía saber si realmente era mi hijo quien me excitaba y quien me atraía, si este deseo era hacia él, o si él solo era una víctima de mi calentura y al ser la única verga cerca y debido a mi gran hambre  de sentir una buena cogida, no me importaba que incluso fuera el quien me la diera, pero lo más importante, necesitaba saber si mi hijo también se excitaba conmigo o si solo estaba imaginando cosas en medio de mi calentura.

Decidida, esa noche mientras sufría revolcándome en la cama por la imperiosa necesidad de mi cuerpo por sentir  una buena verga, me propuse   poner en marcha un plan, por lo que ese viernes me desperté más temprano que mi hijo, me puse un baby doll rojo transparente que había comprado, el cual era abierto por el frente y solo llegaba a mis caderas, completaban el sensual atuendo una tanguita de hilo dental igual de color rojo y un par de zapatillas de tacón color negro, espere a que mi hijo se despertara y entrara al baño, cuando lo hizo, lo seguí y haciéndome la despistada entre también al baño, lo encontré orinando con su verga en la mano, al oír que la puerta se abrió, asustado giro la cabeza, para toparse con una imagen de mi lujurioso cuerpo apenas cubierto por un delgado y transparente  pedazo de tela roja, “¿mama que haces?” grito, yo estaba concentrada con lo que tenía mi hijo entre sus manos, por lo que no respondí hasta que un segundo grito me saco de mi trance, “perdona hijo, no me di cuenta que estabas aquí”, y salí rápidamente, con la respiración entrecortada regalándole una visión de mi trasero contoneándose cuando salía del cuarto del baño.

Al cerrar la puerta, sentí que mis piernas me temblaban, mi respiración aún era agitada, me recargue contra la pared para tomar un poco de aire y tranquilizarme, cerré los ojos, y la imagen de la magnífica tranca de mi pequeño ocupo todos mis pensamientos, nuevamente sentí una humedad en mi entrepierna, inconscientemente mi mano derecha había bajado y acariciaba suavemente mi caliente chochito por encima de mi tanguita, por lo que agite la cabeza varias veces, respire profundo una vez más y convenciéndome de que no pasaba nada,  baje a prepararle el desayuno,  mientras almorzábamos mi hijo estaba nervioso no quería moverse de su asiento, yo me paseaba frente a él con ese baby doll sugerente, me agachaba para que apreciara mis nalgas, me le restregaba para que sintiera mis tetas, me inclinaba para que las pudiera degustar con la mirada, me comportaba como una perra hambrienta de verga, no podía quitar su mirada de mí ya que me había sentado frente a él dejando intencionalmente a la vista mi hermoso par de senos, para que se paladeara con la mirada, terminamos de almorzar y él se puso de pie dificultosamente, yo haciéndome la distraída pude notar una enorme erección en su entrepierna, subió rápidamente y yo me quedé sorprendida por el tamaño del falo que se ocultaba en el bóxer de mi niño,  esta vez no solo sentí una humedad en mi coñito, sino que literalmente  un chorro de líquido que escurría por mi pierna hasta mis pantorrillas, estaba completamente húmeda, caliente, hambrienta, necesitada, me encontraba desesperada, esta parte de mi plan fu contraproducente para mí, ya que las ganas de tener una barra de carne entre mis piernas habían aumentado.

Me había excitado demasiado con mi hijo al punto de la desesperación, y al parecer el conmigo también, la segunda parte de mi plan era comprobar realmente si mi calentura era por mi hijo o solo por la necesidad de una buena verga, cogí mi agenda y busque a un conocido con el que había salido ocasionalmente, quedamos de vernos en un bar de la ciudad y después de eso fuimos a su departamento, seguimos bebiendo  y poco a poco fuimos subiendo la intensidad, me tenía abrazada besando mi cuello, mientras mi mano se dirigía a su entrepierna, agarre su verga e inmediatamente mi mente voló hacia mi hijo, no era la verga de ese hombre la que tenía en mi mano, era la de mi hijo, sin embargo algo le faltaba, el tamaño no era igual, debajo de su bóxer se notaba más grande, imponente, poderosa, y lo que tenía en mi mano apenas era la mitad de lo que había imaginado, mi coñito que en la mañana se había meado de las babas por la excitación, estaba seco e impávido, reaccione, abrí los ojos como dos platos y al ver a la persona encima de mí, me di cuenta que no era mi niño quien masajeaba mis senos y besaba mi cuello, no era su verga en mi mano, que gran decepción, me separe rápidamente, “lo siento, me tengo que ir, olvide algo importante”, salí corriendo del departamento mientras me arreglaba la blusa y el brazzier, preocupada y atemorizada  por lo que había pasado. Deambule un rato por la ciudad para tratar de aclarar mis pensamientos

Llegue a mi casa temprano, ya que no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido, además de que no pude coger con ese hombre debido a que mi hijo ocupaba mis pensamientos, él y su enorme verga se habían apoderado de mis deseos, me calme como pude, mientras me metía con todo y ropa a tomar una ducha de agua fría, sintiéndome la más puta de las putas, decidí confirmar que era realmente lo que quería, aunque inconscientemente yo ya lo sabía, y si mi hijo también lo quería, por la noche, me puse una playera blanca ajustada, se pegaba a mi cuerpo como un guante, envolvía mi abdomen cuan plano era, y mis globos mamarios eran oprimidos de manera que lucían más al intentar romper la diminuta prenda que los oprimía, mis pezones juguetones lucían firmes a través de la tela ya que no me había puesto mi brazziere y debido a la delgadez de la prenda se notaba completamente su hermoso color café, me puse un tanguita blanca de algodón que apenas y  cubría mi puchita y me dispuse a esperar a mi hijo, no decidí ponerme zapatillas debido a que lo considere un exceso para una puta barata en busca de macho, que, aunque realmente me sentía como tal, aun debía fingir ante mi hijo.

Estaba en la sala cuando él entro a la casa, me pare rápidamente para que pudiera apreciar mejor a la hembra  que tenía enfrente, se quedó perplejo con los ojos desorbitados y si no babeo es porque todavía tenía presente que quien estaba frente a él era su madre, justo en ese momento fui consciente de lo que iba a hacer, fue como si un balde de agua helada se estrellara contra mi rostro, estaba nerviosa, asustada, mi respiración se detuvo completamente, me petrifique sin saber qué hacer, mis músculos no me respondían y mi boca no podía articular palabra alguna, ahí, de pie, inmóvil y vestida como puta,  infinidad de dudas me asaltaron, ¿y si mi hijo me rechazaba?, ¿y si el no sentía lo mismo por mí?, ¿me vería como un monstruo?, ¿qué pasaría con nosotros después?, ¿qué pasaría con nuestra pequeña familia?, ¿se iría todo a la mierda?,  ¿cómo lo vería a los ojos de ahora en adelante?, no soportaría vivir con él en esas circunstancias, no se cuento tiempo pase así, tal vez segundos, tal vez años, pero a mí se me hizo una eternidad, estuve a punto de salir corriendo y encerrarme en mi habitación para no salir de ahí nunca más, de pronto una voz dentro de mi ser me animo, “vamos Sandra, no hay vuelta atrás, es el momento de convertirte en una perra de verdad, que importa lo que pase, él no se podrá resistir a ti, si no te arriesgas te arrepentirás toda la vida, él te desea tanto como tú a él, mira su verga, dura, tiesa, con ganas de ti, hambrienta por llenarte tu agujerito, arriésgate puta, vamos, hazlo, llena de pavor trague saliva, uno de pies se adelantó, apreté los puños,  me abalance sobre él y me colgué de su cuello.

“¿Qué pasa cariño te has quedado mudo?”, le di un beso en la mejilla rozando la comisura de sus labios, mientras sentía en mi abdomen que algo crecía buscando guerra, “andas muy cómoda mama, que guapa te ves, nunca te había visto así”, “gracias hijo” respondí aun colgada de su cuello, me separe y pose discretamente para él, “¿te gusta?, solo es una playera vieja, quería estar ligera por la casa”, “te ves genial mama, no sé por qué no has encontrado pareja aun”, ”yo si lo se hijo” hice una pausa, “es por ti”, dije de forma seductora mientras me volvía a colgar de su cuello embarrando todo mi cuerpo al de él, su polla se sentía enorme, “me refiero a que tú eres mi prioridad en este mundo”, lo tome de la mano y me dirigí con él a la sala mientras me contoneaba como gata en celo, moviendo mi culo sugerentemente, sentí su mirada en mi trasero lo que me prendió aún más, “acompáñame mi vida, te estaba esperando para ver una película,  me la recomendaron mucho y tengo ganas de verla pero no quería estar sola”, él se sentó en el sofá y rápidamente jalo un cojín para ocultar su enorme erección, yo me senté a su lado, flexione mis piernas y las subí al sofá, estaba sentada sobre mis piernas enseñándoselas a mi hijo, dándole a entender que este hermoso par de muslos lo envolverían mientras me ensartaba su verga, mi torso pegado lo más posible a su cuerpo mientras mis dos manos lo asían de su antebrazo colgándome literalmente, parecía una niña asustadiza que busca el cobijo de su papi, la película era de terror, pero en lugar de asustarme yo estaba cada vez más excitada, en cada escena de miedo yo me le pegaba más a mi hijo embarrándole mis chiches, mi coño era un lago hirviendo, y su verga estaba a punto de explotar de la excitación que su mami le prodigaba.

Para disimular, se puso el recipiente de palomitas sobre el cojín que tapaba su erección con la intención de ocultarla de su mamita, pero eso era imposible, tomaba las palomitas y le daba a mi hijo en la boca, dejando intencionalmente por unos segundos mis dedos dentro de esta para que el pudiera lamerlos aumentando aún más mi calentura,  sentía que no aguantaría más y me aventaría sobre el cómo una loba en celo para violarlo en ese instante, había comprobado que era mi hijo quien me excitaba y me ponía como una perra caliente y como consecuencia no iba a poder estar con otro hombre sin primero sacármelo de la cabeza, y para eso era imprescindible que me lo cogiera, sentir su verga en lo más profundo de mis entrañas, también había comprobado que el sentía lo mismo por mí, y si no, solo bastaba verle la gran verga a punto de estallar que intentaba ocultarme.

“¿Quieres un poco de agua mi vida?” pregunte, “que tonta soy, desde luego que quieres, con tanta palomita que he estado metiéndote en la boca”, me pare lentamente, me quede de pie frente a mi hijo que me veía embobado, me di la vuelta , paré mi presumido culo y me ajuste mi tanga, la cual se introdujo totalmente en mi coñito marcándolo completamente, todo esto mientras mi hijo me observaba, me dirigí a la cocina con mi contoneo de gata y serví un vaso de agua de un litro para mi hijo,  intencionalmente tropecé cuando estaba cerca de él volteando el vaso de agua sobre mi pecho y dejando caer mi cuerpo encima de él  mientras estaba sentado, mi playera absorbió toda el agua y como acto reflejo, se pegó a mi piel marcando mis enormes tetas  transparentándose completamente, se veían mis pezones duros  a través de la tela, más oscuros que mis blancos senos y totalmente erectos esperando ser amados,  “cuidado mamita” alcance a escuchar mientras  una de sus manos rodeaba mi cintura  aprovechando la supuesta caída, me jalo hacia él embarrándome contra su cuerpo, mis tetas estaban a la altura de su boca, su otra  mano se dirigió hacia ellas amasándolas suavemente simulando que las limpiaba del agua, “¿te lastimaste mamita?” me decía, “no hijo estoy bien solo un poco mojada”, “deja que yo te limpie” respondió mientras su mano seguía jugando con mis glándulas mamarias, sentía la fuerte presión de su brazo en mi cintura, para que no me despegara ni un centímetro de él,  “¿no te duele mami?”, “no hijo solo fue el agua que está un poco fría”, “si ya me di cuenta” me dijo, mientras su mano abarcaba completamente mis ubres pasando de una a la otra, al estar a la altura de su cara, lo tome suavemente de la nuca y lo pegue a ellas para que pudiera mamarlas, se prendió como becerro a tomar el agua impregnada en la playera. Así estuvimos como una hembra alimentando a su cría, yo solo pujaba mientras él se afanaba limpiándome la playera, alzo la mirada un momento, y me dijo “¿así está mejor mama, ya no tienes frio?”, “si hijo gracias, me siento mucho mejor, pero creo que si me lastime mi tobillo, ¿me puedes revisar, por favor?, le dije mordiéndome el dedo, “faltaba más princesa”, se paró, me tomo en sus brazos y me recostó suavemente en el sofá, tomo mi tobillo y empezó a acariciar todo mi pie mientras me observaba, yo estaba recostada sobre el sofá con una playera mojada mostrándole todas mi tetas a mi niño, con las piernas desnudas  y tan solo una tanguita diminuta cubriendo mi intimidad, completamente empapada, vi como mi hijo se empezó a transformar en una bestia de lujuria, para ese momento ya no se molestaba en ocultar su tremenda erección,  froto suavemente mi pie contra su rostro y sus manos recorrían mi pantorrilla, “pobre bebita se lastimo su piecito, yo hare que se sienta mejor”, empezó a besar mi empeine en repetidas ocasiones, y poco después paso a chupar con delicadeza cada uno de mis pequeños dedos, sentía cosquillas en mi cuerpo mientras mi coño se mojaba cada vez más, empezó a bajar lentamente al tiempo que besaba y lamia mi pierna, paso por mi pantorrilla y mi muslo, me volvió loca cuando beso la parte interior de este, se aproximó a mi dulce coñito que lo esperaba ansioso, lo vio un segundo, pero no lo toco, solo sentí su respiración caliente cuando se pasó al muslo de mi otra pierna e hizo el recorrido de manera inversa, llego a mis pies y los junto para poder besarlos, yo empezaba a gemir, “¿te sientes mejor chiquita, ya no te duele?” “si hijo, me siento mejor pero aún me duele mucho, sigue por favor”, “creo que donde te lastimaste es aquí abajo”, toco mi braguita completamente empapada, “¡mira esta mojada!, creo que te lastimaste muy fuerte” separo mis mulsos para quedar abierta ante él, y acerco su nariz a mi vagina, con su lengua recorrió toda la tanga bebiendo mis jugos vaginales, “¿así nenita, así?, ¿te sientes mejor?”, “si, así, mucho mejor no pares sigue”, junto mis piernas y lentamente retiro la delicada prenda de algodón blanco, vio mi coño mearse de la emoción y nuevamente como becerro se prendió a él, el primer orgasmo me alcanzo retorciéndome en el sofá mientras mi niño se comía mi coño, su legua se introdujo en mi interior , mientras sus labios mamaban mi chochito, mis jugos llenaron su boca y él se los trago completamente, “así nena así, dame más de tus juguitos”, mi mano presurosa busco esa tranca que me quito el sueño y me volvió loca, y empezó a jugar con ella jalándola de arriba a abajo hasta que no pudiendo más lo atraje hacia mí para juntos hacer un sesenta y nueve en el sofá, yo trataba de meterme esa vergota en la boca pero por la posición era difícil, así que solo lamia su tronco cuan largo era, él se regodeaba en mi coño bebiendo su dulce néctar, “te voy a dar tu medicina nena, no te preocupes te vas a sentir mejor”, me levanto del sofá e invertimos posiciones, ahora él estaba abajo abriendo mis nalgas para acceder a mi bollito, y yo arriba con entera libertad para meterme esa verga en la boca cuanto quisiera, al fin, mi sueño hecho realidad, me aferre a ella para extraer su preciado líquido, “¿así pequeña así mamita, toma tu jarabito para el dolor, y si eso no es suficiente más tarde te daré una inyección”,” chomp chomp chomp” era mi respuesta mientras mis labios mamaban enérgicamente la verga de mi hijo, estuvimos así un rato mamándonos recostados, de repente el empezó a incorporarse conmigo encima y se puso de pie, cargándome, yo de cabeza aun enganchada a la verga sin querer soltarla seguía chupando, mis piernas a cada lado de uno de los hombros de mi hijo, mientras él me sostenía por la cintura con sus dos brazos para que no fuera a resbalarme,  su boca pegada a mi chocho bebía como si de un cántaro se tratara, tomaba todos los jugos de su madre a placer, por fin me recostó nuevamente, me deposito en el sofá delicadamente, y  me tomo de la mano, “ven mamita, te voy a coger” y me jalo bruscamente para pegar nuestros cuerpos y fundirnos en un apasionado beso, “si hijo cógeme, quiero sentir tu verga como me destroza”, se sentó en el sofá y me dispuse a montarlo, era como un potro salvaje y yo era su hembra que lo domaría, me senté sobre el encajándome su tolete mientras nuestros labios se comían unos a los otros, la verga entro de un solo golpe, debido a lo encharcado mi hoyito, sentí entrar a ese animal en mi ser y ladre como perra, mis uñas se enterraron en su espalda, mientras permanecía así por unos segundos sintiendo ese garrote profanar mi útero, luego, lentamente empecé a subir y bajar sobre la barra de carne de mi hijo, acelere el movimiento haciendo que mi hijo me cogiera “¿así mamita, así mi nena, así mi chiquita te gusta cómo te cojo?”, “si mi vida cógeme cógeme”, seguimos así un rato, él nuevamente me incorporo para ponerme en cuatro patas, te lo voy a meter como te mereces, como a una perra por haber seducido a tu hijo, serás mi perra de ahora en adelante por dejarte coger por tu hijo, mi chocho se prendió más por las palabras de mi hijo, abrió mis nalgas con sus manos para apreciar mi coñito hambriento de su verga escurrir jugos, acerco su rostro hacia él y le pego un par de lengüetazos,  “ así mi vida así, cógeme como a una perra, soy tu perra, tu puta cógeme como quieras”, “niña traviesa te has portado muy mal” me dio un par nalgadas que sonaron en toda la casa, la verga nuevamente violo la entrada de mi coñito que gustoso se amoldaba para formar un estuche de carne cálido para ese tremendo tolete, las embestidas empezaron furiosamente provocando que cayera de bruces en el sofá mientras era perforada por mi bebe, el me tomo del cabello y me jalo, yo como una perra orgullosa me incorpore para poder seguir recibiendo la verga de mi pequeño, era toda una perra, en cuatro patas, con la playera mojada mostrando mis tetas, una mano de mi hijo me tiraba del cabello y la otra me tomaba de la cadera, realmente estaba siendo montada por mi macho, metiéndome su verga, para esos instantes ya había perdido la cuenta de las veces que me había venido, solo sé que mis ojos estaban en blanco. Mi saliva escurría de mi boca, y mi chochito parecía un lago chorreando jugos, se oía el golpeteo de su sus huevos chocar con mis partes íntimas, el clap clap de una verga violando un coño,  mi hijo me advirtió que se correría, pero no le hice caso estaba concentrada en mi propio placer, así que lancetazos de su leche caliente llenaron mi coñito, y nuevamente el orgasmo me alcanzo, sentí que me desmayaría de tanto placer, caímos los dos de bruces, él sobre mí, su verga aun en mi interior, me beso las mejillas y busco mi boca, ambos estábamos sudorosos, “te amo mamita, te amo, ¿ya te sientes mejor, ya no te duele?”, “no hijito ya estoy  mucho mejor”, sentía todo su peso sobre mí, su piel en contacto con la mía, sudorosos y pegajosos de nuestra corridas, me sentía plena, satisfecha y feliz, nos acostamos en el sofá el abrazándome y yo dejándome consentir, “te amo mamita, te amo, no sabes cuánto te he deseado, cuantos años han sido esperando que esto llegara a pasar, poder tenerte para mí, convertirte en mi mujer, probar tu cuerpo completamente entregado”, ”yo también te amo hijo, te deseo, deseo que me cojas que me hagas tuya, que me hagas tu mujer.

Nos besábamos tiernamente, después de una hora de sexo salvaje, mi blusa seguía empapada ahora de sudor, “déjame quitarte esto princesa, no quiero que te enfermes,” retiro mi apretada playera, “si me enfermo tú me cuidaras, para que sane rápido”,  con una manta cubrimos nuestras desnudeces mientras seguíamos frotándonos uno contra el otro, nuevamente se prendió a mamar mis senos,  mi mano busco su verga, y la encontró dura, poderosa, hostil, mi senos eran amasados suavemente por las manos de mi pequeño, me acomode sobre él y una vez más me ensarte su verga, al tiempo que cadenciosamente subía y bajaba sobre ella, él me mamaba mi tetas como dos bombones blancos y dulces, mi coñito nuevamente estaba mojado y caliente, mi cadera subía y bajaba por momentos, y por otros hacia círculos sobre la gran verga, un orgasmo suave y placentero recorrió mi cuerpo, mi espalda se tensó y mis uñas se enterraron en el pecho de mi bebe, mientras temblaba de placer, nuevamente caí sobre él, fatigada, sintiendo la verga en mi interior aun dura, penetrándome, “¿estás bien mamita, te gusto?”, sudorosa, mojada, completamente maltrecha, solo alcance a responder “si hijo me gustó mucho”, me beso los labios y saco el enrome garrote del delicado chochito, era una pistola que aún estaba cargada, pidiendo atención, la tome con la mano, “ven acá preciosa”, era una víbora con vida, sentí su latido y como se esforzaba por liberarse, empecé a masturbarla, la piel subía y bajaba “tranquila pequeña te voy a consentir y a mimar mucho” le dije y  empecé a besar su cabeza y a mamar suavemente la misma, por momentos introducía todo lo que podía de la verga ya que era demasiado grande y solo me cabía la mitad en la boca, mi deseo era tragármela toda pero no era posible, por lo que cuando la sacaba de mi boca, le lamia todo el tronco para no dejar ni una parte sin mis caricias, cuando mi hijo me dijo que se correría, me puse de rodillas e hice que se parara, empecé a mamarla más rápidamente hasta que un latigazo de semen inundo mi garganta, saque la verga mientras la seguía masturbando y otro disparo se estrelló en mi rostro cerca de mi ojo, la lefa escurrió rápidamente a mis mejillas, uno más se dirigió a mis tetes, era una manguera fuera de control termine bañaba de leche caliente, era una postal llena de lujuria,  yo, de rodillas, empapada con la leche de mi hijo , escurriéndome de mi carita, por mis senos por mi boquita, tome nuevamente ese animal y complacida la  limpiaba concienzudamente con mi hábil lengua.

Al terminar de atender a esa verga tan adorada de ahora en adelante por su mamita, me recosté nuevamente con mi hijo, nos cubrimos con la manta y estuvimos así, riendo y conversando mientras nos acariciábamos y prodigábamos cosquillas y halagos el uno al otro.  Esa noche no paramos de coger como animales, prácticamente cogíamos descansábamos y volvíamos a coger.

Como mencione anteriormente mi plan fue contraproducente, dentro de mi sabía que no dejaría nunca de gozar con la verga de mi hijo, y que difícilmente encontraría alguien que me complaciera como el, si mi intención había sido cogérmelo para quitarme las ganas, había fracasado completamente. Ya había probado su carne, y no dejaría de darme ese gusto nunca más.