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Mi jefe emputece a mi mujer (Parte 2)

en Hetero: Infidelidad

Retrasé todo lo que pude salir de la oficina. No quería encontrarme con nadie. Aún pensaba en lo que acababa de ver y cómo encajarlo. Y no solo lo que había visto, sino también cómo me había comportado yo. Acababa de ver un vídeo donde otro hombre se folla a mi mujer, donde se demuestra la infidelidad de mi esposa. Y pese a cierta sensación de amargura que sentía por ello, no había podido reprimir las ganas de masturbarme ante aquel espectáculo. Me había gustado pese a todo. Y mucho.

Lo que más me preocupaba era lo que pudiera encontrarme ahora en el bar. Había estado tentado de irme directamente a casa sin pasar por allí, ya que tendría que encontrarme con los chicos y no sé qué sabrían de todo esto, porque allí estaría Pablo, mi jefe, el hombre que se folló a mi mujer y no sabía si había podido contar algo. Pese a todo, sería raro no presentarme como hacíamos siempre así que cogí aire y con cierto nerviosismo entré en el bar. Noté que el corazón se me iba salir cuando los vi al final de la barra, en corro, hablando y riendo. Me dirigí hacía allí.

-¡Hombre, Juan! Ya era hora. Pablo nos está relatando la conquista de este fin de semana –me anunció Narciso.-Sigue y cuéntale a Juan todo.

-Pues nada, les estaba comentando que esté sábado quedé con una chica. Tendrías que verla, toda una leona en la cama –sonrió. Pude notar la satisfacción en su cara mientras me miraba. –Esa mujer es toda una viciosa que estaba hambrienta de polla.

Todos rieron. Yo en cambio me sonrojé. No sé si alguien lo pudo notar, pero yo estaba empezando a sudar en ese momento. Estaba hablando sobre Alba y el resto de compañeros, como buitres se la estarían imaginando como el trofeo carnal de Pablo. No sabía qué iba a contar al respecto o qué iba a mantener dentro del secreto. Yo solo quería salir corriendo de allí en ese instante.

-Se ve que no la follan lo suficiente –continuó Pablo. –O si se la follan, no la follan bien, porque la chica estaba loca por agarrar polla.

-Descríbenosla un poquito –rogó Gonzalo.

-Pues a ver… Más bajita que yo. Delgadita. Morena y con unas gafas que le dan un puntito muy morboso…

-Venga lo importante: tetas y coño – inquirió Gonzalo.

-Pues tenía muy buenas tetas. Sin ser exageradas eran grandes. Con pezones rosaditos. Y el coño peludito…

Todos sonrieron. Era algo que en muchas ocasiones habíamos comentado. Nos gustan los coños peludos. Somos hombres y no vamos a hacer ascos a ningún tipo de coño, afeitado o no, pero todos coincidíamos en que un coño con pelo era lo que indicaba que nos encontrábamos frente a toda una mujer, no con una niña o una muñeca. Aunque para gustos...

-Y cómo es en la cama, ¿la chupa bien? –preguntó Narciso, el cual seguramente ya tendría la polla tiesa imaginándose a mi mujer con las explicaciones de Pablo.

-¡Buff! Es una auténtica guarra. Esa mujer es puro vicio.

Yo no había parado de sudar en todo el rato. Por suerte Pablo mantuvo la identidad de Alba en secreto. Prácticamente explicó lo mismo que pude ver en el video. Todos asentían y “piropeaban” a mi mujer con palabras como viciosilla, zorra y guarra.  Nadie podía imaginar que estaban hablando así de mi esposa y delante de mí. Solo Pablo y yo. Pablo me miraba mientras relataba las cosas que le hacía mi mujer imaginando lo que podría yo estar pensando en ese momento. Así que intentó hacer que saltara:

-Estás muy callado Juan. ¿No te gusta lo que pude cazar el sábado?

-Claro que me gusta –tuve que fingir cierta indiferencia. –Lo que pasa es que yo estoy bien servido en casa.

-Bueno, por mucho que nos gusten nuestras mujeres, nunca llegan al nivel de estas zorritas –apuntó Narciso.

-Esta parece ser que está casada según me contó –explicó Pablo.

-Entonces acabas de ganar muchos puntos, amigo –rió Abraham. –Esas viciosas infieles, que ponen esos cuernos con tanto vicio son increíbles. Lo sé porque con alguna he estado… -Abraham tuvo que volver a sacar sus conquistar y pavonearse delante de todos.

Por fin nos fuimos a casa. Durante un rato más hablaron de Alba, pero finalmente la conversación cambió de tema y pude respirar tranquilo. Ahora otro problema me venía a la cabeza. ¿Qué me encontraría al llegar a casa? Alba durante el día anterior no dio indicios que me hicieran sospechar sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Pero ahora lo sabía, lo había visto. Llegué a casa y al entrar la encontré como siempre. Estaba en el salón, escribiendo por el móvil (¿estaría hablando con Pablo?). Giró la cabeza y sonriendo me saludó. Me acerqué a ella y me besó. No parecía que hubiese ocurrido nada. Aunque sí había ocurrido. Como hacíamos siempre, hablamos de cómo habían transcurrido nuestros días. Pese a la aparente normalidad que existía, Alba notaba que yo me mostraba diferente.

-¿Te pasa algo cariño? Hoy estás muy calladito.

¡Claro que me pasa! Te has follado a mi jefe y no me has contado nada. Pero me gustó verlo… No podía decirle nada, porque algo dentro de mí quería que así continuara. En cierto modo, notaba algo de gusto al notar los cuernos que me había puesto.

-No, nada. Solo que hoy llevo todo el día con un dolor de cabeza que no se me alivia. Solo es eso.

El resto de la noche pasó como siempre. Alba no se comportaba de forma diferente conmigo, así que intenté comportarme igual con ella. Cenamos y nos fuimos a dormir. No hubo sexo esa noche ya que yo no tenía en la cabeza aún muy frescas las imágenes del vídeo y no me apetecía follar. Ella por su parte, imagino que quedaría bien satisfecha, ya que no pidió ni hizo ninguna insinuación para que folláramos. Tan satisfecha debió de quedar que en esa semana ninguna noche hubo sexo.

Por su parte, la semana en la oficina pasó sin incidencias. El tema de Alba en el bar ya terminó hace tiempo, por lo que volvía a encontrarme cómodo estando con ellos. Pablo había dejado de hablarme durante los primeros días, imagino que para evitar algún encontronazo conmigo si es que no había sabido encajar lo del vídeo, pero según avanzaba la semana la relación entre nosotros parecía que volvía a ser lo que era antes. No había sacado el tema de Alba en esos días y yo por mi parte no quería preguntar por miedo a lo que pudiera contestarme. Pero el viernes la cosa cambió.

-Juan, ¿qué planes tienes para este fin de semana?

-Pues de momento ninguno. Alba me ha dicho que le ha surgido un compromiso con las chicas del grupo de pilates, que saldrán este sábad…  -

No terminé la frase. Pablo sonreía apoyado en la puerta de mi despacho.

-Así que eso te ha dicho…

-Es mentira, ¿verdad? No hay fiesta con las chicas, ¿no?

Pablo movió negativamente la cabeza.

-Creo que no. Salvo que así es como ella me llame a mí ahora –rió. –He quedado con ella. Te lo cuento porque ya que parece que te gustó el tema de ser un cornudo, ya que no has protestado, no me has dicho nada y Alba tampoco ha dado quejas de ti, prefiero contarte que este sábado ella es mía. Así puedes estar en casa sufriendo un poquito mientras imaginas las cosas que harecemos –volvió a reír. –Tranquilo, que tendrás otro vídeo para que luego lo goces.

Estaba mudo por la noticia. Directamente me estaba diciendo que este sábado se iba a follar a mi mujer. Ella había vuelto a engañarme poniéndome por excusa que había quedado con unas amigas.

-Oye, has dicho que Alba no ha dado queja de mí. ¿Ella sabe algo?

-No. Ella no sabe que estás al corriente de todo. Simplemente me ha contado que tú te has mostrado como siempre, que parece que no sospechas nada. Si ella supiera… -sonrió. –Pero eso está muy bien. En vez de protestar porque vuelva a quedar con ella, te preocupa que sospeche que lo sabes. Eso demuestra que eres todo un cornudo –me guiñó un ojo. –Por cierto, le tengo preparada una sorpresita.

Y sonriendo, dio media vuelta y salió de mi despacho sin darme tiempo a preguntar por la sorpresa. Lo que sí me dio tiempo a comprobar era como mi polla comenzaba a crecer dentro de mi pantalón con la simple idea de que Alba volviese a engañarme.

En el bar no encontré a casi nadie. Solo estaban allí Gonzalo y Arturo, otro compañero del trabajo. Este último tras tomarse una cerveza se marchó, dejándonos a Gonzalo y a mí solos. El resto de gente se había marchado o no habían podido ir. Me quedé con ganas de que hubiera ido Pablo, por si volvía a hablar de que iba a quedar con Alba y así ver si soltaba alguna pista sobre ese sorpresa que tenía preparada.

En casa Alba se mostraba como todas las noches. No parecía que me hubiese engañado y mucho menos que hubiese quedado al día siguiente con mi jefe para follar. Esa noche, debido a la excitación que me producía esa situación, estando ya en la cama, me coloqué detrás de Alba, rozándole las nalgas con mi polla erecta. Pese al roce y las caricias que le estaba dando en las tetas, Alba no reacciono como solía hacer, moviendo la cadera para aumentar el roce de mi polla y dar la señal de salida para comenzar un polvo. Esta vez, se desembarazó de mí y argumentando que estaba esa noche muy cansada, me pidió que lo dejara para otro momento, que solo le apetecía dormir. ¿Se estaría reservando para Pablo? Con cierta frustración por ese polvo que no llegó ni a iniciarse, me di la vuelta en la cama y me puse a dormir pensando en lo que podía ocurrir al día siguiente.

El sábado por la tarde, Alba comenzó a prepararse para quedar “con las chicas”. A partir de ese momento comencé a sentirme nervioso. Nervioso porque conocía la verdad de la mentira que me había contado Alba. Porque sabía lo que iba a ocurrir en un par de horas. Pero a la vez excitado. Ya no iba a negar más lo que era evidente. Tenía ganas de que Alba se marchase y quedara con Pablo.

A las ocho y media de la tarde se marchó. Se había puesto un vestido verde y en la puerta, con un beso en los labios, se despidió de mí. Me recordó que no la esperase despierta, que seguramente que la noche con las chicas se alargase. Sabía que no iba a ser así. En todo caso la noche de sexo es lo que se alargaría.

Me quedé solo en casa. No sabía qué hacer. Me dieron ganas de vestirme rápidamente y alcanzarla para así poder espiarla y verla mientras me engañaba, pero finalmente desistí. Me pareció una tontería, ya que si iban a casa de Pablo no podría ver nada y habría perdido el tiempo, además de que estaba el riesgo de que me pillara. Así que me eché en sofá. No podía concentrarme en nada, solo pensaba en lo que podría estar ocurriendo en ese momento. Quería quitármelo de la cabeza, ya que sabía que no conseguiría nada, pero me era imposible. Al cabo de un rato me fui al ordenador y tras buscar una película de una página porno me masturbé para intentar calmar un poco la excitación que la situación me producía, pero en vez de aliviarme me excitó aún más.

Tras una segunda paja recibí un mensaje de WhatsApp. Era Pablo. Me decía que habían terminado de cenar y se dirigían a tomar algo. Noté un cosquilleo en la polla. No se me levantó porque acababa de correrme segundos antes, pero ese mensaje volvió a encender mi excitación.

Tras casi dos horas volví a recibir un nuevo mensaje. En él, me decía que ya habían estado un rato bebiendo y que se iban a casa. Ahí la polla sí me respondió. Eso significaba que aunque llevaran toda la noche besándose y tocándose, era ahora cuando iban a empezar a follar. Yo daba vueltas por la casa sin poder pensar en otra cosa que no fuera en lo que estaría ocurriendo en ese mismo instante entre mi mujer y mi amigo. A los veinte minutos recibí otro nuevo mensaje. Esta vez era una imagen. Era una foto que se habían hecho frente al espejo de un ascensor, que sería el del edificio de Pablo. En ella salían los dos juntos, sonriendo divertido, ambos con la lengua fuera, tocándose ambas por la punta. Mientras él agarraba una teta a Alba y ella metía una mano por dentro del pantalón de Pablo agarrando su paquete. No había texto ninguno. Ni hacía falta. Toda una declaración de intenciones. No pude resistirlo y en cuestión de segundos ya me había corrido con una tercera paja.

No volví a recibir ningún mensaje esa noche. Intenté dormir pero me era imposible. Solo pensaba en lo que estaría sucediendo. Miraba la foto, viendo como los dos se tocaban. Otra prueba más de la infidelidad de Alba. Finalmente, de puro agotamiento me dormí.

Me desperté cerca de las doce de la mañana. Miré al rededor y estaba solo. Alba no estaba en casa. Miré el móvil y vi un nuevo mensaje. Esta vez era de Alba. Me había escrito sobre las ocho, excusándose por no haber podido ir a casa a dormir, ya que la noche se descontroló y todas las chicas bebieron más de la cuenta, por lo que se quedaron en casa de Sofía para no tener que coger ninguna el coche. Lo que Alba no sabía es que yo sí conocía que Sofía en realidad era Pablo.

Recibí más mensajes de Alba donde me explicaba que ya estaba preparándose para volver a casa y que no me preocupara, que comía fuera aprovechando que estaban todas juntas. Finalmente sobre las seis y media de la tarde apareció en casa. La noté al entrar muy desmejorada, como si estuviera tremendamente cansada. Estaba sin maquillar, lo que aumentaba su mal aspecto. Prácticamente se dejó caer en el sofá.

-Estoy hecha polvo… No vuelvo a beber nunca más.

-¿Os pasasteis mucho?

-Bueno, un par de copas. Pero lo que pudo conmigo fueron los chupitos. No paraban de pedir, eso cuando no había un camarero que nos invitaba a una ronda. Al final estábamos todas para el arrastre y cualquiera cogía así un coche. Por eso nos quedamos en casa de Sofía, porque era la que pillaba más cerca.

-¿Y a su marido no le importó que fuerais tantas a su casa?

-¡Ah! No te preocupes por eso, ella vive sola.

Le pregunté por lo que ocurrió esa noche, a ver si dejaba entrever algo de lo que pasó con Pablo, pero con respuestas vagas y mentiras sorteó mis preguntas. Pronto, a las nueve de la noche, se marchó a dormir. Decía que debía de recuperarse para ir al día siguiente a la escuela a trabajar.

El lunes llegué nervioso al trabajo. Alba como era de esperar no me había contado nada. Esperaba que Pablo me aclarara un poco qué había sucedido y cuál era esa famosa sorpresa de la que aún no sabía nada, solo que se había alargado más de lo previsto a juzgar por las horas a las que apareció Alba en casa.

Pablo no apareció por la oficina. Por lo visto había tenido que irse antes de tiempo por asuntos de trabajo, pero había dejado en recepción un sobre para mí. Cuando cogí el sobre, al tocarlo, pude notar que lo que había dentro era una memoria USB como la de la anterior ocasión. Corrí a mi oficina y me encerré en ella. Extraje la memoria con rapidez del sobre y la conecté al ordenador. Un nuevo archivo de vídeo. Sin más demora cliqueé en él y me dispuse a ver una nueva sesión de sexo entre Pablo y mi mujer.

El vídeo comenzaba de una manera muy similar a como comenzaba el otro. Pablo encendía la cámara que había colocado en un lugar estratégico de la habitación para tener una buena visión de gran parte del dormitorio incluida la cama.

-Y si se la mando, ¿qué? –comentaba gracioso Pablo a la vez que corría desde donde se encontraba la cámara hacía una esquina de la cama.

-¡Ni se te ocurra! –pude distinguir la voz de Alba que se acercaba a la habitación. –Como vea esa foto Juan me mata nada más llegar a casa.

Sin duda se referían a la foto que se habían hecho en el ascensor. Lo que no sabía Alba es que yo ya había visto la foto, ya que Pablo me ha había mandado seguramente a los pocos segundos de hacerla. La pobre pensaba que podría ofenderme, pero no sabía que me había hecho una paja viéndoles de esa forma.

-Tranquila que no se la mandaré –mintió. –Esto sabes que es nuestro secretito.

-Más vale que así sea. El pobre Juan tiene ya una cornamenta que si lo supiera…

-¿Y no has pensado que a lo mejor le gustaría?

-¿Qué me folle a otros? Pues no lo sé, no creo que le hiciera mucha gracia. -¡Qué equivocada estaba! –Bueno, no quiero pensar en él ahora. Me dijiste que tenías una sorpresa para mí y quiero verla.

-Todo a su tiempo. No seas una niña impaciente. Ven aquí mientras.

Comenzaron a besarse. Alba sin ningún tipo de pudor acariciaba el paquete de Pablo por encima del pantalón, del que se destacaba el bulto de su polla rogando salir de allí. Por su parte Pablo hacía lo propio con el coño de Alba, a la vez que bajaba uno de los tirantes del vestido dejando al aire una de sus tetas. Sabía que cuando salió de casa llevaba sujetador pero en ese momento cuando le sacó el pecho ya no llevaba. ¿En qué momento lo perdió o se lo quitó o quitaron? Siguieron besándose mientras Pablo comenzaba a descender por el cuello. Esos besos en el cuello, cerca de las orejas, hacían estremecerse a Alba que no reprimía los primeros gemidos y suspiros.

Alba, comenzando a notar cómo le subía el calor se quitó rápidamente el vestido, quedándose solamente con el tanga puesto. Ya se había quitado las gafas también, para estar más cómoda y dedicarse exclusivamente a Pablo sin molestias ni interrupciones de ningún tipo. Por su parte Pablo se había quitado la camisa y se había aflojado el cinturón y soltado el botón del pantalón. Viendo la oportunidad, Alba metió la mano por el pantalón y sacó la polla de su prisión. Se inclinó para metérsela en la boca cuando ambos pararon. El vídeo no lo recogía bien, pero parecía escucharse que llamaban a la puerta. Pablo con una sonrisa se guardó la polla en el pantalón y dándole un beso en los labios le anunció que su sorpresa acababa de llegar. Saltó de la cama y salió de la habitación, presuntamente a abrir la puerta y atender la llamada. Alba desnuda salvo por el tanga se quedó sentada en la cama. Podía verla intentando escuchar lo que ocurría en la entrada del piso y mirando por el hueco de la puerta a ver si entendía qué estaba pasando.

 Pasaron un par de minutos cuando la puerta de la habitación se abrió. Alba instintivamente se intentó cubrir los pechos ante lo que vio. Pablo por su parte sonreía mientras anunciaba:

-Aquí está la sorpresa que te prometí.

Yo en ese momento tuve que parar el vídeo. No daba crédito a lo que veía. Hasta ese momento podría decía que tenía “la situación controlada”, ya que era un vídeo como el anterior, donde veía a Alba con Pablo. Pero esto era totalmente inesperado para mí. Dos hombres entraron en la habitación junto con Pablo. Se me secó la boca nada más verlos, además de que el corazón me iba a estallar. En primer lugar entro un chico alto y musculoso, rubio y tras él un bajito gordo y calvo, con bigote. Abraham y Narciso. La extraña sensación del estomago regresó. Eso no estaba hablado. Todo lo que habíamos hablado y de alguna forma pactado Pablo y yo era que intentara follarse a mi mujer. Lo consiguió y ha seguido haciéndolo, lo cual a mí no me importaba, de hecho lo disfrutaba, pero no habíamos hablado de meter a más personas en esto. Mucho menos a más gente del trabajo.

Alba no salía de su asombro. No podía hablar y miraba a los dos hombres que habían entrado en la habitación. Miraba a Narciso. Algo en su gesto mostraba cierta aprensión, cierta repugnancia por ese viejo gordo y sudoroso que estaba frente a ella. Pero en cambio la mirada que echaba a Abraham era completamente diferente. Podría decirse que la veía embobada mirándole.

Pablo se sentó detrás de ella. Alba continuaba sin hablar y se intentaba tapar los pechos sin conseguirlo mientras seguía mirando al joven musculoso que tenía a menos de un metro de ella.

-Tranquila, esto es de lo que hablamos. Querías explorar la fantasía de estar con más hombres. Pues yo he intentado ayudarte. He traído a gente que es de mi confianza, para que puedas experimentar lo que es follar con varios hombres a la vez.

¿Desde cuándo Alba tiene como fantasía follar con más de un hombre a la vez? ¿Tal vez desde ese despertar sexual que ha tenido con Pablo? Porque a mí nunca me ha reconocido nada por el estilo.

-Así que puedes estar tranquila –le decía mientras le besaba el cuello a la vez que, con delicadeza y suavidad, agarraba las muñecas de Alba para separar sus brazos del cuerpo exponiendo así las tetas a los dos desconocidos que tenía delante. –Estos son Narciso y Abraham. Han venido solo para hacerte gozar, así que relájate y disfruta.

Puede ver como Alba esbozaba una leve sonrisa a mis compañeros. En ese momento debió de asimilar lo que ocurría y tras meditarlo unos segundo, el tiempo que estuvo callada sin poder decir nada, comprendió que iba a poder realizar esa secreta fantasía que yo acabada de descubrir que tenía.

-Vale –contestó Alba.

Narciso ante la respuesta afirmativa de Alba, viendo que tenía luz verde para actuar no tardó en desvestirse. Se quitó la ropa casi con ansiedad dejando su obeso cuerpo al descubierto. Tenía pelo por todo el cuerpo, incluidos hombros y espalda. Se giró delante de la cámara para sentarse en la cama a la derecha de Alba. Así pude comprobar que sus nalgas también estaban cubiertas de pelo. Sentado a su lado no tardó en echar una mano a una de las tetas de Alba que magreaba con fuerza mientras se inclinaba para lamer el pezón de la otra. La polla de Narciso ya estaba tiesa desde el momento en que se bajó el pantalón. Se pudo demostrar que lo que pensábamos de la polla de Narciso era verdad. La tenía pequeña. Sería de unos 11 o 12 centímetros, aunque hay que reconocer que en era algo gruesa. Además la tenía parcialmente enterrada entre el espeso pelo de su pubis.

Alba, mientras comenzaba a ser tocada por Narciso a la vez que Pablo continuaba detrás de ella, no dejaba de mirar a Abraham. Algo la había hechizado de ese joven. Parece que la chulería de Abraham cuando habla de sus conquistas femeninas empezaba a justificarse con el comportamiento de Alba.

Abraham más paciente que Narciso, se sentó al otro lado de Alba, la miró fijamente a los ojos, mirada que ella le devolvió y agarrándola por la cabeza la atrajo hacía sí para besarla. Alba le respondía con ganas. Las lenguas de ambos se cruzaban y jugaban mientras Pablo observaba la escena desde atrás y Narciso se entretenía con sus tetas mientras se pajeaba.

Alba algo impaciente apremió a Abraham para que se quitara la camiseta. Quería ver lo que esa camiseta ajustada escondía debajo. Este se la quitó, demostrando que las horas que pasaba en el gimnasio habían dado sus frutos. Los abultados pectorales del chico junto a la famosa tableta de chocolate de sus abdominales hipnotizaron a Alba. Con algo de timidez pasó la mano por su pecho y bajó por sus abdominales contemplando y tocando la dureza de estos. Ella nunca había estado junto a un cuerpo así. Los había visto en la playa, en el gimnasio o en televisión o revistas, pero nunca había tocado uno. Por la sonrisa de su cara parecía que no le había disgustado. Abraham también sonrió ante la aceptación de mi mujer y comenzó a bajarse los pantalones. Ahora podríamos ver si la fama  de sus 22 centímetros de polla de la que tanto alardeaba era verdad o no. Con cierta diversión pude notar que no solo Alba esperaba ansiosa ver qué se iba a encontrar bajo los calzoncillos del chaval, sino que Pablo y Narciso estaban igualmente expectantes. Al igual que yo.

Se quitó los calzoncillos y ante las otras tres personas que compartían habitación él, Abraham sostenía por su base un grueso trozo de carne que él tenía por polla. El cabrón hasta el momento no había mentido. Toda la chulería que mostraba cuando contaba sus historias o hablaba sobre él estaba justificada. No podría saber si eran exactamente 22 centímetros como él aseguraba, pero lo cierto es que no tenía motivo de mentir viendo lo que tenía entre las piernas. Ya solo faltaría constatar si es cierto que ha estado con tantas mujeres, pero visto lo visto, no había motivos para no creerle.

-¡Joder! ¡Qué buena herramienta tienes!- soltó Narciso impresionado.

Alba no salía de su asombro. Esa polla al lado de mi mujer parecía casi monstruosa. Alba nunca había estado, al menos que yo sepa y visto lo visto no puedo ya estar seguro de nada, con alguien que tuviera una polla así. Y la sorpresa con la que la miraba indicaba que era la primera vez que se encontraba una polla de esa envergadura. Con curiosidad acercó la mano hacía la polla de Abraham y al agarró. Junto a la pequeña mano de Alba, en comparación, esa polla lucía aún más enorme. La masturbó muy lentamente, como sopesando lo que tenía en la mano, hasta que finalmente se inclinó para metérsela en la boca. Se la veía algo torpe intentado meterse ese volumen de carne en la boca. No estaba acostumbrada a semejante tamaño. Pero al cabo de pocos segundo se fue acostumbrado a las dimensiones. Abraham se recostó en la cama, con los brazos por detrás de la cabeza, para disfrutar de la mamada de mi mujer.

Alba extendió la mano y agarró a tientas la polla de Narciso. Era curiosa ver la diferencia de tamaños entre las pollas de uno y de otro. Alba comenzó a pajearle sin mucha delicadeza. Por su parte, desde atrás Pablo agarraba los pechos de Alba y daba pequeños pellizcos en los pezones de esta.

Narciso se incorporó y se arrodilló frente a Alba. Agarró por las caderas la goma del tanga y con delicadeza le quitó el tanga. Contempló el coño de mi mujer y acarició los pelos del coño de esta. Se puso de pie con el tanga en la mano. Su lugar lo ocupó Pablo que comenzó a comerle el coño. Alba seguía enfrascada en la felación a Abraham que con los ojos cerrados disfrutaba y se dejaba hacer. Narciso de pie contemplaba la escena. Se llevó el tanga de Alba a la cara y comenzó a olerlo mientras se pajeaba con velocidad. Esto hacía que su imagen de pervertido se afianzara más.

Pablo se afanaba en comerle el coño a Alba. Lamía los labios de esta y se centraba en el clítoris haciendo que a Alba se le escaparan gemidos, lo que obligaba a dejar de mamarle la polla a Abraham para poder chillar sin atragantarse con tal cantidad de polla y saliva. Eso no le gustaba a Abraham, por lo que cada vez que Alba sacaba de su boca la polla, este la agarraba del pelo forzándola a volver a metérsela en la boca y como castigo empujaba su cabeza para que más cantidad de polla entrara en su boca. Esto provocaba que Alba se atragantara, saltándosele las lágrimas, pero por otro lado generaba una inmensa cantidad de saliva que lubricaba toda la longitud de la polla de Abraham.

Pablo continuaba con su labor de comerle el coño que acompañaba masturbándola con dos dedos. Cuando paraba de lamer el clítoris lo frotaba con los dedos que estaban bien lubricados con los propios fluidos del coño de Alba. Esto acercaba a mi mujer a su primer orgasmo, lo que generaba que chillara con más fuerza, desatendiendo la polla de Abraham, aumentando el castigo que este la ejercía. Ya no le empujaba la cabeza para que tragara su polla. Ahora simplemente se limitaba a sujetar su cabeza, mientras él, moviendo las caderas se follaba la boca de Alba. La saliva caía por la polla y ya habían alcanzado los hilos de baba los huevos de Abraham. Pablo siguió insistiendo con la lengua y los dedos hasta que Alba entre espasmos tuvo su primer orgasmo.

 Aún estaba tumbada bocarriba jadeando cuando los hombres se movieron de sus posiciones.  Abraham que parecía haber cogido gusto a agarrar del pelo a mi mujer se puso de cuclillas en la cama detrás de ella, sujetándola la cabeza agarrada por el pelo. Pablo se levantó del suelo, mientras metía los dedos que había usado para masturbarla en la boca de Alba, así ella conocería a qué sabe su coño. Se puso a su derecha y enfiló su polla hacía su cara. Por su parte Narciso ya había tirado el tanga al suelo y se acerco con su polla agarrada con la mano hacia la cara de Alba. Entre los tres la arrodillaron en el suelo. Abraham dirigió la cabeza de Alba hacia la polla de Pablo. Alba abrió la boca y sin más demora comenzó al mamársela. Mientras, pajeaba a Narciso el cual se había puesto a su izquierda. Con la mano que le quedaba libre Alba se frotaba el clítoris. Debía de estar realmente excitada.

Cuando Abraham estimó oportuno giró la cabeza de Alba hacía la polla de Narciso. Algo en ella se resistía a meterse esa polla en la boca. Desde el primer momento se vio que Narciso no era del gusto de ella y menos cuando estaban esos otros dos hombres allí. Pero Abraham empujó la cara de Alba contra la entrepierna de Narciso. En esa situación Alba no podía hacer otra cosa que meterse esa polla en la boca. La escasa longitud de la polla de Narciso hacía que prácticamente la totalidad de la polla estuviera en su boca. Alba tenía la nariz y la cara apretada contra el espeso pelo del pubis de Narciso y la barriga de este descansaba sobre la frente de Alba. Narciso quiso dominar la situación, viendo la ligera resistencia de ella. Apartó las manos de Abraham del pelo de Alba y él mismo agarró su cabeza para que, sujetándola, comenzar a follarle la boca moviendo rápidamente las caderas. El problema es que se cansó de moverse y optó por, agarrándola del pelo, moverle a ella la cabeza para continuar con la mamada. Alba por su parte seguía chupándole la polla e hilos de saliva caían sobre sus tetas. Pablo que se había arrodillado al lado de Alba esparcía con las manos la saliva que iba cayendo por sus tetas y su cuerpo.

Abraham por su parte se había puesto de pie agarrándose ese trozo de carne que tenía por polla. Narciso sacó que polla de la boca de mi mujer. Sonriéndola se masturbaba con dos dedos la punta, levantando la polla para dejar expuestos los huevos que ahora quería que le lamieran. Estos eran bastante gordos y peludos. Alba los miró un instante y sabiendo que no le quedaba más remedio se los metió en la boca. Primero uno, succionándolo. Luego el otro. Pasaba la lengua por ello, dejando los pelos de las pelotas de Narciso apelmazados por la saliva. En más de una ocasión vi que paraba para quitarse de la lengua algún pelo que se había llevado con la lengua en algún lametón.

Abraham se enfrentó a Alba. Esto hizo que se colocará de espaldas a la cámara y que con su gigantesco cuerpo no viera la escena, ya que tapaba a mi mujer. Pero viendo cómo estaban situados podía hacerme una idea de lo que iba ocurriendo. Alba estaba en el suelo, de rodillas, rodeada de tres hombres. Frente a ella Abraham, con su polla de 22 centímetros. A su derecha Pablo y al otro lado Narciso. Todos le debían de estar ofreciendo polla y por cómo se movía Alba, lo que podía intuir entre los cuerpos de los chicos, ella pasaba de una polla a otra, lamiendo y chupando, mientras que aquellas pollas que no tenía en la boca, las trabajaba con las manos. En un momento dado vi como Pablo y Abraham se ponían muy juntos. ¿Estaría chupándosela a la vez a ellos? Seguramente sí, pero es una lástima no poder verlo desde ese ángulo de la cámara.

Pablo se retiró del corro que hacían en torno a Alba y fue hacia la mesilla de noche de donde sacó una bolsa de color negro. De ella extrajo varios condones que esparció sobre la mesilla. El primero en acercarse a por uno fue Narciso. Cogió un condón y tras abrirlo se lo ofreció a Alba, que aún seguía de rodillas en el suelo, le ordenó que se lo pusiera. Alba se sentó en el borde de la cama. Agarró la polla de Narciso. Le dio una chupada, que sorprendió a este, pues no se la esperaba y le colocó el condón sin mucha dificultad. Sabía lo que venía a continuación, así que se tumbó en la cama y extendió sus piernas. El resto observaban la escena con sus pollas en la mano. Narciso acarició el coño de Alba. Sonrió al comprobar lo mojado que estaba y con un golpe de cadera le clavó la polla. No encontró ninguna resistencia al entran. El pequeño tamaño de la polla de este y la humedad de Alba facilitaron todo. Narciso comenzó a follarla. Era una imagen que me daba cierta repugnancia y rabia por tratarse de la persona que se la follaba, ya que aunque había amistad con él, era todo un vicioso y un pervertido y verle follarse así a mi mujer me ponía enfermo. Además su obesidad, todo ese pelo y los gotones de sudor que comenzaban a caerle hacían que la imagen fuera más repulsiva y odiosa. Pero el ver debajo de aquel viejo a mi mujer me obligaba a masturbarme con furia.

Sujetando los tobillos de Alba, este mantenía las piernas extendidas de ella, mientras se la follaba al borde de la cama. Se inclinó sobre ella, aplastándola con su barriga. Alba lo agarró por la espalda peluda y sudorosa a Narciso y este la busco con la boca abierta y la lengua fuera para besarla. Al final encontró su boca y ambos se fundieron en un beso. Podía ver como Alba cerraba los ojos con fuerza por el rechazo que le generaba que ese viejo bigotudo al besara y al lamerla, pero sin duda no luchaba por rechazar su lengua. Más bien al contrario. Parecía que dentro de ese asco que le generaba Narciso hubiera una parte de humillación que la excitaba.

Dos minutos duró Narciso de esa forma.

-¡Joder, me voy a correr! –anunció.

-¡Espera, coño! –se quejó Alba.

Cualquiera diría que su protesta era por la rapidez de este en terminar, pero para asombro de todos Alba hizo algo que ninguno, ni los que estaban allí, ni yo que lo veía en la pantalla del ordenador, esperábamos.

Alba, frenó en seco a Narciso, movió ligeramente la cadera para sacarse su polla del coño y estiró del condón hasta que este salió. Enterrando los dedos en la maraña de pelos que tenía en torno a la polla, se la agarró por la base y la dirigió hacia la entrada de su coño.

-Ahora sí –dijo Alba.

Todos se quedaron parados durante unos segundo, intentando asimilar la situación. Alba desatada y seguramente muy excitada, había preferido follar a pelo. Narciso sonrió y empujó su polla hacia el interior de Alba. Abraham y Pablo que veían la escena, al ver que Alba prefería que no hubieran condones, se retiraron los preservativos de sus pollas preparadas para tomar el relevo una vez acabara Narciso. Al retirarse el condón, Pablo miró a cámara, como si intentara mirarme a mí. Algo en su mirada indicaba que esto no estaba preparado, que era decisión de ella y que todo se estaba escapando un poco a su control.

Tras un par de embestidas fuertes, Narciso se corrió con un gruñido en el interior de mi mujer. Jadeando, se dejó caer sobre el cuerpo de Alba. Sacando la lengua, jugueteó con la de mi mujer y pesadamente se incorporó.

Alba estaba tendida en la cama, con las piernas abiertas. Cubierta del sudor de Narciso y con algún pelo del cuerpo de este pegado al suyo. Jadeaba. Narciso, cansado pero satisfecho por haber podido follarse a una hembra como mi mujer se acercó a observar cómo del coño abierto y dilatado de Alba comenzaba a salir y a gotear un hilo de su semen. Metió dos dedos en su coño. Hurgó dentro un par de segundos y los sacó empapados de una mezcla de semen de él y flujo de ella. Se los acercó a la cara y Alba cogiendo su mano, se llevo los dedos a la boca, los cuales chupó como si se trataran de un chupete y saboreó hasta dejarlos limpios.

Narciso se marchó a alguna parte de la habitación que se escapaba fuera del plano. Los otros dos hombres se acercaron a ella. Ella no dejaba de sonreírles. Algo en mi entendió que era una mezcla de satisfacción y ansias por lo que ocurriría ahora, ya que lo de Narciso era una aperitivo en relación a lo que ahora venía.

Aprovechando que estaba tumbada, ambos se pusieron de rodillas sobre la cama a ambos lados de su cabeza, dirigiendo sus pollas hacia su boca. Ahora sí podía ver como ella juntaba las dos pollas por los glandes y daba lametones a ambas a la vez. De manera intermitente se metía una de las pollas en la boca mientras que la otra la pajeaba. Mientras estaban así, Pablo agarraba una de las tetas de Alba, dando tirones del pezón. Por su lado, Abraham se inclino para frotar su clítoris.

Pablo decidió que era hora de pasar a la acción. Se tumbó junto a ella y haciendo que se ladeara le metió la polla y comenzó a follársela en esa posición, de lado. No hubo resistencias al meter la polla. La lubricación extra de Narciso con su leche había facilitado aún más las cosas, cosas que por cierto a esas alturas ya no necesitaban más ayuda. Mientras Pablo la follaba, ella no paraba de lamer la polla de Abraham. La cara de satisfacción de Alba no podía ser mayor. Toda esa situación le daba un morbo increíble y ella estaba muy excitada, pero además la polla que ahora tenía en el coño había mejorado significativamente respecto a la que hace unos minutos había tenido metida en el coño. Ahora su coño estaba más lleno de polla.

Pasaron varios minutos en esa posición. Pablo controlaba el ritmo para no correrse antes de tiempo, pero Abraham comenzó a impacientarse. Él también quería probar el coño de Alba. Pablo entendió que era el momento de cambiar los roles y sacándola del coño, se movió hacía el otro lado de la cama para ofrecerle la polla para que la limpiara de fluidos, entre los que habría algún que otro grumo del semen de Narciso. Por su parte Abraham se tumbó detrás de ella, aprovechando la misma postura que habían tenido antes ella y Pablo. Agarrándose la polla en torno a la base dirigió la cabeza de esta a la entrada del coño. Lentamente comenzó a meterla. Mi mujer soltó un gritito. No estaba acostumbrada a ese volumen de carne, pero muy lentamente su coño se fue haciendo al tamaño y poco a poco la polla de Abraham se fue abriendo camino hacia el interior de Alba. Comenzó a embestirla con suavidad, consciente de que poco a poco tendría que hacerse a sus volúmenes. Y según se mostraba más cómodo fue aumentando el ritmo.

Nunca había visto así a mi mujer. La había visto gozar muchas veces, pero no así, de esa manera. Se mantenía continuamente con los ojos cerrados, incapaz de abrirlos,  por culpa de esa mezcla de dolor y placer que seguramente estaba sintiendo. De su boca solo salían gemidos y suspiros, con algún que otro gritito intercalado. Intentaba meterse la polla de Pablo en la boca para chupársela, pero le resultaba imposible, las envestidas eran cada vez más fuertes y los suspiros y gemidos continuos, por lo que no conseguí meterse la polla de este en la boca, únicamente acercársela a la cara, con suerte que le rozara la barbilla o la mejilla. El pobre Pablo (por decir algo, pues se estaba follando a mi mujer), se tenía que contentar con tener la polla cogida por Alba mientras veía la escena.

Llevaban así varios minutos que se hacían larguísimos. Miré la barra del reproductor de video y calculé que llevarían cerca de 15 minutos así, sin bajar el ritmo. Ahora era Pablo el que se impacientaba por querer follársela, pero viendo cómo gozaba no se atrevía a protestar ni decir nada.

Pasados los 15 minutos, Alba que no paraba de jadear, dio un grito y pude ver como apretaba las piernas una contra la otra. Por cómo se arqueaba y retorcía debía de haber tenido uno de los orgasmos más brutales que haya sufrido nunca. Abraham se retiro de atrás suya sonriente. Al final la fama que él mismo se daba con las mujeres iba a ser cierta. Cogió a Alba por la cara, la cual seguía con los ojos cerrados mientras se mordía el labio inferior, giró su cara, y aún con los ojos cerrados la besó en la boca. Beso al que ella respondió girándose y rodeándole el cuello con sus brazos. El beso duró un minuto. Por cómo se besaban se diría que era un beso de amor. Eso hizo que notara una punzada en el pecho. Estaba viendo como se follaban a mi mujer y me ponía cachondo y lo disfrutaba, pero ver ese beso he de reconocer que me dolió. Quise pensar que solo era un beso de gratitud por el polvo que le acaba de echar.

Aprovechando la laxitud del cuerpo de Alba tras el orgasmo, Pablo la recolocó en la cama. Cogió sus piernas y las colocó apoyadas en sus hombros y la penetró todo lo profundo que pudo. Comenzó a follarla con furia, mientras que ella casi sin fuerzas después del brutal orgasmo, ponía una mano un su abdomen para intentar frenar el ímpetu de mi jefe. Seguramente tendría el coño inflamado por el sexo y extremadamente sensible por los orgasmos. Pablo seguro que lo sabría, pero no por eso paraba el ritmo, al contrarío. Iba todo lo rápido que podía como castigo por el poco caso que le había hecho al no chuparle la polla mientras Abraham la follaba. Juraría que a los pocos minutos, sensible como estaba volvió a tener un nuevo orgasmo.

Por su parte Abraham se había acercado a la cara de ella, pajeando suavemente su polla. Poniéndose de cuclillas se sentó sobre la cara de Alba, agarrándose al cabecero de la cama. La señal era clara. Quería que le comiera el culo. Alba nunca había hecho un beso negro. Nunca se había atrevido conmigo a lamerme el culo. Había sido como algo tabú entre nosotros. Así que supuse que ahí Abraham se equivocaba con ella. Pero mi sorpresa fue mayúscula, ya que entendió lo que quería y sin dudarlo, separando las nalgas de mi compañero, comenzó a lamer el culo de aquel joven al que tenía de cuclillas encima de su cara.

Me corrí en ese instante. Ver como mi mujer le comía con ganas el culo a ese yogurín musculoso es de las cosas más morbosas que he visto nunca. Más a sabiendas que nunca lo había hecho conmigo.

Alba, mientras metía la lengua en el culo de Abraham, seguía siendo follada por Pablo. Este había procurado mantener el rimo elevado como al principio, pero se cansaba y tenía que bajarlo. Pero cuando vio a mi mujer lamer el ano a Abraham tuvo que sentir lo mismo que yo, y la excitación de la escena le hizo aumentar el ritmo hasta correrse. En su caso sacó la polla del coño de Alba y tres gruesos chorros de leche cayeron sobre el pubis de ella, sobre su pelo. Al notar los chorros calientes en su cuerpo, Alba llevó una mano a su coño y esparció el semen por el pelo del coño, el cual se apelmazaba entre los grumos de la leche de Pablo.

-¡Oye, yo también quiero de eso! –exclamó Narciso.

Se refería al beso negro que Alba le practicaba a Abraham. Volvió a aparecer en escena. Imagino que nunca salió de la habitación, sino que se mantendría en una esquina del cuarto viéndolo todo. Podía ver que volvía a tener su polla tiesa. Abraham al escuchar la petición de Narciso sonrió y se levantó. Agarró a Alba por el pelo y la hizo bajar de la cama, arrodillándola en el suelo. Narciso se puso de espaldas a ella, se inclinó levemente y con sus manos retiró sus nalgas para dejar expuesto su ano. La cara de repugnancia de Alba al contemplar el peludo ano que tenía enfrente de ella fue inequívoca. Abraham también lo noto. Agarrándola por la cara, le dio una sueva cachetada en la mejilla.

-Cómeselo –la ordenó.

Y empujó su cabeza que aún mantenía sujeta por el pelo contra las nalgas peludas de Narciso. Este al notar la cara de Alba en su culo la agarro y la restregó contra él. Finalmente Alba, rendida por el cansancio y sabiendo que no podía hacer otra cosa comenzó a comerle el culo al viejo. Lamía de arriba abajo el ano y metía la lengua lo más profundo que podía dentro del culo.

¡Dios que pedazo de guarra que estás hecha! –exclamó Narciso de satisfacción.

-¿Te gusta que sea así de puta verdad? –soltó Alba.

Otra vez volvía a sorprender a todos con su comportamiento. Nadie imaginaba que la dulce Alba pudiera referirse a ella misma como “puta”. Pero verla así, excitó a todos. Incluido a mí.

-Me encanta que seas la puta de todos.

Alba que no había parado de lamer el culo lleno de pelos de Narciso, le dio un fuerte azote, lo que hizo que Narciso sonriera. Sacando la cabeza de entre sus nalgas, Alba se chupo un dedo y con cierta satisfacción en su cara, lo metió poco a poco dentro de su ano como venganza por obligarle a comerle el culo.

-¡Dios! –exclamó Narciso.

Alba chupaba a la vez de le follaba el culo con un dedo. El dedo entraba y salía sin dificultad del culo de Narciso. La otra mano que tenía libre la dirigió hacia la pequeña polla de este para masturbarle, pero con un ligero roce de los dedos de Alba sobre el glande de Narciso fue suficiente. Todos vieron cómo la polla daba pequeños espasmos y sola, sin que nadie la tocara, comenzó a escupir dos chorro de semen que cayeron al suelo. Duró incluso menos que la primera vez. Imagino que después del sexo tradicional que tendría con su mujer, ya sesentona como él, poder follarte a una mujer como Alba, capaz de hacer todo lo que estaba demostrando, era el sueño de un pervertido como él. La facilidad con la que entró el dedo en su culo, demostraba que no era la primera vez que Narciso se había metido algo por atrás. Lo dicho, es un pervertido.

Todos reían por lo rápido que Alba había acabado con él. Narciso sacudiéndose las últimas gotas de semen de la polla que ya estaba flácida, agarró a mi mujer por el pelo, la cual se encontraba limpiándose las babas de la barbilla después de la comida de culo que acababa de realizar, y la dirigió hacía el suelo.

-Ahora a limpiar – dijo.

Alba sacó la lengua y lamió el suelo llevándose con la lengua los goterones se semen. Le enseñó la lengua a Narciso para mostrarle la leche recogida. Viéndola así, Narciso aprovechó para escupirla en la boca. Alba cerró la boca y volvió a abrirla para demostrar que se lo había tragado todo. Narciso sonrió.

-Buena niña –dijo.

Y ambos se fundieron nuevamente en un beso. Para darle asco, esos besos donde ella buscaba su lengua parecían indicar lo contrario. Sigo creyendo que el verse humillada de ese modo, con un hombre mayor que la producía rechazo, la excitaba aún más y la hacía sentirse un poco puta. Al fin y al cabo es lo que había dicho antes Narciso. Ella era la puta de todos. Y era verdad. En eso se había convertido.

El único que no se había corrido aún era Abraham y parecía que también él quería su parte. Cogió a Alba de la mano y la levantó del suelo. Estando ambos de pie, agarrándola por debajo de las nalgas dio un tirón y la alzó con sus brazos. Debido a las sesiones de pesas, levantar a mi mujer del suelo no parecía que le costara lo más mínimo. Ella por su parte, rodeó las caderas de Abraham con sus piernas mientras se sujetaba a los hombros de este. Él, agarró su polla y buscó con la cabeza de esta la entrada al coño de Alba. Cuando el glande encontró la entrada y ligeramente se deslizó dentro, con cierta violencia dejó caer a Alba, la cual se clavó hasta el fondo la gruesa polla del joven técnico de mantenimiento. Alba soltó un grito. Cuando lentamente abrió los ojos, se encontró a Abraham que la miraba fijamente. Durante unos segundo se quedaron así, abrazados, con la polla clavada y mirándose. Ella abrió levemente la boca y Abraham, al que no se le había pasado inadvertido el gesto, la besó. Fue un beso pausado, dulce. Y lentamente comenzó a moverla, a elevarla y dejarla caer, sacando y metiendo la polla a mi mujer.

La escena de alguna forma me dolió. Esos breves segundos de pausa y después ese beso… No sabría cómo explicarlo, pero esa tensión que se notó entre ellos hizo que se me dispararan las pulsaciones.

Poco a poco los movimientos iban ganando en rudeza. Los primeros momentos de sexo suave habían mutado a un sexo violento, con el que Alba gritaba. Ya no intentaba controlar los gritos ni el volumen de estos. Se dejaba llevar por las envestidas de Abraham.

Por su parte Pablo se había recuperado viendo la escena de los dos amantes. Volvía a tener la polla tiesa y aprovechando que ella estaba en vilo, agarrada a las caderas de Abraham, después de untarse un dedo con lubricante, comenzó a masajear el ano de ella mientras seguía siendo follada en el aire. Tras uno instantes de masaje, un dedo se introdujo sin mayor dificultad. Después otro. Poco a poco el culo de Alba comenzaba a estar preparado para ser follado.

Con un movimiento de cabeza Pablo indicó a Abraham que se dirigieran a la cama. Sin dejara caer, la llevó en brazos aún con la polla dentro de su coño hacía la cama. Él se echó bocarriba, con Alba descansando sobre su pecho. Pablo acercándose desde atrás colocó su grande en el ano de Alba y lentamente lo fue introduciendo. El culo de Alba devoraba esa polla. Ella con la cabeza apoyada en el hombro de Abraham solo podía abrir la boca sin emitir ningún sonido, mientras permanecía con los ojos cerrados. Pese a que había practicado sexo anal, nunca había tenido una polla en los dos agujeros a la vez. Era la primera vez que probaba una doble penetración. Una sensación nueva. Y parece ser por sus gestos, que verse llena de polla por todos sus agujeros no era algo que le disgustase.

Rápidamente, como si lo hubieran hecho en más de una ocasión, comenzaron todos a coordinar los movimientos de las envestidas, haciendo que la experiencia para Alba fuera de lo más inolvidable a juzgar por sus gritos. En ningún momento abría los ojos, solo gemía y de vez en cuando mordía de gusto el hombro de Abraham.  Ver a mi mujer tumbada sobre el cuerpo de un hombre y a su vez otro hombre recostado sobre su espalda, era una visión de las más excitantes que he visto.

Abraham decidió que había que cambiar, quería ser ahora él quién le follara el culo. Pablo se recostó bocarriba, sobre las húmedas sábanas a causa del sudor de todos los que habían pasado por esa cama. Alba se subió a horcajadas sobre él, cogiéndole la polla para metérsela en el coño. Abraham colocándose atrás enfiló su polla hacia el culo de ella. Yo viendo el video sufría pensando en el dolor que podría ocasionarle esa polla al entrar en su culo, pero para mi sorpresa vi cómo, agarrándola por las caderas Abraham empujó y la polla entró sin dificultad. Imagino que la excitación y el ya dilatado culo por la follada de Pablo habían facilitado las cosas, ya que si hubiera sido esa la primera polla que entraba en su culo, las cosas hubieran sido diferentes.

Estuvieron así un par de minutos. Pese al aguante de Abraham ya se le notaba que la corrida estaba a punto de llegar. Alba no paraba de chillar y apostaría que algún que otro orgasmo había tenido en todo este proceso. Por su parte, Pablo pese a que no se movía bajo el peso de Alba y Abraham, se le veía gozar. Abraham con su polla hacía gozar a Alba con sus envestidas y a Pablo también, con el roce que desde dentro del coño de mi mujer notaba con cada movimiento  de polla cada vez que Abraham metía y sacaba su polla del recto de mi mujer.

Finalmente, Abraham sacó la polla del culo de Alba y se puso de pie, masturbándose. Pablo se quitó de encima a Alba y se levantó igualmente. Alba, como pudo, presa del cansancio y los orgasmos se colocó de rodillas entre ambos. Con la boca abierta. El primero en correrse fue Pablo. Un solo chorro salió de su polla chocando con la mejilla de mi mujer y cayendo en el pelo. No le salió más ya que solo hace unos momentos se había corrido abundantemente sobre el coño de mi mujer.

Alba giró la cabeza y se enfrentó a Abraham. Este aún tardó uno instantes en correrse, instantes que Alba aprovechó para lamerle los huevos y así estimular al chico. Finalmente, colocando una mano tras la cabeza de mi mujer, colocó la polla sobre la lengua de Alba y dos gruesos chorros de semen se deslizaron por su lengua hacia el interior de su boca. Siguió masturbándose para terminar de soltar toda la leche que tenía dentro, apretando el glande para que saliera hasta la última gota. Con la boca llena del espeso semen de Abraham, Pablo y Narciso se acercaron a mirar. Ella en medio de los tres, mirándoles a los ojos, cerró la boca y al abrirla, allí no había rastro del semen del chico. Alba pasó un dedo por su mejilla, recogiendo la leche de Pablo y también se la llevó a la boca. Volvió a tragar.

-¡Maravilloso! –exclamó Narciso mientras aplaudía. –Es verdad que encontraste a toda una viciosa –le dijo a Pablo.

Todos sonrieron, incluida Alba. Ya había acabado todo y cansada, se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra la cama. Estaba brillante por el sudor, al igual que sus amantes. Pablo secándose el sudor de la frente anunció que iba al baño.

-Un momento, ¿a dónde vas? –preguntó Narciso.

-Ya te lo he dicho, voy al baño a mear.

-Nada de eso.

Sin previo aviso se giró sobre Alba y un corto chorro de orina salió de su flácido pene regándole la cara. Alba, que no se lo esperaba intentó protegerse con las manos, pero fue inútil. El chorro ya había empapado su cara.

-¿Pero qué…? –intentó preguntar Pablo.

-Eres nuestra puta, ¿no? –dijo Narciso dirigiéndose a Alba.

Abraham sonrió divertido. Alba por su parte aún continuaba en la misma postura con que la había intentado parar la orina. Lentamente bajo los brazos. Y con un susurro de voz respondió:

-Sí.

Narciso sonrió. Miró a Pablo y dijo:

-Tranquilo que luego te ayudamos a recoger y limpiar.

Y mirando hacia el techo se relajó, hasta que volvió a brotar un nuevo chorro de orina que cayó por la cabeza de Alba. Moviendo las caderas lo fue dirigiendo por la cara de ella y fue bajando hasta sus pechos. Alba, con los ojos cerrados se mantenía sumisa recibiendo la lluvia dorada del viejo, mientras que a sus pies se iba creando un charco.

¡Maldito cabrón! Ya sabía que era un pervertido, pero ha llevado muy lejos todo. Y Pablo lo ha consentido. Se les ha ido todo de las manos. A él por meter a más gente en todo esto y no saber pararlo a tiempo y a Alba porque en el fondo, ella ha sido la que ha dado pie a muchas situaciones y a provocado a este gordo cabrón convirtiéndose en su puta.

Pero junto a este enfado estaba mi polla, la cual al ver sometida a mi novia y meada por ese gordo había reaccionado volviendo a estar dura.

Pensaba que Alba estaba siendo sometida por el cabrón de Narciso, pero lo que hizo a continuación me confirmó que no era sometimiento, sino que en el fondo era lo que ella quería y le gustaba. Alba se giró sobre sus talones y ahora miraba a Pablo y a Abraham. Los miraba y abría la boca esperando los chorros de orina. Como les pilló por sorpresa la reacción de Alba, ninguno se atrevió a moverse y viendo que no actuaban, Alba agarró la polla de Pablo y la dirigió a su boca. Pablo viendo la predisposición de esta, se relajó y un cálido chorro de orina amarilla brotó de su polla llenando la boca de Alba. Mi mujer escupió en dos ocasiones la orina de Pablo tras llenarle la boca, pero la tercera vez que se la llenó, además  de que fue la última ya que dejó de orinar, Alba cerró la boca y con algo de esfuerzo se tragó la orina. No pudo disimilar una muesca de asco, pero abrió la boca y sacó la lengua para demostrar que lo había hecho, se había tragado la meada de Pablo.

Ya solo quedaba el joven del grupo, este cogió su polla que pese a haberse corrido a penas había cambiado de tamaño y soltó un chorro sobre Alba. Alba con una sonrisa le pidió que parara y Abraham contuvo el chorro.

-Quiero probar una cosa –le dijo.

Ella se levanto y se sentó en el borde de la cama. Abrió las piernas, cogió a polla de él y aprovechando que aún estaba bastante gorda, se la metió en el coño.

-Ahora –anunció.

Abraham soltó una carcajada. Tras unos segundos el coño de Alba explotó en orina que salió en todas direcciones cuando su vagina ya fue incapaz de contener la orina dentro. Todos rieron.

-Creo que me he ganado una ducha –dijo entre risas Alba.

-Yo creo que todos –declaró Abraham.

Y comenzaron a salir de la habitación dirección al baño para ducharse. El último fue Pablo que aprovechó que habían salido todos para acercarse a la cámara y apagarla.

El vídeo no acabó ahí. Volvió a aparecer en la pantalla una imagen. Esta vez era Pablo que sostenía la cámara en la mano y se grababa la cara mientras andaba por su apartamento.

-¡Madre mía! –comenzó a decir a cámara. Era aún de noche y susurraba. –Lo de anoche fue una pasada. Se me fue todo de las manos, pero es que tu mujercita ha demostrado ser toda una leona. ¡Se ha atrevido con todo! Bueno ya lo verás cuando te pase el video. Ahora un último regalito…

Entró sigilosamente en el dormitorio que tan bien conocía ya. Allí en la cama había dos cuerpos. Uno enorme, de Abraham y otro más pequeño, el de Alba.

-Tras la sesión de sexo grupal estos dos han decidido seguir la fiesta sin el resto –dijo Pablo mientras que con la cámara apuntaba a la pareja que estaba en la cama. –No sé hasta qué hora han estado, pero han acabado bien entrada la noche. Lo sé porque con los gritos de tu mujer no podía concentrarme para dormir.

¿Así que Alba y Abraham siguieron follando y eso no aparece en el vídeo? Al final el éxito de Abraham con las mujeres es de verdad.

-Como no me ha dejado dormir por estar follando, merece un castigo. Y aprovechando lo cachondo que me ha puesto con sus gemiditos… -la cámara bajó para mostrar la polla erecta de Pablo.

 Lo siguiente que se vio es cómo se masturbaba muy cerca de la cara de Alba. Al cabo de poco segundos, un chorro de leche salió de su polla y cayó directamente sobre los labios y la mejilla de Alba. No se despertó. La noche de sexo la debería tener tan exhausta que prácticamente ni reaccionó, salvo porque frunció levemente el ceño y que al calor del semen en los labios, Alba se relamió levemente como para apartar aquello que le rozaba los labios, lamiendo sin quererlo el semen de Pablo.

Conteniendo la risa, Pablo salió de la habitación. Volvió a enfocarse nuevamente la cara y mirando a cámara me dijo:

-Hemos creado a un monstruo –rió. –Tu mujer es una auténtica puta.

Ahí acabó el vídeo. Durante unos instantes me quedé pensativo. Esto me había sobrepasado. Estaba excitadísimo, sí.  Pero también es verdad que se habían sobrepasado unos límites que yo nunca pensé que en mi relación se iban a cruzar.

Alba me había sido infiel. En repetidas ocasiones. Con Pablo, pero ahora por culpa de él también con otros compañeros de trabajo. Y eso me ponía en una situación complicada. Porque Pablo sí sabía con quién follaba y de quién era esposa. Pero el resto no. ¿Qué pasaría si por algún motivo Alba acudiera a mi oficina? Pablo podría disimular si está conmigo, pero Narciso y Abraham se llevarían una sorpresa descubriendo que Alba es mi mujer. Sabrían que soy un cornudo y que mi mujer es una puta que se deja follar por todos los agujeros mientras traga semen y orina. ¿Y si ese era el motivo de llevar a ellos dos a que se la follaran en vez de buscar a otros amigos? ¿Y si su intención era ponerme en una situación comprometida en el trabajo? ¿En caso de saberlo guardarían también el secreto o el rumor se expandiría por todo el departamento?

Todo era muy complicado ahora. O al menos lo veía yo así. ¿Y qué hacía con Alba? ¿A qué quería seguir jugando? ¿Preferiría seguir siendo un cornudo en la sombra fingiendo que no sé nada de las infidelidades de mi mujer? ¿O elegiría que supiera que disfruto de esto? ¿Y no preferiría cambiar de rol y dominar yo la situación? Demasiadas preguntas. Preguntas que tendrán que ser respondidas en otro momento…