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El Amor Otorgado de Una Madre a Un Hijo y Una Hija

en Amor filial

Hola amigos (as) de Todorelatos, mi nombre es María Sofía, algunos ya me han de conocer, aunque les daré una breve retroalimentación sobre mí. Tengo 34 años, soy una mujer bisexual, psicóloga, madre, esposa y amante a la vez. Soy un poco promiscua… bueno; soy una mujer muy promiscua, pero el día de hoy poco importa, porque el relato que les aporto no se trata de mí. El relato con el que hoy los voy deleitar es de una amiga, lectora, y fan de la página; a la que agradezco su confianza por relatarme su secreto más grande, y la valentía  de dejarme publicar su historia con nombres reales a petición de ella. Tengo que aclarar que la historia de hoy es completamente verídica, y a partir de ahora, como diría un icónico personaje, de mi país “Como me lo Contaron, te lo Cuento”.

Mi nombre es Paty, tengo 46 años, tengo cabello rubio oscuro, mido 1.68 cm. Soy delgada; a pesar de mi edad y mis horarios tan variados, mantengo una rutina de ejercicios diaria, tengo tetas no tan grandes, pero si un culo muy voluptuoso, el cual trato de mantener tonificado, porque me gusta sentir esas miradas tan pervertidas en el aeropuerto, incluso las he sentido en algunas mujeres; y es que yo trabajo en una aerolínea famosa, en el departamento de Control y Registro de Equipaje; era una mujer casada hasta hace tres años cuando enviude, a causa de un terrible accidente que sufrió mi esposo. Puedo confesar que estuve felizmente enamorada de el, y la mayor prueba es que nunca supe lo que era la infidelidad por mi parte, Tomen en cuenta que durante 23 años pase probando lo mismo y de la misma persona, hasta que, se me dio la situación de saborear algo nuevo con una capitana, que paso seduciéndome discretamente por mas de un año, y déjenme decirles que me encanto; pero volviendo a mi matrimonio, es de allí, de donde parten mis dos hermosos acompañantes; mis hijos. Carolina es la mayor tiene 25 años, es rubia como yo, tiene un delicado rostro, culo respingón al natural, y unas tetas de locura contrarias a las mías es delgada pero con un poco mas de masa que su madre; luego esta Sergi, un muchacho de 23 años, castaño como su padre, alto y fornido y con un vigoroso paquete que siempre se le marco en su pantalón, y que hacia juego con su cuerpo de gimnasio. Ambos hijos fueron criados bajo el amor de un matrimonio estable, y ambos cursan la carrera de medicina, y puedo asegurar que jamás pensé en llegar a vivir lo que he vivido en las últimas semanas.

Estaba siendo un día, realmente malo para mi, tenia de esos turnos que entraba a las 7:00 pm y salía a las 3:00 am, normalmente cuando realizaba este turno, por seguridad, me quedaba a dormir en la aerolínea, y en la mañana salía a casa. Pero ese día, comencé a sentirme mareada y mi manager decidió a eso de las 10:00 pm  que era mejor darme de baja, conduje a casa tranquilamente, a pesar de que sentía una insoportable tensión en el cuello, pare en una gasolinera, donde pude ver unas cuantas prostitutas haciendo negocios con un tipo ebrio, que antes había soltado unas groserías a favor de mi culo; en realidad me hice la enojada, pero poco me molesto, porque al imaginar lo que dijo, tengo que confesar que me excito levemente; al terminar de llenar el tanque estuve a punto de marcarle a Carolina para saber si llevaba algo de cenar, pero no se me apetecía nada, así que bloquee de nuevo el teléfono y conduje hasta llegar casa. Vivimos en una zona residencial así que aparque el coche fuera del garaje, encendí un cigarrillo y medite hasta consumirlo. Entre a casa, me quite

La pañoleta y los tacones, la tv estaba encendida; en la alfombra cerca del sofá había unas bragas de mi hija, las conocía perfectamente porque ella me las había robado, junto a ellas había un libro de bioquímica, a pesar de esto no me pareció extraño, pues sabia que mi hija era muy desordenada. Lo primero que se me apareció en la mente fue que se había dado un dedo para liberar tensión, me parecía normal, pues yo algunas veces también lo había hecho. La casa parecía sola, cosa que no me preocupaba, me dirigí a la cocina y me serví un vaso de whiskey, regrese al salón y levante el calzón de Carolina mientras dejaba mi vaso sobre la mesa, de inmediato pude notar que sus bragas estaban mojadas; no se si por instinto, lleve las bragas a mi nariz, y su olor impregnado era tan fértil que despertó mi libido  Subí las gradas hacia mi habitación, aunque antes pasaría a depositar las bragas de mi hija en su cesto de ropa sucia, pocos segundos antes de llegar a su habitación un suspiro se hizo audible, y un brinco pegue hacia atrás al ver la escena mas inmoral que jamás había imaginado, y es que ni en las pornos mas sucias había visto algo que me impactara tanto como el acto que encontré.

Mi hija Carolina se encontraba acostada al borde de su cama, con un vestido corto y casual enrollado sobre sus muslos; no se me hizo difícil deducir que las bragas húmedas que tenia en mis manos en ese momento, eran las que a Carolina le faltaban. Con una almohada a la altura de su culo hacia que se  levantara su cuerpo. Frente a ella y en primera fila se encontraba Sergi, mi hijo, y hermano de Carolina, que sin duda era la persona que mejor vista tenia ante ese hermoso sexo que tantas veces había limpiado, y sin ninguna culpa se devoraba con gran afán la vulva de su hermana, mientras ella se regocijaba en la cama y hundía con sus manos la cabeza de su hermano, para que la entrada de su vagina se inundara de fluidos incestuosos.

Yo estaba petrificada, parada frente a mis hijos viendo la escena pecaminosa que de inmediato, apago mi mesura al momento que observe los jugos de Carolina derramarse lentamente por sus piernas; mi mano llevaron las bragas de Carolina a mi nariz y mi lengua se estiro a saborear los fluidos. El olor y sabor a celo que despedía su prenda me hizo comenzar a lubricar mi raja, y a desabrochar mi blusa. Por suerte, mi respiración acelerada junto con los gemidos de mi hija se perdía en el sonido de la lluvia que había comenzado a caer.

Paty estaba frente un acto impúdico, y completamente aberrante, pero estaba comenzando a disfrutar, pues estaba consciente que ni en el porno mas sucio había visto una escena tan morbosa como la que estaba viviendo en carne propia; pero que podía hacer una madre que había caído en el goce frente a sus hijos.  

Rápidamente mis manos comenzaron a desacomodar mi blusa y a desabrochar mi sostén, al mismo tiempo que el pantalón de Sergi tocaba el piso con todo y su boxer. Mi hija Carolina se lanzo como ave de rapiña a devorar el gran trozo de carne que tantas veces había duchado, pero que ahora se veía un poco diferente. La verga de mi hijo era sin duda más grande que la de mi marido, y con muchas mas venas, Carolina sin duda estaba dándose un festín al saborear el sabor del pecado con su hermano, mientras yo dejaba caer mi falda para acariciar mejor mi vulva; Estaba introduciendo dos de mis dedos en mi coño, y al mismo tiempo mi pulgar friccionaba mi clítoris, por ver la forma en que mi hija hacia gozar a Sergi jugueteando el frenillo del glande con su lengua, al mismo tiempo que lo masturbaba hábilmente, mientras que yo con mi otra mano acercaba mi seno a mi boca para que mi lengua lamiera mis pezones desesperadamente; unos cuantos mas segundos dure así. Fue en ese mismo instante cuando perdí la cordura por completo, y camine cinco pasos hasta donde mis hijos estaban concentrados. Semidesnuda y muy excitada tire del cabello fuertemente hacia atrás a Carolina, ambos abrieron los ojos  desconcertados, Carolina se comenzó a limpiar  rápidamente con las manos el liquido pre seminal que salía de las comisuras de sus labios, al tiempo que yo me quitaba mis bragas, las cuales ya estaban muy mojadas, y se las colocaba a mi hija en su boca para ayudar a limpiarse. Sergi parecía avergonzado, y comenzó a subir su boxer, hasta que yo lo detuve, volviendo a descenderlo. Ahora tenía frente a mi, el hermoso miembro viril de mi hijo, el cual no dude en gozar, y poco a poco fui introduciendo en mi boca, sintiendo en mis labios el molde grueso de cada vena que llenaba de sangre la verga del propio fruto que años atrás había procreado, hasta que toco mi garganta y casi vomito mientras Sergi se deleitaba.

El cuerpo de Paty estaba en estado de ebullición, y solo pensaba en el placer. Los tres sabían que habían abierto la puerta a la lujuria, y cometerían el acto más hermoso e impuro de todos, no había vuelta atrás.

Yo seguí devorando el falo de mi hijo que se retorcía, cuando dé repente sentí las manos de mi hija, apretando mis tetas desde atrás y besando mi cuello, provocando mas fluido en mi conchita. Sergi me levanto,  poniendo de pie a Carolina también, pues no dejaba de amasar mis tetas. La felación de Sergi se vio interrumpida por el mismo, que solamente me vio a los ojos y se enfundo en un suave beso que fue provocando la lujuria mientras Carolina  intentaba sacar el néctar de mi vulva frotando mi sexo con poca delicadeza y con toda la palma de su mano desde  atrás. El placer me hizo debilitarme, y poco a poco me fueron recostando en la cama, rápidamente vi cuando Carolina con su mano muy mojada por mi néctar, la coloco en el rostro de Sergi, quien sin dudarlo comenzó a lamerla, uniéndosele mi hija, y terminando en un apasionado beso de hermanos. El ver a mis hijos enredar sus lenguas con el sabor de su madre en sus bocas, me hizo acumular más tensión, y sin perderles vista comencé a masturbarme con una mano, mientras que con otra nalgueaba a Carolina a modo de dejar mi mano marcada en su culo. Sentía que me venia nuevamente pero entre mis hijos se apoderaron de cada seno, retrasando mi convulsión.

Tenia a mis dos hijos saboreando mis pezones, como cuando los amamantaba, pero estoy segura que ahora era a mi a la que nutrían en morbo. Sergi fue bajando con su boca y cuando estuvo a la altura de mi raja, dejo caer una abundante escupida, los tres sabíamos lo que significaba, y yo estaba segura que lo deseaba, pues sin pensarlo abrí mis piernas y rodee con mis pies las nalgas de Sergi, que tomo su verga con la mano y apunto hacia mi vulva, acercándose lentamente y pasando suavemente la punta de su glande sobre mi clítoris, hasta que se deslizo a la entrada de mi vagina. Mi respiración estaba agitada mientras mi hija buscaba leche en mis tetas, mi tensión estaba muy alta y el contacto de mi lengua con la de mi hija hizo que apretara mis piernas, y de esa forma dejar que mi hijo se deslizara hasta lo mas profundo de mi útero, provocando un gemido muy fuerte, que se ahogo en la boca de Carolina. Yo tenia ratos de que no probaba una verga tan grande y tan gruesa, casi como un dildo, y por lo mismo estaba un poco apretada, lo que hacia que Sergi resoplara sobre mi en cada embestida, mientras yo no paraba de besar a Carolina, mi hijo acelero un poco mas sus empujes, haciendo que sus testículos llenos de esperma chocaran contra mi culo, lo que me provoco mayor placer mientras apretaba mi vagina para que Sergi se acelerara mas. Carolina se devoraba mi boca, y con mi mano trataba de masturbarla, mi jadeo me hizo soltarla, y de inmediato sentí una descarga de chorros de leche chocando contra las paredes de mi vagina, sentí mis entrañas llenarse del esperma de mi hijo lo que provoco una explosión de placer en mi vagina, al sentir todo su semen rebalsar mis sentidos y me hizo morder la boca de mi hija. Poco a poco se fue aplacando ese placer,  y mi cuerpo sintió satisfacción.

Sergi saco su estaca de carne del coño de su madre; su verga se veía cubierta entre fluidos y leche, Carolina sin pensarlo metió la verga de su hermano en su boca tres veces hasta dejarla limpia nuevamente, y con todos los nutrientes de su hermano y su madre en la boca, beso nuevamente a Paty, su madre.

Sergi estaba relajado junto a mi cuerpo, y Carolina aun hervía en deseo, así que se puso en cuclillas sobre la verga de Sergi y con sus manos fue acomodando el falo de su hermano a la entrada de su sexo, y lentamente dejo deslizar todo su cuerpo hacia abajo hasta sentarse sobre la verga de Sergi. Mi hijo sintió rico estar dentro del coño de su hermana; por otro lado Carolina se regocijaba con su vestido en la cintura y sus tetas desnudas revotando al aire en cada embestida. Yo mamaba sus pezones muy erectos, Carolina buscaba mi boca para entrelazarse en un rico beso lésbico entre madre e hija, que pronto interrumpiría al sacarle su vestido. Carolina se restregaba con gran ímpetu en la verga de su hermano, Sergi disfrutaba a pesar de lo agitado que estaba, de inmediato carolina cerro los ojos y comenzó a gemir, yo baje mi mano hacia su sexo, su clítoris parecía un maní, de lo erecto que estaba, y cada vez el Cuerpo de carolina se fue entregando mas a la lujuria. Un denso chorro de fluidos salió de la vagina de Carolina y empapo la verga de Sergi así como mis dedos que frotaban su clítoris; no dude en llevármelos a la boca para conocer el sabor de mi hija, mientras Sergi se entregaba al sexo de su propia hermana, tomando de las caderas a carolina para hundirla en su verga, dejando toda su herencia en la profundidad del útero de su hermana, hasta que Carolina decidió levantarse, y su sexo quedo descorchado y goteando. El cuerpo de carolina estaba desplomado sobre su cama; Sergi se levanto satisfecho para darse un baño luego de que nos besara en simultáneo.

Yo me sentía pegajosa, y el ver a mis dos hijos fornicar me provocaba muchas ganas de aparearme como perra en celo a pesar de haber descargado mi coño  minutos antes, hasta que Carolina me besa en agradecimiento al placer que le había regalado, nuestras lenguas se entrelazaban, y nuestras piernas jugaban con ganas de mas, nuestras tetas se rozaban con mucho afán; yo me separe de Carolina, y me entrelace formando unas tijeras con su vagina restregando mi vagina, que pronto me correspondió y me hizo sentir su hinchado clítoris rozarce con el mío, su vagina restregaba todo su coño y se deslizaba por el semen de Sergi que se deslizaba en mi vulva; no tardamos ni dos minutos cuando toda la caza se inundo en gemidos por parte de la madre y la hija, nuestros cuerpos cayeron agotados  sobre la cama, el ambiente dentro de casa, era evidente, en el aire aun se sentía el olor a sexo puro; olía a la inmoralidad del incesto, y al amor que una madre le puede dar sus hijos. Desde entonces, Carolina y yo estamos embarazadas, y del mismo hombre, para nosotras es un acto hermoso, a pesar que muchos lo crean aberrantes.

 Paty sabia que había abierto una gran puerta que jamás había imaginado;  el incesto estaba consumado, y no seria la única vez que fornicarían  a pesar de estar preñadas.