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Clase 101

en Lésbicos

Clase 101. Anatomía.

Los pechos de Laura rebotaban en mi cara, se sentía tan bien tenerla así, jadeaba cada vez más alto y yo, aunque quería contener su hipnótico ruido no podía, me excitaba tanto que no podía parar, es más lo acompañaba con un poco de suspiros ahogados, casi conteniendo mi orgasmo, estaba tan empapada que su humedad llegaba a mi muslo, quería hacerla acabar y al mismo tiempo prolongarlo por horas. El cuarto de baño junto a una morgue no es el lugar más romántico pero ella se esforzaba tanto por pasar la asignatura que no podía fallarle, es más, su empeño en pasar fue tanto que luego de masturbarme y dejarme masturbarla se paró de golpe, justo cuando creí que se arrepentía y dejaba la clase a mitad…

--- cógeme de pie, frente al espejo…

Sus deseos son ordenes… y vaya que lo cogí, nos habíamos quitado solo el mono y la ropa interior, las blusas quedaron en su sitio, arrugada y estiradas pero en su sitio, caminó hasta el lavamanos, separó las piernas y dejó ver su culo firme, su piel tersa y al fondo una parte de su rica vagina, todo brillaba por la humedad, casi goteaba su viscoso sabor. Me quedé unos segundos contemplándola mientras jadeaba sudada frente al espejo, esperando que la embistiera, levantó el rostro sonrió viendo mi rostro de deseo y me di cuenta de que mientras miraba me estaba tocando yo misma también, apretando suavemente mi clítoris para sentir pequeños espasmos fríos que iban recorriendo mi piel desde los pies y endurecían aún más mis pezones. Se inclinó hacia mi hasta que su trasero rosó mi cintura casi me hace acabar, se hacía adelante y atrás rebotando su culo en mi monte de venus, la tomé de la cintura, besé su cuello, su espalda, pasé la lengua dejando un rastro de saliva, besando por momentos y mordiendo de a poco su piel, acaricie su largo cabello y luego lo tomé con fuerza, la halé hacia atrás me gustaba su expresión de puta excitada, puta era, eso si, la puta más rica de la clase. Con la otra mano apretaba sus tetas firmes, operadas por un Dios de la cirugía plástica.

Cuanto más la tocaba más nos excitábamos, pero me gusta eso, me gusta pausar el placer prolongarlo, ella estaba desesperada

--- Azim! Quiero acabar rico!

Se metió el dedo anular y medio en su cuevita, los sacó empapados y se los chupó ahí no pude más, le separé las piernas un poco más y metí mi lengua en su rajita, besé sus nalgas, las mordí luego por su hoyito pasé la lengua despacio, se retorció y dio un grito la mordí cerquita de la vagina y sentí como se mojaba cada vez más, empecé a succionar sus labios mayores, ella gemía y se movía en un vaivén frenético, jadeando, luego succioné sus labios menores. Era delicioso el néctar de su intimidad, sentir sus jugos calientes recorrer mis labios, el sabor único de su vagina me provocaron un orgasmo, hundí mi cabeza y la penetré con la lengua. Tenía una mano en sus nalgas, dándole una palmada, la lengua penetrándola y la otra mano acariciando mi clítoris, fue el orgasmo más placentero del semestre… hasta ahora.

Ella comenzó a gemir con mi lengua hundida en su cuevita, con movimientos circulares la hacía rotar dentro de ella, podía notar como se estrechaba más casi me apretaba y de repente un chorro de jugos inundó su vagina, saqué la lengua y me puse de pie, sus piernas fallaron y yo la sostuve, me pegué a ella y comencé a meterle dos dedos de golpe.

--- ah! Aaahhh!! Así… dame asi…

Le caían unos mechones en la cara ya sudada por tanto… cardio. Los ojos casi cerrados la boca abierta, la cara hacia atrás, la acaricié por completo. Su cuello, sus pechos, su vientre, su espalda, su cintura, su trasero y cuando la derecha se cansó, metí los dedos de mi mano izquierda, y los de la derecha pasaron a estar en su boca, se los chupo por completo, por su expresión está acostumbrada a eso, ni una arcada. Tenía la planta de la mano mojada, también la lamió, tuvo otro orgasmo aún más escandaloso, trataba de taparle la boca pero fue imposible. Se meneaba demasiado rico, yo estaba por venirme también, acarició mi vagina toda mojada y me dio a probar, rosó mis labios y de ahí lo lamió, ese pequeño instante hizo que me viniera con mucho placer, ahora era yo quien jadeaba ella me abrazó y seguía estimulándome yo apreté su culo, la atraje hacia mi y me meneaba para acabar muy pegadita a ella. Me besó la cara, el cuello, el pecho y se arrodilló, eso fue la gloria, yo me levante la camisa para tener a mi entera disposición su cara mientras me la mamaba, sonreía

---Te va a gustar, lo prometo—

Me besaba el clítoris y se apartaba para reírse seguro mi expresión era de imbécil pero ahí estaba ella de rodillas frente a mi

--- sé que me va a gustar, a usted también le va a gustar cuando acabe en su boca…

Me recorrió con la lengua casi sin presionar, el contacto era mínimo, el roce casi imperceptible y yo sentía que me venía sin remedio alguno, la tomé de las mejillas y me incliné a besarla quería disfrutarlo más. La besé profundamente, recorrí su boca con la lengua, me mordió un par de veces, pasó de ser apasionado a tierno y volvió a su lugar, separé las piernas y acariciaba su cabello mientras su lengua masajeaba mi clítoris, mis pezones me ardían de tanta excitación estaba agarrada de la puerta y cuando estaba por venirme me resbale y me golpee el brazo, se comenzó a reír y yo también, me besó de nuevo y ahora por fin si sentí que me venía cuando de nuevo me golpeó la puerta esta vez porque alguien entró con fuerza y nos vio a mi y a mi estudiante teniendo una… entretenida clase.

Rebeca.

La intermitente transmisión de radio que salía por el reproductor del autobús de vez en cuando permitía descifrar lo que el locutor decía, se que al comienzo del camino hablaba de cumpleaños y demás festividades de los radio escuchas, canciones que se dedicaban, en lo personal creo que no pediría que le dedicasen una canción a nadie en la radio, que tal si esa persona no la oye? El detalle quedaría arruinado. El segundo segmento fue para dar los titulares del diario local, alguno que otro equipo de futbol comenzaba a darse a conocer en la liga intercomunal, luego tips de salud, finalmente política y economía, parece que primero hablaba de salud porque para oír cada desastre económico y estupidez política habría que gozar de buena salud. El tercer bloque comenzó con una frase que sonó hasta en el más profundo milímetro de mis huesos

---si amigos, cuando son las 8 y 36 minutos…---

No sé qué más dijo pero no era una cifra bonita para mi, eso significaba que ya iba 36 minutos tarde a mi primera clase y además se le iban adicionando otros más mientras el chofer bocineaba en la enorme fila de tráfico de la avenida, mi primer día de clases, pero no el primero del semestre. Conseguir un lugar donde alquilar en esta ciudad es un desafío, cosa que yo logré el problema es que 15 días después a la dueña del lugar le dio por hospedar a su hijo recién divorciado dejándome a mi sin un lugar en el cual dormir. En mi travesía para conseguir alojamiento pasé una semana y hoy que por fin iba a llegar a clases, llegaré súper tarde. Me bajé una parada antes, podía cortar camino si pasaba por dentro de un par de centros comerciales, llegando al estacionamiento del hospital. La dra Pike tiene fama de ser bastante estricta, exige hasta en el comportamiento y llegar tarde es una clara falta al comportamiento ideal, estaba segura que perdería el semestre, iba sin ánimos.

Corriendo por los pasillos del hospital, transpirando ni siquiera veía a mis compañeros, a lo mejor no los vi porque no sé quiénes son. Al fin llegué a una oficina con un cartel que decía “tutorías”.

--buenos días, disculpen estoy algo perdida, jeje— la risa de nervios no me ayudó a cambiar la cara inmutable de las señoras en la sala— soy de los estudiantes  de la especialización y no sé dónde está la sala…

Sin mirarme una de las dos me dijo:

--Al final del pasillo, cruza a la derecha, la puerta blanca…

Dije; gracias, casi por inercia. Salí disparada en aquella dirección sola para encontrar un desierto enorme de sillas vacías, no había nadie más que un empleado de limpieza.

Rebeca: hola…

Empleado: buenos días doctora…

Respondió con una sonrisa amble y más simpatía que las “licenciadas” en la sala anterior.

Rebeca: este es el auditorio cierto? Donde ven clases los estudiantes de postgrado

Empleado: si, asi es… pero ya terminó por hoy

Rebeca: en serio? –vaya, si que iba a perder el semestre—

Empleado: si, algo se le presentó a la doctora y salió

Rebeca: no sabes si estará por acá mas tarde? Realmente me urge hablar con ella

Empleado: uhmm no se, no creo…

Rebeca: no sabe si alguien más me puede dar información? Verá yo estoy inscrita en la clase pero –me sentía tonta explicándole, aun si me entendiera no podría hacer nada por mi—no he podido asistir y quisiera justificarme…

Empleado: uhmm ya, bueno la dra. Pike no está pero la segunda al mando es la dra. Ferro, puede hablar con ella

Rebeca: si? –volvi a respirar— donde la encuentro?

Empleado: ella siempre está por la morgue, porque creo que trabaja con los muertos…

No estaba muy lejos de la verdad, ella debía ser la persona encargada de la parte práctica mientras que la doctora Pike trataría temas más teóricos. Agradecí al empleado, no sabía cuanto me había ayudado. Ese día me imaginé como la protagonista de “corre lola, corre” corrí como nunca antes, tantos años de sedentarismo no me hacen bien lo aprendía a la mala cuando casi asmática llegué por fin al pasillo de la morgue.

Para variar también era un desierto, no quería entrar de golpe, no es que me dieran miedo los cadáveres ya he tenido experiencia con ello en mi práctica profesional pero siento cierta nostalgia aun cuando no son conocidos, no se a veces parece que la muerte les hubiera llegado por sorpresa y como cristiana me atrevo a pensar que quizás dejaron cosas a medias para irse con arrepentimientos. Como médico me limito a hacer las cosas de la mejor manera. Obviamente la puerta estaba cerrada con un sistema que no permite a cualquiera entrar a esta sala por lo delicado que era, lo malo es que no me sabía la contraseña. Me devolví hasta una sala de enfermeras y pregunté si me podían ayudar, me dieron la contraseña y al fin pude abrir.

Todo el maratón habría valido la pena pero era como haber subido al fin un escalón de una escalera enorme, pues aún quedaba hablar con la doctora y plantearle mi situación para finalmente saber si tendría misericordia de mi y me deje participar en el programa. El lugar no era nada fuera de lo común, no habían cadáveres en las mesas de estudio, todo estaba limpio, ordenado, pero escuché ruidos y se que no eran los “muertos” pensé que provenían de afuera y cuando di la vuelta para retirarme, debido a que yo buscaba a la doctora Ferro y no estaba allí. Escuché un golpe seco que provenían de una pequeña puerta, me acerque para revisar y me encontré con una escena… para nada esperada.

Dos mujeres estaban teniendo sexo en el que para mi es el lugar más atípico para hacerlo, esto no podía ser más que el cumplimiento de una fantasía sexual demasiado bizarra, no me cabe en la cabeza como alguien se puede excitar en un lugar así con el olor a formol, alcohol penetrando todos tus sentidos. Se sorprendieron al verme, pasaron unos 30 segundos en los que ninguna de las tres dijo o hizo nada, solo nos quedamos ahí paralizadas, mirándonos, cuando por fin me “descongelé” solo pedía disculpas y salí casi corriendo. Una de ellas me siguió pero no me alcanzó. Pensé “Dios que descaro”, al mismo tiempo es el lugar más propicio, ¿quién se metería a la morgue? Nadie, excepto la estudiante estrella. Se me olvidó a quien fui a buscar, que quería y solo salí del ascensor en dirección a la calle.

Había sido un fracaso mi día y no eran ni las 10am, tomé aire, me senté en un banco, bebí un poco de agua pero no me podía sacar la imagen de aquellas mujeres de la cabeza, no es que sea una puritana pero la cara de gozo en ellas era colosal, la que estaba de pie se veía al borde de estallar y de repente se me erizo la piel, un extraño rayito de electricidad recorrió mi cuerpo, endureció mis pezones, pedí perdón a Dios porque yo no soy así y se que está mal actuar de esa manera.

GRACIAS POR LEERME...

charlyfernandezescribe@gmail.com