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(Des)montando a mi cuñado

en Gays

Jamás imaginé que acabaría tirándome al hermano de mi novia. De siempre habíamos tenido una relación cordial. Guille siempre había sido una persona muy deportista, con un cuerpo muy bien trabajado. Y claro que me había fijado en él, incluso alguna paja me había hecho pensando en sus musculados brazos. Pero nunca llegué a pensar que acabaría reventándome el culo en la misma cama donde me follaba a su hermana. Guille, de unos 24 años, llevaba una vida social muy alta, era una persona muy activa (en todos los sentidos) y nunca me había planteado tener sexo con él. Tenía todavía una cara de niño bueno aunque un cuerpazo de escándalo. Todo empezó un día en el que Samanta, mi novia, me pidió que fuera a ayudar a su hermano a transportar un mueble de casa de sus padres a casa de Guille. Se trataba de un trayecto bastante largo, de dos horas de ida más dos de vuelta por lo que íbamos a pasar mucho tiempo juntos en un espacio pequeño. No me apetecía demasiado ya que mi relación con Guille no iba muy allá, a parte de que me ponía un poco nervioso estar con ese pivón durante tanto tiempo sin poder tocarme. Pero no pude negarme así que me embarqué en algo que finalmente, contra todo pronóstico, me daría muchas alegrías. Quedamos en hacerlo un domingo de junio donde el calor ya empezaba a apretar. Vino a buscarme él con su coche. Se presentó con una camiseta de tirantes, para poder soportar mejor la calor, y con unos pantalones cortos. Evidentemente, tuve que contenerme al contemplar lo bien que le sentaba esa camiseta y lo bien que lucían sus brazos de acero. Como he dicho Guille cuidaba mucho de su cuerpo, a parte de tenerlo musculado lo llevaba depilado entero. Ya nada más entrar en el coche se me puso un poco dura. Nos saludamos dándonos la mano y preguntándonos un poco por nuestra vida. Guille ha sido abiertamente gay de siempre aunque debo decir que no se le notaba nada. Él por supuesto no sabía absolutamente nada de mis prácticas sexuales con otros hombres. Cuando llevábamos ya un buen rato de camino nuestra conversación giró hacia temas ya más personales.

  • Y tú, ¿qué tal estás con mi hermana?- quiso saber.

  • Muy bien la verdad. Creo que estamos en uno de nuestros mejores momentos.

  • y en la cama, ¿todo bien?

  • Pero bueno, ¿en serio quieres saber eso?

  • jajaja ¿pero, qué pasa?¿no puedo saberlo?

  • Bueno, no se. Se me hace raro que quieras saber cómo va la vida sexual de tu propia hermana. Pero si quieres saberlo, sinceramente, nos va muy bien.

  • Vaya, así que te la follas bien, ¿no?

  • Digamos que me lo monto bien. ¿Y tú? ¿Cuando vas a sentar la cabeza y encontrar una pareja estable?  

  • Creo que quedan muchos años para que llegue ese momento jajaja. Honestamente se está de puta madre follando cuando quiero sin tener ningún compromiso.

  • No te flipes. Aunque bueno, imagino que con el cuerpo que tienes follarás todo lo que quieras.

  • ¡Pero bueno!, ¿a qué te refieres con “el cuerpo que tienes”? - Preguntó Guille sorprendido.

  • Bueno pues que físicamente no estás nada mal.

  • Ah vale. Ya entiendo entonces el bulto que tienes entre las piernas.

Llevé mi mirada a mi entrepierna y ¡joder! estaba empalmadísimo. inmediatamente intenté colocármela un poco para disimular pero ya no había marcha atrás.

  • Que va que va. Pero qué dices. Ni me había dado cuentas. No creerás que… no… - No sabía muy bien qué decir.

  • Tranquilo Cristian, no eres el primer hetero al que le pasa. No te preocupes que no le diré nada a mi hermana. Por cierto, vaya monstruo tienes ahí abajo ¿no? Ya se porque tienes a mi hermana tan contenta jajaja.

  • Bueno la verdad que no se queja jajaja.

  • Qué suerte tiene la jodida, ya me gustaría a mi tener a alguien con tu polla con quien follar regularmente.

Y se hizo el silencio. Me quedé mirándolo. Él me miraba a la par que ponía los ojos en la carretera. De repente me percaté de que él también estaba empalmado, y no solo eso sino que pude apreciar que no llevaba nada bajo esos pantalones de deporte. Se le formó una tienda de campaña que tentaba mucho a llevarle la mano para poder destaparla. 

  • Pues vaya, parece que yo también me he puesto palote jaja.

Cogió mi mano y me la llevó a su polla. La puso encima y comenzó a moverla de manera que le estaba sobando el pene a mi cuñado sobre sus pantalones. La tenía durísima y se notaba más grande de lo que parecía. Sin darme cuenta apartó la mano y yo seguí sobándole la polla sobre los pantalones.

  • Vaya, parece que te gusta.- Dijo Guille satisfecho.

Y sin poder mediar palabra seguí acariciándole el rabo a ese pivón que no dejaba de estar conduciendo. La media sonrisa que se le había creado al principio de estar manoseándole el rabo se estaba empezando a convertir en pequeños gemidos.

  • Creo que voy a parar para poder tomarnos un descanso los dos, que creo que lo necesitamos.

Condujo unos minutos más hasta que al fin encontramos un camino entre los árboles sin asfaltar. Paró en un sitio en el que quedábamos bastante refugiados del resto de la humanidad. Parecía evidente que por ahí no pasaba mucha gente. Por lo que no nos teníamos que preocupar de ser vistos. Al parar los dos salimos del coche para poder estirar las piernas.

  • No es la primera vez que haces esto, ¿verdad?.

No estaba seguro de si contarle la verdad.

  • Vamos, no diré nada.- Insistió.

  • No se lo cuentes.- Le supliqué.

  • Tranquilo. Ya decía yo que te veía muy seguro tocándome la polla. ¿Habías fantaseado antes con este momento?

  • Sinceramente sí.- Admití.

  • Yo debo confesarte que también.

Vaya, aquello me sorprendió. 

  • Cuando me quedo sin follar (que son pocas veces jeje) me masturbo pensando en tíos que me follo o me follaría. Y uno de ellos eres tú, uno de mis favoritos de hecho.

  • ¿A sí?¿y qué es lo que imaginas?.- Pregunté morboso.

  • Que nos comemos las pollas, que te reviento el culo… mira como tengo el rabo jajaja

Estábamos los dos uno al lado del otro apoyados sobre el capó del coche, dirigí mi mirada hacia su entrepierna y, efectivamente, la tenía apuntando hacia el cielo.

  • Joder, ha crecido ahora más que antes. Yo también me he pajeado mucho pensando en tu enorme rabo, imaginando que me follas la boca con él y que me acabo tragando toda tu leche...

Nada más decir esto se me abalanzó encima para meterme la lengua hasta el fondo. Comenzamos a morrearnos y ha jugar con nuestras lenguas de la manera más guarra posible. Dirigí mis manos hacia su culo para apretarlo bien y poder tener su cuerpo más pegado al mío. Notaba su polla rozar la mía. El muy cabrón movía su cadera de lado a lado para que nuestras pollas no dejaran de rozarse y así darnos un placer infinito mientras nos besábamos apasionadamente. Me empujó sobre el capó del coche por lo que mi espalda quedó totalmente tumbada sobre el mismo. Se abalanzó sobre mi y seguimos jugando con nuestras lenguas. Metió sus manos por debajo de mi camiseta para acariciarme los pezones. Acabé por levantar los brazos para que me la quitara del todo. Seguía besándome las boca, el cuello, los pezones hasta mi pubis y al final bajarme los pantalones y descubrir mi polla que estaba más dura que nunca. Se la metió en la boca y joder qué gusto. Por un momento pensé si alguien nos hubiera visto en esa situación, en medio de un camino de tierra entre los árboles cómo un tío le comía la polla al otro que estaba tumbado sobre el capó del coche. Pero lo que no hubieran sabido es que éramos cuñados, que yo me follaba a su hermana. Pero olvidé todo esto y me centré en disfrutar de la mamada que me estaba ofreciendo ese chaval de 24 años, con un cuerpazo que estaba para comérselo enterito.

  • Joder tío qué bien lo haces.

  • Me encanta tu polla Cristian. Es enorme aunque no supera mis 22 centímetros jajaja.

Tras decir esto se bajó sus pantaloncitos de deporte para dejar su enorme rabo al descubierto. Y, efectivamente, se postraron ante mí 22 centímetros de polla con unos huevos redonditos y bien cargados de leche. Me incorporé de nuevo, él se acabó de quitar los pantalones y, joder, tener un tío como Guille delante de ti, con esos músculos, esos brazos, con su camiseta de tirantes todavía puesta y, sobre todo, con esa pedazo polla pues es muy difícil resistirse y no caer rendido.

  • Joder ahora mismo haría cualquier cosa que me pidieras.- El calentón me pudo y le solté lo primero que pensé.

  • ¿Cualquier cosa?

  • Cualquier cosa.

  • Este viaje me ha impedido ir al baño durante un buen rato. Agáchate.- Me ordenó.

Obedecí sin oponer resistencia. Con una mano me agarró de la nuca y con la otra se agarró la polla apuntando hacia mi boca. Con un poco de esfuerzo y al cabo de unos segundos comenzó a orinar sobre mi cara y sobre mi boca. Yo cerraba los ojos y abría bien la boca. Mi cuñado me estaba echando una meada sobre mi cara y yo lo estaba disfrutando al máximo. Cuando al fin acabó me metió la polla en la boca y pude degustarla por primera vez después de tantas pajas pensando en ello. El placer se multiplicaba ya que en esos momentos su polla sabía a una mezcla de sabores entre carne de macho y orín. Joder me sentía una auténtica puta por el trato que estaba recibiendo del propio hermano de mi novia.

  • Al fin tu fantasía se cumple. Cómeme la polla coño.- Decía mientras gemía de placer.

Yo seguía tragando rabo, le chupaba los lados, la punta, los huevos y le masajeaba con mi mano. Mi otra mano la llevé a su culo, con mis dedos humedecidos le masajeaba el ano lo cual le estaba proporcionando un placer exhausto. Como veía que no oponía resistencia (todo lo contrario, de cada vez gemía más fuerte), de cada vez hacía un poco más de presión sobre su ano que, poco a poco, comenzaba a abrirse para dar paso a mi dedo corazón, mientras le mamaba la polla. Mi cuñado parecía estar en un mar de placeres, ahora ya gritaba de placer suplicándome que no parara.

  • Joder cuñado, estás hecho toda una putita. No dejes de darme placer cabrón… cómeme el culo y méteme la mano entera joder.

Y acto seguido se tumbó sobre el capó del coche ofreciéndome todo su culo. Esta vez llevé mi lengua para degustar ese maravilloso agujerito que pedía a gritos que se lo comieran. Con mis manos separaba un poco sus nalgas para tener mejor acceso y con mi lengua jugaba con su ano haciendo presión intentando que entrara en su culito. Volví a introducir mi dedo corazón el cual entró sin ningún problema, pasé a dos dedos, y a tres. Metía y sacaba sin parar y el tío estaba exhausto de placer gritando y suplicando que no dejara de hacerlo.

  • Fóllame el culo ya joder.- Dijo finalmente.

Y contra todo pronóstico empecé a prepararme para poder follarme al hermano de mi novia que estaba totalmente expuesto con su culito al aire, hambriento de polla. Yo no llevaba condones y él tampoco me dijo nada por lo que llevé mi pene directamente a su ano. Se lo había dilatado bastante con mis dedos por lo que parecía que no tendría problemas en introducirle la polla. La fui metiendo poco a poco y sin ningún problema entró entera a la primera. Una vez su culo se amoldó a mi polla pude empezar a follarme a aquel chaval de 24 años que tanto había deseado hacerlo. Su culo se tragaba mi polla a la perfección, proporcionándonos un placer a ambos increible.

Me concentré en disfrutar de ese culito, en ver cómo Guille se dejaba follar. Le penetraba hasta el fondo, a un ritmo bastante rápido, estábamos los dos sudando gozando al máximo de aquella situación. Una follada en medio del campo. A medida que se acercaba mi orgasmo iba acelerando el ritmo, él pedía más y más, que no parara hasta que me corriera. Los dos sudando como cerdos y su culo que tragaba sin parar, se tragaba mi polla que me daba un gustazo de la hostia. Y mi orgasmo llegó, pero no dejé de follarle el culo. Se lo preñé todo lo que pude. Le inundé el culo de mi leche hasta que empezó a brotar.Sin embargo me estaba dando tanto placer seguir penetrándole que no dejé de hacerlo hasta unos minutos después de correrme. Al sacarle la polla me agaché para llevar mi lengua de nuevo a su agujerito (que ahora estaba más abierto que nunca) y le lamí el semen que había quedado alrededor. Le limpié como pude el ano y acto seguido le pedí que me besara. Comenzamos así a jugar con nuestras lenguas mientras los hilos de mi lefa iban de una lado a otro. Fue espectacular.

  • Tenemos que irnos. Mis padres nos esperan- dijo de repente.

  • ¿no quieres que acabemos?

  • Tranquilo, lo haremos. Pero tenemos que hacer esto.

Nos metimos en el coche e hicimos el resto del camino hacia casa de sus padres. Durante el trayecto seguimos hablando como si eso se tratara de nuestra rutina. Comentamos un poco el polvo en plan “vaya culazo tienes” o “menuda tranca te gastas”. Y tan amigos.

Llegamos a casa de sus padres y cargamos con el mueble que veníamos a buscar. Estuve un rato hablando con ellos ya que a la vez eran mis suegros y no podía evitar pensar que hacía unos minutos me había estado follando el culo de su hijo. Es más, también me follaba a su hija. Supongo que era el calentón, porque yo seguía pensando en que Guille querría follarme ahora a mí, por lo que no podía evitar tener la polla medio empalmada. Al cabo de un rato nos despedimos y nos metimos de nuevo en el coche. Durante el trayecto de vuelta seguimos teniendo una conversación de lo más entretenida.

  • Oye todavía me noto el culo abierto de tu tranca.- Me dijo.

  • Jajaja, ¿lo pensabas estando delante de tus padres?

  • Pues claro joder, con la follada que me has metido…

  • Tu culito me lo pedía.

  • Todavía lo tengo húmedo de tu leche.

  • Jajaja te ha encantado que me corra dentro. No hacías más que suplicarlo.

  • Sinceramente ha sido una puta pasada. Sabes que ahora voy a violarte, ¿no?

  • Será si me dejo.- Dije para picarle un poco.

  • Te aseguro que lo harás.

Mientras decía esto llevó su mano a mi polla para acariciarla sobre mis pantalones. Yo la tenía dura otra vez.

  • Vaya, parece que no se ha quedado satisfecha.

  • Ya tengo ganas de correrme de nuevo, me tienes loquito.

  • Oye, se me ocurre algo. ¿en vez de ir a mi casa por qué no paramos antes en tu casa?

  • ¿y qué quieres hacer en mi casa?

  • Follarte en el mismo sitio donde te follas a mi hermana.

  • Eso está feo… pero mira como me tienes la polla de dura, no puedo decirte que no.

Así que nos dirigimos hacia mi casa. Por suerte ese día mi novia estaba con unas amigas, el problema era que no sabía muy bien a qué hora volvería. Nos acomodamos en el salón con unas birras y estuvimos charlando un rato.

  • Por cierto, me flipó cómo no te has opuesto cuando dije de mearte encima. Me has puesto muy burraco cabrón jajaja.

  • No era la primera vez… ya ves, tengo pocos límites.

  • Qué ganas de follarte joder.

Y dicho esto me metió la lengua en la boca. Estuvimos un rato besándonos y comiéndonos las bocas, jugando con nuestras lenguas.

  • Todavía sabes a semen jajaja.- Me dijo entre beso y beso.

Así nos besábamos el cuello, le quité la camiseta para lamerle los pezones, su pecho y las axilas. Le pasaba la lengua por todo como si me lo quisiera comer, y es que estaba precisamente para eso, para comérselo entero. Él hizo lo mismo conmigo, poco a poco nos íbamos desnudando. Le saqué la polla y me la metí en la boca de nuevo. Al cabo de un rato quiso degustar mi falo, que evidentemente estaba duro como una piedra. Tumbados en el sofá ya medio desnudos, nos lamíamos y comíamos nuestros cuerpos, muy guarro y pasional todo, como si hiciera meses que deseábamos ese momento. Después de un buen rato guarreando y calentándonos me llevó a la habitación, la misma donde duermo cada día con Samanta, su hermana. Ya desnudos completamente me puso a cuatro sobre la cama. Me pasó la lengua sobre mi ano y con ayuda de dos dedos comenzó a dilatarlo. Metía y sacaba los dedos muy lentamente, se deslizaban perfectamente por el interior de mi culo y me estaban dando un placer increíble. Yo separaba bien las rodillas y levantaba lo más que podía mi culo como si se tratara de una gatita en celo. Así su polla entraría perfectamente. Paró para incorporarse y poder meterme la polla en el culo. Noté cómo puso la punta sobre mi agujerito y poco a poco iba haciendo presión para que entrara. 

  • Joder qué polla tienes cabronazo.- Le dije asombrado. Y es que dentro de mi culo se hacía mucho más grande.

La metió hasta que pude notar sus huevos rozándome la piel. Me la metió y me la sacó unas cuantas veces para después comenzar a follarme a un ritmo bastante rápido. Mi culo ya se había acostumbrado al tamaño de su pene y estaba en el mejor momento de la follada. Los dos estábamos empapados de sudor, gimiendo y gritando de placer. Le suplicaba que no parase, que me follara más fuerte, que quería su corrida. Él me azotaba y me soltaba cosas como “qué putita que eres” o “qué culo de zorrita que tienes”. Y todo esto en la misma cama donde me follaba a mi novia, que podría haber entrado en cualquier momento. Ya adelanto que esto no pasó, pero de haber pasado me pregunto qué coño hubiéramos hecho los tres en esa situación.

Nuestros orgasmos estaban cerca. Le dije que se tumbara para poder comerle la polla y correrse así conmigo. Así tumbado le vi la polla, lo dura que la tenía, apuntando al cielo, parecía mentira que me acabara de meter todo aquello por mi culito. Sin pensarlo mucho me la metí de nuevo en la boca, mientras con mi mano me pajeaba. Estuve un buen rato tragando pene hasta que sentí que iba a correrme. Para la mamada y me coloqué para poder correrme sobre su polla. Cinco o seis lefazos que fueron a parar sobre el pene de Guille, que iban cayendo a través del tronco hasta llegar a los huevos. Una vez hube vaciado mis huevos volví de nuevo a comerle la polla. Esta vez lo hice con mi propio semen, para darle un poquito más de sabor. Lo lamí y me lo tragué absolutamente todo, desde los huevos hasta el glande. Guille estaba alucinando y disfrutando de la mamada. Hasta que finalmente comenzó a brotar de aquel falo chorros de lefa que iban a parar al interior de mi boca. Tragaba, chupaba y lamía todo lo que podía, para darle el máximo placer. Una vez su polla comenzaba a relajarse quise compartir toda esa cantidad de semen con él. Nos fundimos en un apasionado beso de lefa, en el que jugábamos con nuestras lenguas y los hilos de lefa que iban de un lado a otro.

  • Menuda zorrita estás hecha.- Me decía mientras iba tragándose la lefa que acababa de salir de su polla.