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Vida sexual de madre e hija (III)

en Amor filial

La luz de la mañana se introducía por las rendijas de la persiana de la habitación de Alicia, otorgando cierta claridad a la estancia. Alicia se encontraba en un estado de duermevela a medio camino entre el despertarse y el volverse a dormir; había sido una noche larga. Después de trabajar había quedado con sus compañeras y amigas de oficina Andrea, Teresa e Isabel para celebrar su cumpleaños para posteriormente dirigirse a su pub habitual a tomar unas copas, charlar y, si se antojaba, bailar. Finalmente llegó a su casa a las 3 de la mañana, cansada tanto de la semana laboral como de la velada nocturna; se dirigió a su cuarto, se desvistió y se arrojó a la cama donde no tardo en caer rendida.

A pesar de tener los ojos cerrados una repentina claridad le dio de lleno en la cara, precedida por el ruido de las persianas al levantarse rápidamente. Instintivamente se llevó las manos a la cara para protegerse del repentino fogonazo de luz. Abriendo los ojos con dificultad por la repentina luz pudo ver a la culpable. Ahí estaba Tamara, vestida con su pijama corto de color azul, sujetando la correa de la persiana. Ésta, al ver que su madre ya estaba despierta, sonrió ampliamente y, para sorpresa y susto de su madre, se arrojó de un salto sobre la cama haciendo que Alicia se apoyase en el cabecero a toda prisa para evitar que le cayera encima.

- ¡Feliz cumpleaños mamá! – Exclamó alegremente mientras aprovechaba el bote que había dado para sentarse a horcajadas de su madre; le planto un gran beso en los labios y la abrazó amorosamente - Feliz cumpleaños. - Volvió a susurrar a su oído.

El cerebro de Alicia trabajaba a marchas forzadas para despejarse y terminar de asimilar todo lo sucedido en los escasos 30 segundos que llevaba despierta. Ya por fin espabilada, Alicia correspondió al abrazo de su hija, acariciándole la cabeza.

-Muchas gracias, cariño - Le susurró suavemente en la oreja para darle después un beso en la mejilla. –muchas gracias. - La alejó de sí un poco, lo justo para, ahora sí, poder besarla como Dios manda.

Alicia hizo amago de levantarse para la cama, apartando suavemente a su hija para poder incorporarse, pero ésta se mantuvo inamovible.

-No-no-no-no-no- negó mientras hacía rápidos movimientos con la cabeza. La empujó suavemente del pecho hacía en cabecero levantando el dedo índice en una señal de espera

-Tu quédate aquí, ¿vale? Tengo una sorpresa-. Dijo antes de darle un suave beso y levantarse; se dirigió a saltitos a la puerta de la habitación y desapareció en dirección al salón.

Alicia aún estaba ligeramente aturdida y sin entender de todo lo que pasaba, cuando la cabeza de su hija volvió a asomar por el marco de la puerta

-No vale levantarse ¿eh?, tú ahí quietecita un momento. -Insistió.

Sin entender del todo de que iba la cosa, Alicia se frotó los ojos y bostezó ligeramente. Oyó multitud de ruidos que provenían de la cocina, el cajón de los cubiertos, el frigorífico, vasos, etc. Y a los pocos minutos apareció su hija llevando en sus manos una bandeja de madera, la cual depositó en sus pies. Alicia abrió los ojos y se llevó las manos a la boca ahogando una exclamación de sorpresa, hacía años que nadie le llevaba el desayuno a la cama.

-Espero que te guste. –Dijo esperanzada Tamara

- ¿Qué dices? ¡Me encanta! ¡Me encanta! - Alicia estaba como una niña pequeña con la muñeca de sus sueños. Había café, zumo, tostadas, fruta, muesli, etc. Tamara había reparado en todo. Aun no terminaba de creérselo.

Dejó la bandeja a un lado de la cama recostándose de lado mientras Tamara se tumbaba detrás de ella. Su hija sabía que el detalle le iba a gustar. Había hablado por teléfono con su abuela pidiéndola consejo para un regalo y ésta le había contado que cuando era pequeña ella y su marido, por el cumpleaños de Alicia le llevaban el desayuno a la cama y le daban sus regalos, y siempre le había hecho mucha ilusión.

- ¿Tu no quieres nada, cariño? -Preguntó Alicia, mientras separaba unas uvas del racimo.

-No, no, yo ya he desayunado. Es todo para ti. -Dijo Tamara desde detrás, mientras le hacía suaves caricias por la cintura y la pierna y le daba pequeños y suaves besos en el hombro y la espalda distraídamente.

Alicia estaba disfrutando el desayuno como nunca antes, era como volver a su infancia con el añadido de tener a su hija detrás dándole mimos; quiso hacer una prueba. Untó el cuchillo de mermelada y cogiendo un poco con el dedo se lo llevó a la espalda donde lo agitó suavemente como un pescador agita la caña; una repentina humedad envolvió su dedo, el pececillo había picado.

Cuando la boca de Tamara terminó de limpiar el dedo de su madre, ésta siguió desayunando como si nada hasta que volvió a aparecer el dedo, dejando caer mermelada, esta vez en su cintura; Tamara se inclinó hacía la mancha y besó suavemente el punto donde estaba la mermelada, dejándolo como si nunca hubiera habido nada. Apenas terminó y vio que había otra en el hombro, se dirigió solícitamente hacia allí repitiendo la operación con la misma delicadeza; una nueva mancha apareció, esta vez en el cuello. En esta ocasión Tamara prolongó la duración, intensidad y cantidad de sus besos para el goce de su madre quien masticaba con los ojos cerrados, disfrutando del juego. Volvió untarse el dedo de mermelada y esta vez lo agitó mientras lo movía en diversas direcciones, notando como su hija intentaba cazarlo; en cuanto lo atrapó fue rápidamente succionado, dejándolo impecable. Alicia continuó su improvisado juego dibujando esta vez una línea de mermelada en su costado, la cual Tamara hizo desaparecer con una prolongada y suave lamida que la recorrió de arriba abajo. Nada más acabar Tamara de limpiar la línea de mermelada Alicia se sentó apoyada en el respaldo y abrió las piernas. Ante la mirada de duda de su hija, le indicó con un movimiento de ojos que mirase abajo. Tamara bajó la vista y pudo ver un pegotito de mermelada en el clítoris de su madre, esperándola. Se desplazó suavemente por la cama hasta situarse frente a su madre, se tumbó boca abajo y acercó su boca al premio, lo lamió ligeramente, como con timidez, para después rodearlo completamente con su boca, mientras su lengua trazaba círculos a su alrededor. Cuando terminó apretó los labios ligeramente lo succionó con delicadeza arrancando un suave suspiro a Alicia. Alzó la vista, una nueva línea surcaba de manera sinuosa el vientre de su madre en dirección al pecho; sin apartar la mirada de los ojos de su madre, sacó la lengua y la fue deslizando suavemente por todo el rastro de mermelada mientras Alicia daba delicados bocados a su tostada sin perder detalle de su hija que, a cuatro patas y con la espalda arqueada, subía lentamente hacia sus pechos; los cuales ya tenían cada uno un poco de mermelada. Esta vez Tamara pegó pequeñas lamidas alternando los pechos, limpiándolos poco a poco y sólo cuando estaba a punto de acabar besó los pezones, succionándolos amorosamente mientras su madre le acariciaba la mejilla suspirando de gusto. Cuando Tamara terminó de limpiar toda la mermelada que encontró, miró a su madre. Error, aún no había terminado, quedaba una última mancha de mermelada en los sonrientes y carnosos labios de su madre. Aproximó sus labios para suavemente tomar la mermelada que ésta le ofrecía en un suave beso que fue rápidamente correspondido. A este beso le siguieron unos más a cada cual más cariñoso y largo hasta que sus bocas se abrieron dando paso a sus lenguas que se retorcían en un apasionado beso.

- ¿Te ha gustado el desayuno? - Preguntó Tamara cuando se separaron.

-Mucho mi amor, muchísimo, me ha encantado. Todo.

-Espera que tengo otra sorpresa. -Dijo Tamara situándose de rodillas al lado de su madre extrayendo una tarjetita de su pantalón y entregándosela a su madre.

Alicia abrió la tarjeta y leyó:

“Vale por una tarde de relax en el Aqua Wellness Center para dos personas. Incluye circuito termal, sauna, chocolaterapia y masaje”.

 -Cariño no tenías que haberte molestado. - Dijo Alicia visiblemente emocionada.

-No te preocupes ma’, sé que el trabajo te tiene muy cansada e imaginé que esto te vendrá muy bien.

-Gracias tesoro, gracias, gracias. - Alicia sabía lo que le había costado a su hija hacerle este regalo, debía de haber estado ahorrando varias semanas de su paga para poder tener este detalle con ella. Desde luego se sentía la madre más afortunada del mundo.

- ¡Ah!, y toma. Hay otra cosa más. - Dijo extendiéndole un sobre rosa.

- ¿Más hija?, de verdad que no tenías por qué, ¿y tú dinero?

- No te preocupes, este no me ha costado nada. -Contestó sonriendo

Abrió el sobre y en él había una carta manuscrita con la letra de su hija que rezaba así:

“Querida mamá,

Sé que estas teniendo unos días de mucho trabajo en la oficina, así que quiero entregarte mi mejor regalo. Seguro que el desayuno y el spa te habrán hecho mucha ilusión, pero quiero hacerte un regalo mucho más personal.

Estos meses hemos disfrutado mucho juntas. Me has mostrado un mundo y unas sensaciones que jamás imaginé que podría conocer, amor, complicidad, pasión... Pero sé que aún faltaba algo, algo que querías y ha llegado el momento de entregártelo.

Mi culo. El culito de tu hija es, a partir de hoy, tuyo. Espero que lo disfrutes mucho, se las ganas que tenías de tenerlo así que ya, por fin, lo tienes.

Tu hija que te quiere y adora

Tamara”

-Tamara, ¿esto… esto es en serio? ¿De verdad? - Preguntó asombrada Alicia tapándose la boca con la mano.

Su hija, sin contestar a la pregunta, se dio media vuelta y con ambos pulgares tiró de su pantaloncito para abajo mientras miraba hacia atrás a su madre, dejando ver su perfecto culo el cual había adornado con un lazo rojo de regalo que la rodeaba por la cintura. Moviéndolo juguetonamente contestó:

-Lo es mamá, es tooodo tuyo. - Seguidamente se colocó a 4 patas bajando el pecho hasta dejar solo elevado su trasero frente a su madre la cual se mordía el labio inferior con una amplia sonrisa mientras palmeaba a gran velocidad ambas nalgas como si fueran pequeños bongos. ¡Que ganas tenía de probarlo!

-Ven aquí pequeña. -Ordenó Alicia mientras atraía hacia si a su hija para fundirse en un apasionado beso. -Este es el mejor regalo que me podías haber hecho.

- ¿Quieres que…? -Preguntó Tamara mientras hacía amago de quitarse del todo el pantalón

-No, no, no es el momento, los regalos así hay que disfrutarlos en su debido momento. Ahora arriba, que tenemos cosas que hacer, hay que limpiar la casa, hacer la compra….

-Mamá, que había pensado que hoy como es tu cumple tu descansases este día, yo me ocupo de todo, de la casa, de comprar, de todo, tu disfruta el día, ¿vale?

-Eres la mejor hija del mundo. -Contestó acariciándole la mejilla con una sonrisa. –Vale, vístete y vete a hacer la compra, luego ya harás el resto de tareas, ¿es mi cumple no? Hoy vamos a modificar un poco las reglas… ¡vamos, vamos! -Le apremió con un ligero cachete mientras Tamara se levantaba a toda prisa.

Cuando Tamara cerró la puerta de su casa y cogió el ascensor a la calle tuvo un arranque de lucidez, no podía dejar de dar vueltas a lo que acababa de hacer, había dado permiso a su madre para follarle el culo, no, permiso no, la propiedad de su culo, eso es lo que ponía en la carta. ¿Había sido buena idea? ¿Culpa de un calentón? Estaba nerviosa, tenía miedo, no lo iba a negar; sabía que sólo bastaba una palabra suya y la carta no tendría efecto alguno. Pero por otra parte no podía dejar de visualizar la cara y la ilusión de su madre al leerlo. Amaba a su madre ¿De verdad le quitaría eso?

La menta de Tamara retrocedió 5 meses atrás. Se encontraba en un Vips; con ella estaban sus amigas, Irene, Laura y Carol. La conversación giraba en ese momento sobre sus respectivos novios, rollos y ligues. En este momento era Laura la que hablaba

-… pues el otro día estaba liándome con Víctor. ¿y sabéis qué es lo que me dice? Que si me dejo dar por detrás.

- ¡Hala! - Exclamaron las otras tres llevándose la mano a la boca. - ¿Y qué le dijiste? –Preguntó Irene

-Pues al principio le dije que no, que si era tonto, pero ya sabéis como es, me estuvo todo el rato dándome la brasa, erre que te erre, que si me iba a gustar, que lo había visto en muchos videos, que tendría cuidado…y al final le dije que vale

- ¿Y …cómo fue? –Quiso saber Carol, aunque todas estaban prestando atención

- ¡Horrible! ¡Fue puto horrible! –Exclamó Laura agitando los brazos. -Mira, primero que se la chupase para ponérsela dura. Después va y me dice que me ponga a cuatro patas, se pone detrás de mí e intenta metérmela. Y nada, que no entra. Me suelta que hay que lubricar así que me escupió en el ojete dos veces, ¡dos! – Relató remarcando con su mano el número, todo esto ante las caras de circunstancia de sus amigas las cuales sospechaban que no era lo peor que iban a escuchar- Y vuelve a probar y como tampoco entra dice que tiene que apretar más, osea ¿tú sabes que dolor? Menos mal que no había nadie en casa porque pegué un grito… El muy capullo dio un empujón que si no me rompió el culo le faltó poco. Y cuando me aparté le miro y tiene sangre y…y…bueno, ya sabéis...eso. –Recordó con aprensión.

- ¡Aaaggggghhhhhh! -Exclamaron sus amigas realmente asqueadas, tapándose las caras con las manos.

-Tía, dime por lo menos que se puso condón -Suplicó Carol que, apoyando el codo en la mesa, se llevaba la mano a la cabeza

-Sí, si se lo puso, y es lo único que hizo que ese cabrón siguiera vivo. Porque casi lo mato. Pero vamos, que nunca más.

La experiencia que Laura les había contado se quedó grabada en la mente de Tamara y, como si fuera una broma cruel del destino, esa noche estando ella y su madre muy acarameladas, Alicia le propuso de estrenar su culito.

-Cariño, estoy pensando…-Dijo seductoramente, acariciando suavemente su trasero- ¿Te gustaría…probar el anal? ¿Mmm? ¿Le darías tu culito a mami?

El relato de Laura se manifestó en la mente de Tamara, vívidamente, con todos los detalles.

-No, mamá...no… quiero…seguro que duele…y…y…

-Tranquila hija, tendré cuidado…veras como te gusta también- Insistió suavemente acariciándole la mejilla

“Tendré cuidado”, “Verás como te gusta” Las mismas palabras que le dijo Víctor a Laura. Un gran temor se apoderó de Tamara haciendo que se apartase del contacto de su madre

-No…de verdad. No quiero hacerlo. –Declaró mientras agachaba la cabeza

-No te preocupes cariño, si no quieres no pasa nada. Nunca haré algo que tú no quieras ¿vale? - Dijo mientras le sostenía las manos

Tamara asintió levemente, pero se encontraba confusa y aun ligeramente asustada; se había roto la magia de la noche.

-Mama, creo…creo que me voy a acostar ya. -Dijo sin levantar la vista del suelo

-Claro cielo. -Concedió sonriendo con resignación y le dio un beso en la frente- Buenas noches, descansa. -Dijo mientras su hija se iba a su cuarto en silencio.

A la tarde siguiente, estando las dos sentadas a la mesa tras haber terminado el postre, Alicia quiso abordar la cuestión

-Cariño…lo de anoche…perdona si te asusté- Dijo mientras le cogía ambas manos suavemente. -Entiendo y respeto que no tenga por qué gustarte todo así que te prometo que no volveré a sacar el tema ¿vale? Si hacemos algo quiero que sea porque tú lo quieres, libremente.

-Perdona mamá, es que…me da miedo. Y ayer estaba con las chicas en el Vips y Laura…

Tamara salió de su ensimismamiento a las puertas del mercado, agitó la cabeza fuertemente, como para sacudirse esos malos pensamientos y entró. Media hora más tarde se encontraba de nuevo en la puerta de su casa. Entró y pasó a la cocina donde dejo la compra, mientras su madre la llamaba desde el salón; una vez allí le pidió tomase asiento junto a ella.

-Tamara, antes de nada, quiero que sepas lo mucho, muchísimo que aprecio este regalo; pero no quiero hacerlo si no sé que tú también quieres. Si me dices que no, no me enfadaré ni nada, pero quiero estar segura. -Dijo mientras sostenía sus manos

El corazón de Tamara se puso a cien por hora. Ultima decisión. ¿se echaba para atrás? ¿continuaba adelante? El relato de Laura volvió a manifestarse. Miedo. Dolor. Pero era su madre, la persona que más la quería, sabía que se cortaría un brazo antes de hacerla daño.

-No hay nada que pensar mamá. Quiero. –Afirmó con toda la seguridad que pudo.

Alicia sonrió cálidamente, no dijo nada, pero veía que su hija temblaba como un flan. Cogiéndola de la mano la llevó a su habitación.

-Espera ahí un momento. -Dijo mientras se subía a una banqueta para buscar algo en su armario. -A ver a ver ¿Dónde lo he metido? ... ¡ah! aquí está. -Se bajó de la banqueta con dos objetos, una especie de tubito con rosca y lo otro era un pequeño objeto que le recordó a una peonza, el cual tenía como un zafiro en el extremo –Esto son una boquilla de ducha para aplicar enemas y un pequeño plug anal. –Explicó Alicia. -Ven conmigo al baño y te enseño como se usan.

Alicia desenroscó la alcachofa de la ducha y en cambio enroscó esa pequeña boquilla, abrió el grifo para comprobar que estuviera bien puesta y comprobó la temperatura del agua. Extendió una toalla en el suelo y ordenó a su hija que se tumbase de lado

-Ahora lo que vamos a hacer es practicarte un enema, insertaré este tubito en tu ano y verteremos agua en él para limpiarlo. Así no pasará como al lumbreras del novio de tu amiga.  –Dijo aplicando un poco de lubricante a la boquilla. –Relájate ¿vale?

Alicia introdujo suavemente la boquilla en el ano de su hija que, aunque intentaba estar relajada, su esfínter no estaba por la labor, sin embargó comprobó que no era doloroso. Su madre abrió la boquilla y empezó a notar como su interior se empezaba a llenar de agua. A los pocos segundos Alicia retiró la manguera.

-Ahora aguántalo unos minutos, para que el agua pueda limpiarte; notarás ganas de evacuar, es normal, pero si ves que por lo que sea no aguantas usa el váter. -Pasados unos minutos Tamara, sin poder aguantar más se levantó rápidamente para sentarse en el retrete mientras su madre salía del baño para darle privacidad; repitieron la operación una segunda vez y cuando Tamara confirmó a su madre que el agua salía limpia, esta le dijo que se terminase de lavar en el bidet.

-Ahora, vamos con la segunda parte, tenemos que acostumbrar a ese culito a tener invitados y este pequeño amiguito nos ayudará. -Dijo mostrándole el plug. -Túmbate en la cama y pon el culo en pompa. -Nerviosamente Tamara cumplió con el requerimiento, a pesar de todo el cuidado que tenía su madre aún se notaba asustada. Notó algo que invadía su esfínter. -Tranquila, solo es mi dedo. La tranquilizó Alicia. Lo introdujo con cuidado, sin prisas. Una vez dentro lo fue moviendo en pequeños círculos, masajeando suavemente. Ligeros suspiros se escapaban de Tamara

-Ahh…ahh…ais

- ¿Te gusta cielo? ¿Te duele?

-Se siente…se siente un poco raro, pero no, no me duele

-Eso está bien, muy bien cariño -Dijo acariciándola. -Ahora vamos con el plug, es un poco más grande, pero el esfínter responde bien.

Alicia lo untó bien de lubricante y lo dirigió hacia el ano de su hija usando los mismos movimientos que había hecho con el dedo, y empezó a introducirlo cuidadosamente.

-Ah, ah, ah, …ah...ay, ay. -Se quejó ligeramente Tamara conforme el grosor iba aumentando. –Chssst. -La tranquilizó su madre. -Un poquito más y…- Alicia lo empujó ligeramente hasta que, debido a la repentina disminución de grosor, el esfínter se cerró sobre él.

-Aahhhhhhhhh. -Gimió Tamara.

- ¿Ves? Ya está, levanta. ¿Qué tal?

-Bien, es raro, y tengo como...como ganas de ir al baño.

-Eso es perfectamente normal, ten en cuenta que la función del culo es evacuar, y tienes un objeto extraño introducido en él. Te has hecho un enema, asique sabes que dentro no hay nada más, ahora simplemente es que tu cuerpo se acostumbre…mira agáchate.

Nada más agacharse oyó el sonido de la cámara del móvil de su madre. – Mírate, que bonito queda mientras le mostraba la pantalla del móvil. -Ahí estaba el redondito culo de Tamara y una joyita de zafiro donde anteriormente estaba su agujerito. Simplemente Precioso.

-Por cierto. –Prosiguió Alicia. -Ya que has dicho que tú te encargas de la casa, voy a darme un capricho yendo de compras. No creo que tarde mucho. Mientras, quiero que hagas la casa y prohibido quitarse el plug, tienes que acostumbrarte a llevarlo, ponte unas braguitas para que no se te caiga por accidente, pero nada más. -Dijo levantándole la barbilla suavemente

Alicia abandonó la casa mientras Tamara seguía sus indicaciones, limpiando mientras vestía únicamente las braguitas, notando como el juguete le rozaba provocándole una ligera sensación de placer. Recogió el desayuno de su madre que aún seguía en la habitación, hizo ambas camas, pasó la aspiradora, el polvo, fregó suelos y ventanas mientras no dejaba de sentir el plug. Debía admitir para sí misma que era una sensación agradable.

Alicia volvió a casa a las pocas horas, iba cargada con varias bolsas; dejó las primeras en la cocina y dirigiéndose a su habitación miró en el salón donde Tamara se encontraba tumbada en el sofá leyendo un libro

-Hola hija, ¿todo bien?

-Muy bien no me molesta ni nada, de hecho, hasta es una sensación agradable cuando te acostumbras

-Mmmmmm muy bien así me gusta, ven, vamos a aumentar un poco el diámetro. – Dijo mientras iba a su cuarto a dejar las restantes bolsas. Tamara memorizó la página por la que iba y tras cerrar el libro siguió a su madre al cuarto donde ésta le esperaba con un plug ligeramente más grande. -Ponte en la cama, en pompa. –Tamaraobedeció. –Muy bien, ahora sácatelo...No-no-no, sin manos. –Cortó Alicia al ver que su hija estiraba un brazo hacia su culo. Tamara se quedó confusa un momento hasta que comprendió que era lo que quería su madre. Así que apretó fuerte para hacerlo salir

-Mmmmmpppf…mmmpff…uf...mmmmpf…aaah ahhh…uf, uf, uf… mmmmpf…aaaahhhhhhhh

Cuando el pequeño plug salió finalmente, Alicia lo pilló al vuelo y lo examino, estaba limpio, seguidamente usando su dedo sondeó el culo de Tamara, entraba sin problemas y ni había ningún micro desgarro. Lubricó bien el nuevo juguete y lo apuntó al ano de su hija.

-Este te puede causar alguna pequeña molestia al principio, iremos con cuidado, pero gracias al otro tienes el culito dilatado, veras que bien entra.

-Aahhhhh, aaahhhhh, uf, uf, uf, uf, ahhh… ¡AY, AY, AY! -Se quejaba Tamara conforme el grosor iba aumentando. -Aguanta cariño, solo queda un poco. -Dijo Alicia vertiendo un poco más de lubricante.

-Ay, ay, ay… AAAHHHH, ¡AAAAHHH! -Finalmente superado el máximo diámetro del plug el esfínter volvió a cerrarse sobre el angostamiento mientras Tamara respirada agitadamente acostumbrándose al nuevo juguete mientras con las manos se palpaba asegurándose que todo estaba bien. Cuando se calmó se incorporó y dio unos pequeños pasos. Al ser más grande que su homólogo anterior tenía unas ligeras molestias, aunque se iban desvaneciendo conforme comprobaba que, efectivamente, las sensaciones que le producía al moverse eran sensiblemente mayores.

-Venga, vamos a comer, que he traído shushi. –Dijo Alicia mientras salía de la habitación hacia la cocina.

Mientras Alicia se encargaba de emplatar el sushi, Tamara se encargaba de ir poniendo la mesa. Su madre se fijó en que caminaba “raro”, con las piernas más juntas y la espalda como más recta, además tardaba más de la cuenta en llevar las cosas, suponía la razón de esto, pero quiso asegurarse

-Cariño, ¿vas bien? Caminas raro. –Preguntó Alicia con cierta malicia

-Sí, si…bueno…más o menos…uffff. –Respondió la aludida. –Esto no me lo pone fácil…ahh.

Se sentaron en la mesa del café, ya que se iba a comer sushi, había que hacerlo correctamente, con palillos y de rodillas, al estilo japonés.

-Por cierto, hija, ¿sabías que hay una práctica para comer sushi llamada Nyotaimori? Se trata de comer el sushi sobre una chica desnuda. –Comentó Alicia mientras mojaba un maki en soja

- ¿En serio? Si me lo hubieras dicho podríamos….

-Me acaba de venir a la cabeza, pero ya en otra ocasión, hoy quiero disfrutarlo contigo. –Dijo Alicia mientras le ofrecía con los palillos un sashimi de salmón que Tamara cogió con la boca. - ¡Ah! Antes que se me pase, luego tienes que pasarte por la pastelería, que he dejado una tarta encargada…de trufa

-Mmmmmm. –Se relamió Tamara. –Pero… ¿tengo que ir…con esto? -Preguntó no muy convencida

-Vaaa, vengaaaaa, es mi cumple, hazlo por mami ¿sí? -Suplicaba Alicia mientras la mecía suavemente con un brazo

-Vaaaale. Respondió sonriendo mientras entornaba los ojos.

Terminaron de comer, y mientras Alicia hacía un poco de ejercicio Tamara aprovecho para echarse a dormir, llevaba todo el día haciendo cosas y un descanso no le venía mal. Al cabo de un rato notó como su madre la meneaba ligeramente para despertarla.

-Tamara, venga ya debería estar la tarta. Acércate en un momento a por ella

Se vistió con unos vaqueros y una camiseta y salió mientras oía como la ducha de su madre empezaba a echar agua. La pastelería se encontraba a 5 minutos andando, pero con ese artilugio insertado en su culo, se iban a convertir en 10. El roce que le producía al caminar desataba unas constantes sensaciones de placer, además, no sabía por qué, pero notaba como si todo el mundo la mirase, como si supiesen lo que llevaba. Notó como se le subía el color a la cara, por lo que agachó la cabeza e intentó caminar más rápido para terminar antes; pero esto aumentaba el roce, lo que alimentaba el circulo vicioso que estaba sufriendo. Tanto el roce como la idea de sentirse descubierta, le estaban produciendo un gran sofoco…y lo peor, se estaba poniendo cachonda. Finalmente llegó a la pastelería.

-Hola, buenas. Venía a recoger una tarta, a nombre de Alicia

-Sí, dame 1 minuto que la saque. ¡Madre mía! Estas colorada ¿Has venido corriendo?

- ¿Eh? ... ¡Sí! ...corriendo, he venido corriendo…sí…y el calor ¡Jo, qué calor!  –Contestó nerviosa mientras notaba cómo otros clientes la miraban.

-Aquí tienes, ya está pagada, ¿vale? Que no se te derrita.

- ¡Sí!, ¡Gracias! ...adiós. –Dijo mientras abandonaba la tienda a toda velocidad

Cuando Tamara entró en el ascensor, no pudo evitar meter las manos en sus bragas, comprobó definitivamente que estaba húmeda. Introdujo las llaves en la cerradura y abrió la puerta. Enseguida notó que la casa estaba a oscuras a excepción de una suave luz que provenía del salón.

- ¿Hola? ¿Mamá? -Preguntó Tamara a través del pasillo sin obtener respuesta. Dejó la bolsa en la encimera de la cocina y se dirigió al salón. Vio que las lámparas estaban cubiertas de finas telas rojas otorgándole la misma tonalidad a la luz, al fondo, sobre un aparador se veía una varilla humeante de incienso que llenaba la habitación con su fragancia. Tamara recorrió con la mirada toda la estancia hasta que sus ojos de detuvieron en un papel sobre la mesa; se acercó y leyó lo que ponía había escrito

“Desnúdate, cuando lo estés toca la campanilla y espera”

Tamara obedeció sin demora, apilando su ropa en una de las sillas, se dirigió al aparador donde reposaba la campanilla al lado de la varilla del incienso. Le traía muchos recuerdos, cuando era más pequeña su madre se la compró para que cuando se encontraba enferma, pudiese agitarla y su madre acudiría; más por el juego que por la utilidad en sí, pero le daba un toque de diversión al hecho de tener fiebre. Agitó suavemente la campanilla y aguardó expectante.

A los pocos segundos comenzó a oír un taconeo que se acercaba, lento pero constante hasta que la figura de Alicia apareció por la puerta; apoyándose con un brazo en una de las jambas. Tamara tenía los ojos como platos y las piernas como mantequilla con la visión de su madre.

Alicia calzaba unas botas de cuero de caña alta con plataforma y tacón alto que le llegaban hasta la rodilla; tenía diversas correas para sujetarlas a lo largo de la pierna. Vestía también un pantalón pitillo de cuero negro, como aquel que le gustaba tanto a Tamara, rematado con un cinturón cuya hebilla era una calavera plateada. De cintura para arriba se encontraba totalmente desnuda. Se había dejado su sempiterna melena rubia suela cayéndole libremente; Tamara fijó la vista en su cara; se había maquillado con una sombra de ojos negra y se había pintado los labios en un tono rojo intenso, otorgándole todo ello un aspecto salvaje y duro.

Nada más ver a su madre Tamara sintió como crecía su excitación y pasado el impacto inicial caminó hacia su madre lenta y sensualmente con una media sonrisa pintada en la cara; hora de jugar. Alicia hizo lo propio, avanzó lenta pero firme, manteniendo un semblante serio pero cargado de pasión.

En cuanto estuvieron al alcance de la otra Alicia estiró el brazo y la atrajo bruscamente hacía si, fundiéndose en un apasionado beso al que Tamara respondía acorde. Mientras Alicia sujetaba con una mano la cabeza de su hija la otra bajaba por su espalda para sobarle el culo; mientras que Tamara abrazaba a su madre con fuerza. Las lenguas de ambas hembras se enfrentaban en sus bocas, un duelo por lograr la dominancia sobre la otra, girando y retorciéndose sin parar para disfrute de madre e hija las cuales dejaban atrás cualquier atisbo de filiación en pro de la pasión pura.

Cuando ambas bocas por fin se separaron, Alicia, agarrando de una de las muñecas y del hombro contrario a su hija la empujó ligeramente para abajo; Tamara la miró con un brillo en los ojos y una media sonrisa de comprensión que fue correspondida por un gesto idéntico de su madre. Tamara empezó entonces un lento y sinuoso descenso hacia las piernas de su madre mientras cubría todo el camino de besos empezando por el cuello los cuales fueron compensados por cálidos lametones de su lengua cuyas cosquillas hacían estremecerse a su madre; bajó al pecho donde dedicó unos momentos a lamer y succionar sendos pezones, arrancando un suave ronroneo en su madre la cual no dejaba de acariciarle la cabeza. Las manos de Tamara bajaban por la espalda de su madre manteniéndose un poco más altas que su cabeza mientras la acariciaba amorosamente. La joven abandonó los pechos de su madre con una ligera desazón al notar de nuevo una suave presión por parte de ésta para que siguiera su camino; bajó por su vientre dando repetidos besitos y, al llegar justo antes de ombligo, levantó la vista y vio a su madre que se estaba acariciando un pecho mientras su cabeza miraba al techo dejando escapar suaves suspiros con los ojos cerrados, lo estaba gozando. Sacó la lengua y lamió suavemente de vuelta en camino recorrido, para de nuevo volver a bajar de la misma forma que antes. Llegó al ombligo donde plantó un beso más intenso, avisando que casi había llegado a su meta. Continuó su descenso ya posando las manos en el trasero enfundado en cuero de su madre, le encantaba esa textura y lo terso y firme que era el culo de Alicia; lo acariciaba con intensidad, apretando de vez en cuando; miro para arriba y vio a su madre mirándola con una ligera sonrisa de complicidad. Le mostró lengua y, sin dejar de mirar a su madre, la pasó por la calavera del cinturón antes de llegar por fin a su meta.

Poniéndose ya finalmente en cuclillas frente a su madre, rodeó sus muslos con los brazos posando las palmas de sus manos en sus glúteos. Tamara se percató que este pantalón era diferente, en la parte pélvica tenía una cremallera que hasta el momento había pasado desapercibida por su pequeño tamaño; sacó entonces la lengua y comenzó a darle suaves pero firmes lamidas intercaladas con besos, mientras sus manos no dejaban de acariciar el culo de su madre, era evidente que estaba pidiendo, no, pidiendo no, suplicando paso. Tras unos segundos sintió un suave tirón del pelo hacia atrás que le obligó a levantar la cabeza; vio a su madre que la miraba fija e intensamente. Sin perder el contacto visual, Tamara vio como el otro brazo de su madre bajaba lentamente hacia su entrepierna, su respiración se aceleró ansiosa mientras se arrodillaba frente a su madre. Escuchó el inconfundible sonido de la cremallera abriéndose despacio; Alicia se regodeaba en el ansia de su hija, que había abierto la boca mostrándole la lengua. Alicia dejó caer un pequeño hilo de saliva que fue recogido por su hija con la punta de la lengua, momento en el cual Alicia la atrajo contra su sexo ya totalmente libre. Aún no se habían dicho ninguna palabra.

Estiró su espalda y cuello lo máximo posible para poder alcanzar el clítoris de su madre, besándolo suavemente, y rodeándolo con sus labios, lo succionó mientras su cuerpo bajaba de nuevo hasta que se vio obligada a liberarlo. No había contado con que los tacones y las plataformas que usaba su madre iban a colocar su premio a una altura casi inalcanzable. Volvió a estirarse todo lo que pudo y sacando la lengua atinó a poder moverla rápidamente por la raja de su madre antes de que sus músculos la obligasen a bajar de nuevo y descansarlos. Volvió a intentar besar el clítoris de su madre, pero apenas pudo rozarlo más que unos pocos segundos. Frustrada por su fracaso hizo amago de ponerse de nuevo en cuclillas, donde sí que podría llegar, pero nada más levantar la rodilla del suelo la mano de su madre se posó en su cabeza presionándola fuertemente hacia abajo, si quería comerla en coño iba a tener que hacerlo de rodillas. Tamara se levantó todo lo que pudo, doblado los dedos de los pies para ganar unos pocos centímetros de altura, estiro su espalda y cuello y se agarró con fuerza a la cintura de su madre, quien con una mano la sujetó la cabeza como única ayuda. La joven se lanzó ansiosa a besar y succionar el clítoris de su madre, intentando aguantar el mayor tiempo posible a pesar de lo incómodo de su postura. Tras un rato se vio obligada a bajar; volvió a tomar impulso y regó con húmedas pasadas de lengua toda la raja de su madre, la cual la recompensaba con suaves suspiros. Estuvo un rato así, subiendo, lamiendo como buenamente podía todo el sexo de su madre y bajando a recuperar fuerzas.

Tamara estaba teniendo problemas para poder complacer a su madre como esta merecía, le empezaban a doler los dedos de los pies y el cuello debido a lo forzado de la postura que se veía obligada a adoptar, entretanto Alicia no había hecho ningún amago de facilitarle las cosas; seguía completamente de pie, con las piernas abiertas, sujetando con una mano la cabeza de su hija para asegurarse de que seguía ahí mientras que con la otra se estimulaba los pezones suavemente. En medio de uno de sus intentos Tamara sintió repentinamente como su madre la tiraba suavemente del pelo hacia arriba obligándola a incorporarse. Ya de pie, Alicia tiró un poco más de éste, obligándola a alzar la mirada. Tamara, nerviosa, miraba con cara de disculpa el semblante serio de su madre, quien tras un instante de tenso silencio, esbozó una muy ligera antes de plantarle un beso en la boca, “no hay nada que disculpar” significaba.

Cogiéndola de la mano la llevó hacia uno de los sillones, se puso frente a ella y, con suma elegancia se sentó en él, se recostó y abrió las piernas, mientras arrojaba un cojín al suelo frente a ella. Tamara sabía exactamente lo que se esperaba de ella, por lo que se arrodilló frente a su madre, que estaba sacando un cigarrillo de su cajetilla, para volver a sumergirse entre sus muslos.

Alicia encendió el mechero y prendió el cigarrillo dando una primera calada con parsimonia mientras Tamara iniciaba los nuevos compases del cunnilingus. Apoyó las manos sobre los muslos de su madre acariciándolos, adoraba el tacto y el olor de esos pantalones, mientras que su lengua se afanaba por pasar por el hueco que dejaba la cremallera, el cual no era muy amplio por lo cual Alicia se recostó un poco más sacando un poco las piernas y ampliando el espacio entre ellas a fin de que Tamara pudiera hacer bien su trabajo.

La joven continuó por donde la había dejado antes; dando profundas lamidas por toda la raja alternando alguna vez con movimientos de succión al clítoris que hacían tensarse los músculos de su madre y arrancarle algún gemido. Al contrario que otras veces en las que Alicia guiaba sus movimientos con sus manos ya sea separando los labios o presionando su cabeza contra su vagina, en esta ocasión se limitó a apoyarlas relajadamente en los reposabrazos del sofá, ni siquiera se molestaba en acariciarse los pechos como en otras veces si no que se abandonó al placer, centrándose únicamente en disfrutar de la comida de coño que le daba su hija mientras se fumaba tranquila y despreocupadamente su cigarrillo. Las manos de Tamara se encontraban en las caderas de su madre, acariciándolas suavemente, pero la situación la estaba calentando mucho, por lo que comenzó a retirar una de ellas para acariciarse a sí misma mientras seguía lamiendo el delicioso coño de su madre. Apenas había retirado la mano unos centímetros cuando notó como era detenida por la mano de su madre que, sin decir nada, la volvía a conducir hacia sus caderas; Tamara alzó la vista para encontrase con la mirada de su madre que la observaba seriamente mientras daba una suave calada; bajó los ojos con resignación notándose cada vez más cachonda sabiendo que no iba a poder aliviarse. Para rematar la situación, Alicia envolvió una pierna alrededor de la cabeza de su hija, sin apretarla, simplemente para dejarle claro que iba estar ahí hasta que ella quisiera.

Tamara continuó complaciendo diligentemente a su madre con la lengua y sus labios un rato más; no decía nada, pero los suspiros y eventuales espasmos que sufría el cuerpo de Alicia daban a entender que lo estaba gozando.  Al cabo de un rato de gozar de la boca de su pequeña, Alicia apagó su cigarrillo en el cercano cenicero, echó la cabeza hacia atrás y exhaló una columna humo mientras Tamara, ajena a todo, seguía comiéndola sin pausa. Liberó su cabeza del abrazo de la bota y suavemente la empujó hacia atrás con el píe. Tamara, sin salir de la posición de rodillas hecho los brazos haca atrás expectante de lo que hiciera su madre; con la punta de su bota, Alicia acarició la vagina de su hija, arrancándole un suave espasmo. Estaba mojada. Excelente.

-Date la vuelta.

Tamara se giró 180º quedando de espaldas a su madre, con las manos apoyadas en sus muslos expectante, era la primera vez que le había hablado; la presión de la bota en su espalda la obligo a ponerse a cuatro patas. Alicia se inclinó hacia adelante, acariciando los glúteos de su hija antes de posar su mano sobre el plug. Los músculos de Tamara se tensaron en señal de alerta al notar como su madre tiraba suavemente de él.

-Aaahhhhh…ahhhhh… ¡AH! -Gemía Tamara. Aunque sentía algo de dolor por el repentino estiramiento de su ano, eran más gemidos de gusto.

Alicia extrajo totalmente el juguete y vio como el agujerito de su hija se mantenía unos instantes abierto antes de empezar a cerrarse poco a poco. Ya estaba lista. Se levantó mientras le daba dos ligeros toque a su hija para que hiciera lo mismo. La llevó hacia la mesa del comedor apoyándola contra ella y la dejó ahí un momento mientras sacaba de un cajón su arnés al que había colocado un dildo ligeramente más pequeño que el habitual, se lo ajustó y se acercó despacio a su hija que no se había movido, expectante como estaba. Le agarró suavemente la cabeza y la besó intensamente; cualquiera que la viese diría que estaba intentando comerse a la joven, sin embargó esta respondía de igual manera. Nada más separar sus bocas, Alicia giró rápidamente su hija y la empujo contra la mesa. Tamara, echada sobre la mesa, se agarraba a esta por el borde de la mesa, mientras permanecía expectante, estaba asustada, pero también muy excitada mientras su mente no dejaba de pensar en lo siguiente que le haría su madre. Alicia estaba detrás de ella, contemplando la estampa de su hija, podía oír su respiración agitada, veía como temblaba ligeramente de miedo y excitación y se situó detrás de ella, agarrándola por las caderas. Tamara cerró los ojos fuertemente, esperaba notar en cualquier momento ese dildo, se agarró fuerte a la mesa, notando como las manos de su madre le separaban las nalgas, y apretó los dientes. De repente notó una sensación húmeda y algo que no era un pene. Alicia se había agachado y estaba jugando con su lengua en el culo de su hija. Toda la tensión que había acumulado Tamara se desvaneció para ser sustituida por oleadas de placer. La lengua de Alicia describía continuamente círculos alrededor del ano de su hija la cual solo podía suspirar de gusto, sin moverse de la postura.

-Mmmmmm…aaahhhh...ahhhhh…ssssiiiiii…ah…ah…ah. -Gemía de placer mientras la lengua de su madre le pegaba fuertes e intensos lametones en su culo, estimulando todas las terminaciones nerviosas.

Alicia cambió de táctica y abriendo ligeramente el esfínter de su hija tirando con dos dedos, puso la lengua en punta, introduciéndola levemente. Esto intensificó las sensaciones que invadían a Tamara las cuales se multiplicaron cuando su madre comenzó a realizar movimientos de mete-saca y circulares con la punta de la lengua

- ¡Si! ¡AH! ...por favor, mamá…mmmm…no pares, no pares…si… ¡SÏ! ...ahhhhh…uf…que gusto…ahhhhhh

Tras un rato con la lengua metida en el culo de su hija y caliente por los ruidos que ésta hacía no pudo aguantar más. Se incorporó y situándose detrás dio unas suevas patadas en las piernas de Tamara con sus botas. -Ábrete de piernas y no te muevas. –Ordenó secamente. Seguidamente le dio un sonoro azote en la nalga derecha

¡PLAS! –¡AY! –Se dolió Tamara, le había pillado por sorpresa. ¡PLAS! - ¡AYY! -Volvió a quejarse al recibir otro azote en la nalga izquierda antes de haber podido decir o hacer nada.

Alicia se agacho sobre su hija, cuya respiración se había vuelto de nuevo agitada, por los nervios y la excitación que tenía

- ¿De quién es este culito? –Preguntó Alicia con una voz cargada de perversión mientras le agarraba el culo con lascivia

-Tuyo...es tu…-Respondió Tamara con un hilo de voz

-No te he oído -Replicó seriamente mientras le daba un agarrón del pelo - ¡¿Qué de quién es?!

- ¡AAAAYYYY! ¡TUYO, TUYO! ... ¡MI CULO ES TUYO! – Exclamó esta vez sí, con claridad. Alicia la liberó de su agarre...y le propinó un nuevo azote que Tamara recibió en silencio.

Alicia se inclinó de nuevo contra su hija, acercó su boca al oído de su hija y chupó y mordisqueó suavemente el lóbulo, arrancándole unos suaves suspiros a Tamara.

- ¿Quieres que te lo folle? ¿Mmm? ¿Quieres que mamá te abra el culo? -Preguntó mientras con una mano le acariciaba el punto donde le había dado el azote, Tamara movía afirmativamente la cabeza –Pídemelo.

-Mama…por favor…fóllame el culo…es tuyo… fóllamelo -Pidió Tamara con la voz entrecortada por los jadeos de excitación.

Alicia bajó suavemente la mano por la espalda de su hija, haciéndole cosquillas por el roce de las uñas y, cuando llegó al culo, soltó otro sonoro azote. –Ouch…aaahh. –Gimió Tamara - Esa es mi niña. –Dijo Alicia mientras se dirigía a la mesilla por el bote de lubricante y el tabaco.

Untó generosamente el dildo de lubricante y con un dedo lubricó la cavidad anal. Debido a la diferencia de altura, Alicia hubo de doblar ligeramente las rodillas para situar la polla en la entrada del ano. Ahora sí, presionó suavemente y comenzó a introducirlo, lentamente, dejando que su hija se acostumbrase.

-Ahhhh…ais…uuffff…ouch…uf. –Comenzó a gemir Tamara en cuanto notó al falo violar su puerta trasera. Alicia detuvo la penetración, dejando que el cuerpo de su hija se acostumbrase. Cuando Tamara se relajó, retiró el dildo, arrancándole un largo suspiro de gusto. Volvió a repetir la operación, esta vez más profundamente.

-Ahhh…uf, uf, uf, uf…aaaiiissss. -Resoplaba Tamara intentando obviar el dolor que estaba sintiendo, ¿le dolía? Si, un poco pero también empezaba a acostumbrarse a la polla con la que le follaba su madre. Apenas quedaba una pulgada de consolador sin meter; Alicia, colocando bien las manos en la cintura de su hija, tomó un ligero impulsó y de un movimiento seco de cadera le clavó el trozo faltante.  - ¡AAAAHHHHHH! ¡AHHHHH! – Gritó una sorprendida y dolorida Tamara. El hecho de ponerse completamente de pie obligaba a que Tamara tuviera que ponerse de puntillas y subir el culo, lo que profundizaba la penetración.

Alicia estuvo repitiendo la misma acción durante varios minutos, penetración constante y empujón final hasta que notó que los gritos y gemidos de dolor de Tamara adquirían un cariz más erótico, su cuerpo ya había empezado a disfrutar del sexo anal.

-Ahhh…ahhh… ¡AHH! uf…uf… ¡AAAHHH! …ahhh…ah… -Gemía Tamara cada vez que su madre la embestía. La tensión del principio había desaparecido, ahora se dejaba hacer sin oponer resistencia, dejándose llevar por las expertas manos de su madre.

Pasado un rato y viendo que su hija solo jadeaba de placer decidió aumentar la intensidad. Sus movimientos de cadera se hicieron más rápidos, clavando el dildo hasta el final de un único movimiento. Se encendió otro cigarrillo y mientras se lo fumaba, se sobaba sus pechos y pezones mientras agarraba del pelo a su hija la cual no dejaba de jadear.

- ¿Te gusta? ¿Mmm? ¿Te gusta como mamá te rompe el culo, pequeña zorra? Vamos dime como te gusta. -Reclamaba Alicia mientras asestaba un sonoro cachete sin dejar de follarla

- ¡Sí! …agh…me gusta…agh agh…soy tu zorra…fóllame… ¡AGH, AGH! ...mi culo…para ti… ¡Sí! -Acertaba a responder la aludida en medio de grandes jadeos de gusto.

El bombeo continuó ininterrumpidamente durante unos pocos minutos. Alicia se lo estaba pasando en grande, por fin estaba follando ese culo; y por sus jadeos, parecía que Tamara también estaba disfrutando. Dio una última y potente embestida que arrancó un jadeo de dolor en Tamara y sacó la polla del culo de su hija, la cual permanecía inmóvil sobre la mesa. –Levanta. –Ordenó Alicia tirándole del brazo y llevándosela al sofá. Alicia se sentó, abrió las piernas haciendo señas para que Tamara se situara sobre ella. –Cabalga hasta que te corras…puedes tocarte…pero a mí no. -Instruyó a su hija. -Y con esto. -Dijo mientras sacaba el plug pequeño. Se lo acercó a la boca y lo lamió sensualmente mirando a su hija a los ojos antes de introducirlo en el culo de Tamara donde entró sin problemas.

Tamara se sentó sobre el dildo y empezó a subir y bajar a un ritmo moderado mientras que su mano acariciaba su vagina, La sensación de tener su vagina y culo llenos hacía que Tamara disfrutase doblemente cada vez que se dejaba caer sobre la polla de látex. Mientras tanto Alicia se sobaba sus pechos y lamía sus pezones con lascivia, sin dejar de mirar a su hija, sabía que había pocas cosas que le calentasen más a Tamara que verla tocarse, y tocarla, pero en esta ocasión no podía tocarla.

Mientras Tamara se follaba, Alicia le dio un azote. –¡Más rápido! –Tamara aumentó el ritmo de la cabalgada aumentando su jadeo mientras su madre seguía disfrutando de sus tetas y cigarrillo. - ¡Mas rápido! –Volvió a exigir Alicia dándole otro azote. - ¡O te corres antes de que termine mi cigarro o no te corres! -Amenazó Alicia y Tamara, ante el temor de que cumpliese la amenaza comenzó a cabalgar a su madre a un ritmo endiablado mientras su mano acariciaba su clítoris furiosamente.

-AH…ah...ah…si, si si…me corro…me voy a correr…mamá…uf…me voy a correr...AHHHHH…AHHHH. –Clamaba Tamara con la respiración agitada

-Muy bien. Córrete para mami, eso es…. ¡Córrete! ¡Vamos! –Le animaba Alicia mientras le acariciaba los muslos

- ¡AH! ... ¡AAHHHH! ... ¡ME VOY A CORRER! ¡SI! ... ¡MAMÁ! ... ¡AH! ... ¡AH! ...MAMÁ…MAMÁ...ME CORRO… ¡SI! …MAMÁ… ¡ME CORRO! …MAMÁ…MAMÁÁÁÁÁÁGHHHHH. –Gritó Tamara antes de explotar en un brutal orgasmo que le hizo caer sobre su madre

Tamara tardó un poco en levantarse, tiempo el cual Alicia usó para acabar su cigarrillo, mientras el peso del cuerpo de su hija yacía sobre ella. Había sido una pasada. Cuando Tamara se recuperó, miró a su madre buscando su aprobación y ésta la besó con ternura. –Lo has hecho muy bien, cariño, pero aún te queda una última cosa, ponte de rodillas. –Pidió mientras se quitaba el arnés.

Tamara obedeció a pesar de lo fatigada que estaba, Alicia lo sabía, pero estaba realmente cachonda así que sabía que sería un momento. En esta ocasión sí se agachó ligeramente para poner su coño a la altura de la cara de su hija. Agarrándola con ambas manos de la nuca comenzó a frotar su coño en la cara de su hija la cual había sacado toda la lengua fuera y dejaba que fuese su madre quien marcase el ritmo, mientras ella no dejaba de acariciar las piernas de su madre a través del pantalón.

-Eso es… ¡sí! …lame…lámeme todo…uf sí que gusto…más… ¡sigue! …no pares, no pares. –Gemía Alicia mientras mecía sus caderas y notaba la lengua de su hija por toda su vagina. Paulatinamente fue aumentando el ritmo, buscando ansiosa el orgasmo.

-Arf, arf…uf…abre la boca, Tamara, ¡Ábrela! …uf…me voy a correr…mamá se va a correr…abre… ¡Ah! … ¡Ah! … ¡Ah! …. ¡joder, que me corro! ¡AAAGGGHHHHH! … ¡ME CORRROOOO! … ¡AAAAHHHHHHHH! – Gritó Alicia mientras apretaba fuertemente la cabeza de su hija en su coño mientras que Tamara se abrazaba con fuerza a las piernas de su madre.

La respiración de Alicia se fue relajando poco a poco, al igual que el agarre sobre su hija, la cual ya le estaba dando pequeños toques en el culo para que la soltase. SE dejó caer de rodillas frente a su hija, ambas estaban exhaustas, pero sonrientes. Acercaron sus bocas y se dieron un profundo beso, Alicia notaba su propio sabor mientras besaba a su hija, entendía por qué le gustaba tanto. Cuando se separaron se miraron a los ojos, no hizo falta hacerse preguntas, habían disfrutado.

-Y ahora ¿Qué tal un poco de tarta? ¿te apetece? –Preguntó Alicia mientras apartaba un mechón de la cara de su hija.

Los ojos de Tamara se abrieron de repente.

- ¿Qué? –Preguntó Alicia extrañada por el súbito cambio de expresión

- ¡La tarta! -Exclamó Tamara levantándose precipitadamente. -No-no-no-no-no-no. – La oyó decir su madre en su carrera a la cocina.

Como siempre, todos los comentarios, correos, consejos, impresiones y críticas constructivas son sinceramente agradecidos y bien recibidos en aras de la narración.