miprimita.com

Mi marido me convence que sea la puta de mi padre

en Sexo con maduros

Mi segundo marido, que primero fue mi amante, me fue convirtiendo poco a poco en una puta de hombres maduros, mientras más viejos y degenerados mejor para él y debo decir que también para mi. Mi marido hizo que saliera la puta que llevaba dentro de mi. Siempre me consideré una mujer ardiente y muy liberal, desde mi adolescencia a todas mis parejas les fui infiel, pero soló hasta que me sedujó mi actual pareja descubrí lo putona que podía ser y eso siempre se lo voy a agradecer. Ser una mujer que, con el permiso del marido,  calienta descaradamente a viejos y que le abre facilmente las piernas ha sido lo mejor que me ha pasado.  Mi marido sólo pide ser él el que elija al macho que me va a montar, como lo debo calentar y luego que le cuente todo con lujo de detalles... esas tres condiciones yo las cumplo feliz y ambos gozamos con todo el proceso cuando estamos en la cama.

Pueden leer mis otros relatos y disfrutar como me he comido a Jorge (la pareja de mi mamá), a Ernesto (el viejo chofer de mi trabajo), a Jaime (el decadente jardinero de mi barrio), a Carlos (el unico que no es viejo pero siendo mi cuñado el morbo fue gigantesco) y a Aurelio (el de la enorme polla negra).  También pueden leer como me dieron Jorge y Ernesto juntos.

Hay otras historias que luego contaré, les puedo decir que mi vida sexual es intensa ofreciéndome a viejos, yo estaba feliz sintiendome cada día más puta pero hasta ahora no me imaginaba que mi marido lograría que me entregara a mi viejo padre, esta aventura que ahora les contaré resultó ser la más caliente y placentera de todas.

Como ya he contado soy una mujer algo exhuberante que se mantiene muy bien a mis 40 años (bueno unos añitos más da lo mismo), todos me dicen que soy muy guapa y sensual, lo que más me celebran son mis labios carnosos y especialmente tetas grandes y firmes, con unos pezones que realmente enloquecen a muchos. Siempre me he vestido muy sensual pero desde que estoy con mi actual marido he desarrollado muchísimo más mi forma provocadora de presentar mi cuerpo a los ojos de los hombres.  Mi escote es muy decidor de lo putona que soy, particularmente cuando no llevo sujetador, y mis vestidos cortos y semi transparentes dejan poco a la imaginación, me exita mucho que se noten mis colalles... mis movimientos son descarados cuando estoy con quien mi marido me ha señalado que debo conquistar.

Asi era mi vida, cumpliendo a cabalidad las tareas impuestas por mi marido cuando llegó de visita mi padre.  Mi padre vive con su nueva familia en el extranjero y nos visita cada dos años, se queda un par de meses para estar con sus nietos, hijas y amigos.  Esta vez viajó sólo y yo sin saber lo que pasaría lo invité gustosa a que se quedara en mi casa.

A los pocos dias de haberse instalado en mi casa, mi marido me dijo que notaba que mi padre me miraba con deseo, debo decir que yo algo habia percibido pero no pensé nada más. Mi marido estaba caliente con la idea de que fuera la puta de mi papá.  La primera vez que me lo dijo no le presté mucha atención ni interés, pero a los días yo ya estaba convencida de que mi padre me miraba con ganas. Mi marido insistió, yo le dije que no queria jugar ese juego y que mi padre no me calentaba... entonces mi marido me pidió que me mostrara más putona unos días y que si después yo no quería seguir el coqueteo él no insistiría más.  Como me gusta muchísimo que los hombres me miren acepté la idea.  Mi padre era un hombre viejo, estaba cerca de los 65 años y tenia esa apariencia decadente que ya tanto me gustaba.

Como era verano me resultó facil circular por la casa con poquita ropa, exageré mi escote y lo transparente de mis corto vestidos, mi padre no dejaba de mirarme cada día ocultando menos la lujuria que se iba apoderando de su cuerpo, podía notar su erección que daba cuenta de su excelente dotación. Mientras movia mi cuerpo para el, empecé a calentame más y más.  Mis tetas se hinchaban y mi sapito se mojaba cada día más rápidamente. cuando me agachaba con cualquier pretexto sentia mis juguitos correr entre mis piernas y crecían mis ganas de sentirme manoseada por mi papá.

Mi marido notando que mi interés iba en aumento y luego de confesarle que ya deseaba ser la puta de mi papá, me pidió que me mostrará más, que anduviera en las mañanas en babydoll y que lo invitara a la piscina del edificio usando el más diminutos de mis bikinis. Acepté encantada y caliente ambas peticiones.  El primer desyuno que le serví con babydoll tuvo un alto impacto en mi padre, no pudo evitar decirme lo estupenda que estaba y aprovechó de rozarme varias veces con sus manos. Los dias siguientes yo apoyaba mis tetas en sus hombros o en su espalda y nuestras miradas empezarón a ser exitantemente turbias. Nuestras visitas a la piscina fueron los que faltaba para encender el prohibido fuego del deseo incestuoso que ya ambos ya queriamos, sentir sus manos espaciérdome el bronceador casi me impulsan a besarlo desesperadamente; pero sabía que debía esperar la orden de mi marido.

La orden llegó... mi marido me dijo inventaría un viaje de trabajo, nos dejaría solos toda la noche del viernes para que me lo comiera completito.  Como le gustaba decidir los detalles, mi marido eligió mi vestimenta para la ocasión, me vestí como toda una puta, mi vestido negro más transparente y un colalles rojo, arriba sin sujetador para que se notarán claramente mis tetas con un descarado escote, mis piernas cubiertas con una medias caladas y zapatos rojos con taco alto. Preparé una romantica cena y me fui a vestir... mi padre imaginando lo que vendría se paseba como un macho en celo... aparecí en el comedor completamente mojada, mis tetas querián escapar del vestido.  "Te gusta como me veo Miguel" nunca lo había llamado por su nombre... te ves espectacular me dijo... "me vestí para ti papito".  Yo notaba su verga parada, no pude evitar fijar mi vista en el tremendo bulto que sobresalía de su pantalón.  Mi papá se acerco nervioso, me tomó de las caderas y me acercó con fuerza a su cuerpo... yo me apreté a el y le ofrecí mi boca.  No besamos como dos quinceañeros y ahí iniciamos la noche más caliente de mi vida... (continuaré luego está aventura que duró casi dos meses).