miprimita.com

No te dejo trabajar

en Hetero: General

Eran las 3.45 de la tarde de un dia caluroso veraniego,acababa de llegar de mi oficina y te encuentro trabajando frente a tu computadora acompañado de tu infaltable taza de  te.Eres uno de esos "adictos al trabajo" pero con el plus de que tu trabajo es super demandante y tu oficina es en casa. Generalmente trabajas casi 12 horas pero hay oportunidades donde 14 horas es poco para ti y ni siquiera recuerdas si cenaste.

Nos saludamos cariñosamente y tras intercambiar un par de palabras me voy a duchar para alejar el calor insoportable que me acosa. Abro la ducha y dejo correr el agua por mi cuerpo para relajarlo,mientras me enjabono pienso que debí invitarte a refrescarte conmigo ,me fascina cuando nos duchamos juntos y  enjabonas mi entrepierna y mi ano dejando que un dedo travieso se meta casi que al descuido en mis orificios. Recordando esto intente emularte pero preferí quedarme tranquila y disfrutar  de mi refrescante ducha. Al salir me puse una franela grande gris y una panty blanca y me dirigí a la sala para descansar un poco. Tomo un  libro y me voy al sofá que esta justo enfrente de "tu  oficina" ,me recuesto cómodamente y empiezo a leer para pasar el tiempo. De vez en cuando mis ojos te buscan por encima de mi libro, puedo ver tu perfil, tos ojos almendrados que ahora están cubiertos por unos lentes que te dan un aire de intelectual que me encanta, tu boca que encierra tu lengua que pareciera estar diseñada para arrancarme los orgasmos mas deliciosos cuando me lames mi clitoris. Veo tus brazos que me aprisionan cuando tenemos sexo ,tu pecho...Noto como me voy excitando y decido continuar mi lectura.

Al rato me levanto a la cocina y preparo dos gin con mucho hielo como te gusta y te acerco uno a tu escritorio, me atraes hacia ti y me besas dulcemente mientras me dices "Gracias, sigo en lo mio" y te volteas a tu pantalla. De regreso en el sofá retomo mi lectura,pero mis ojos continúan escapándose para mirarte mientras estas sumido en tu trabajo. Puedo oler tu perfume desde mi  cómoda posición y percibo como te muerdes los pelitos de tu bigote ,gesto que haces para concentrarte pero que a mi me llega a excitar sobremanera. No se si fue el gin,el calor o el aburrimiento, pero de pronto me di cuenta que mientras que con una mano sostenía el libro con la otra jugueteaba con mis pezones que ahora estaban duros y erectos mientras te observaba trabajar. Baje mi mano hasta mi entrepierna y comencé a tocar mi vulva por encima de mi panty blanca que ya comenzaba a mancharse con mis jugos,decidí tocarme el clítoris con un movimiento de lado a lado tal como hace tu lengua cuando lo visita. Sentia mi respiración agitada y alicorada mientras me hacia una paja deliciosa,cuando quizás advertido por mis pequeños gemidos te percataste de mi situación.

"Te diviertes?" me dijiste mientras te acercabas al sofá donde yacía con las piernas abiertas y la mano entre mi vagina y mi panty. "Estaba muy aburrida"contesté y proseguí "Ademas estas tan guapo esta tarde que no pude resistirme" y sacando mis dedos humedecidos con mis jugos te los llevé a tu boca que procedió a chuparlos con gusto

"No me dejas trabajar, eres como un zancudito dando vueltas por ahí" dijiste mientras jugueteabas con mi vagina  sobre mi  panty húmeda. "Pórtate bien" y palmeaste mi cuca ansiosa. Sonreí mientras me quitaba la franela para enseñarte mis tetas con sus pezones durisimos y me dijiste "Perversita,lograste tu objetivo" y te abalanzaste sobre mi boca para comérmela a besos,tu lengua inquieta se enredaba en la mía como dos dragones en celo.

Besaste mi cuello y fuiste a dar con mis tetas que esperaban ansiosas su acostumbrado mordisco que me llevaba mas allá de la luna. Yo acerque mi vaso de licor y tomando un buen sorbo me acerque a tu boca para darte de beber de la mía, el olor de tu aliento alcoholizado me excita mucho. Me quitaste la panty delicadamente y sentí como mi piel de erizaba con el roce sensual de tus manos.

Me dijiste en tono imperativo"Ábrete bien la cuca para mi" y obedeciendo a tu mandato separe mis labios con mimanos,dejando mi clítoris expuesto e indefenso."Muy bien, así me gusta, que seas obediente,mi puta obediente" y mientras decías eso dos de tus dedos entraban directo al encuentro con mi punto G  y sonriéndome te dedicabas con ahínco a lamerme el clítoris que a estas alturas estaba enrojecido y duro, a punto de reventar.

 

Sentía mi piel como un caramelo al sol, el ventilador sólo mitigaba un poco el calor que había en la habitación, pero nada me importaba, sólo quería seguir sintiendo tu lengua y tus dedos en mi vagina. Me explorabas ansioso y podía sentir como si un enjambre de abejas se posara en mi cuca. Estallé en un orgasmo muy húmedo que lamiste como si trataras de saciar tu sed. Me reí un poco al ver tu barba escarchada por mis jugos.

Mientras aún me recuperaba de mi ensueño, me tomaste por los hombros para incorporarme un poco y poniendo mis manos en tu short me indicaste sin palabras lo que debía hacer entretanto te quitabas tu franela. Entonces me acerqué a tus caderas y empecé a besar toda tu ingle por encima de tu ropa mientras mis manos acariciaban la parte baja de tu espalda.

Comencé a bajar tu short negro suavemente para descubrir tu pene duro esperando por mí. Lo tomé con mi mano y empecé a darme cachetadas con el, le daba pequeños besos y suaves lamidas cortas a su punta mientras te masturbaba con mi mano suavemente. Toqué tus bolas cargadas de leche para mí, y las colmé de besos tratando de vez en cuando de succionarlas. Cuando hacía eso escuchaba como soltabas pequeños gemidos no sé si de dolor o de gozo que provocaron que mi cuca se mojara de nuevo.

Presa de placer dirigí tu duro falo a mi boca que se encargó de engullirlo todo de un sólo golpe mientras sostenía tus nalgas con mis manos para no dejarte retroceder. Quería todo tu miembro adentro de mi boca, quería sentir como me ahogaba, pero tú, de pie, pudiste controlar mis brazos y empezaste a moverte rítmicamente como si estuvieras follando mi vagina.

El calor hacia que nuestros cuerpos tuvieran la sensación de estar recubiertos de miel, el olor de tu perfume se confundía con el del alcohol, el zumbar del ventilador y nuestros jadeos hicieron de esa tarde un momento único y lo mejor estaba por empezar. Suavemente me colocaste de espaldas semi arrodillada en el sofá y colocándote entre mis piernas abiertas procediste a meterme la punta de tu pene en mi vagina.

Por unos segundos sólo metías la cabeza de tu falo, hasta que desesperada rogué porque me lo metieras completo, te reías y mientras besabas mi espalda me decías "Aun no, aguanta" pero lo único que lograste es que otro orgasmo se hiciera presente y que mis ansias de tenerlo todo adentro me obligaran a recular en búsqueda de más de ti, pero tú, dueño de la situación, poniendo las manos sobre mis nalgas no dejabas que me aproximara.

Casi te ruego que me lo metas todo cuando sentí tu carne abriéndose paso por mi túnel ardiente y ansioso.

Empezaste a follarme delicadamente y te dije:

"Dámelo duro, soy tu puta y debes cogerme duro", esto hizo que tu excitación se acrecentara y empezaras a follarme como una bestia, cada empujón sacaba un grito suave de mí.

De pronto acercándote a mi oído me susurraste "Te has portado mal no dejándome trabajar, debo castigarte" y casi inmediatamente me diste una nalgada fuerte y sonora que yo no esperaba y que provocó que me estremeciera ante el impacto. Me dijiste entonces: "-Entiende, debo castigarte" seguido de otra nalgada aún más fuerte pero que me llevó a un sentido del placer que no había explorado. Me diste un par de nalgadas más al tiempo que me clavabas tu verga profundamente en mi vagina y sentí que había perdido todo control sobre mi cuerpo que sólo quería sentir un orgasmo tan intenso como esas nalgadas.

Tomaste mi cabello y jalándolo hacia ti me dijiste "¿Serás buena? ¿o debo seguirte castigando?". Esa mezcla morbosa de tu verbo me volvió loca y te dije casi a gritos "Seré buena, soy tu puta obediente" mi frase hizo que enloquecieras y tomándome del cabello como si fueran riendas comenzaste a cabalgarme duro, hasta que me abandoné a un orgasmo intenso que sólo tus gemidos hicieron que me percatara que tú también habías logrado el tuyo.

Nos dejamos caer sobre el sofá, sudorosos, jadeantes pero felices y casi sin darnos cuenta entramos en un sueño reparador. Eran las 8:00 de la noche cuando me despertaste acariciándome y diciéndome:

"Me voy a trabajar un rato, si quieres interrumpirme otra vez, siéntete libre de hacerlo, eso sí, esta vez el castigo será más fuerte".

De inmediato recordando los deliciosos azotes que me habías dado pensé:

"Esta vez no llegarás al escritorio..."