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Instituto II. Toda historia tiene un principio

en Gays

Habían pasado 2 días desde mi encuentro en los baños con Troy, y no habíamos hablado desde entonces. Supuse que se había arrepentido así que no le pregunté, de todos modos, nosotros nunca hablábamos a no ser que fuera una obligación, es decir, si nos ponían a hacer algún trabajo juntos. Por suerte o por desgracia, teníamos clase de matemáticas y la profesora nos hizo sentarnos juntos otra vez.

-          Ya te echaba de menos – Dijo cuando me senté con él.

-          Pues no lo parecía cuando me ignorabas por los pasillos – Respondí borde

Se quedó en silencio un rato, pensando qué decir o atendiendo a clase, ni lo sabía ni me importaba, ya estaba cansado de que me ignorara. Me estaba dando la sensación de que se iba a repetir la historia de hace algunos años…

Era el repetidor de la clase y yo uno de los empollones. Por aquel entonces yo era virgen e inocente, no tenía el sexo en la cabeza y no tenía prisa por probarlo. Lo que no sabía era que no tardaría mucho en probarlo y volverme un adicto.

Se acercaban las vacaciones de verano, y mis padres tenían que irse de la ciudad por motivos de trabajo durante un par de semanas y me dieron a elegir entre buscar alguien que me cuide o mandarme a un campamento durante ese tiempo. Me quedé con el campamento ya que no me hacía gracia tener a alguien en casa vigilándome todo el día.

Así que a los pocos días hice las maletas y nos dirigíamos a mi futura casa durante 3 semanas, el lunes ya tenía una tarjetita con mi nombre y una llave de mi habitación, a la que fui a dejar mis cosas y descubrir que no estaría solo, tenía 3 camas, y encima de una de ellas había colocadas una maleta y una mochila de viaje. Pasé un poco de eso y me puse a sacar la ropa de la maleta cuando del baño salió mi compañero de habitación, un chico alto, guapo, rubio… Troy. Nos quedamos mirando unos segundos hasta que fue a su cama a colocar sus cosas, parecía que había llegado hace poco porque todavía tenía algo de ropa en la maleta

-          Parece que vamos a compartir habitación eh. Soy Ayden – Dije para romper el hielo.

-          Lo sé  – Respondió sin mirarme, se ve que no le hacía mucha gracia.

Cuando terminé de meter mi ropa en el armario que compartía con Troy fui al comedor a almorzar y después teníamos algunas actividades programadas, eran voluntarias pero yo iba por no morirme del aburrimiento. La primera era una serie de juegos de deporte, que no es que se me haya dado muy bien nunca, por lo que era torpe y era de los que perdían los primeros. Al terminar tuvimos un rato de descanso y me senté en unas gradas a usar mi móvil un rato hasta que sentí que se me acercaron 3 chicos de mi edad ``liderados´´ por otro de unos años más.

-          Mira tú por donde, tenemos a un nenaza nuevo en el campamento – Habló el mayor – Seguro que podemos divertirnos un poco contigo también.

Sus miradas, su pinta de chulito y sus sonrisas de cabrones me hicieron tener un poco de miedo, no iba a poder defenderme de tanta gente. Bueno, siendo realistas, no habría podido defenderme ni de uno solo.

-          ¿Qué pasa chiquitín? ¿Te has quedado mudo o qué?

-          Eh y-yo es q-que – Tartamudeaba. Estaba muy nervioso.

-          Anda Craig, métele una hostia a ver si arranca – Habló uno de los de mi edad refiriéndose al mayor.

-          Nah, no creo que haga falta. Este tiene pinta de que se va a portar bien… - dijo mientras pasaba su mano por mi mejilla - ¿Verdad, nenaza?

-          S-sí – Respondí mirando al suelo.

-          ¿Lo veis? Este ya viene adiestrado de casa jajaja.

No sabía lo que querían hacerme, estaba aterrado y lo sabían, les gustaba tenerme así, divertirse con mi sufrimiento.

-          Te salvas porque no tenemos mucho tiempo nenaza, pero esta noche te quiero en el gimnasio. No te retrases.

Me guiñó un ojo y dieron media vuelta. Por fin pude respirar tranquilo, pero no me iba a durar mucho. Volví a mi cuarto y estaba Troy en la cama con el móvil y los cascos.

-          ¿Qué te han dicho esos? – Preguntó mirándome.

-          N-nada – Intente disimular. Casi no conocía a Troy y no quería más problemas.

El día pasó con normalidad hasta que llegó la hora de irnos a dormir. Estaba muy nervioso, esos macarras me podían pegar una paliza o incluso algo peor. Ya estaba rumbo al gimnasio preocupado de que no me viera ningún monitor. Me los encontré apoyados en la pared, fumando y con cervezas en la mano.

-          Hombre, si ya está aquí nuestro invitado de honor. Ven acércate que no mordemos… por ahora – Saludó Craig.

-          ¿Q-qué queréis? – Pregunté muerto de miedo, para no alargar la cosa.

-          Directo al grano, eh. Mejor, así no perdemos el tiempo – Respondió pasándome el brazo por el hombro – No tengas miedo, nenaza, si solo queremos pasarlo bien.

Todos los demás estaban mirando, como esperando a lo que hiciera Craig.

-          Aunque, pensándolo mejor… tú no lo vas a pasar muy bien que digamos – Me susurró al oído para después pegarme un puñetazo en el estómago que me dejó de rodillas – Lo siento, pequeñín, pero ya echábamos de menos tener algo a lo que pegar. Y te ha tocado a ti, la vida es así de injusta jajaja.

Levantó la mano para pegarme otro puñetazo en la cara, pero otra lo interrumpió.

-          Será mejor que le dejéis en paz – Dijo Troy, que por lo visto me había seguido y parado el puñetazo de Craig – Eso o me tendréis que pegar a mí también, y yo sé defenderme.

-          Hostia, Troy. Siempre jodiéndonos la fiesta, ¿qué más te da?

-          No lo volváis a tocar – Respondió Troy ayudándome a levantarme.

Fuimos hasta la cabaña y me ayudó a tumbarme en la cama porque el dolor en el estómago no me dejaba moverme.

-          Gracias – susurré sonrojado.

-          No te metas más en problemas, hazme ese favor.

Nos fuimos a dormir y al día siguiente todo era más tranquilo. Los macarras de Craig me dejaron en paz y la única molestia era un dolor en el abdomen que me dificultaba caminar, pero por lo menos servía de excusa para no hacer más tareas.

Por la tarde, en la cabaña, me tumbé en la cama a leer uno de los libros que me había traído cuando salió Troy en calzoncillos del baño, se acababa de duchar y todavía le corrían algunas gotas por sus pectorales. Me dejó embobado unos segundos.

-          Será mejor que esperes para ducharte, me he gastado el agua caliente. – Dijo sacándome del trance.

-          S-sí, vale – Me empecé a poner rojo como un tomate.

-          ¿Qué tal el golpe?

-          M-mejor. Me duele un poco.

-          ¿Me dejas verlo? Igual puedo ayudar.

Me subí la camiseta hasta dejar mi pecho a la vista. Estar así y con Troy delante mirando hacía que me pusiera aún más rojo.

-          Quédate así, voy a buscar algo para echarte, tienes un buen moretón.

Fue al bañó y me echó una crema sobre el abdomen, el frío de la crema y el masaje que me estaba dando me estaba erizando la piel, y tenerlo en calzoncillos no ayudaba.

Mientras me untaba la crema me empecé a fijar en él, en su moreno de playa, en sus músculos marcados, en ese paquete tan abultado que ahora tenía tan cerca… estaba empezando a calentarme y era lo que menos necesitaba en ese momento.

-          Bueno, creo que ya está.

-          G-gracias. – Dije mirándole, nuestras caras estaban a pocos centímetros, él estaba en cuclillas y yo sentado en la cama, nos quedamos mirando hasta que, sin saber por qué, lo besé. Me siguió el beso durante unos segundos hasta que me aparté.

-          Lo siento, no sé por qué lo he hecho… - No podía mirarle a la cara de la vergüenza – Será mejor que me vaya a duchar.

Y ahí lo dejé, a los pies de mi cama aun procesando lo que acababa de pasar. Me duché y salí, encontrándomelo sentado en su cama mirando al suelo.

-          Oye Troy, que siento lo que ha pasado antes, no tendría que hab… - No me dejó terminar la frase, me estaba besando él a mí esta vez. Y yo no pude hacer otra cosa que dejarme llevar.

El beso cada vez era más apasionado, me puso una mano en la cintura a la vez que me metía la lengua. Los dos estábamos en calzoncillos y nuestros paquetes cada vez estaban más abultados. La mano que tenía en mi cintura la movió hasta dejarla en mi culo y con su otra mano agarró la mía y la puso sobre su paquete, que no tardé en empezar a sobar, notando lo duro que estaba ya y las ganas que tenía de ser liberado de esos calzoncillos.

Así que eso hice, me puse de rodillas y se los bajé hasta que su polla salió como un resorte. Me quedé hipnotizado, era la primera vez que tenía una delante y la de Troy debía ser perfecta, de unos 19 cm y con una gota de presemen saliendo de su glande rosado…

-          ¿Vas a mirar mucho tiempo? Te aviso que es mejor chupar que mirar – Dijo haciéndome espabilar.

La agarré, notando lo caliente que estaba, y le pasé la lengua por la punta para saborear esa gota que estaba a punto de caer al suelo. No sabía muy bien cómo hacerlo así que intenté acordarme de los vídeos porno que había visto en internet: después de darle un par de lametazos al glande pasé a metérmelo en la boca para succionar un poquito, luego empecé a metérmela en la boca. Obviamente no me entraba entera, pero yo intentaba que fuera lo máximo posible, hasta que una arcada me indicaba que no podía seguir, era imposible meterla entera, aunque los gemidos de Troy me decían que tan mal no lo estaba haciendo.

-          Uf, para para que si no voy a terminar ya.

Me levantó del suelo, me bajó los calzoncillos y me puso a 4 patas sobre mi cama. Pensaba que iba a metérmela así que me preparé para que doliera, pero en su lugar noté algo húmedo y caliente en mi agujero, me estab comiendo el culo y de una manera bestial. Me pasaba la lengua alrededor de mi entrada y la introducía lo más adentro posible, dándome escalofríos por todo el cuerpo. Empezó a meter un dedo hasta el fondo y di un sobresalto. Cuando mi culo se acostumbró metió un segundo dedo, y así hasta llegar al tercero, que ya entraba y salía como si nada, dándome un placer inmenso.

-          ¿Preparado? – Preguntó, como pidiendo permiso.

-          S-sí, métemela ya, por favor – Me sorprendió decir eso, nunca me había imaginado pedirle desesperado al repetidor de mi clase que me follara, pero en ese momento estaba tan cachondo que ni me importaba.

Empezó metiendo solo la punta, y siguió introduciendo lentamente el resto, hasta que entró la mitad y yo sentía un dolor punzante en la parte baja de la espalda. Se detuvo un momento y luego metió el resto hasta que note su pubis pegado a mis nalgas, me la había metido entera y yo estaba viendo las estrellas. Me dolía, y Troy se dio cuenta puesto que se quedó quieto un rato hasta que mi culo se acostumbrara. Luego empezó un mete saca lento y fue dándole velocidad poco a poco, el dolor se fue sustituyendo por el placer y empezamos a gemir los dos muy alto, creo que tuvimos suerte de que no apareciera ningún monitor por ahí en ese momento, nos habríamos llevado una buena bronca.

Cuando nos cansamos de esa postura me tumbé boca arriba en la cama y Troy subió mis piernas a sus hombros. Como ya estaba acostumbrado a su polla, me la metió de un golpe haciéndome gritar de placer, y siguió con un ritmo que hacía temblar la cama. Estábamos empapados en sudor y gimiendo como locos. Yo llegué al máximo y me corrí sobre mi abdomen sin siquiera tocarme, y se ve que al correrme mi culo se contrajo, apretándole la polla a Troy y causando que se corriera dentro de mi culo a la vez que nos besábamos para callar los gemidos.

Cansado, Troy se tumbó a mi lado. Los dos teníamos la respiración agitada y yo todavía estaba procesando lo que acababa de pasar. Había perdido la virginidad con el chico que hace menos de 24 horas me había salvado de una paliza. Supongo que era mi forma de darle las gracias.

Me di cuenta que estaba con el abdomen lleno de mi corrida, por lo que me fui a duchar otra vez. Al salir Troy ya se había puesto sus calzoncillos y estaba en su cama tumbado. Me fui a acostar en la mía y descubrí que había una mancha en mi colchón, supongo que la corrida de Troy se escurrió cuando estábamos tumbados.

-          Si quieres puedes dormir en mi cama – Ofreció al ver como estaba mi cama.

-          Mejor jaja, no quería ponerme a frotar ahora.

Me tumbé y por instinto me abracé a su pecho y el pasó su mano por mis hombros. No me imaginaba un lugar en el que estar más a gusto en ese momento.

-          Buenas noches, Ayden.

-Buenas noches, Troy