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Y de repente me encontré en un club de intercambio

en Intercambios

Juanma y yo nos hemos criado juntos casi como si fuésemos familia, nuestros padres eran muy amigos, teníamos la misma edad y desde pequeños hemos sido compañeros de juegos, de adolescentes comenzamos nuestras salidas juntos pero nunca nos habíamos tenido ninguna relación más allá de la amistad pues entre otras cosas siempre hemos estado emparejados cada uno por su lado en distintos momentos y aunque seguíamos quedando con bastante frecuencia, casi todas las semanas quedamos algún día para comer juntos o cenar siempre nos habíamos visto prácticamente como familia.

Siempre hemos tenido mucha complicidad y somos personas bastante afines, con estilos de vida similares.

Un viernes por la tarde lo llamé y lo noté bastante decaído, se le notaba bastante raro pero no quiso contarme nada más y quedamos al día siguiente para comer juntos.

Cuando quedamos llegué al lugar del encuentro y lo vi allí con rostro serio y un poco alicaído y además sólo, he olvidado mencionar que por estos tiempos él tenía novia, Marta, una chica con la que yo no me llevaba bien pero que se la veía que era muy diferente a Juanma y cuando estaba con ella se le notaba que no era el mismo de siempre.

En fin, el caso es que mi primera reacción fue preguntarle por ella, a lo que él me respondió que ella lo había dejado.

Se le notaba que estaba algo incómodo hablando del tema por lo que decidí no seguir preguntando y ya saldría el tema.

En fin, comimos a gusto y después de una botella de vino ya estaba más relajado, pedimos una copa de sobremesa y ya empezó a contarme.

Según me contó en el tema del sexo Marta era bastante monótona y un día él le propuso ir a un club de intercambio y parejas liberales, a lo que ella respondió montándole un pollo, diciéndole que era un enfermo y que no quería saber nada más de él.

A lo que mi primera reacción fue decir – “¡esta tía es gilipollas!” que le den por saco, con decirte que no quería ir era suficiente.

– Ya, me respondió él.

Y me preguntó: ¿tú piensas que soy raro por haberle propuesto tal cosa?.

–Pues claro que no, te conozco de toda la vida y me pareces una extraordinaria persona.

Y ahí casi sin pensar me metí yo misma en un lío diciéndole: “es más, si quieres para animarte y que te creas que no te veo como nada raro cuando tú quieras vamos a un club de esos como si fuésemos pareja y ya está”.

Ahí se iluminaron sus ojos con una mueca de incredulidad, sorpresa y alegría a lo que segundos después reflexioné y pensé “me estoy metiendo en un lío”.

Total que quedamos en ir en un rato por lo que pagamos nuestra cuenta y nos fuimos cada uno para nuestra casa a prepararnos y quedó en recogerme esa misma tarde.

Yo tampoco sabía muy bien cómo eran esos clubes así que tampoco sabía que ponerme para ir adecuada, finalmente opté por un vestido negro corto que me gustaba mucho y me hacía sentir cómoda.

Antes de darme cuenta ya estaba allí Juanma y camino del club.

Ya en él estaba yo un poco nerviosa mientras pagábamos la entrada y entramos, el lugar tenía una luz tenue pero agradable y nos sentamos los dos a tomar una copa en un sofá con una mesita, los dos estábamos algo perdidos, sin saber que hacer ni decir y observando.

Al poco rato llegó una pareja, algo mayor que nosotros de unos 45 años que nos comentó si podían sentarse con nosotros, a lo que asentimos.

Ellos se llamaban Antón y Bea, eran una pareja algo mayor que nosotros como ya he dicho pero atractivos, se notaba que les gustaba cuidarse y también muy educados, Antón era alto y atlético con el pelo algo canoso pero sexy y ella muy buen cuerpo también, más voluminosa de pecho que yo y con una corta melena pelirroja.

Lo primero que nos dijeron es que se notaba a leguas que eramos nuevos pero que no nos preocupásemos, que serían si queríamos nosotros buenos maestros y anfitriones, que para ellos era aquello como una casa, eran asiduos al local y según decían salvó su relación el empezar a ir al local y desinhibirse de prejuicios y conocer gente.

La verdad es que nos sentíamos a gusto con ellos.

Llegó un momento en que Bea le decía algo a Antón susurrando al oído y el asintió, entonces ella se levantó, vino a mi oído y me dijo “espero que no te importe que te robe a tu chico un ratito, te dejo en buenas manos” y cogió a Juanma de la mano y se perdieron por el fondo del pasillo.

Antón me decía, tranquila que van a estar bien, relájate, me termino la copa y vamos a verlos para que veas como es esto.

Y mientras me estuvo contando sus inicios en el mundo swinger, en el local, las fiestas que hacían allí o en casas con otras parejas que habían conocido en en club y demás y fue interesante.

Acabó su copa y me ofreció su mano, yo la tomé y me condujo por el mismo pasillo por donde se habían perdido Bea y Juanma hasta que llegamos a una puerta y entramos en una sala oscura, con poquita luz en la que había una cama muy grande y baja, a ras de suelo, una gran ducha y un sofá con un respaldo central y asientos que daban a dos lados, uno miraba hacia la cama y otro hacia un gran ventanal junto a una puerta, para mi sorpresa vi que tras la gran ventana había una habitación simétrica y en ella estaban en plena faena Juanma y Bea, Bea estaba a cuatro patas sobre el sofá y Juanma la tenía firmemente cogida por la cintura y penetrándola con una firmeza y seguridad que me encantó, hasta esos momentos nunca me había fijado en Juanma como ahora y sentí que me gustaría estar en el lugar de Bea que por su cara se la veía gozando de veras.

Yo notaba como me estaba humedeciendo, me mordía los labios y me apretaba mis muslos sintiendo mi sexo palpitar, la verdad es que por un momento me había olvidado completamente de Antón, no sé cuanto tiempo pasó hasta que volví en mi cuando sentí que una mano apartaba mi pelo y lo echaba sobre un hombro y unos labios me susurraban si quería dar un paso más, yo solté un Sí que casi fue un gemido y Antón comenzó a besar mi cuello mientras bajaba la cremallera de mi vestido que llevándolo hasta los hombros se deslizó rápidamente hacia el suelo, me quitó con gran habilidad el sujetador y mientras sus labios seguían recorriendo mi cuerpo, mi oreja, su mano acariciaba mi pecho mientras la hoja bajaba hasta meterse dentro de mi negra braguita, “me dijo, que mojada estás mi princesa, lo estás haciendo muy bien” y mientras acariciaba mi sexo y yo me estremecía con mis manos lo agarré por detrás de sus caderas y lo atraje hacia mi, moviéndome lentamente y notando como su miembro crecía bajo sus pantalones y más loca me volvía.

A todo esto al otro lado no me había dado cuenta pero ahora era Bea quien estaba cabalgando sobre Juanma, no podía ver la cara de Juanma, pero me lo imaginaba mientras sus manos recorrían la espalda de Bea y decidí que era mi momento.

Me giré y comencé a besar apasionadamente a Antón mientras desabrochaba su camisa, su pecho era firme, me sorprendió lo en forma que estaba y lo atractivo que era a pesar de la diferencia de edad, seguí actuando guiada por mi instinto y desabroché sus pantalones y acarició su miembro que estaba deseando salir de la prisión del pantalón a lo que yo ayudé a liberar y lo empujé hasta que cayó sentado el sofá y sin pensármelo agarré su miembro con la mano y mientras lo acariciaba suavemente empecé a recorrerlo con mi lengua hasta que lo metí entero en mi boca y comencé a chuparlo como nunca lo había hecho, no era la misma yo de siempre pero me gustaba la nueva yo, después de un ratito y Antón estar muy a tono me levantó la barbilla y me dijo “me estás volviendo loco”, sacó de su bolsillo un condón, se lo puso y me tomó por las manos y me atrajo hacia él, yo me senté en el sofá sobre él, lo abracé por el cuello y comencé a caer muy despacio sobre él, sentí como poquito a poco se iba deslizando dentro de mi con facilidad gracias a lo húmeda que estaba y cuando estuve bien acomodada comencé un lento vaivén adelante y atrás de mis caderas, Antón gemía “así, así” mientras sus manos recorrían mi cintura acariciándome hasta que me abrazó más fuerte y yo comencé a acelerar mis movimientos, estaba gozando mucho, me tomó por la cabeza y metió su lengua en mi boca, me calentó aún más y me dijo, “ahora es mi turno” y rodeándome con sus brazos se puso en pie y sin soltarme y aún dentro de mi me llevó hasta la baja cama, se arrodilló y con gran delicadeza me tumbó y siguió follándome, primero despacio, yo quería más y empujaba su trasero hacia mí, él seguía sus tiempos y a mi me volvía loca, lo hacía muy bien, luego fue acelerando y yo iba a estallar, lo tenía abrazado fuerte con mis brazos y mis piernas y estaba temblando de placer cuando noté que él también se venía dentro de mi y empujaba con todas sus fuerzas, ambos estábamos sudorosos, temblando, mirándonos a los ojos mientras nuestras respiraciones entrecortadas hablaban por si solas.

Me besó apasionadamente mi boca y nos fuimos levantando, para mi sorpresa, estaban sentados en el sofá mirándonos Juanma y Bea que habían entrado sin que nos hubiésemos dado cuenta, ambos con cara de felicidad, el brazo de Juanma rodeando a Bea y esta acurrucada sobre él, y Juanma excitadísimo con su pene totalmente erecto.

Nos levantamos y fuimos a sentarnos con ellos, Antón llamó y trajeron una botella de champagne y cuatro copas.

Ni que decir tiene que la noche no acabó aquí, pero no quiero extenderme más y lo dejaré para una segunda parte para no alargarme demasiado.