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Llovía a Cántaros

en Hetero: General

El pasado viernes el día de la gran tormenta estaba en la sala de estudio terminando de pasar mis apuntes a limpio, en la sala no estaba solo muchos compañeros y entre ellos un grupo de alumnas de un curso por debajo al mío.

Cuando llegué no estaba lloviendo, aún no se había desatado la tormenta pero cuando iba a volver a mi piso estaba lloviendo a cántaros y en la puerta estaban las chicas, bueno más bien la mitad de ellas las otras habían hecho tripas corazón y se habían aventurado a salir a la calle. Estas tres que quedaban estaban en la puerta intentando salir por turnos pero ninguna llegaba a salir del todo volvían corriendo bajo el techo de la entrada de la sala de estudio.

-           ¿Qué pasa que le tenéis miedo al agua? - les dije con toda la confianza para que se apartaran de la puerta y poder salir.

-           No - dijo una de ellas a la cual conocía de varios actos del sindicato de estudiantes.

Me acerqué a la entrada pero la  cantidad de lluvia me echó para atrás, me había ido sin paraguas y me iba a empapar.

-           ¿Qué pasa qué le tienes miedo al agua? - dijo remendando la chica a la cual conocía.

-           es que no he traído paraguas y me voy a mojar hasta llegar al coche.

-           Pues nosotras tenemos paraguas pero hemos venido en autobús y nuestra casa está muy lejos, si nos acercamos podemos dejarte un paraguas para llegar a tu coche. Dijo la chica sonriendo y mirando a sus amigas.

-           Vale - les dije. No tenía otro remedio que mojarse.

Isabel, que es el nombre de la chica que conocía, me dio su paragua y se agarró a mi brazo mientras que las otras dos chicas sacaron un paragua para las dos. Salimos isa y yo delante y las otras chicas detrás. No tardamos en llegar al coche. Le da al botón de la  llave para abrir y cuando iba a darle el paraguas a Isa, ella había salido corriendo a la puerta del copiloto. Entraron todas las chicas y yo, la que más se había mojado era Isa que a pesar de su chaquetón  su camisa blanca con rayas celestes se había empapado, sus dos amigas solo el pelo y que cuándos se bajaron la cremallera del chaquetón pude ver que no se habían mojado mucho la ropa, yo al igual que Isa a pesar de que mi chaquetón fuera impermeable me había mojado el jersey y el cabello.

-           Bueno, estamos a salvo - dije viendo como nos habíamos quedado tras la carrera.

-           ¿Dónde vamos? - dije sin poder evitar mirar dentro del escote de Isa el cual estaba mojado, dejaba ver su sujetador negro y como el agua había calado sus pechos haciendo que sus pezones se hubieran levantado por el frío, fue un momento pero se quedó en mi mente grabado.

-           Bueno las tres vivimos muy cerca, ¿conoces el Badulaque?

-           Si - dije.

-           Pues Nuria vive enfrente y Yolanda en ese edificio. Y yo vivo un poco más pero me viene bien que me dejes por ahí

-           Bueno, vamos al lío - dije arrancando el coche e incorporándose al tráfico.

Durante el viaje,  no sé si lo había hecho a propósito  pero no se había abrochado el botón de su camisa y aún se le veía el sujetador y algo de pecho, yo disimulaba pero no paraba de pensar en el escote de Isa y alguna que otra vez lo miraba mientras que ella mantenía una conversación con sus dos amigas.

Estábamos llegando al badulaque y no paraba de llover así que dejé a Nuria en la entrada de su bloque y a Yolanda en la entrada del suyo, Isa se iba a bajar pero la sostuve del brazo y le dije que la acercaba a su casa para que no se mojara más de lo necesario. Ella se quedó parada con la puerta medio abierta, me acerqué a ella, casi parecía que iba a besarla pero no solo  fue para cerrar la puerta del auto

Se despidió de sus amigas con la mano, creo que ellas no la vieron ya que se bajaron del coche y se fueron corriendo. Conduje unos metros más hasta llegar a un edificio amarillo con una entrada de garaje antigua de hierro forjado y pintado de verde.

-           Anda aparca y te invito a un café por haberme traído. - Dijo Isa tras un largo silencio tras la salida del coche de sus amigas.

-           Pero ¿y tus padres? - dije.

-           Ja ja ja ja ja, yo vivo en un piso de estudiante, creía que lo sabías. Ja ja ja ja vivimos mi amiga Pilar y yo - solas.

-           ¿y tu amiga Pilar no se va a molestar?

-           Anda ya que dices - dijo ella sonriendo.

-           Vale, pero no veo sitio alguno - le dije.

-           Si mira allí sale uno - dijo ella señalando un aparcamiento.

Aparqué el coche y salí con el paraguas de Isa para ir a recogerla en la acera para que no se mojara, y como antes se agarró a mi brazo para no mojarse, no sé si lo hizo conscientemente pero esta vez noté su pecho en mi codo, cosa que no me incomodó. Caminamos hasta su portal donde ella sacó las llaves y abrió el portal. Entramos en él y tomamos el ascensor subiendo tres plantas de seis que tiene el edificio. Acompañé a Isa hasta su apartamento el cual ella abrió y donde nada más entrar se quitó el abrigo mostrándome los que ya había deducido en el coche, se había calado su camisa y su escote dejaba poco para la imaginación, ella en vez ponerse algo más seco se quedó tal cual y se puso a preparar el café. Yo me quité el chaquetón y lo puse en el perchero de la entrada junto a su abrigo y su mochila que estaba en el suelo.

-           Siéntate que enseguida voy - dijo ella desde la cocina la cual estaba a la derecha de la entrada, el salón estaba a uno poco metros de la puerta de la entrada y por ende de la cocina.

Me senté en el sofá y al instante llegó ella con una bandeja con dos tazas, dos cucharas, un jarrita con leche, la cafetera y un azucarero.

-           Un café calentito?, - dijo ella con una sonrisa.

-           Si, Gracias - le respondí.

Me sirvió un café como a mí  me gusta largo de café y corto de leche, luego empezamos a hablar de temas banales, estudios, la gente del centro, del funcionamiento del sindicato de estudiantes,... etc. En un momento de silencio me fijé que en la estantería de su salón, tenía un ejemplar de “la historia Interminable “película que marcó mi infancia y libro mi adolescencia. Me levanté y me puse a ojearlo, olía a libro viejo, ese olor que solo tienen los libros de biblioteca. Isa se levantó del sofá y se colocó detrás mío, luego me abrazo por la cintura, sentí sus manos en mi cintura y sus pechos en mi espalda. Sus manos se colocaron por debajo de mi jersey tocando mi piel, me quedé algo paralizado pero luego sentí que se pegaba más a mí y que sus pechos se aplastaron contra mi espalda, ya no hubo nada que decir. Puse mis manos sobre las suyas. Separándolas de mi cuerpo mientras que me giraba sobre mi propio eje, luego le levanté la cabeza que estaba agachada, supongo por vergüenza y acerqué mis labios a sus labios y nos besamos. Los primero besos parecían como una abeja posándose en una flor, lentamente y tocándose los labios y separándose dejando cada vez menos espacio entre los labios, hasta que finalmente nos fundimos en un beso en el cual nuestras lenguas se acariciaban y nuestra saliva se mezclaba en un batido de deseo y pasión. Isa llevada por la pasión tiró de mi jersey y mi camisa y yo terminé sacándolas por encima de mi cabeza, y yo hice lo mismo con su camisa y ella acabó la acción sacándosela por encima de su cabeza, pude ver su sujetador negro y como tenía varios lunares cerca de su escote. Isa cogió impulso, y volvimos  a besarnos, yo la tomé por el culo y ella pegó un salto para abrazar con sus piernas mi cintura, pesaba poco y no suponía una gran esfuerzo mantenerla pero la muchacha se movía fogosamente y eso hacía que casi no pudiera mantener la verticalidad con los que en una de las veces choqué contra la estantería y me mantuve un rato apoyado allí mientras seguíamos besándonos. Isa, tras un tiempo encima mía dejó de besarme y se bajó, lamiéndose los labios que estaban húmedos por nuestras salivas.

-           Ven sígueme - me dijo mientras me extendía la mano.

La seguía por la casa y en la segunda habitación a la izquierda estaba una cama de matrimonio  con una colcha celeste y un cabecero de espejo estilo años ochenta. Ella se quedó a los pies de la cama y volvimos a besarnos mientras que ella con sus manos desabrochaba mi cinturón y abría mi pantalón. Con sus manos introducidas dentro de mis calzoncillos comenzó a, palpar mi polla, yo me moví un poco para que mis vaqueros resbalaran por mi pierna y dejara al descubierto mis calzoncillos, luego los bajé con las manos de Isa aún sobre mi polla, aunque mi polla estaba excitada aún no estaba erecta del todo cosa que Isa rápidamente puso remedio agachándose. De rodillas frente a mí Isa comenzó a rozar mi polla con su cara, mi glande acariciaba sus mejillas guiada por la mano de Isa, luego comenzó a darle besos en la punta y a sacar la punta de su lengua para humedecer bien. Un vez que estuvo mojada por toda la cabeza se la introdujo en su boca poco a poco adaptando la boca y garganta para lo que estaba entrando, no s que mi polla será algo del otro mundo pero sí que tiene un grosor curioso. Largo rato estuvo Isa comiéndome la polla y jugando con sus manos en mis huevos así como otras veces se metía mis huevos en su boca para chuparlo y sorberlos como si fuera un helado  que se deshacía en sus manos.

Tras los trabajos de Isa sobre mi polla estaba mi polla completamente erecta así que le hice que se levantara del suelo, y así lo hizo, luego sin decir nada se tumbó en la cama y mirándome con una mirada provocativa mientras que se deshacía de su sujetador huía  de mí , yo la tomé del vaquero  y tiré de ella hacia el borde de la cama que era donde estaba, luego medio forcejé con ella a tono de juego sexual para ponerla boca arriba y quitarle el botón del vaquero, y en esta lucha le bajé la cremallera y tiré de los vaqueros hacía abajo saliendo a duras penas pero saliendo del contacto con su cuerpo. Hice lo mismo con las bragas quitárselas mientras ella jugaba a resistirse de mis acciones. Ya Isa sin bragas y sin sujetador totalmente desnuda sobre su cama se quedó quieta mirándome, yo le abrí lentamente las piernas y mientras nos mirábamos a los ojos lamí dos dedos que luego bajo su atenta mirada introduje en su coñito, noté como se lubricaba mientras que yo le introducía los dedos dentro pero… no era suficiente así que sin apartar la mirada el uno del otro baje hasta los pies de la cama en medio de sus piernas y con mi lengua empecé a lamerle el coñito, teniendo como banda sonora sus gemidos. Isa se convulsionaba con lo que le estaba haciendo en su bajos y notaba el sabor de sus jugos vaginales en mi boca, dulce y amargo néctar de dioses, ella se incorporó y, me tiró de los pelos para que sacara mi lengua de su coño y me dijo “Follame “y así lo hice.

Puse mi polla en la entrada de su coño y luego suavemente la introduje en su coño, isa me pedía que se la metiera más adentro y yo le clavaba la polla más adentro y ella seguía pidiéndome mas, llegando el momento que estaba exhausto y ella me pedía mas así que fui yo quien se tumbó y ella se pudo encima mía clavándose mi polla hasta el fondo, para luego elevar su cuerpo con las piernas y dejarse caer sobre mi polla de forma violenta pero controlada una y otra vez consiguiendo que me corriera en su coño pese a ello ella siguió lanzándose sobre mi polla hasta que llegó a su orgasmo el cual debió de ser como una descarga eléctrica ya que grito de una forma descontrolada y luego cayó rendida a mi lado como si le hubiera alcanzado un rayo.    

 Cuando nuestros cuerpos se recuperaron, ella miró su móvil y luego comenzamos a besarnos otra vez, con su mano derecha tocaba mi polla haciendo que volviera a estar lista para la acción.

-           ¿Te importa que te comparta con mi compañera?

-           ¿cómo? - le dije

-           Que mi compañera está en el piso y me ha escuchado gritar y le gustaría follar también, si quieres sino no pasa nada - me dijo.

-           Vale - le dije.

-           Alicia!!! - grito desde la cama con mi polla aún en su mano.

-           Alicia!!! - volvió a gritar y tiró una botella de agua que tenía en su mesilla de noche

Escuché un pestillo abrirse y luego apareció bajo el quicio de la puerta una chica morena vestida únicamente con una camiseta de Ron Legendario negra y unas bragas blancas.

-           Hola - dijo ella con una voz dulce

Lo que ocurrió después es otro relato que os contaré en otra ocasión.