miprimita.com

Una amiga muy especial

en Lésbicos

Hace años conocí una niña, con la que me gustaba jugar a las muñecas, hacer la comida y cosas de esas, las que comúnmente juegan las niñas, hubo tiempos en los que nos separamos y otros en los que nos veíamos diario, y así pasaron los años....

 

Un año en particular los alejamos por cosas escolares y laborales, hasta que un día, como si el destino lo hubiera preparado, nos encontramos en un centro comercial, en otra ciudad, lejos de nuestro lugar de origen, y sin más, nos dimos la mano, un beso y hasta un abrazo...

 

Comenzamos a platicar, y nos pusimos de acuerdo para salir: el viernes a las 8 de la tarde en un bar del centro de la ciudad....

 

Los días pasaron y el viernes como muchos otros, se hizo eterno, sentí vivir dos días en uno, ya ansiaba platicar de nuevo con ella, recordar viejos momentos y contar nuestras nuevas experiencias

 

Después del trabajo llegué a casa me dí un baño, me cambié y salí corriendo para llegar a tiempo.

 

Entré, era un lugar pequeño, a media luz, llegué y me senté en la barra para esperar su llegada, pedí una margarita, el cantinero la trajo, le di un sorbo lento, como cuando pruebas algo por primera vez, dejé la copa con cautela en la barra, de momento, como si una extraña energía llamara mi atención, giré la cabeza hacia la puerta, allí estaba ella…

 

Vi sus ojos y después bajé la mirada, comencé a recorrer su cuerpo, tenía unas botas de tacón alto, pantalón de mezclilla cubriendo el tubo de la bota, una chamarra café con el cierre abajo y una bufanda entrelazada en su cuello, labios con un tono rosa claro, ligero maquillaje en los ojos y cabello corto color café, me dejó impactada, algo que no me había ocurrido y no sabía por qué me estaba pasado, en ese momento y con esa persona.

 

Llegó a mi lugar en la barra, me saludó de beso, y tal fue mi reacción al verla que inmediatamente preguntó si algo me pasaba, rápidamente salí de ese trance en el que sin saberlo, ella me había metido, y dije que no, pidió algo de tomar y se sentó junto a mí…

 

Comenzamos a platicar de todo lo que había ocurrido desde que no nos veíamos, platicamos sobre algunos amores fallidos mientras la noche pasaba y las copas se terminaban una tras otra, cuando nos dimos cuenta, ya pasaba de media noche, las copas sin darnos cuenta surtieron efecto.

 

Salimos del bar y tomamos un taxi, apenas subimos, viendo a los ojos al chofer a través del retrovisor, le dijo la dirección a la que nos dirigíamos: su apartamento.

Gira la cabeza rápidamente hacia a mí, y me pregunta si no tengo inconveniente, moviendo la cabeza digo que no, y ella continua diciendo que quiere que destapemos la botella que trajo de su último viaje a Japón y así continuar la plática con calma.

 

Llegamos a su apartamento y saco la botella de sake que me había comentado y retomamos la plática brindando por habernos encontrado nuevamente, sentadas en aquel sofá café, de material aterciopelado, lo tomamos todo, accidentalmente tire un poco, comenzamos a reír y ella puso su mano en mi mejilla para limpiar con el pulgar, bajo la comisura de mis labios el sake que derramé.

 

En ese momento miré sus labios, miró los míos, nos vimos a los ojos, y el silencio profundo, cargado de tensión se rompió cuando ella aclarando la garganta y levantándose del sofá, dijo que iba por un trapo para limpiar lo que se derramo en el piso.

 

La seguí con la mirada mientras caminaba tambaleante a la cocina, regresó, y limpio lo poco que estaba derramado en el suelo, dejó el trapo en la mesa, y se sentó nuevamente en el sofá, como si nada hubiera ocurrido, volvió a la plática, preguntando, ¿en qué nos quedamos?, y un poco desconcertada dije que no recordaba, entonces, retomo diciendo, ¡es verdad te platicaría de cuando viaje a Bolivia!...

Mientras ella hablaba, yo no estaba muy consciente de lo que decía, mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente solo daba y daba de vueltas pensando que me pasaba, por qué por instantes me ponía nerviosa quedarme fijamente viéndola, por qué me gustaba ver sus labios mientras habla, y por qué me quede viendo su trasero cuando iba hacia la cocina, ¿es mi imaginación?, ¿a ella también le pasa lo mismo?, aunque si así fuera, no estaría tan relajada, ¿o si?.

 

En ese momento, ella regresa mi mente al lugar, preguntándome si estoy bien, al parecer se notaba que mi mente no estaba ahí, reaccionando le digo que todo está bien, que seguramente solo sería por todo el alcohol que tomamos.

 

Ella me dice que no hay problema que ya no tomaremos más, si así lo decido, me hace señas con la mano dando palmaditas sobre sus piernas para recostarme en ellas. Y yo, si me hubiera detenido a pensar, no lo hubiera hecho, pero en ese momento ya no estaba para pensar mucho y lo hice.

 

Me acosté de lado sobre sus piernas y continuo hablando, de no sé qué cosas, la interrumpí. Lo que tenía que decir era algo que me estaba inquietando y siendo altas horas de la madrugada no lo pensé ni un segundo para decirlo. Me giré boca arriba para poder ver su rostro, y le pregunté si alguna vez había estado en un lugar, donde se sentía cómoda con alguien que jamás imagino, sintiendo cosas por esa persona que nunca antes había sentido.

 

Cuando terminé de preguntar, clavé mi mirada en sus ojos, y cuando vi, tenía su mano rodeando mi rostro y comencé a ver como se acercaba su rostro al mío.

 

Se acercó lo suficiente para besar la comisura de mis labios, cerré los ojos, sentí su respiración cerca de mí, y mi corazón se aceleró, besó mi mejilla suavemente, y mi respiración se comenzó a agitar, besó mis labios una vez sin que yo reaccionara, lo volvió a hacer y mis labios correspondieron, abriendo un poco la boca, como no queriendo lo que estaba pasando, el siguiente beso no me pude contener y apasionadamente la comencé a besar.

 

Me levanté, y me puse de rodillas en el sofá junto a ella, mientras ella adivinó mis movimientos y se acomodó de lado en el sofá para quedar de frente a mí, cuando estuvimos cara a cara, respondió a mi última pregunta, diciendo: “si, alguna vez experimenté las sensaciones que tienes hoy, por una mujer”, me quedé pasmada, no había imaginado que tenía esas preferencias y menos que el reencuentro con ella haría que me sintiera atraída por ella. Después de terminar de hablar volvió a acercarse a mí, y continuamos besándonos.

 

Me recostó en el sofá y ella quedo encima mío, nos seguimos besando, ella comenzó a besar mi cuello, y mientras lo hacía, desabotonaba mi blusa, metió su mano en dirección a mi hombro para dejar al descubierto mis pechos, besó con ternura cada centímetro de piel expuesta, mi cuello, mi pecho, y delicadamente, de a poco metió los dedos en mi sostén, sentí sus suaves manos tocando mis pezones que cada vez se ponían más y más duros, terminó de abrir mi blusa y comenzó a dar besos por todo mi cuerpo mientras bajaba hasta llegar a mi pantalón.

 

Lo desabrochó, bajó el cierre lentamente, me bajó el pantalón, besaba mis piernas mientras me quitaba los zapatos y terminaba de sacarme el pantalón, comenzó a subir lentamente, besando, lamiendo, por instantes mordiendo, mis piernas, mientras se acercaba, más y más a la entrepierna.

 

Besaba a la altura de mi muslo y cuando menos lo esperaba puso su boca en mi tanga, a través de la cual sentía sus labios, su respiración, que rozaba mi clítoris haciendo que la excitación y el deseo de continuar, aumentara.

 

Comenzó a usar la lengua, hizo a un lado la tanga, me miró mientras metía dos dedos en su boca y después poco a poco los introdujo en mi vagina, mi cuerpo se estremeció de placer cuando empezó a meterlos y sacarlos, lenta y suavemente mientras seguía jugando con su lengua sobre mi clítoris.

 

Dejó sus dedos dentro de mí, mientras comenzó a besar cerca de mi ombligo y así fue subiendo por mi cuerpo, llegó a mis pechos, los besó, hacía círculos con la lengua en mis pezones, mordiendo, chupando, succionando… mientras sus dedos se movían en mi vagina.

 

Subió hasta mis labios y comenzó a besarme, en este momento, ya sentía cosas que no había sentido, y me encantaba, sus dedos dentro de mí, tocaban el punto donde me hizo moverme, extasiarme, ¡gritar de placer!, hasta que llegué a un orgasmo que no había sentido en mi vida, terminé y no sabía qué hacer, después de estar en ese universo de placer.

 

Me rodeó con sus brazos y nos quedamos sin decir nada más hasta el amanecer.

 

Así terminó la noche que jamás imagine con una amiga especial...