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La vuelta a casa de la hermanita. Parte 1

en Amor filial

07:42 AM

Habitación de Carlos, en un barrio residencial de las afueras de Madrid.

Carlos siempre se levantaba temprano, incluso en periodos de fines de semana o vacaciones. Era una costumbre que había cogido desde pequeño y que no era capaz de soltar; sentía como que desaprovechaba el día y encima, cuando se levantaba tarde lo hacía con unos dolores de cabeza tremebundos; como si su propio cuerpo se cebase con el porque se pasaba mas tiempo en la cama de lo que debería.

Esa mañana no fue una excepción, y mientras sonaba la música chill del despertador de su móvil (Carlos había comprendido que despertarse con la música que a él le gustaba influía demasiado negativamente en su forma de ser) se desperezó; se quitó la camiseta y los shorts de chándal que usaba como pijama, y se calzó otra camiseta y otros shorts; esta vez de deporte.

Y es que Carlos era un apasionado del running; y aunque había practicado mas de un deporte ( la camiseta de su antiguo equipo de rugby le hizo rememorar viejos tiempos dibujándole una sonrisa en la cara) había algo cuando salía a correr que lo mantenía adicto. Le gustaba usar la palabra "adicto", porque sonaba muy bestia y la gente ponía cara de espanto, pero luego les ponía un vídeo de un famosos youtuber americano llamado "My Addcition", donde también confesaba su enganche a este deporte.

Después de sus buenos estiramientos en la puerta de casa; cogió las llaves de casa y salió por la puerta del jardín.

9:10 AM

En algún lugar cerca de... ¿la Moraleja, quizás?

Sudando, tiró de un último sprint para llegar a la cima de la colina. Hubo un momento que sus rodillas quisieron abandonar, pero su cerebro, lleno de dopamina y orgullo personal, las obligaron a mantener el ritmo en el último sprint antes de sentarse en una gran roca, agotado. Su respiración era ansiosa, marca del asma que había padecido desce crío. Pero a base de fuerza, consiguió regular la respiración mientras comprobaba sus pulsaciones en el cuello.

La vuelta a su casa tenía que realizarla caminando, siempre se vaciaba (En el sentido deportivo de la palabra) en la ida; y nunca dejaba una gota de energía para la vuelta. "Tengo que reservarme, coño" siempre pensaba, pero la verdad es que en todas sus salidas a correr hacía lo mismo.

09:40 AM

Casa de Carlos

Cruzando la puerta de casa gritó un "Ya estoy aquí!" que, gracias a que la casa tenía buen eco, solía servir para avisar de su llegada. Aunque en mas de una ocasión se había convertido en un problema con alguna... "amiga con derechos" que tenía el volumen de voz ridículamente alto.

Carlos se consideraba un chico "Un poco por encima de la media", aunque ni de lejos se consideraba un pivón, su metro 77 combinado con unas buenas espaldas y una buena tableta machacada a base de esfuerzo el último año, había hecho que el volumen de sus conquistas aumentase notablemente cuanto menos, incluida una de las mejores amigas de su hermanita, Cristina.

Comprobando que estaba solo en casa, decidió sacarse la sudada camiseta, que se le había pegado al cuerpo como una maldita segunda piel; paseandose sin camiseta por la casa; lo primero que hizo fue coger una botella de agua que siempre tenía reservada en la nevera para casos como ese. Los tragos se sucedían ansiosamente mientras aquella fresca bendición bajaba por su garganta.

Oyendo la puerta de casa, se figuró que serían sus padres; así que paró un momento mientras les decía:

-¡Hola, ya estoy en casa!- Y procedía a seguir bebiendo.

Una voz que llevaba ya tiempo sin oír le dijo entre risas: -¿En serio tienes que dar ese espéctaculo justo cuando vuelvo a casa?-

Carlos se giró y sorprendido, vió a su hermanita Lucía apoyada en el marco de la puerta. Mientras peleaba por no atragantarse le sonrió y se acercó a ella, cuando acabó el agua le dijo: -Yo también me alegro de verte hermanita- dándole un abrazo.

Sus padres mientras, miraban desde la puerta; aunque su padre no pudo evitar decir en la coña : -Sois mas secos...- Lo que hizo que Lucía se girase y le reprochase a su padre entre risas : -Joder, papá! Que viene sudadísimo-. Lo que hizo que su padre soltara un "exusas, excusas...". Los dos hermanos se rieron, y apoyados en la isla de la cocina americana de sus padres Carlos le preguntó: -¿Bueno, que tal Irlanda? 

-Buah, genial, ya te contaré. Pero primero, lo siento Karlitos (el mote que le había puesto desde niña, y que no supo parar a tiempo); pero necesito darme una ducha- dijo riéndose.  Carlos la dejó irse, y se quedó en la cocina hasta que oyó a su hermana meterse en la ducha y a sus padres ponerse la tele. Y entonces subió las escaleras hasta el piso de las habitaciones. En parte por el hecho de que le permitía ver el culazo de su hermana subiendo por las escaleras.

Y es que Lucía era una chica tirando a pequeña de tamaño, pero desde luego, lo que le faltaba de altura le sobraba en belleza. Morenita de piel blanca, ojazos marrones que culminaban una carita de princesa; tetas tirando a algo pequeñas pero con un morbazo que para Carlos ea inexplicable, pero sobre todo, lo que a Carlos le volvía loco de Lucía era ese culazo que Dios le había dado. Y aunque durante un año pudo dejar de obsesionarse con ella, Carlos supo en el momento que volvió a verla que en el fondo ese deseo y ese morbo seguían ahí latentes.

Allí estaban, su hermanita no había cambiado nada en sus rutinas, y aún se quitaba la ropa en su cuarto antes de irse a la ducha. Lo que le permitió ver casi al lado de la maleta su objetivo; el tanga que su hermana llevaba puesto hasta hace momentos, y que se llevó a la nariz para aspirar ese olor a hembra, haciendo que tuviese que agarrarse la polla y empezase a machacarsela en la habitación de su hermana. "Joder, Lucía que burro me has puesto..." pensó Carlos entre gemidos.

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Hola chicos, espero que os haya gustado este relato.  Espero ir corrigiendo los errores a medida que vayan pasando los capítulos; y ojalá os deje intrigados para que continúe.