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Esclavo Primera vez

en Bisexuales

Mi iniciar en la sexualidad fue a los 13 años. A esa edad supe lo que es la masturbación y desde entonces me volví asiduo de ella.

Con los años conocí a mi esposa Nadia y juntos nos volvimos exploradores del placer en muchas facetas. Dentro de los pocos temas tabú en nuestras exploraciones siempre ha estado mi interacción con otros hombres. La verdad es que, habiendo tantos rubros por explorar, el tema a mí no había llamado la atención en lo absoluto, y por otro lado a Nadia ese tema sí que le causa urticaria. No le resulta atractiva la idea de ver a dos hombres teniendo sexo…mucho menos que uno de ellos fuese yo. Al yo no estar interesado en el tema, no he hecho nada por plantearle la situación de forma atractiva o excitante y así andaba todo bien.

Sin embargo, a medida que el tema de compartirla con tantos hombres me fue acercando al tema cornudo. Y conforme comencé a ver más videos, y leer más sobre el tema, me llamó la atención la cantidad de cornudos que no solo comparten a su esposa, sino que el tema de la sumisión ante el cornudo les genera otro nivel de morbo. Esa sumisión llega incluso al grado de ser usados por el corneador, de mamar la verga de este para que esté lista para coger a la esposa, lamer la eyaculación que fluye de la vagina de la esposa… La verdad es que ese tema comenzó a producirme cosas, y a generarme morbo y curiosidad. Me vi de pronto fantaseando con mamar las vergas que Nadia se come, con sur sumiso de algún corneador, pero, como ese tema no lo hemos tratado, y Nadia siempre expresa su reticencia a esa temática, decidí no moverle por ahí.

Pero a curiosidad ya estaba ahí. En una ocasión un chico estuvo charlando con Nadia en alguna página de contactos swingers. Fue tanta su adulación hacia ella, que ella fue la que me propuso que hiciéramos un trio con él. El trio no fue memorable pero lo que se me quedó grabado fue el tamaño del miembro del chavo…una verga descomunal de entre 25-28 cm.

Como el trio decepcionó a Nadia, perdió interés en el chavo, pero esto no perdió interés en ella. A cada rato nos enviaba mensajes para repetir, hasta que ella lo bloqueó. Entonces los mensajes me llegaban a mí, diciéndome que la convenciera. A mí la verdad es que ver a Nadia encajada en semejante trozo de verga si me resultó excitante, pues siempre que la cogen espero que el afortunado aporte a ella algo más a sus vivencias, y que la penetre alguien dotado, pero mi implica mucho morbo, aunque para ella no.

Explorando en los perfiles del vato, descubrí que también la va la onda bisexual. Y dado mi naciente interés y fantasía por ser sumiso, por saber que se siente mamar una verga y el morbo que me generaba imaginar que probaba el semen de otro hombre, algo de inmediato saltó en mí. Le di vueltas un tiempo a la idea, sin atreverme a revelar mi naciente interés. Pero la siguiente vez que me envió un mensaje, preguntando por Nadia, aproveché para jalar un poco el hilo. Comencé por hablarle de lo rica se veía Nadia en su verga. Di en el cavo, hablar de su verga es algo que le encanta a este individuo, como seguí dándole por ese lado, de pronto me envió algunas imágenes del mentado miembro en erección. Decidí aprovechar y dejar entrever mi interés. Le dije que lo tenía tan grande que comenzaba a antojárseme a mí. Me preguntó si era bisexual. Le dije que no, pero que estaba abierto a esa exploración.  Me preguntó que exactamente que me gustaría experimentar, así que le hablé de mi morbo con la sumisión en el contexto sexual. Después de intercambiar varias ideas sobre la temática él me dijo que tenía la fantasía de tener un esclavo sumiso, al que pudiera pedirle lo que fuera en el plano sexual y este no pudiera negarse, me dijo que si este era casado y fuera a escondidas de su esposa el tema le revestiría mucho más morbo.

Después de discutir algunas condiciones le dije que su fantasía me generaba morbo y que estaba dispuesto a explorarla. Entonces me dijo, si decides entrarle, nos veríamos una vez por semana. Cuando estés aquí, serás mi esclavo, lo que yo te pida deberás hacerlo, una vez que te vayas, volverás a tu vida normal y no te molestaré, pero toda una tarde una vez por semana serás mío y estarás dedicado a cumplir mis caprichos y darme placer.

Acordamos una cita para el siguiente sábado. Me moría de nervios a lo largo de la semana. No estaba seguro si asistiría. Pasaba por momentos contradictorios. De pronto la idea me parecía súper excitante, de pronto pensaba que sería algo muy degradante, que me arrepentiría y no podría vivir con eso. Pero la verdad es que toda la semana me mantuve en un estado de excitación constante, con varios picos de calentura al día. Me sorprendí cogiendo a Nadia mientras fantaseaba con la idea.

Llegó el sábado. Yo aún no estaba seguro de ir. Ya tenía inventada una excusa para desaparecerme toda la tarde de ese día. Conforme se acercaba la hora, mi nerviosismo aumentaba. Llegó la hora y de acuerdo con mi excusa salí de casa. Comencé a conducir sin rumbo, nervioso, indeciso. Finalmente, repasé el tiempo que llevaba dándole vueltas al asunto en mi mente y ahora tenía la oportunidad de experimentarlo; si no me gustaba, simplemente no volvía y asunto resuelto. Decidido conduje a la casa de Manuel. Una vez que me decidí el morbo, mezclado con nervios me mantenía en un estado de elevación muy interesante. Mi adrenalina al máximo, mi pene fluctuaba entre la erección máxima y un estado de semireposo, mis manos sudaban y me costaba respirar.

Llegué puntual a la cita y decidido toqué el timbre. No sé exactamente qué mezcla de hormonas estaba en mi torrente sanguineo, pero el estado en el que me tenían era similar a estar bastante drogado. Y Manuel abrió. Llevaba puesta una bata. Me dijo –Llegas puntual perrita, mejor para ti- Antes de dejarme pasar me miro seriamente a la cara y me dijo –Estás totalmente seguro de lo que vas a hacer. Una vez que cruces esa puerta será mi esclavo hasta que yo te libere, no podrás negarte a nada. No tendrás mayor voluntad que cumplir mis deseos- Nervioso asentí. El asintió también y me dejó entrar.

En cuanto entré me ordenó: Desnúdate, mientras estés bajo mi mando solo podrás usar la ropa que yo te indique, de lo contrario permanecerás desnudo. Esta vez por su primera vez, te disculparé que no lo hayas hecho aún, las siguientes veces, apenes entres deberás desnudarte, sin esperar indicaciones. De no hacerlo tendré que imponerte un castigo. Me desnudé, mis manos estaban completamente heladas y entumecidas. Quedé desnudo, el me dio una palmada en el culo y me dijo. De ahora en adelante te referirás a mi como amo, deberás agradecerme por todo lo que te haga, y rogarme para que te deje probar lo que te gusta. Si amo respondí.

Vamos al baño esclavo me ordenó…como yo vacilé al no saber la ubicación, me plantó otra sonora palmada en el trasero y me dijo: asegúrate de memorizar donde está todo, no puedo perder tiempo contigo, se movió al baño y me ordenó: arrodíllate. Voy a mear y mientras tu estés aquí, no pienso usar el baño, tú vas a ser mi mingitorio humano. Te tienes que tragar todo, si dejas escapar una gota o más deberás limpiar el suelo con la lengua, además te harás acreedor a un castigo. Cuando termine, me darás las gracias por dejarte tragar mis meados, ¿entendido? Si amo, respondí, mientras me hincaba. Entonces, sacó su buen trozo de verga, aún estado semifláccido lucía enorme. Lo agarré y lo puse a unos centímetros de mi boca, la cual abrí completamente, mientras mi pulso se aceleraba…tardó unos segundos eternos en dispararme un caliente chorro de salada orina, comencé a tragar tan rápido como podía. Sentía que no lo lograba, se me agotaba el aire en los pulmones. Se notaba que había tomada abundantes cantidades de agua, preparando su vejiga para estar llena a mi llegada. Logré tragarlo todo. –Exprímemela bien, y lame bien las gotitas- ordenó. Así me metí una verga por primera vez a la boca. Puse toda la boca alrededor del glande, realicé ligera succión y pasé mi lengua varias veces por la abertura uretral, recibiendo las últimas gotas.  Al terminar, olvidé agradecerle, así que me plantó ahora un sonoro cachetazo. No se te olvide mostrar tu gratitud, mi dijo. –Gracias amo- Nueva cachetada ¿Gracias por qué? Gracias por dejarme tragar tus meados amo. Vamos mejorando. Vístete, iremos a dar una vuelta. Vacilé, me puse nervioso. Una de mis condiciones siempre fue mantener el anonimato y la privacidad alrededor de esto, pero en mi papel de sumiso, no podía apelar a las condiciones, me palmeó el culo sonora y ardorosamente y me dijo –Tranquila perrita, te voy a cuidar, ahora, no se te olvide que me debes obediencia total-

Me vestí y salimos. El solo se puso un pants holgado con el que se le notaba la gran verga en libertad, pero a él no le importaba. Caminos un par de calles hasta un supermercado al que entramos. Me ordenó tomar un carrito y entramos, fue poniendo artículos al azar en el carrito, pero nos dirigió a las zonas más solitarias de este. En un pasillo solitario me ordenó -mámame la verga- Apresurado y nervioso, la saqué de sus pantalones y me la metí en la boca, le di unas tres buenas succiones, luego la guardé de nuevo. –No está mal para ser la primera vez, pero quiero que te tomes tu tiempo para saborearla. Nos movimos por otro solitario pasillo, y me lo ordenó de nuevo. Nuevamente me metí en la boca ese trozo de carne, ahora más erecto que la vez anterior e hice un esfuerzo supremo por resistir mis ganas de solo lamerla y guardarla…estaba muy nervioso mirando de reojo a todos lados mientras hincado metía y sacaba su pito de mi boca…resistí la tentación y chupé por espacio de un minuto hasta que los nervios me hicieron guardársela y levantarme. Nadie pasaba por ahí…Pero mi adrenalina estaba a todo lo que daba. -Mucho mejor-, dijo.

Avanzamos otro tramo, aun en la zona solitaria vimos a una chica de unos 20 años deambular hacia la zona en que nos encontrábamos. Recorría los pasillos como buscando algo sin saber exactamente donde hallarlo. Nos posicionamos en el pasillo próximo al que la chica recorría, nos pusimos en la orilla donde ella al dar la vuelta nos toparía de frente. –Quiero que esa chava te vea mamándome la verga-. Al instante una nueva descarga de adrenalina, si se podía aún más, invadió mi torrente. La verdad es que el estado de excitación en el que me hallaba ya no me dejaba pensar claramente, y realmente quería cumplir mi rol de sumiso, así que obediente lo ubique de espaldas al estante, para que ella nos viera de perfil y no quedara lugar a dudas de que estábamos haciendo, liberé su verga comencé a mamar por instantes que me parecieron eternos, hasta que escuché el carrito arrastrado por la chica, miré de reojo; ella dio vuelta y nos topó de frente. Se sobresaltó ante el espectáculo y giró rápidamente, como pretendiendo que no había visto nada. Pero no había lugar a dudas, nos vio de frente, mi boca tragando una verga, una verga descomunal, además.

Ora de irnos, dijo Manuel, y salimos apresuradamente del lugar, no fuera que la chica nos reportase y nos metiéramos en verdaderos problemas.

De regreso a su casa hicimos varias paradas en la calle para que le diera mamadas, con el riesgo de ser vistos, su verga se encontraba erecta y babeante. Cada vez que me la llevaba a la boca exprimía con ella todo el lubricante que generaba, me daba mucho morbo estar sacando y probando el fluido de otro hombre. Finalmente llegamos a su casa, apenas entrar me desnudé, recordando la instrucción. –Bueno perrita, hoy haz portado muy bien así que te voy a dar un regalo. Fue a su refrigerador y tomó un vaso, con un líquido blancuzco. -Desde que empezamos a charlar de esto, no he parado de chaquetearme y decidí guardarte el producto de esas chaquetas, ya que tú lo generaste. Trágatelos, son una semana de eyaculaciones, todas para ti. –Gracias amo, le respondí, y lleno de morbo ante semejante guarrada, me empiné el vaso probando por primera vez el semen de otro macho…viscoso, con un sabor particular.

-Y ahora, te daré leche fresca- Se bajó el pants y se sentó en el sillón de la sala…gatee hasta él, tome su verga en mis manos y por fin pude mamar tranquilamente, recorriendo con mi lengua toda su longitud, metiendo en mi boca sus testículos, buscando darle placer y probar cada parte de su anatomía masculina. Metía su glande en mi boca, intentaba meter la mayor parte de su verga en mi boca, pero era imposible. Él empujaba mi cabeza, haciendo que me dieran arcadas. Mientras me metía y sacaba su verga de mi boca, recorría el frenillo con mi lengua, como Nadia hace conmigo, y con una mano lo masturbaba, pero el recorrido con mi mano, era en verdad interminable, hubiera podido poner tres veces mi mano, una sobre la otra y apenas abarcar el tallo, se sentía raro masturbar una verga diferente, tan larga y tan gruesa, comparada con la mía.

Noté que estaba a punto de acabar y me preparé para recibirlos en la boca, aceleré el ritmo de la chaqueta, mientras notaba como su verga se ponía al máximo de dureza y grosor. Él hacía un esfuerzo por contener la venida, intentando prolongar al máximo el instante de placer que yo le daba, pero finalmente su resistencia cedió y una abundante descarga de semen me llenó la boca, lo tragué mientras una segunda descarga, menos abundante volvía a invadirme, la tragué también al tiempo que una tercera descarga, casi residual me regaló un poco más de sabor a macho, el gemía y yo usaba la lengua sobre su glande, lo que hacía que se retorciera. Exprimí las últimas gotas que no fluyeron con las descargas y me concentré en degustarlas. Su semen sabía distinto del mío, pero no podría decir con exactitud a que sabía…creo que más bien me invadía el sabor del morbo experimentado: finalmente meterme una verga en la boca, finalmente probar el semen de otro, estar a la disposición de sus fetiches más morbosos. Para esto mi verga estaba a punto de estallar, al máximo de dureza y babeante. Manuel quedó desplomado en su asiento, mientras yo recuperaba en mi boca las últimas gotas de líquido que escurría de su verga. –Muy bien putita, muy bien, mamas como todo un experto. La vamos a pasar muy bien. Por hoy terminamos-. Me vestí y salí, él no fue a despedirme…iba nervioso y tembloroso, con la verga aún en erección y todo el morbo por lo experimentado. Al llegar a mi carro viendo que estaba solitario el lugar me hice una chaqueta para liberar la excitación, que fue coronada con una de las venidas más descomunales que había tenido últimamente. Bajada la carga hormonal, vino la cruda moral por lo experimentado.