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Otra Vez con mi Cuñadita

en Amor filial

Otra Vez con mi Cuñadita

En esta ocasión continúo narrando como la situación entre la hermana más pequeña de mi mujer y yo se fue haciendo cada vez más complicada. Recordaran que ella es una exquisita mujercita de tan solo 18 años, a quien yo acababa de desvirgar hacia apenas unas semanas atrás. Habíamos pasado cojiendo como locos las noches de los dos sábados anteriores, puesto que mi mujer trabajaba de enfermera de noche en viernes y sábado, motivo por el cual la nena y yo nos quedábamos completamente solos en casa todas esas noches desde que ella vivía con nosotros, a más temprana edad. Pero aquella relación de padre e hija que teníamos desde que ella era una niña, había cambiado repentinamente, sin ella o yo planearlo, aquella tarde de sábado cuando nos entregamos por primera vez.

Como había narrado, afortunadamente no resulto embarazada la vez anterior, ya que cojimos sin protección alguna para mayor placer y tan solo me confié a que no lo habíamos hecho durante sus días fértiles. Aquella noche, después de terminar una tremenda sesión de sexo, nos quedamos abrazados, relajándonos y platicando de lo sucedido. Acordamos que no deberíamos seguir haciendo eso, pero por si acaso, fuera bueno cuidarnos con algún método para no correr más riesgos. Sería un completo desastre familiar si ella resultara embarazada del marido de su hermana. De esta manera ella empezó a utilizar un método recomendado por un médico, amigo y cómplice mío, al cual le dije que era para una “amiguita”, sin aclararle de quien se trataba.

Pasaron los días de esa larga semana, y ella disimulaba a la perfección la situación delante de su hermana, Todo era como si se tratara de una fantasía mía y en realidad nunca hubiera sucedido nada entre ella y yo. Todo eso me dejaba mas tranquilo, pues no daba ningún motivo para que mi mujer pensara que las cosas habían cambiado entre la nena y yo.

El siguiente fin de semana, para bien o para mal, mi mujer no fue a trabajar, pues le habían dado esos días libres en el hospital. De esa manera, pasamos los tres un divertido fin de semana en familia, yo paseando con “mis dos mujeres”, sin que las cosas cambiaran entre nosotros. Aunque nos quedamos con las ganas de seguir teniendo sexo, lo cual provoco que sucediera lo que a continuación voy a relatar.

Sucedió que un día entre semana llegue a casa más temprano que de costumbre y no esperaba encontrar a mi cuñadita sola en casa, pues mi esposa por lo regular siempre estaba ahí o salían juntas a algún lugar. Me saludo muy cariñosamente con un beso muy cerca de la boca. La salude y de inmediato me fui a mi habitación, tratando de evitar estar a solas con ella, pues mi mujer podría llegar en cualquier momento. Cerré por dentro y me metí a la regadera, un poco excitado a pesar de todo, al saber que estábamos solos.

Estaba ensimismado en mis pensamientos cuando percibí el ruido de la puerta de la habitación al abrirse con la llave por fuera, pensé que mi esposa había regresado, para salvación mía. Pregunte quien era pero no recibí respuesta. Repentinamente la cortina de la ducha se abrió y pude verla… ahí estaba nuevamente mi cuñada totalmente desnuda, con ese cuerpo delgado y exquisitamente bien formado, con esas tetas duras y erectas, coronadas por ese par de pezones grandes y duros, el vientre planito, acompañado por una cintura estrechísima y ese par de nalgas preciosas y paradas. Inmediatamente el agua corrió por su cuerpo al acercarse a mí, mojándole su negra y larga cabellera y su piel morena clara.

No me recuperaba aun de la sorpresa cuando ella me abrazo y de inmediato nos besamos profundamente, enlazando nuestras lenguas, pegando su cuerpo al mío, que de inmediato respondió con tremenda erección haciendo presión sobre su vientre. Ella al sentirla se excito más pego un quejido de placer, mientras me besaba mas profundo, diciéndome que deseaba hacerlo de nuevo como el otro día, que se había quedado con ganas de sentirme el fin de semana anterior.

Empecé a recorrer a besos ese cuerpo mojado y delicioso, besándole el cuello, sus hombros, deteniéndome en esos pechos encantadores para besarlos y succionar sus pezones, arrancándole gemidos de extremo placer, mientras ella tomaba en su mano mi verga y empezaba a frotarla ansiosamente meneando a la vez sus caderas, presa de la excitación. Yo la apretaba contra mi cuerpo, llenándome ambas manos con sus preciosas y duras nalgas, ella trataba de frotar su panocha en mi verga parándose de puntillas debido a la diferencia de estaturas. Me fui bajando más y más, besándole el vientre. La recargue contra la pared de la ducha y me acerque a su concha mojada, tanto por el agua de la regadera como por sus fluidos. Le separe sus hermosas y torneadas piernas, subiendo una de ellas sobre mi hombro. Empecé a pasar mi lengua superficialmente haciéndola gemir y estremecerse. Poco a poco fui profundizando, pasándole la lengua entre los labios, abriéndoselos y lamiéndole el clítoris, metiendo la punta de la lengua lo mas hondo que podía. Ya para entonces ella estaba gimiendo abiertamente y meneándose y frotaba mi cabeza con ambas manos, apretándomela contra su cuerpo.

Después de varios minutos de hacerla gemir casi a gritos me incorpore y le dije que le tocaba hacerme gozar. Ella puso cara de sorpresa, le pregunte si nunca le había hecho sexo oral a algún novio y me dijo que no. Le dije que ya era tiempo de que lo hiciéramos así, pues me moría de ganas de sentir su boquita mamándome la verga. Le dije que le iba a gustar, que lo intentara al menos.

La hice ponerse en cuclillas, frente a mi verga erecta, me la tomo con sus manos y la froto deliciosamente, pero solo la miraba, por lo que le dije que se acercara mas, le dio un leve beso en la punta y volteaba a mirarme como preguntándome que hacer. La tome de su cabeza y la acerque suavemente a mi verga, ella abrió la boca y se introdujo la punta. ¡Que delicia! Su boquita estaba caliente y estrecha, sentí sus dientes alrededor de la punta. La apreté un poco mas, metiendo mas mi verga en su boca, le dije que solo la chupara con los labios y la lengua, que no mordiera, cosa que empezó a hacer tomándole ritmo poco a poco.

Después de varios minutos sentía su boca succionándome fuerte mientras su lengua jugueteaba con la punta dentro de su boca, luego se la sacaba y me pasaba los labios y la lengua a todo lo largo y por los testículos, notando que le había tomado gusto al sexo oral. De no haberla detenido hubiera derramado todo mi semen en su boca, cosa que no quería pues deseaba penetrarla y sentirla nuevamente. La tomé del brazo para hacerla que se pusiera de pie y la apreté contra mí, besándonos otra vez. Luego la voltee de espaldas contra mi, le dije que se inclinara un poco y puso sus manos contra la pared separando sus hermosas piernas. Le separe las nalgas con mis manos para ver bien su concha mojada, acerque mi verga lista para invadir aquel estrecho hueco y coloque la punta en su entrada, ella se estremeció y gimió al sentirla e instintivamente empezó a menearse como solo ella sabia hacerlo, trataba de empujarse hacia atrás para ensartarse, pero yo la detenía, metiéndole solo la cabeza en aquel orificio ardiente, volviéndola loca de placer y desesperación.

Poco a poco fui deslizando mi tronco dentro de ese cuerpo exquisito y apretado. Puse mis manos sobre sus hombros, sujetándola mientras iba penetrándola, sintiendo como mi verga era apretada fuertemente por las paredes de esa ardiente y estrecha vagina, casi virgen, sintiendo como su calor y humedad la cubrían totalmente, hasta quedar bien alojada dentro, en lo mas hondo de su ser. Ella emitía gemidos roncos y prolongados al sentirla dentro y con su mano me tomaba los testículos y los frotaba delicioso. Empezamos el ritual de mete y saca, primero lento, gozando la penetración, en esa posición ella era libre para menearse tan rico como lo hacia, mientras yo la sujetaba de sus nalgas o sentía en mis manos el delicioso movimiento de su breve cintura y el sonido de sus gemidos y los ruidos de nuestros cuerpos pegando uno contra otro.

La acariciaba de su espalda, de sus hombros, la sujetaba de las tetas y se las frotaba, le decía como me volvía loco su cuerpo y ella gemía mas y mas. Yo aun no podía creer que estaba poseyendo el cuerpo delicioso de una jovencita de 17 años y menos que fuera el de mi cuñada menor. Duramos bastantes minutos cojiendo en esa forma, moviéndonos de cuanta manera nos era posible, sintiendo el placer del sexo prohibido en toda su intensidad, hasta que tome conciencia de lo tarde que ya era y lo peligroso del momento, pues su hermana podría llegar en cualquier minuto.

Entonces me despegue de ella y la voltee de frente a mi, cargándola de las piernas y las nalgas totalmente en el aire. Ella enredo sus piernas en mi cintura mientras nos mirábamos cara a cara muy de cerca. Sus ojos entrecerrados por la pasión, su boca abierta exhalando gemidos de placer en mi cara. La baje lentamente penetrándola en forma riquísima, hasta el fondo.

La subía y bajaba sosteniéndola de sus riquísimas nalgas. Ella se meneaba como podía, frotando fuertemente su cuerpo contra el mío, abdomen contra abdomen, sus tetas duras contra mi pecho. Nos besábamos aún más apasionadamente que al principio, pues nuestros cuerpos estaban totalmente unidos, uno dentro del otro.            Después de bastantes minutos de estar cojiendo como desesperados, empecé a sentir las ya conocidas convulsiones de su orgasmo, que era ya inminente. Me concentré en sentirla y percibí como su panocha se apretaba en la base de mi verga, su vagina se estrechaba mas y mas y mi verga entraba y salía bien ajustada. Era delicioso sentir todo eso, pero lo más excitante de todo eran sus gemidos, ya casi gritos, profundos, prolongados, roncos… pidiéndome mas y mas, diciéndome que se moría de placer. Hasta que hizo erupción y estallo en movimientos incontrolables, gritando de placer y meneándose en forma increíble, hasta soltar el prolongado grito del clímax, tensando todo su cuerpecito contra mi, enterrando sus uñas en mi espalda y soltando todos sus jugos en mi verga y mis huevos.

Al sentir aquel baño de líquidos candentes empecé a bombearla mas profundo y en poco tiempo sentí que me venia, apretándola mas fuerte de sus nalgas para ensartarla lo más profundo posible, hasta disparar dentro de ella chorros de semen caliente una vez mas. Hasta ese momento solo mi semen había invadido aquel cuerpecito precioso, cosa que me excitaba más aun, a pesar del riesgo que ello implicaba.

Pasado el tremendo clímax, la bajé y la sostuve abrazándola contra mi, pues decía que se sentía toda "suelta". Me dijo que era increíble todo lo que se sentía al hacerlo, que nunca se había imaginado que se pudiera sentir tanto placer. Nos besamos otra vez y le dije que había sido increíble, pero que era mejor no volver a repetirlo durante la semana y a esa hora, pues era demasiado el riesgo de que su hermana nos descubriera en esa situación. Quedamos de acuerdo y terminamos de bañarnos rápidamente para eliminar todo rastro de nuestro encuentro antes de que llegara su hermana, quien ya cuando apareció, todo estaba dentro de lo normal.

Espero sus comentarios para luego narrarles más experiencias.