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Segunda Vez con mi Cuñadita...

en Amor filial

    Habrán ya leído mi relato titulado Desvirgando a mi Cuñadita, donde les cuento la como la desvirgue en la primera vez que cojimos por deseos de ella. Hoy he decidido contarles de la segunda vez que me la coji; esto no pensaba publicarlo, pues en lo personal considero que no se compara con la primera vez, que fue única, irrepetible y exquisita. Aclaro que esta la cuento como la segunda vez por ser en otro día ya distante del anterior, pues en esa ocasión en realidad lo hicimos varias veces después de darle la pastilla milagrosa.

    Como recordaran, en esa ocasión después de que cojimos hablamos de la situación muy detenidamente. Quedamos en que esto nunca más iba a repetirse, que ella iba s seguir siendo como mi hija y que todo iba a ser igual que siempre. Pero al seguir hablando del mismo tema, nos empezamos a excitar otra vez y llegamos al asunto de que ella ya estaba protegida por la pastilla que acababa de tomar. Así que usamos como pretexto el hecho de que ya no iba a suceder lo mismo, para decirnos que lo haríamos como despedida para siempre y quedarnos tranquilos los dos, sabiendo que eso era solo un pretexto.

    Así paso la semana, y todo pareció volver a la normalidad, aunque con el temor de que ella tuviera sentimientos de culpa y acabara contándole a su hermana lo que sucedió entre nosotros. Poco a poco, con el paso de los días, me fui tranquilizando al ver que ella se comportaba normal y pensé que todo iba a ser exactamente como antes. Pero aun no llegaba el siguiente fin de semana y no sabia lo que me esperaba…

    Se llego el siguiente viernes, mi mujer ya se había ido a su trabajo. Yo estaba en la sala viendo la TV cuando escuche que mi cuñadita salió de su recamara y se metió a bañar. Después de varios minutos, ella salió y volvió a su habitación para vestirse y después bajar a la sala, donde yo estaba. Tremenda sorpresa me lleve, pues se había puesto solo una camiseta larga que le alcanzaba a cubrir su precioso trasero, se adivinaba que no traía sostén, pues se le apreciaban los pezones erectos bajo la camiseta y sus tetas bien paradas se movían libres, deliciosamente. Este tipo de vestimenta nunca la usaba si se encontraba su hermana en casa, pues le llamaría la atención.

    Supuse que la nena estaba tratando de llamar mi atención, pues empezó a deambular por la sala y la cocina así vestida, pasando frecuentemente frente a mi, sin que yo le dijera una palabra. Al fin, fue y se sentó en el sofá junto a mí. Ya imaginaran el espectáculo al sentarse con esa camiseta tan corta, que no alcanzaba a cubrirle sus deliciosas y firmes piernas, su piel suave totalmente desnuda. Ella empezó a platicarme cosas sin importancia, las tonterías de sus amigas, de la escuela, etc. Luego poco a poco empezó a hacer preguntas acerca de temas sexuales, volviendo a tocar el tema de lo sucedido el fin de semana anterior.

    Le pregunte como se sentía, si no tenía ya remordimientos ni culpa. Me contesto que ya se sentía mejor, pero que aún no podía olvidar lo que paso y mas aun, lo que repetimos durante toda la noche. La plática poco a poco se había tornado caliente, y ella se me fue aproximando muy lentamente como al descuido, de modo que alcanzaba a rozar su pierna con la mía. En un momento dado momento y tal vez impulsada por el deseo, se me prendió del cuello con sus brazos y me beso en forma candente, la empuje tratando de evitar lo que ya veía venir, pero ella me volvió a besar muy rico, derrumbando mi poca resistencia.

    Nos enredamos en el sofá besándonos como locos, nuestras lenguas se enredaban en caliente lucha, pasando de una boca a la otra, mientras nuestros cuerpos se frotaban uno contra otro en ese sofá. En el forcejeo, su camiseta dejo al descubierto ese espectacular cuerpo de adolescente que yo había convertido en mujer por primera vez. Empecé a acariciarla toda. Le saque la camiseta y quedo solo en un breve calzoncito rosa de encaje, muy sexy. Ya para entonces mi verga estaba al tope, durísima, gruesa y lista para invadir aquel cuerpo casi virgen aun, pues esta seria apenas otra de sus primeras experiencias.

    Fui besándola más para excitarla y prepararla bien. Le besaba su cuello, pase a sus pechos firmes, duros, besando y succionando fuerte sus riquísimos pezones, arrancándole gemidos de placer mientras inconscientemente ella empezaba a menear sus caderas. Ella me quito la camiseta y en forma torpe y desesperada me bajo el pantalón junto con mi ropa interior, saltando mi verga durísima ante sus excitados y vidriosos ojos. La tomo en sus delicadas manitas y me la froto ansiosa unos minutos haciéndome sentir la gloria. Yo acariciaba todo su cuerpo, quitándole la última prenda que le quedaba, gozando al acariciar sus duras y riquísimas nalgas y su concha totalmente depilada. Luego la levante en mis brazos, sintiendo su cuerpo ligero y desnudo contra el mío, y la lleve a su habitación. Ya ahí continué besándola toda y ella estaba ya al borde de la locura, gemía y me pedía que ya se lo hiciera.

    En ese momento, me acosté y la coloque montada encima de mí, así ella podría controlar la penetración mejor y yo podría gozar acariciando todo su delicioso cuerpo, sus tetas erectas, su cinturita esbelta, sus nalgas carnosas, sus piernotas que me enloquecen. Le coloque la punta de mi verga entre sus pétalos y se la empecé a mover en círculos, lubricándonos mutuamente muy rico, luego la tome de su cintura y empecé a empujar, pero apenas había entrado un poco la cabeza cuando sentí como estaba aún apretada a pesar de que ya la había desvirgado. Todo eso me excito aun mas y la agarre entonces de sus nalgas muy firme y empecé a empujar mas fuerte, sentía como su concha estrecha iba recorriéndome el prepucio todo hacia atrás, ella me miraba con sus ojos entrecerrados y vidriosos y su boquita entreabierta, exhalando deliciosos gemidos de placer al sentir como iba invadiéndola por dentro.

    Yo sentía que iba entrando en una cueva demasiado estrecha y la sostenía muy fuerte de sus deliciosas nalgas. Ya dentro, nos quedamos quietos unos momentos, mirándonos fijamente, perdidos de la excitación, jadeando, sintiendo nuestros cuerpos unidos en uno solo, la lubricación de ambos, mientras su panocha pulsaba rítmicamente apretando mi verga durísima de una manera increíble. Luego espontáneamente ella sola empezó a menearse poco a poco, aumentando gradualmente la velocidad y sus gemidos también. Se movía en forma increíble, mucho mejor que muchas mujeres mas experimentadas que conozco; en círculos, delante y atrás, arriba y abajo. Era delicioso tenerla así, a mi cuñadita hermosa, sentir su cuerpo delicioso entre mis manos meneándose enloquecida de placer. Escucharla gemir y gritar sin control, escucharla diciéndome que le gustaba mucho, que la volvía loca, que le diera mas y mas, mientras yo la acariciaba de las tetas, de la cinturita, de las nalgas, de las piernas.

    Estábamos completamente enloquecidos cojiendo como animales. Solo se oía en su habitación el excitante ruido de los cuerpos al chocar en intensas embestidas, los gemidos de ambos, los gritos de ella, el ruido de la cama que parecía protestar por la lucha que estábamos sosteniendo encima de ella. Después de rato la cambie de posición, levantando sus piernas sobre mis hombros, yo encima de ella y penetrándola profundamente, sintiendo en cada empuje como lograba tocar hasta el fondo de su vagina, arrancándole a ella largos y fuertes gemidos al sentir mi verga hasta lo más profundo de su cuerpo. Luego la acomode de a perrito, para gozar con el espectáculo de su tersa espalda, su cinturita estrecha y sus tremendas nalgas, mientras la tomaba de esa cinturita y le daba riquísimas y brutales embestidas, haciendo que los fluidos de ambos produjeran excitantes ruidos al golpear mis testículos contra su concha.

    Al final volvimos a terminar con ella cabalgándome en la cama y fue entonces que sentí que se venia. Empezó a moverse muy rápido, cabalgándome cada vez más fuerte. Sus gemidos y gritos de placer se volvieron cada vez más intensos, sus tetas saltaban riquísimo mientras su cinturita y su vientre se meneaban de una manera increíble, restregando su depilada panocha sobre mi pubis, con mi verga totalmente dentro de ella, sin querer dejarla ir.

    De repente su cuerpo se tensó al máximo, convulsionando, doblándose hacia atrás mientras yo la sostenía de su cintura. Exhalo ella un grito muy ronco y prolongado, sentí que su concha apretaba mi verga como queriéndola arrancar, mientras le salía abundante y caliente liquido mojándome hasta los testículos. En ese momento ya no pude mas y empecé a taladrarla fuerte, mas y mas, muy hondo. Ella se quedo suelta encima de mi gimiendo mientras yo continuaba ensartándola hasta lo más profundo.

    De pronto ella alcanzo a darse cuenta de que iba yo a terminar dentro de ella, me pidió al oído que se la sacara, que no terminara dentro, pero eso a mi ya no me importaba. Ya no me importaba el riesgo ni el peligro, solo quería sentirla como la vez anterior y vaciarme dentro de su exquisito cuerpo, llenándola completamente de mi semen para hacerla más mía. La sujeté fuerte de sus nalgas preciosas y seguí dándole durísimo, hasta que mi verga se inflo dentro de su vagina apretada. Ella grito una vez más al sentirme y yo explote dentro de ella en chorros de semen caliente dentro de su cuevita, inundándola por completo hasta derramarse junto con sus mieles, mojando mis testículos pegados a su concha. Terminamos en medio de convulsiones de placer con tremendos orgasmos.

    Nos quedamos unos momentos así, pegados, disfrutando del momento y relajándonos después de la intensa cojida. Después de algunos minutos ella reacciono y se dio cuenta de la gravedad del asunto, pero no reacciono como la vez anterior. Esta vez solo se asustó un poco, pero más consciente de que ambos lo deseábamos. Se levanto y se fue corriendo al baño a limpiarse, con las mieles de ambos chorreando por sus piernas. Ya cuando volvió a la recamara y se acostó junto a mí, abrazándome, le pregunte acerca de su periodo. Según me dijo, después de que tomo la pastilla de emergencia, su periodo se había adelantado y acababa de terminar apenas el día anterior. La calme diciéndole que no iba a pasar nada, pues no se encontraba en sus días fértiles.

    Nos quedamos tranquilos, así desnudos, abrazados. Como comprenderán, no es fácil resistir tener semejante tentación a un lado y desperdiciarla, así que tuvimos otra noche como el fin de semana anterior, gozando como locos y cojiendo al natural. Aunque en los descansos yo me ponía a pensar que ojalá lo de los días fértiles funcionara, pues no estaba tan seguro, ya que su periodo se había alterado debido a la pastilla. Afortunadamente nada malo paso y ella no resulto embarazada, y ambos volvimos a gozar de una increíble noche de sexo prohibido.

Hasta pronto.