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Una camisa y un par de tacones

en Sexo con maduros

De musa a escritora de mi primer relato. Lo que acá escribo sale de mis fantasías y de las estimulantes charlas que tengo con un hombre con el cual he tenido charlas…digamos…subidas de tono. 

Una mujer morena, de cabello corto, labios provocativos y de voz dulce llega a la habitación del hotel donde se había citado con aquel hombre que conoció hace unos meses y con el que sostenía conversaciones interesantes a altas horas de la noche. Llegó 1 hora antes de la hora convenida…le gustaba tener unos minutos para prepararse. La idea de la cita era experimentar…de parte de él, experimentar sexualmente a una chica joven insaciable y dispuesta a probar cosas nuevas…de parte de ella, explorar su sexualidad con un hombre casado, de poco más de 60 años y que había tenido varias y variadas relaciones con mujeres a las cuales les había dado placer. 

Días antes había estado algo nerviosa, no sabía si sería buena idea, pero para tranquilizarse se decía a ella misma: “¿Por qué no hacerlo? “. 

Allí estaba ella, apoyada en la cama sobre sus codos, con una braguita de encaje blanco, una camisa blanca de estilo masculino con los botones desabrochados y sin sujetador, y unos altos tacones negros de aguja. Quería provocarlo y sabía que de esa manera lo haría. Ella no era delgada, pero tenia una silueta interesante, acompañada de una piel color café. Sus senos eran grandes sin ser vulgares y sus piernas eran…preciosas (en palabras del hombre que deseaba tenerla en la cama). 

Él llegó a la habitación y la encontró allí, deslumbrante y absolutamente sexy. Se le queda viendo, sin decir nada…se muerde los labios y sus ojos muestran un deseo inconmensurable, con ganas de abalanzarse sobre ella, pero se tranquiliza, se acerca y abre sus piernas. Ella aún sin decir nada, deja que lo haga y le cruza sus piernas alrededor de su cintura. Cuando él se acerca a su rostro, ella lo toma por el cuello y acerca sus sensuales labios a su oreja y le dice: 

- “Aún no puedes tocarme, primero deberás quitarte la ropa muy lentamente, eso sí, sin quitarme tus ojos de mi” 

Él lo hace, sin problema. Al hacerlo deja al descubierto primero su lindo pecho, ancho y con vellos, un pecho tan varonil que de inmediato ella se calentó. Luego se fue quitando el pantalón lentamente, dejando solo sus boxers negros, ajustaditos…su miembro ya se notaba…una delicia. Ante eso ella le dijo: 

- “Quítatelo ya…anda haz lo que te digo.” 

Él lo hizo. Ella vio un pene de tamaño normal, ni muy grande ni muy pequeño, pero grueso. Él noto el deseo en sus ojos y en sus bragas…estaban mojadas.

Ella le dice que se acerque, que se siente en el borde de la cama. Ella se levanta, se quita la camisa y deja al descubierto sus tetas, más pálidas que el resto del color de su piel, que destacaban por su forma de pera y por sus grandes pezones marrones claros. Al ver eso él no aguantó más…la tomó de la cintura y la acerco y le empezó a masajear sus tetas, luego a chuparlas y posteriormente a morderlas, tal y como tanto le gustaba a ella. Mientras lo hacía ella sintió como el bulto de su miembro se hacia cada vez más grande y como le presionaba su sexo. 

Luego la tumbó en la cama, le arrancó las braguitas y solo le dejó sus altos tacones negros. Se acercó y la beso…tan apasionadamente como pudo. Al terminar ese largo beso ella le dijo: 

-“Ahora hazme lo que te plazca, soy toda tuya esta noche”. 

Él empezó a bajar por su cuello, lo mordió y mordió cada parte de su cuerpo a medida que iba bajando. Al llegar a su ombligo paró por un poco más de tiempo, metió su lengua y lo saboreó. Al llegar al sexo de ella, noto lo depilado que lo tenía, lo detalló. Empezó separando con su lengua los labios para descubrir su clítoris, rosadito y gordito, ya húmedo. Al hacerlo ella ya gemía de placer. Comió y comió ese coño tan delicioso, del que emana una gran cantidad de jugos y que eran acompañados de unos gemidos que lo excitaban cada vez más...quería que se corriera como una loca, por eso con sus dedos ya mojados de sus flujos estimuló el clítoris en círculos de forma muy rápida y después metió dos de ellos dentro...al sentirlos ella empezó a gritar más fuerte, sentía tanto placer que en pocos minutos se corrió.  Él le dice: 

- “Apenas iniciamos preciosa, hoy quiero que sientas el mayor de los placeres, y créeme soy muy bueno en eso, así que prepárate para gozar.” 

Sin darle tiempo a ella de recuperarse, la levanta, la voltea y la pega a la pared de forma violenta. Ella siente la pared fría con sus pezones, los cuales se ponen aún más duros, a punto de reventar. Le abre las piernas y encaja su pene erecto en su coño…hace que se recline y que apoye solo sus manos de la pared y empieza a follarla rápido y sin parar. Suena el golpeteo entre su miembro y el de ella, a lo que se le añade el sonido de las nalgadas que le propia a su gran culito junto con los gemidos de ambos…como disfrutaban. Al sentir que ambos estaban a punto de correrse, él tomo su corta cabellera, la haló hacia él, hacia su cara y la tomó de cuello. Le susurraba: 

- “¡Hoy te voy a hacer mía, solo mía! 

Al oír eso y con el rápido ritmo con que se la follaba, ambos acabaron al minuto, después el probó su corrida y le dio a probar a ella de sus dedos. El grito de ella fue estruendoso y la respiración de él se volvió espesa.

No es todo aún. La tira en la cama boca arriba y se coloca encima de ella…mete la polla en su coñito y continúa follándola como un loco, mientras ella gime gime muy fuerte. Antes de sentir que ella se corre, la voltea y la pone boca abajo, levanta su culito y mete toda su polla en su ano…fuerte y con ganas. Mientras la encula le da nalgadas. Al momento, él le dice que no aguanta mucho más…ambos se corren, el le llena su culito de su denso semen…ambos sueltan gemidos agudos de placer. 

Cómo disfrutaron aquellos dos. 

Se colocan uno al lado del otro…él le pide a ella que coloque su rostro en su amplio pecho y ella empieza a acariciarlo, eso evoca una escena casi romántica, como de una pareja que acaban de tener intimidad. Él la besa, de una manera cariñosa y le dice: 

- “Eres increíble, insaciable…espero podamos repetirlo princesa”.

- “¿Crees que sea buena idea, como dijiste puede ser peligroso?”

- Lo es, no te lo niego, pero no puedo evitar querer estar más de una vez contigo

- “No exageres…”

- “Calla. Es la verdad. Te deseo, anhelo tu cuerpo y no puedo evitar querer no solo follar sino estar más veces así contigo…compartiendo un abrazo, una caricia y un beso…Uff esos labios muñeca.” 

Ella lo besó, y buscó de iniciar otra vez ese “juego” con él, como lo había deseado desde el momento en que se conocieron.

Diana García.