Son las 6 de la mañana. Me encuentro profundamente dormido y a esa hora, como es habitual, traigo una erección bastante fuerte.
Cuando apareció en el monitor una sonrisa se dibujo en mi rostro. Sus preciosos ojos negros miraban directamente hacia la cámara. Esa mirada. Me intrigaba y me fascinaba al mismo tiempo.
Me encontraba totalmente desnudo de espalda a la pared, de pie, abierto de piernas y esposado de tobillos y muñecas contra el muro.
Una inevitable erección que en pocos segundos sería muy visible comenzó a elevar mi temperatura, misma que se acentuó más al darme cuenta que me estaba mirando fijamente a los ojos mientras que yo me sumergía en su escote.
Mi pene luchaba por salir de mi pantalón, así que en un solo movimiento desabroché este, baje mi pantalón hasta mis rodillas y pegue mi pene contra sus nalgas.
Desde el ángulo de la cámara, se veía el largo camino de su cuello hasta el nacimiento de sus senos, pues vestía una blusa con un escote generoso.
Entre el dolor y el placer.
Cinco pares de manos se turnaban a masturbarme, a veces varias al mismo tiempo.
La mejor celebración por haber cerrado un buen negocio.
Me encontraba totalmente desnudo de espalda a la pared, de pie abierto de piernas y esposado de tobillos y muñecas contra el muro.
A lo que conduce el querer el control remoto del televisor.
Volvió a golpear una y otra vez, no le producía dolor sino placer.
Después de mi primera experiencia con el "ball busting", cada vez que charlaba con mi amiga por icq no hablábamos de otra cosa que de nuestra reciente experiencia.
Disfrutando de los mejores orgasmos mediante dolor en los testículos.