Acomodándo con una mano mi pinga a la entrada de su conchita empujé con fuerza... ella tenía sus piernas muy rígidas.
La fuí penetrando suavemente, con mucha dulzura y ella me recibía en toda su extensión aunque un poco ajustadita...
La penetré bruscamente sin preámbulos, y a ella le dolió y ardió... de la misma manera que a mi también me ardió la pinga...
Hubo un matrimonio donde él era gay asolapado, y la esposa no sabía al momento de casarse, pero los padres de él, querían nietos, y ahí aparesco yo.