Mientras mi cuñada y yo esperábamos a mi novia en casa, decidimos matar el tiempo, y que mejor forma de hacerlo que ponerme supercachondo con una de esas mamadas que no se olvida nunca.
Alicia tenía unos 40 años, era la madre de un amigo y recién se había mudado al lado de mi cada. Después de verla desnuda, los astros se unieron para que acabase con ella echando polvos de categoría.
Todo parecía normal, un chico que da clases particulares de química a tres chavales, pero finalmente tomo un cariz desenfrenado y de locura gracias a la fogosidad desbordante de estos tres jóvenes de secundaria.
Esta historia es real, yo tenía 18 años y fui con mi primo a una acampada, todo fue bien hasta que de pronto me surgió unas ganas enormes de comerle la polla, jamás había sentido eso por un hombre. Aunque al principio costó, al final logré mi objetivo.