Traté de fingir que no me daba cuenta, pero su erección me apuñalaba entre mis nalgas, llegando incluso a crear una ligera separación entre ellas. Tenía el pene muy caliente y mi coño había comenzado a dilatarse inconscientemente.
Paula y Lucas llevaban varios meses hablando por un chat, hasta que un día decidieron conocerse en persona y pasó lo que tenía que pasar...
A veces, con el tiempo desaparece la fogosidad y se apaga el apetito sexual... Pero todo cambia cuando la persona que tienes delante en lugar de tu mujer es una joven camarera...
A veces, con el tiempo desaparece la fogosidad y se apaga el apetito sexual... Pero todo cambia cuando la persona que tienes delante en lugar de tu mujer es una joven camarera...
A veces, con el tiempo desaparece la fogosidad y se apaga el apetito sexual... Pero todo cambia cuando la persona que tienes delante en lugar de tu mujer es una joven camarera...
A veces, con el tiempo desaparece la fogosidad y se apaga el apetito sexual... Pero todo cambia cuando la persona que tienes delante en lugar de tu mujer es una joven camarera...
A todas nos pasa alguna vez que acabamos de la imaginación o del recuerdo, a la masturbación y el disfrute.
Las olas rompían suavemente contra nosotros, dejándonos totalmente empapados, pero no nos importaba. En aquel momento mojarnos por el mar era lo que menos nos importaba.
Al cabo de unos minutos, Eduardo subió la toalla hasta mi espalda, tapándola por completo y dejando mi trasero y mis piernas al descubierto. Yo no paraba de rezar en mis adentros para que no se diera cuenta de que estaba mojada y que había traspasado mis braguitas, pero aquello saltaba a la vista.
En aquel restaurante sólo se escuchaban sus testículos chocar empapados contra mi clítoris, las patas de la mesa deslizarse de lado a lado contra el suelo, mis gemidos y su respiración fuerte y profunda retumbando por cada rincón del local.
Mientras le maquillaba, él no despegaba la mirada de mis ojos ni por un segundo. Estaba serio, y a mí eso me rompía los esquemas, porque Adrián tenía una mirada de lo más penetrante. Y su seriedad, y su mirada clavada en mí, me hacían desear que me desnudara y que me penetrara con algo más que con sus preciosos ojos.
. Sentía cómo me escocía, sentía cómo me ardía, pero no me importaba, aquello me excitaba más. No podía parar de jadear, de gritar, de retorcerme de placer, de morderme el labio inferior. Sentía que me iba, sentía que iba a correrme abundantemente sobre él, sentía cómo algo bajaba desde mi estómago.
Daniel no me dio tiempo a quitarme nada más, porque me agarro de la cintura y me metió dentro de la ducha, y comenzó a besarme mientras el agua caía sobre nuestras bocas, sobre nuestros cuerpos
Quería follármelo ahí mismo, que me pusiera a cuatro patas, que me estirase del pelo y que me azotara el trasero como a una sucia perra, sentía que cada segundo que pasaba me iba poniendo más cachonda. Mi respiración se aceleraba, se iba haciendo más intensa y la respiración de Mario acompañaba la mía, me seguía al mismo ritmo.
Lucía es una joven estudiante que llega nueva a la ciudad y conoce a un hombre que aparentemente podría ser su padre, pero él le hace sentir como si fuera de su misma edad...