Fue algo imprevisto, pero a la vez, muy excitante. Mi compañero de trabajo, con apenas diecinueve años, luchaba por definir su sexualidad; su preciosa novia me agradeció, extensamente, que yo dejara que él indagara en sus deseos a través de mí.
La madre de mi amigo Julio me hizo la ventosa con el culo, algo que nunca me había hecho nadie. Ella, tan elegante y sofisticada no quería entregárseme por delante, por prejuicios de fidelidad y, a cambio, me entrego su culo; ¡no una vez!, sino muchas veces.
Aquel primer año en la Universidad me alojé en una casa particular, en la que, tras unas primeras semanas de exhibicionismo y de miradas indiscretas, el deseo se propagó y mi casera me la empezó a chupar, ¡casi todos los días! Más adelante, el morboso marido quiso estar presente y ver cómo chupaba.
Es usted preciosa señora y, si no fuera porque su marido es mi amigo y mi preparador, ¡me desviviría por tenerla!, aunque solo fuera una vez; pero lo que nunca haré es ser un borde con usted como lo son los otros, señora me respondió ella: Gracias por pararle los pies a Manolito, yo también...
Puse el siguiente anuncio en la sección de masajes: (Despierto tu cuerpo a la sensualidad y a la plenitud de tus sentidos). No esperaba la avalancha de peticiones, me sentí desbordado...
Soy un hombre feliz, me encanta dar placer aún más que recibirlo; y se hacerlo bien y con elegancia. Me dedico a dar masajes de caricias y a despertar los sentidos (ya os contaré caso a caso).
Marta se empeñó en que la acompañara a hacer senderismo con su grupo de montaña, y no pude negarme, después de que el otro día me la chupara en su despacho; y es que tener una jefa que te la chupe en su despacho es algo muy especial. El grupo de senderismo está formado por parejas de cuarenta...
Desde que me tire a la madre de mi amigo Juan hace cinco años han pasado muchas cosas (ya las iré contando) pero quiero contaros lo último que me ha sucedido. Tengo un amigo que se desvive por mí, es leal y siempre está para lo que le pida, él se llama Pedro y tiene una novia preciosa.
Hola, me llamo Antonio y tengo dieciocho años; y quiero relatar la experiencia que he vivido con la madre de un amigo, porque ha sido algo ¡digno de contar! Cambio todos los nombres excepto el mío.