miprimita.com

Sexo con maduras

en Amor filial

Esto que les voy a contar, queridos lectores, no es producto de una gran imaginación, sino una realidad inesperada, aunque no por ello menos deseada. Les diré que soy un "joven" de 37 años, y llevo 11 felizmente casado. Pese a ello, siempre he sido "mujeriego", es decir que me encantan las mujeres, en general de todos los tipos y colores, aunque siempre me han tirado más, las de carnes generosas, y cuando digo carnes, me refiero a las que poseen mucha pechonalidad, buenas posaderas y muslos bien dotados. Pues bien, he aquí que mi cuñada cae de lleno en este tipo. Al principio, cuando estaba de novio con mi mujer, ella se mostraba cuando coincidíamos en el apartamento de la playa, muy suelta, con una camisa bajo la cual no llevaba nada, por aquello del calor, notándose perfectamente sus suculentos pechos y las grandes bragas que lleva. No lo había dicho, pero mi cuñada tiene hoy 50 años. Eso me ponía nervioso, pero pensaba, o al menos me esforzaba por pensar, que ella lo hacía por la confianza que me tenía, y por aquello de que soy un buen chico. Con el tiempo me casé, y el contacto con mi cuñada se hacía un poco más picante. Ella, por aquello del volumen de su cuerpo, se rozaba conmigo muy frecuentemente, notando yo con mi codo, el contorno de sus pechos, contacto que yo no evitaba, al contrario, lo intentaba prolongar de la forma más disimulada posible, sin que ella me dijera nunca nada. Pero el otro día, y con ocasión de una jornada de playa, ella, que le gusta más el agua que a los patos, me propuso darnos un baño, mientras mi mujer, con mi cuñado y mi suegra se relajaban en la arena, a la sombra. Ya en el agua, y algo alejados de la orilla, donde batían menos las olas, comenzamos a hablar, y yo como había notado anteriomente que mis cuñados estaban algo serios uno con otro, me pareció oportuno preguntarle desde cuando no tenía una sesión de sexo como Dios manda, a lo que ella suspiró y confesó que hacía más de un año. Que su marido sólo le preocupa el cuidado de un jardín que tienen, y las reuniones en la junta de un club deportivo a la que pertenece, por no decir los partidos de fútbol que televisan toda la semana. Yo sin dejar el tema, le dije que no me parecía justo, que una mujer que está en la flor de la vida, dejara de gozar los años que le quedan para hacerlo, a lo que ella se sonrió, diciendo que eso era muy fácil decirlo, pero que dónde iba ella a encontrar alguien con quien desfogarse. Yo no sabía si me quería tomar el pelo, o sólo quería tantearme, así que como el que no quiere la cosa le solté que yo estaría encantado de probar. Entonces ella se me acercó, poniendo sus pechos a menos de dos palmos de mi cara, a los que instintivamente miré, notándolo ella de inmediato. Me preguntó por mi mujer, que qué iba a pensar si se entera, y yo le dije que no tenía por qué; además ella es muy poco exigente en cuanto a sexo se refiere, es de esas mujeres que pueden vivir perfectamente sin sexo. Al tiempo que le decía eso, le comencé a acariciar sus pechos, por debajo del nivel del agua, para que no notaran nada desde la orilla, a lo que ella respondió con un masaje a mi pene sobre el bañador, que me la dejó más tiesa que un mástil. Le dije que no comenzara nada que no estuviera dispuesta a acabar. Ella me dijo que esa tarde, tendríamos oportunidad puesto que su marido se iria pronto a "trabajar" en su jardín, y tendríamos 3 ó 4 horas para nosotros. A mi suegra, que vive con ella, le pondría unas gotitas de tranquilizante para dormir, y listo. Yo por mi parte le dije a mi mujer, que salía a caminar, como de costumbre más o menos 2 horas. A eso de las 4 de la tarde, me fui al apartamento de mi cuñada. Al entrar ya me estaba esperando con su camisa larga y sin nada debajo, esta vez ni siquiera sus bragas. Pude comprobar como mi suegra dormía plácidamente en su butaca, y sin rodeos me fui hacia mi cuñada, abrazándola y besándola, mientras mi mano recorría su espalda, su espléndido culo, y sus pechos. No sabía por dónde empezar, así que nos fuimos a su dormitorio, despojándome de toda mi ropa. Mi pene estaba como nunca, y ella comenzó a besarlo, mientras parecía que me pesaba con sus manos mis testículos. Yo quería participar más, así que la levanté y nos tumbamos en la cama, comenzando con un 69 de película. Ella tiene una vagina bien rodeada de vello, así que era como estar chupando un peluche, pero con un calor y acidez suprema. Mi lengua no paraba de rodearle el clítoris, mientras ella movía sus caderas en señal de aprobación, chupando mi pene hasta la base. Cuando ya estuvo bien mojada, yo diría que chorreante, la puse en cuatro, y me situé detrás de ella, mientras la penetraba muy despacio, aunque ella me pedía que la penetrase de una vez. Cuando la tuve bien dentro, asiéndola por sus caderas comencé a bombear, y créanme que nunca he gozado tanto como en esos momentos en que veía sus posaderas recibiendo a mi polla. La soltaba, amasaba sus pechos, llegando ella al segundo de sus orgasmos, que se sucedían casi seguidos, hasta que no aguanté más y me corrí dentro de ella, pero sin que se me bajara la erección, así que le di la vuelta y seguí dándole por su vagina, más suave, pero continuado, chupándole sus pechos, besándola. Le pregunté si había hecho sexo anal, y me dijo que no, que siempre quería probar, pero a su marido le parecía una cochinada, así que la volví a poner en cuatro, untándole su ano con sus propios jugos, metiéndole un dedo, girándolo, y luego dos, hasta que lo intenté con mi pene, cuya cabeza entró fácil, no así el resto. Ella aguantaba, suspiraba, al principio de dolor, y poco a poco de placer, cuando la tuve dentro, sentí cómo sus músculos se relajaban y al mismo tiempo se tensaban en torno a mi pene, y comencé a follarla por su culo, durante al menos 15 minutos. Fue espectacular ver ese culo cómo se meneaba con mi polla dentro. Ella tuvo como tres orgasmos más, hasta que acabé, inundando su interior con mi semen. Nos quedamos quietos por unos minutos, hasta que se contrajo mi pene, dejando al descubierto un ano bien abierto, y chorreante. Luego de descansar un rato, nos levantamos y vestimos, ella con sólo su camisa y yo con mis pantalones de yoging y camisilla, y nos dirigimos a la cocina a tomarnos un café. Una vez allí, mientras ella preparaba la cafetera, no pude contenerme, y sin más se la clave en su chocho, y así de pié, comenzamos a follar nuevamente, hasta corrernos rápidamente. Límpiamela, le dije, y me la empezó a chupar hasta dejarla bien limpia, y mientras yo le metía 3 dedos en su vagina, los cuales limpió también después, saboreando sus jugos y mi semen. Nos hemos propuesto seguir con esto, pero no muy seguido, para no levantar sospechas. Además así disfrutamos más de nuestros encuentros. Tengo que decir que es lo más gratificante el poseer a una mujer así, madura, sensual, ardiente, y que pertenece a otro. Como pueden comprobar, el morbo me atrae. Y en este caso, todo queda en familia. Espero que esta relación continúe, pues me enriquece mucho. Si les ha gustado, manden comentarios a arautapalas@terra.es