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La Dependienta del Videoclub

en No Consentido

El otro día, estuve en casa de mi prima y bajé con ella al video-club de su barrio a alquilar una película. La dependienta me excitó. Es una chica morena, de unos 18 años, de ojos negros, labios pintados, 1,60 más o menos, de cara graciosa y con un cuerpo bonito. Otra chica la llamó por su nombre, así me enteré que se llama Isabel. Aproveché para ver como era el local y planeé la historia: Un día volvería solo y me la tiraría.

Esperé a las 10 de la mañana a que abriera la tienda. La puerta estaba cerrada como siempre, para evitar los robos, así que llamé al timbre y me abrió. Antes de llamar yo había pegado ya en la puerta por fuera un cartel que decía "Vuelvo en 20 minutos". Entré, cerré la puerta por dentro, saludé a Isabel y me fui al fondo del local, simulando que buscaba alguna película en las estanterías. Al poco rato la llamé : Por favor, puedes venir un momento hasta aquí. Enseguida vino muy amablemente hasta donde yo estaba y la pregunté:

- ¿No teníais por aquí una peli en que un tío abusa de una chica?.

Isabel quedó parada y dijo: No sé cual me dices.

Entonces, saqué la pistola del bolsillo la apunté y dije: No importa, vamos a fabricarla nosotros. Y de un empujón la metí en el rincón, donde había una pequeña banqueta.

Isabel estaba pálida y sólo acertó a decirme: Si quieres dinero, está en la caja, te lo doy, pero no me hagas daño por favor.

Ponte de pie sobre la banqueta.

Se subió rápido a la banqueta y la miré mientras temblaba y se cruzaba de brazos. Tenía un pantalón negro y un jersey gris. La continúe mirando todo su cuerpo un rato más, sin decir palabra y, por fin dije:

Quita las manos de las tetas, no te las cubras. Enseguida puso las manos a ambos lados de las piernas.

Ahora, gírate, ponte de espaldas sin bajarte de la banqueta.

La cogí un pellizco en el culo y la dije: Tienes un culete majo.

Tras un rato de silencio, dije: Bueno, como no tengo mucho tiempo, te propongo una cosa. Me tienes que enseñar una de estas tres cosas: el culo, el chocho o las tetitas. Elige tu misma.

Isabel no dijo nada paralizada por el miedo, así que volví a hablar yo: Vale, como no te decides, desnúdate entera. Y la apunté con la pistola en un costado.

Enseguida reaccionó y dijo: No, no, espera por favor.

Pues venga, ¿qué me vas a enseñar?, Dímelo, rápido.

El pecho.

Venga, bájate del taburete y quédate desnudita de cintura para arriba, pero ya mismo eh.

Empezó a quitarse el jersey y luego más lentamente comenzó a desabrocharse el sujetador y se lo quitó, tapándose muy hábilmente las tetas con los brazos, mientras sostenía el sujetador en la mano.

Cogí el sujetador y apuntando con la pistola dije:

¿Qué pasa?, ¿Es que no me las vas a enseñar?. Y grité ¡Fuera esas manos de ahí!.

El grito y la pistola debieron resultar convincentes porque enseguida, con la mirada dirigida al suelo y temblorosa, Isabel quitó las manos del pecho y las colocó paralelas a sus muslos. Estaban muy ricas.

Me situé detrás de ella, me pegué a su culo y por detrás la agarré las tetas con ambas manos y comencé a manosearlas y pellizcarlas.

Estuve así cinco minutos, tocándola las tetas mientras ella gimoteaba de vez en cuando y lloraba en silencio, pero sin oponer la mínima resistencia. Estaba demasiado asustada. De vez en cuando, la acariciaba el vientre y si bajaba más abajo de la cuenta, (aunque sin llegar en ningún momento a tocar su pubis), se estremecía.

De repente dije: Estoy muy excitado, quiero meterte la cola por alguno de tus agujeros, pero igual que antes, te voy a dejar a ti elegir. ¿Quieres que te la meta por el culete?, ( y a la vez se lo toqué), ¿Quieres por aquí? (y la toque el coño. Ella se agachó y gimoteó) ¿o quieres por la boquita?. Tienes 10 segundos para elegir.

Como antes, no contestó, ahora si que estaba muerta de miedo, temblaba, así que dije: Vale, pues elijo yo. De un empujón la senté en la banqueta y me bajé el pantalón y el slip. Isabel miraba para otro lado y lloraba en silencio. Cogí con mi mano la polla que estaba ya enorme y la acerqué a su cara. La morenita comenzó a ponerse algo histérica y alzar la voz diciendo que no, no, así que la sacudí un buen bofetón que la hizo callar.

Ahora solo se la oía respirar y sus suspiros que daba en su llanto silencioso. Acerqué de nuevo mi polla a sus labios y la dije:

Abre la boca y chupa y cuidadito , no sea que se me escape un tiro.

Sin resistencia se la metí en la boca, pero como no hacía nada, la cogí del pelo por detrás de la cabeza y empecé a menearle la cabeza adelante y detrás, haciendo que la polla entrara y saliera de su boca.

Aprieta más los labios cabrona y acaríciamela con la lengua.

La cosa fue mejorando y el placer en aumento así que pasados unos cinco minutos, me corrí dentro de su boca. En cuanto ella sintió el semen en su boca, le dieron arcadas y vomitó.

La dejé que terminara su vomitona y lloriqueos y entonces dije:

¿Tanto asco te doy?. Pensaba irme ya pero ahora te vas a enterar. Con la pistola en su frente, grité fuerte: ¡Bájate los pantalones!.

Isabel, más asustada que nunca, estaba agachada en cuclillas en el rincón, de nuevo tapándose las tetas con las manos y con cara de pánico decía: Déjame ya por favor, déjame, déjame.

Como estaba así agachada, no pude resistirme a tocarla el coño por encima del pantalón , luego la agarré de los pelos haciéndola ponerse en pie y poniendo la pistola en su frente dije con voz firme:

Empieza ahora mismo a bajarte los pantalones o disparo. 1, 2 y ...

Llorando ya desesperadamente empezó a desabrocharse su pantalón negro, mientras yo la seguía acosando diciéndole: venga, venga, más deprisa, quiero ya ver el color de tu bragas.

Lentamente comenzó a bajárselos y ya se veían unas braguitas negras.

Grite: ¡Más abajo, hasta los tobillos! .(ya los tenía por medio muslo)

Isabel no paraba de decir "No por favor", pero no dejaba de bajarse, poco a poco, sus pantalones. Cuando ya los tenía en los tobillos dije:

Vale, date la vuelta, ponte de espaldas.

Ella lo hizo y creo que hasta aliviada por ponerse de espaldas.

Ahora empieza, despacito, a bajarte la braga. Quiero verte el culo.

De nuevo empezó a oírse el " No, déjame, por favor ", pero con poner la pistola fría sobre su espalda, Isabel empezó a mover sus bragas.

Venga, bájatelas más, un poco más, un poco más, venga. Ahora que estamos terminando, ¿no querrás estropearlo todo?. Venga, más, más, hasta medio muslo.

Entonces me acerqué y comencé a tocarle el culo, la metí la mano entre las piernas y con un dedo la presione el ano. Ella se estremecía y apretaba los glúteos. La volví a tocar las tetas que ella ya no se preocupaba en taparse (tenía otras preocupaciones ahora).

Venga, ahora pon las manos sobre la cabeza. (Lo hizo). Bien y ahora, empieza a darte la vuelta. Quiero conocer a tu chochete que es lo único que nos queda por ver. Venga, gírate.

Ella lloraba pero no se movía.

¿No te dará vergüenza a estas alturas?. Como no se movía, la pegue con la mano con todas mis fuerzas en el culo, dejándola la mano marcada y la puse la pistola en la raja del culete y dije. ¿No querrás que te entre una bala por este agujerete verdad?. Y grite, ¡Pues empieza a darte la vuelta!.

Ahora se empezó a girar, con las manos sobre la cabeza, congestionada por el llanto y con lagrimas que chorreaban por su cara, se dio la vuelta y quedó a la vista un coño de pelo negro y bastante peludo.

Isabel, ahora ya conozco todas tus cositas, ya nada tienes que ocultarme. Sácate de los tobillos el pantalón y la braga venga.

Ya, totalmente desnuda, se tapó el coño con las manos y miró al suelo.

Siéntate en la banqueta.

Se sentó con las rodillas bien juntas. Me acerqué, la cogí las piernas por las rodillas y se las separé. No ofreció resistencia.

Venga, ahora con tu dedito, métetelo en el coño. Venga, ¿o quieres que meta yo el mío?.

Isabel empezó a buscarse el agujero y se lo metió un poquito.

No, así no, del todo y mételo y sácalo, venga. Ni que fuera la primera vez que lo haces. Venga.

Isabel estuvo un rato metiéndose el dedo aunque sin muestras de placer. No estaba para disfrutar la cosa.

Levántate. La agarré del pelo, la di la vuelta y la empuje para que se agachara apoyando el vientre en la banqueta y el culo en pompa.

Isabel se temió lo peor y empezó a oponer resistencia pero la dije:

Tranquila, no es lo que piensas, tranquila, te salva el que me las has chupado tan bien que me he corrido antes que si no...

Venga, tu solita, ábrete el culete con las manos..... Así muy bien.

Metete un dedo por el culo, venga, despacito... mas adentro.

Sin avisarla, cogí su mano y la moví su dedito dentro de su culo, metiéndolo algo más y sacándolo. Luego le saqué su dedo y metí el mío. Se estremeció, puso el culo duro y comencé a meterlo y sacarlo.

Así, ves que bien. y yo mientras, tenía ya la polla de nuevo preparada para atacar. Sin que se diera cuenta, la acerque a su culo, sacaba el dedo y se lo volvía a meter de nuevo, varias veces.

Disimuladamente, una de las veces que saque el dedo, acerque la polla y apreté. Apenas había entrado la punta pero Isabel empezó a chillar "No, eso no, por favor, eso no...". e intentaba levantarse. De un golpe la tumbé sobre la banqueta y de un apretón la metí media polla.

Pegó un grito enorme y yo, sin esperar, di otro empujón y se la metí casi entera. Isabel lloraba ahora a gritos desconsolados y decía continuamente "no, no, no", .Mi polla estaba ya totalmente dentro de su estrechito culo. En ese momento, sonó el timbre de la puerta pero no hicimos ni caso. Quien fuera leyó el cartel y se fue.

Isabel, ¿notas mi polla dentro de ti preciosa?.

Empecé a sacarla y meterla, al principio despacio y acompasado por gritos de dolor de Isabel, pero poco a poco me fui animando y cada vez se la metía y sacaba más deprisa y más salvajemente.

Empecé a ver como la sangre le chorreaba por las piernas y en el suelo había ya varias gotas. La había desgarrado el ano.

Jo chica, tienes un culete muy estrechito. Era virgen ¿verdad?. Yo seguía follándola por el culo y la decía:

Además, ahora que lo pienso, has tenido mala suerte porque como me corrí hace un ratito, ahora aguanto mucho más dentro de tu culete.

Estuve unos 10 minutos dentro de su culo hasta que me corrí dentro.

Me limpié, me vestí y ella continuaba allí destrozada sobre la banqueta. La había destrozado el culo.

Me ha gustado mucho, estas muy buena. Pero venga, vístete que voy a abrir la puerta y van a entrar clientes y, como te vean así, seguro que alguno se anima a continuar y te la mete por el coño. Tengo que irme, cciao.

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