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Lecciones Teóricas y Prácticas con mi prima Soco

en Intercambios

Les voy a relatar una experiencia inolvidable cuando tenía 16 años. Bueno, pues resulta que al pasar por mis 15 años, más ideas daban vueltas por mi mente. Todo eso me llevó a tener que ir casi todos los días a la casa de mi primo, con la excusa de que me gustaba jugar con sus juguetes, pero la verdad es que aprovechaba para ver a mi primita.

Mi prima se llama Socorro, yo le digo Soco de cariño. Ella tiene actualmente 34 años pero en aquel entonces tenía 24 años, edad que ahora yo tengo. Han pasado 10 años pero ella aún sigue estando buenísima por donde quiera que la veas. Tenía el cabello rubio rizado largo hasta los hombros, tez blanca, ojos amielados, de muy buena nalga y sus pechos estaban bien redonditos, firmes y grandes; sus areolas estaban rosaditas y grandes abarcando casi toda sus tetas. El monte de Venus parecía un laberinto, pues ella tenía muchísimo vello púbico pero bien dibujado.

Bueno, pues resulta que un día mi vida cambió por completo. Recuerdo aquel día cuando yo llegué cansado de hacer deporte en la escuela a la casa de mi primo. Solo estábamos mi primo y yo, pero al poco rato llegó mi tía y para mi buena suerte no llegaba sola, llegó con mi primita Socorro. Al rato, mi tía tuvo que llevar a mi primo a su clase de piano, y Soco decidió quedarse conmigo a acompañarme. Mi tía nos dijo que al rato regresaba, pues tenía unos pendientes que resolver.

Yo estaba muy emocionado. Estaba solo por primera vez con mi primita Soco.

La relación que teníamos era normal, como primos. Siempre conversábamos, como gentes normales, como primos que éramos pero nada más.

Debo confesar que ella fue y ha sido una de las causantes de mis pajas, pues después de Mi Primera Paja, como relaté en mi primer relato, ella me enseñó lo que es el mundo del sexo.

Recuerdo que me digo que se iba a meter a bañar y yo le dije que estaba bien, que me iba a quedar en el cuarto de su hermano viendo la televisión. Pero mi mente giraba y giraba. Me imaginaba como sería mi primita Soco desnuda, sus pechos, su vagina y sus nalguitas, ¿como serían? El morbo y el deseo por conocerla me estaba invadiendo y yo no lo podía evitar. Así que me armé de valor y me dirigí a su cuarto. Entré a hurgadillas, con cuidado al abrir la puerta y muy despacio me fui metiendo en su cuarto. Alcanzaba a escuchar como cantaba en la ducha, una hermosa voz tenía mi primita. Me percaté que la puerta del baño estaba abierta, no había cerrado la puerta, que raro pensé. Entré al baño muy despacio sin hacer ruido, sabiendo que si por alguna causa paraba de cantar lo más seguro era porque algo raro había sucedido y me habría cachado en la jugada.

Recuerdo la imagen de su braguitas colgadas en la repisa. Unos bellos y hermosos calzoncillos mojaditos, no sé porque estaban así, mojaditos, pero se veían muy bien. Su sostén era grande de color cremita. Cogí el calzoncillo mojado y lo olí. Olía muy rico, ahora entiendo porque estaba mojado antes. Había llegado a la casa de su novio y le había dado una buena cogida, de allí lo mojado de sus bragas.

La excitación empezaba a crecer y a crecer, y yo seguía oliendo los calzoncillos de mi primita, en eso empiezo a oír gemidos de la ducha. Mi primita Soco se estaba masturbando en la ducha. Gemía y gemía. Decía:

Ohhh, si, así... amor.

Mhmhm, si, sigue.

Como que estaba tratando de revivir las escenas que había tenido hace rato en la casa de su novio. Yo en eso me estaba bajando mis pantalones, me quería pajear allí mismo, con esa escena, pero en eso oigo como mi primita ya se venía con un orgasmo rápido.

Ufffff, gritó.

Eso me sorprendió un poco y fue ese momento cuando se dio cuenta que un intruso estaba en su baño. Oí como cerró rápidamente la regadera, jaló su toalla, se tapó y abrió la puerta de la regadera.

Oye! Tú que haces aquí!, exclamó.

Yo tenía mis pantalones y mis calzoncillos abajo con mi pija parada a su vista.

Mmm, nada, le respondí.

Sí, como no, dijo ella. Mírate como estas! Y, ¿qué hacías con mis calzones, eh?

Ya pues haber mejor, súbete tus pantalones y espérame en mi cama mientras me visto. Eso fue lo que me digo Soco, y aún lo recuerdo. Yo estaba algo sorprendido por su reacción y no sabía que esperar. Tardó como 2 minutos en "cambiarse", bueno no se cambió por completo solo se había puesto su sostén y su calzoncillo. Empezó a latir más fuerte mi corazón al verla, estaba viendo a mi primita sin blusa y sin falda.

 

 

Soco me dijo que lo que había pasado hace ratito en su ducha era algo normal en toda mujer, se estaba masturbando y que había tenido un orgasmo... eso es algo normal, primito. Yo nada más me quedé algo pálido, pues son sabía como reaccionar ante eso y tenía a ella enfrente de mí.

Vamos, tranquilo, primo. Mira deja te explico. Masturbación es cuando nos frotamos nuestras partes nobles, ¿si? Por ejemplo, en un hombre, se frota el pene hasta llegar al orgasmo. Y en la mujer es igual. Se busca tener una excitación máxima, ¿entiendes primo? Algún día lo entenderás mucho mejor y sabrás más de lo que es el sexo. Y luego fue cuando pronunció esas palabras que nunca olvidaré:

Vamos, ¿te enseño lo que es el sexo, primo?

Yo no sabía que decir, solo recuerdo que dije sí con la cabeza.

Mira, me dijo. Vamos hacer una cosa. Yo te prometo enseñar ciertas cositas del sexo pero tu me vas a prometer que no dirás nada a nadie. Ese será nuestro secretito, ¿qué me dices? ¿Aceptas?

Yo moví mi cabeza otra vez, diciendo que sí, que estaba de acuerdo.

Ven, acércate, me dijo. Mira te voy a enseñar mis pechos y quiero que los toques, ¿si? Soco se empezaba a desnudar, quitándose muy lentamente, con elegancia y coquetería su sostén. Fue en ese momento cuando pude apreciar y admirar sus dos grandes tetas.

Mira, primo, estas son mis pechos, también se le llaman mamas o tetas.

Ah, y como puedes observar primo están rodeadas por una como mancha rosadita, ves? A esa zona que vez se le llama areola y en la punta vez una bolita pequeña, a eso se le llama pezón. ¿Me doy a explicar?

Yo apenas pude pronunciar una palabra, con un sí.

Ok, bueno ahora quiero que te desnudes, primito.

Pero... contesté con voz algo dudosa.

Ella respondió: Pero vamos primito si ya te vi hace rato desnudo y no sé que tanto hacías eh.

Ok, está bien, le respondí.

Es más deja y te ayudo, me dijo. Soco empezó a quitarme todo, me quitó mis pantalones, me los bajó y me desnudó por completo quitándome mis calzoncillos.

Ahora primo, fíjate bien lo que te voy a decir, me voy a acostar boca arriba en la cama y quiero que te sientes encima de mi, ¿ok?

Si, está bien, respondí.

Soco se acostó boca arriba en su cama y me hizo una señal de ven, yo me subí de arrodillas a su cama y me senté en su estómago.

Sí, sí, está bien primo, pero siéntate un poco más abajo, replicó ella.

Yo accedí a su demanda y recuerdo la sensación que experimentó mis nalguitas al sentarse encima de ella, sentí el calorcito que desprendía su calzoncillo y como mi pene se recostaba también sobre él.

Bueno, primo. Ahora harás lo siguiente. Toca mis pechos con tus manos. Yo dudé por un instante pero no tardé en reaccionar cuando Soco ya me había agarrado mis manos y se las había puesto en sus pechos.

Vez, primo, me dijo. No pasa nada. Estas son mis tetas. ¿Te gustan?, preguntó.

Sí, Soco, son muy bellas, le contesté.

Ahora, masajéalas, quiero que las sobes todas con tus manos. Así empecé sobando las tetas de mi primita. Apriétalas más, me decía. Sigue. Ahora pellízcame mis pezones, ¿recuerdas cuales son?

Sí, sí lo se! exclamé.

Hazlo, ya. Me ordenó. Y así lo hice pellizqué los dos pezones de mi querida primita. Noté como empezaba a gemir tantito, se estaba calentando más y más; y la verdad que yo también.

Ahora primo, acércate a mis pechos y chúpalos. Dales un besito y luego lámelos.

Así lo hice, los lamí, los mordí, los pellizqué y los masajé. Mi primita era toda una experta en cuestiones de sexo, al parecer, y yo aprovechaba en aprender todo lo que podía. Creo que fue en ese momento cuando hizo un gemido más fuerte y fue cuando tuvo en orgasmo, pues sentí como se mojaban sus calzoncillos y ese calorcito que salía de sus calzoncillos me paraba aún más mi pene y sentía sensaciones muy ricas.

Oye, primito, me preguntó. Y, ¿qué estabas haciendo husmeando en mi baño?

Yo le contesté que nada más pasaba, que me trago su hermosa voz. Le tuve que confesar que estaba viendo sus bragas y a curiosear con ellas.

Oh, me contestó. ¿Te has masturbado, alguna vez?

Yo le contesté que sí, a veces.

¿Quieres probar una nueva forma de masturbarte?, me dijo.

Sí, claro que sí, porque no. Yo ya empezaba a reaccionar, y podía hablar más, ya me estaba reponiendo.

Mira, acércate más y siéntate más arriba, en mis costillas. Así lo hice.

Bueno, ahora quiero que vayas metiendo muy lentamente tu pene en medio de mis tetas, ¿si?

Si, muy bien, contesté.

Me acerqué y empecé a meter mi pene entre sus tetas.

Ahora retíralo y sácalo, mira, como si estuvieras follando, primito. Me dijo.

Si sabes ¿qué es eso, verdad? ¿Follar?

Sí, claro que sí. Es tener relaciones, coger. Le respondí.

Así es primito, muy bien, veo que si sabes, me contestó.

Bueno, pues sigue haciéndolo primito, fóllame, mételo y sácalo por mis tetas.

Ella mientras lo hacía, movía y masajeaba sus preciosas tetas, y la sensación de disfrutar sus pelotas acariciar mi pene era lo máximo, y como mis huevos botaban lentamente en sus pechos.

Ya, prima! Le dije. Creo que ya me va a salir.

No, espera, cálmate mejor. Gritó ella.

Ok. Contesté. Paré de hacerlo y retiré un poco mi pene de sus tetas.

Ahora, bésame primo. Me dijo.

Yo me acerqué y le di un beso, rozando mis labios con los suyos. No sabía si lo estaba haciendo bien, pero yo la besé y en eso sentí su lengua recorrer toda mi boca y mi garganta.

Muy bien, primo, me dijo. Ahora quiero que metas tu pene en mi boquita, acércate más, como que te sientas en mi cara, primo. Y sin dudarlo más, me acerqué y metí mi pene en su boquita hermosa. Ella me daba besitos y veía como sus cachetitos se inflaban y succionaban mi pene, sintiendo sensaciones inimaginables.

Fóllame, así primo con tu pene en mi boquita. Solo escuchaba decir eso.

Yo repetía el vaivén de mete y saca como lo había hecho en sus tetas, y ahora en la boquita de mi primita.

Ella lo estaba saboreándolo todo y empezaba a dar gemidos de placer.

Muy bien, primo. Contestó.

En eso que se empieza a levantar y me tumbó, acomodándose junto a mí, con su carita en mi pene. Se agachó y me dijo: Ahora, te voy a mamar tu pene, pero con la condición de que hagas lo mismo eh, pero ya que yo termine. ¿Está bien? Preguntó.

Sí, prima, está bien, lo prometo.

Así que se metió de un solo bocado mi pene en su linda boquita y empezó a mamarla, la lamió de todas formas imaginables, parecía una zorrita chupando, y succionado todo mi pene. Me chupaba con su lengua la glande del pene hasta llegar a mi frenillo y pasarle la lengua por él. Luego lamía más y más hasta llegar a mis huevos y los mordía tiernamente con sus dientes uno a la vez. Luego empezó fuertemente a chuparlo más y fue cuando le dije que ya me iba a venir con todo. Ella contestó que no había problema que me corriera en su boca. Seguía chupándome y luego jalando mi pene hasta que sentí un enorme escalofrío y un chorro enorme de semen invadió toda su boquita y ella se lo tragó todo. Después de la enorme y suculenta mamada de mi primita, seguía chapándola y lamiendo la puntita de mi pene.

Mhmhm, me encanta el sabor que tiene el semen, me confesó.

Oh, sí, le contesté.

Sí, primito, me fascina. Me gusta mucho chupar pollas. Así también se le dice al pene, primo. Y sacarles toda su lechita, así también se le dice a lo que acabas de derramar en mi boca.

Sí, prima, semen, esperma. Lo sé, le contesté.

Y lechita, exclamó ella.

Así es, lechita, prima.

Mi primita terminó de exprimir mi pene y cerciorándose que no se le hubiera pasado algún rinconcito que su lengua no hubiera lamido y limpiado.

Listo, todo intacto! Exclamó. Ahora primito, es tu turno. Quiero que me hagas lo mismo que yo te hice.

Me sentía que estaba en deuda con ella, y quise complacerla, pues además me había dado una tremenda mamada, la mejor hasta en aquellos momentos.

Quítame mis calzoncillos, pimito lindo. Me dijo. Lo recuerdo.

Soco se recostó en la cama pero ahora boca arriba y se dejó que le quitase sus calzoncillos blancos. Estaba, bueno que puedo decir, súper mojada, creo que tuvo otro orgasmo cuando me mamó el pene.

Ahora, primito, quiero que huelas mis calzoncillos, como lo hacías hace rato.

Así lo hice sin dudarlo. Los olí y me los metí a mi boca, a petición de mi primita.

¿Te gusta, primo? Me preguntó.

Sí, primita, huelen y saben rico. Le contesté.

Estaba todavía excitado ante la tremenda escena de la mamada.

Entonces, me dijo. Que esperas chápame mi coñito.

Yo me agaché y empecé a chuparle su coñito, a lamerlo, chupé y le daba besitos. Ella solo gemía de placer, y movía más su pelvis. Abría cada vez más sus piernitas para que yo pudiera mamarla con mayor facilidad.

Ahora, así como yo te hacía pimo! Me decía.

Lámelo, saca tu lengua y métela en mi rayita. Saboréala.

Y así le correspondí. Recorrí toda su vagina, y me dijo que en su clítoris era lo que a las mujeres le excita más. Yo trataba de encontrarla mientras ella me orientaba diciéndome.

Dale, más arriba. Ahora hacia abajo. Lame. Sigue.

Yo solo lamía con mi lengua y chupaba todo lo mojado de su vagina.

Veía como ella se masajeaba frenéticamente sus tetas, acariciándose y pellizcándose sus pezones. Gemía y gemía, mi primita bonita. Le estaba dando una grandiosa mamada, y ella lo sabía.

Sigue, así... más pimito lindo. Me decía.

A veces con su mano me iba guiando, moviendo mi cabeza en su puchita.

Si, primito, muy bien lo haces.

Mi primita estaba súper excitada. Solo gemía y decía muchas cositas excitantes.

Sí, sí, méteme el consolador, Mhmhm. Solo gritaba.

Fue la primera vez que había oído esa palabra: Consolador.

¿Qué es eso, prima? ¿Consolador? Le pregunté.

No sabes! Exclamó. Mira, primito lindo. Yo también me masturbo al igual que tu con tu mano, pero también uso un aparatito que se llama consolador. ¿Lo quieres ver? Mira, ve allí donde esta ese cajón (me señaló con su dedo) y debajo de esas sabanas, está el mío.

Así lo hice y saqué el tremendo consolador, era un pene enorme y de color negro.

Ves, primo. Ese es mi consolador. Me susurró. Es como si fuera un pene, ¿entiendes? Pero shhhh, es un secretito también entre tu y yo.

Si, si entiendo primita. Le contesté.

Bueno pues ahora quiero que me folles con él. Con ese pene negro que tienes en tus manos, mételo en mi vagina. Replicó mi primita.

Me acerque a ella y se la empecé a meter, hasta que empezó a dar gemidos más fuertes, se tocaba sus pezones y luego yo le ayudé, tocándoselos. Me dijo que se los mordiera, y así lo hice; luego se los chupé y le di un beso, mientras le metía y le metía el pene negro en su vagina.

Sabes, primo, también a la vagina se le dice pucha, puchita.

Yo no sabía eso, de ella fue que aprendí a usar ese término, cosa que en la actualidad es motivo de excitación.

Entonces, le dije, te estoy follando en tu puchita, primita. Le contesté.

Si, primito, hazlo, me encanta. Ella gritó.

Ayyyy, si, mételo.

Mhmh, lo quiero sentir en mi puchita. Mhmhm.

Si, pimito lindo, sigue. Ufffff, que rico se siente.

Metí y sacaba el pene negro de su puchita.

Ayyy, pimito lindo, me decía.

Te adoro, eres un amor.

Luego fue cuando notó como mi pene empezaba a crecer. Y dijo:

Oye, primo. Veo que tu pene empieza a pararse.

Yo le contesté que así era, me estaba excitando de nuevo.

Entonces mi primita con su otra mano empezó a jalarme mi pene de arriba abajo,

recorriendo todo el cuero de mi pene y amarizándolo bien con su mano.

Ya se! Tengo una idea, exclamó mi prima.

Haber, primo. Vamos hacer un 69, ¿ok?

¿Qué es eso, primita? Le respondí.

Bueno, primo ya lo verás. Respondió.

Solo quiero que te voltees, hacia atrás, recostándote en mi y poniéndome tu pene en mi cara.

Ya entiendo, le contesté. Y así lo hice, sentí como mi pene se hundía con la saliva de la boquita de mi primita. Empezaba a chupar mi pene, a saborearlo en cada lambida. Yo sentía escalofríos pero seguía metiéndole el pene negro en su puchita.

Agrrr, solo decía mi primita linda.

Ahora saca el pene negro y cómetelo. Suspiró.

Le quité el pene negro y empecé a chuparle la vagina.

Mhmh, estaba deliciosa, Comía y comía de tu coñito.

Luego le mamé bruscamente su puchita y fue cuando empecé a sentir más excitación en mi pene. Me dijo que ya casi se iba a correr y que no quería que fuera a quitar mi boca de su puchita, lo cual yo acepté y seguí chupando. Al poco rato, de seguir mamando ella mi pene y disfrutándolo como un caramelo, sentí venir sus líquidos, me mojé toda la boca.

Primito, esos son mis jugos, mis fluidos vaginales, así se llaman. Quiero que los bebas, y los saborees, cómelos todos. Chupé y chupé tragándome todo sus fluidos vaginales. Tal fue mi excitación por comerlos y el vaivén de mi pene, que no tardé en derramar todo mi semen en su boca. Ella solo se encargó de limpiarme muy bien mi pene y de tragar todo mi semen. Luego lamí por último y le di un besito a su puchita. Listo!

¿Te ha gustado, primo, mi corrida? Me preguntó.

Claro que sí, pimita, me encanto. Solo disfrutaba y saboreaba el sabor de tu corrida, cosa que hasta la fecha me encanta.

Te felicito, primito, lo haz hecho muy bien. Me has sorprendido. Eres fenomenal. Nunca me imaginé que supieras como hacerlo.

Bueno, contesté, soy un principiante pero con tu ayuda lo haré cada vez mejor.

Sí, espero que así sea, me contestó con una sonrisa picarona. Me dio un beso con toda su lengua.

Vamos, vistámonos, que ya no tarda en llegar mi mamá.

Nos cambiamos como si nada hubiera pasado en su habitación.

Y me dijo: Ahora recuerda que esto es un secreto entre tu y yo. Recuerda esta experiencia primito siempre, y que no se te olvide masturbarte todos los días pensando en mí. Recuérdalo. Fue una promesa que aún sigo cumpliendo, desde aquella vez, inolvidable para mí.

Un recuerdo para ti, prima Soco. Besos.

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Hasta el próximo relato.