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Cine Savoy

en Voyerismo

Cine Savoy

Por: A. S. Anaya

Los caballeros las prefieren rubias, morenas o pelirrojas, pero en este cine no se ve a ninguna dama, salvo a las que aparecen en pantalla: mujeres de labios y cuerpos sensuales, voluptuosas y gritonas, que muestran al respetable... lo que otras no mostrarían ni a su ginecólogo.

--Ay... sabrosa

--¡Agarraaaa!

--¡Ya... calienteees!

Es el Savoy, cine tan tradicional como el pasaje comercial donde se ubica: el del antiguo edificio Wong, en el centro histórico, cuyos extremos iban --antes de que se inventaran las computadoras y se instalara ahí una plaza dedicada a ese giro-- de avenida 16 de Septiembre, junto a la panadería Ideal, hasta la calle de Niño Perdido, después llamado Eje Central Lázaro Cárdenas, muy cerca de la churrería El Moro, donde el transeúnte de nuestros tiempos aún se detiene a observar la preparación de banderillas azucaradas que se cuecen en una tina de aceite hirviendo y que de sólo verla da pánico soñar, o...

Pero esto no es una clase de historia... sino lección de anatomía, porque en esta pantalla de cine erótico se encuentra, ni más ni menos, que Kylie Ireland --intérprete de 200 películas del llamado hardcore, pelirroja nacida en... Colorado, exactamente el 26 de mayo de 1972, busto 34D, piernas más apetitosas que cualquier orden de churros-- ahora entre las manos y otras partes no tan nobles de cierto gordinflón que sale en todas las películas porno gringas y que no parece cansarse de ganar dólares y divertirse: Ron Jeremy, judío neoyorquino de origen clasemediero y educación universitaria, participante en ¡1,500 peliculas! quien parece burlarse de los calvos mediante el lucimiento de su demasiado cabello rizado que, lo ve usted, le nace desde los pies, sube por piernas, se espesa ahí... donde se aprecia ahorita mismo en esa escena donde la Ireland abre la boca como loca, asciende por su ombligo y barriga, sigue por el rudo pecho, baja de espesor en la zona de la barba y se torna, francamente insolente, en la cabeza, la cual Jeremy todavía se da el lujo de agitar... como para decirle a los envidiosos que a él todavía le queda mucho por delante (sin albur).

Viene al caso hablar del "guapo" de Jeremy porque a esta sala acuden muchos hombres... sí, y que si bien muchos procuran sentarse de manera separada en las butacas, como cuidando de no pegarse demasiado entre sí, otro porcentaje significativo opta por hacer justo lo contrario, y se apoltrona casi tan a gusto como en casa, y aprovecha la oscuridad para decirse algunas cosillas al oído, juntar hombros, brazos, estrechar nudillos, hacer sonar hebillas, otros metales, etcétera...

Sí... porque en el Savoy se da por hecho que la tolerancia y el respeto a todas las preferencias es madre de todos los placeres --¡bendito sea Dios y no se enteren en la delegación Cuauhtémoc y corran... acudan a "moralizarlo", a obligarlo a cambiar de giro "como hicieron recientemente con el Cine Teresa... donde ya no se paran ni las moscas", según informa a este diario un joven y que se dice conocedor de esta clase de espacios furtivos, donde dice: "se combina la lubricidad con el riesgo de que te caiga encima un operativo".

Y tan tolerantes son en el Savoy que, en el piso superior --la vieja galería-- han creado un área exclusiva para parejas: la Sala Royal, espacio por ahora sólo sabatino, hecho para una comunidad que, siendo mayoritaria, apenas empieza a exigir su derecho a ejercer en público su libido: parejas de novios, amantes y casados excéntricos... quienes pueden solazarse con el entretenible arte de los arrumacos.

Pero allá arriba, la temperatura no es mayor que abajo, para pesar de los dúos del tipo voyeurista, ya que, en realidad, no son tantas las parejas que se animan a meterse a este cine.. que parece El de los hombres solos. Pero se cree que, "con adecuada publicidad", según dice el boletero, más parejas se animarán pronto a visitar el Savoy... y comprueben por sí mismas que, frente a los costos de un hotel o los riesgos que se corren en los parques públicos, con tanto salteador uniformado... o de civil, un cine como éste puede resultar toda una alternativa.

Eso si, la gerencia haría bien si cambiara ciertas butacas que, o rechinan demasiado --¡compruébelo mientras se regodea en el pensamiento con la bella Kylie-- o de plano, se caen al momento de dejarse caer usted... con semejante humanidad.

Disfrútelo. ¡Ya es viernes!