miprimita.com

Mi primera vez (2)

en Hetero: Primera vez

Regresamos por tlalpan para ir rumbo a Villa Coapa, pero nos quedamos en un hotel muy bonito, con yacuzi y con una cama king size, podría yo describir el cuarto, pero no tiene caso, y en el transcurso de todo el camino Edy me hablaba y me decía muchas cosas graciosas, pero mi mente solo se situaba en que pasaría a donde íbamos, cual sería mi reacción, que tendría yo que hacer, en fin, mi mente daba vueltas en muchas cosas en ese momento y las manos de él cada vez subían más mi short y cada vez se acercaban a mi sexo, cosa que nunca había hecho, algo sentía en mi cuerpo que me daba como toques o como una descarga de corriente eléctrica, así es que muchas veces tuve que quitarle sus manos de una forma muy diplomática, diciéndole que ya me había entumido de mis piernas y las cambiaba de posición, solo así conseguía quitarle sus manos y esos dedos que se movían tan diestramente.

Iba roja de vergüenza al entrar al hotel, pero me di cuenta que muchas parejitas que entraban y salían de una forma muy natural y ninguna persona se detenía a juzgarte o a decirte algo. Eso me dio confianza, pero aún así me sentía un poco mal, quizás con ganas de regresarme al auto. Lo que sí me di cuenta es que no solo hombres, sino también una que otra chica me veía a las piernas, talvez por criticarme, o talvez porque les gustaba. Si yo me paraba de perfil, mis pompitas levantaban muy coquetamente la figura de mi falda short, eso era lo que me veían.

Llegamos al cuarto y nos sentamos en una mesita para tomarnos la copa de vino que había servido él. Decidimos irnos al sofá y ver un rato la televisión. Viendo una película (no pornográfica, todavía) y platicando nos dieron casi las doce de la noche. Se levantó al baño y yo me quedé sentada esperándolo. Cuando salió del baño me tomo de la mano y me llevó lentamente a la cama. Me resistía pero finalmente llegamos hasta ella. Yo temblaba y estaba como impactada, como boba, no sabía como reaccionar. Me senté en la orilla de la cama y él se acostó cerca de mi. Me dijo "No te preocupes nena, lo único que quiero en este momento es platicar contigo, ven acuéstate, si no quieres no te toco, pero no te haré daño, solo quiero tenerte a mi lado" . Eso me hizo sentirme en confianza, me recargué en la cabecera de la cama y subí mis pies a la cama. Me pidió quitarme las zapatillas y después de retirármelas se sentó junto a mis pies y me dio un masaje. Me besó todos los pies, y los acarició. Sin darnos cuenta el tiempo se fue volando hasta que me dijo, "Amor, ya es hora, tenemos que llegar a tiempo a tu casa para que no te regañen", se acercó a mi boca y me dio un beso como nunca lo había hecho, su lengua casi llegaba hasta mi garganta, sentía ahogarme, pero me gustó.

Salimos del hotel sin que pasara absolutamente nada. No hablamos durante todo el camino al respecto, me iba contando chistes y yo me sentía mal. Llegando a la casa me llevó hasta con mi mamá y le agradeció por haberme dado permiso. Mi mamá encantada le dijo, no hay problema, mientras se comporten y sigan las reglas ella tiene derecho a divertirse, también saludó a mi papá quien también le dijo que se fuera con cuidado y que en cuanto llegara a su casa nos hablara para saber que había llegado bien.

Al momento de despedirnos me puse a llorar como una niña en el pecho de Edy, pidiéndole una disculpa por la forma en como me había comportado en el hotel, solo se comenzó a reír diciéndome "Mi amor, no paso nada, solo quería estar contigo, hacerte sentir bien, en confianza, yo no quiero solo acostarme contigo como mucha gente lo hace, solo van al hotel, se acuestan, se bañan y se van, yo quiero hacer el amor contigo, no importa si el intento se hace más de 100 veces, solo hasta que tú te sientas segura lo hacemos, no hay prisa, si es la primera vez tuya, solo será cuando tu lo quieras, no tengo porqué obligarte, si tu lo decides lo hacemos, no quiero dañarte, solo quiero amarte bien, te amo y éste no es el fin del mundo, es el comienzo de una nueva vida, tómate tu tiempo, pero respóndeme antes de que cumpla 80 años, porque es posible que para esas fechas ya no pueda estar contigo", solo reímos y ya no nos vimos sino hasta el lunes siguiente.

 

Pasó el tiempo, y cada vez que teníamos oportunidad nos íbamos al hotel (particularmente los domingos). Jugábamos, reíamos y veíamos películas, ahí comencé a ver películas pornográficas. Esto sucedió como 5 o 6 veces, pero cada vez que estábamos ahí, los juegos eran más candentes, más eróticos, ya me daba el lujo de permitir que sus manos tocaran más de la cuenta, aunque no por mucho tiempo, pero algo me impulsaba a hacerlo, quizás las películas, quizás los roces, quizás los besos o todo al mismo tiempo.

Un domingo decidí que era el momento de hacerlo. Para esto, ese día me vestí como siempre, muy coqueta. Me puse una tanguita de hilo dental que por momentos se metía entre mis labios vaginales y cada vez que me rozaba el clítoris me excitaba más y más. Unas pantimedias doradas de licra y satinadas, una faldita café dorado, con unas zapatillas de plataforma de color negro para que hiciera juego con mi blazer y mi blusa, una blusita de tirantes y un saquito o blazer de color negro. Me veía muy bien, en casa y en la calle me veían muy insistentemente a las piernas y a mi rostro, pues como no si la faldita era cortita y holgada y cada vez que caminaba se subía como llevada por los movimientos de mis piernas al caminar y siguiendo el movimiento de mis caderas al andar, realmente me sentía sexi.

Llegamos como de costumbre al hotel y para nuestra suerte nos tocó en el penúltimo piso y con vista hacia tlalpan, como estábamos en un lugar alto dejamos abiertas las cortinas para que entrara luz natural, ésta a su vez se reflejaba en mis pantimedias y mis piernas brillaban intensamente, eso vuelve loco a Edy, me quite el blazer y comenzamos a tomar refresco, muy poco me gusta el alcohol, ese día tampoco Edy tomó ni cervezas. Vimos un rato la televisión y después pusimos el radio, nos acercamos a la ventana y comenzamos a jugar a contar los autos, algo muy bobo, pero finalmente era parte de nuestra rutina, nuestro juego.