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Amy y Carol (02)

en Fetichismo

El Secreto Íntimo de Amy y Carol (II)

original en inglés por Intimate Confessions

Carol respondió, "Oh, sí, quería que me tocaran, que sintieran lo lubricada que estaba observándolos, pero eso no ocurrió. Caminé alrededor de la cama de Brian y me puse donde me pudiera ver claramente y escuché los sonidos que su polla hacía bajo los cobertores. Estiré las manos y me pellizqué ligeramente los pezones por encima de la camiseta y casi me corrí allí mismo. Tomé mis pechos y luego bajé las manos y separé mi conejo para que pudiera ver mi clítoris que se erguía tan duro como su polla, incluso volver a contar esta historia lo pone duro de nuevo".

"¿Está así?" respiré.

Carol me observo de cerca, "Bueno, sí", y luego se ruborizó más. ¿Te gusta saber que mi clítoris esta tieso justo ahora?"

"Vaya que sí", tartamudeé, "Me gusta mucho". Con seguridad alcé las manos y pellizqué ligeramente mis pezones pulsantes haciendo que un temblor recorriera todo mi cuerpo, "¿Es esto lo que hiciste frente a Brian?"

"Así es. ¿Se sintió bien? ¿Lo que acabas de hacer?"

"Sí, se siente bien".

"¿Te gustaría verme hacer lo mismo?"

"Sí".

Abrió la bata, tomó su pecho y haló el pezón, estremeciéndose al hacerlo. Dejando la bata abierta preguntó, "¿Quieres oír el resto de la historia?"

"Por favor, sí", susurré, "cuéntame más, te frotaste el conejo frente a ellos?"

Carol respondió, "Intenté no tocarme, incluso así, me sentía como si me fuera a correr justo ahí sin hacer nada, sólo escuchando a mi hermano y su amigo. Brian seguía susurrando que no debería mirarme como lo estaba haciendo, pero eso no hizo que dejara de meneársela mientras miraba. Cuando me separé los labios del coño, empezó a masturbarse más rápido. Cuando acaricié mi cuerpo y pellizqué mis pezones, me preguntó si me podía tocar, le dije que podía mirar, pero que no habría nada de toque entre nosotros".

Carol hizo una pausa y se pasó otro trago. El silencio entre nosotras creció hasta que al fin le pregunté si iba a terminar la historia.

"Realmente no hay mucho más que decir", dijo, "Los dejé mirarme, eventualmente me quité el polo completamente y me quedé allí mientras se masturbaban algo más y se venían. Larry levantó sus cobijas y yo deslicé la mano por su pito mientras se le hinchaba y derramaba su leche en mis pechos y hombros, y encima de él también. Pude escuchar que Brian hacía lo mismo, ya sabes, regaba su leche bajo las cobijas mientras nos veía".

"¿Cómo sabías que Brian estaba disparando su carga?" pregunté, mi voz haciéndose más profunda de excitación.

"Porque," respondió, "pude oírlo golpeando las sábanas y también porque nos contó mientras lo hacía, nos dijo que observar a Larry venirse lo estaba haciendo venir a él también".

"¿Qué hiciste?" pregunté con voz temblorosa. "¿Jugaste con tu coño mojado frente a ellos?"

"No. No hice nada frente a los chicos, aunque estuve tentada a hacer eso exactamente, pero luego en mi cuarto, realmente no pude evitarlo".

Carol hizo una pausa y luego dijo, "Realmente eso no es cierto. Empecé en mi cuarto pero caminé hasta la sala desnuda y terminé frente a la puerta del cuarto de Brian. Algo de estar a apenas unos metros de los muchachos, masturbándome abiertamente y sin que ellos lo supieran lo hizo realmente excitante. Me quedé allí frotándome la leche de Larry sobre los pezones, queriendo que se abriera la puerta y que me vieran, pero sabiendo que ya se habían dormido. Me vine con tanta fuerza que se regó por toda mi mano".

"De cualquier forma, toda esta historia tiene que ver con la forma en que me visto. Tras esa experiencia, me volví súper–consciente del efecto que podía tener en los hombres. Me encontré excitada en el mercado o en la escuela cuando veía a algún chico mirándome. Sentía sus ojos recorriendo mis piernas, mis pechos y a veces incluso se les ponía dura mirándome. Mientras más pasaba esto, más quería yo que sucediera. Empecé a vestirme para que pasara".

"Salí en un par de citas, pero lo que hice con los chicos nunca podía compararse con la sensación que lograba cuando alguien me miraba y que quería tocarme pero nunca tendría la oportunidad.

Carol y Amy Deciden Exhibirse

Carol hizo una pausa de nuevo y me miró. Sé que yo estaba sonrojada y que ella podía ver mis pezones destacados contra mi camiseta. Yo había dejado que mi camiseta se subiera y estaba sentada, aún con la parte inferior de mi traje de baño y tenía que orinar. Podía sentir mi vejiga y mi clítoris enviándome pulsaciones. Me tomé un gran trago de cerveza antes de decir, "Está bien, te diré mi secreto pero tengo que ir al baño primero".

Sonriendo, me miró, "Acabas de ir".

Realmente no había ido. Había entrado en el baño antes y decidido aliviar mi lujuria en vez de mi vejiga, claramente un error.

"De verdad necesito ir de nuevo".

"Primero cuéntame tu secreto".

"Me voy a mojar en los pantalones si no voy pronto".

"¿Como lo hice frente a Larry?"

La imagen de Carol frente a un chico, dejándolo verla orinar, hablándole mientras su orina se regaba entre sus piernas, incitándolo, dándole una erección, avivó el calor que sentía.

"Sí, como tú, pero realmente no puedo esperar mucho más", dije, levantándome y tratando de apretar las piernas al levantarme. Al hacerlo, sentí que un pequeño chorro de orina se escapaba, tibiando mi traje de baño y mi clítoris rígido ligeramente.

"¿Te gustaría hacerlo frente a un chico en este momento?" preguntó, observando marcadamente mi traje de baño ligeramente mojado.

Mi rostro se ruborizó mientras susurré, "Sólo estamos las dos aquí. ¿Quieres que sólo nos veamos una a la otra?" Carol se levantó y dejó el baño, diciendo, "Tal vez, pero apuesto a que hay muchos hombres en la piscina justo ahora". Pude escuchar que se ponía el traje de baño al hablar.

Sentí que se me escapaba otro chorro al responder, "No creo que pueda aguantar todo eso". Con un esfuerzo supremo logré detenerme y salir del baño. Mi vejiga adolorida lentamente se remitió a un latido sordo.

"Qué demonios", pensé mientras agarraba el top de la cama y me ponía. Carol ya caminaba por la puerta. La seguí por el corredor y las dos nos dirigimos a la piscina.

Tenía razón. Incluso a medio camino podía ver que la piscina estaba llena de gente, muchos de ellos hombres jóvenes y mujeres de nuestra edad.

Nunca llegué a la piscina. No sé si me avergoncé de lo que iba a hacer o si mi vejiga simplemente se rindió, pero caminé entre dos autos y simplemente dejé que siguiera. Ni siquiera me molesté en ponerme en cuclillas. Carol caminó unos pasos sin mí y luego volteó y me vio entre los carros. Para cuando llegó a mi lado, yo estaba orinando tan fuerte que a pesar del bikini que traía puesto podía escuchar un chorro poderoso golpeando el asfalto.

"Lo siento", dije, "No pude esperar."

Carol se quedó frente a mí como sonriendo. De repente el sonido de agua que caía pareció doble y me di cuenta de que lo estaba haciendo conmigo.

"Realmente no importa", dijo, "Mira atrás tuyo".

Era una rubia pequeña, descalza, con una corta falda de verano y él también era rubio y traía puesto unos pantalones cortos y una camiseta. Al estar allí observándome, observándonos, noté que estaba muy cerca de tener un orgasmo justo allí entre dos autos en el parqueadero. Vi que el brazo de él rodeó su cintura y ella se inclinó para decirle algo al oído, él asintió con la cabeza y caminaron hacia nosotras.

Tanto Carol como yo habíamos prácticamente acabado para cuando llegaron a nosotras, digo prácticamente porque yo seguí aún por otros treinta segundos después de que llegaron. No podía parar; sólo se sentía muy bien. Aún estaba allí, orinando y enrojeciéndome mucho cuando el hombre dijo, "Hola, ¿las tomó de improviso?"

"Lo siento", empecé a tartamudear, pero Carol me interrumpió, "Es complicado", dijo.

"No molestes", dijo su esposa o novia, "¿Les gustaría subir a nuestro cuarto a beber algo?"

Carol y yo nos miramos una a la otra, levantó los hombros, "¿Por qué no?" dijo, "Pero primero Amy y yo necesitamos ponernos algo seco, subiremos en una hora o dos".

Nos dieron el número de su habitación y volvimos a nuestro cuarto a cambiarnos. Al acercarnos al cuarto le dije "¿Por qué una hora o dos, por qué no vamos ya?"

Carol replicó, "Primero, necesitamos limpiarnos, también necesitamos decidir qué ponernos, pero más importante, necesitamos hablar".

"¿No podemos hablar mientras nos cambiamos?" pregunté.

"Esto podría tardar un poco más", dijo, abriendo la puerta.

Amy y Carol Alcanzan la Comprensión

Tan pronto se cerró la puerta atrás de nosotras, Carol se estaba deshaciendo de su traje de baño, yo hice lo mismo, alejando con los pies las prendas empapadas al piso del baño. De repente estábamos desnudas frente a frente separadas apenas un medio metro. La vi mirarme mientras mis propios ojos se movieron por su cuerpo observando su piel suave, sus delicados hombros blancos, sus pequeños pechos perfectamente formados con los pezones rígidos y tiesos y su coño reluciente e hinchado. Pude ver la punta de su clítoris asomándose y noté que mi coño debía estar tan distendido e inflamado como el suyo. Vi que ella miraba exactamente hacia allí.

Al continuar el instante se hizo obvio que nos estábamos viendo la una a la otra. Al observarla, una gota de lubricación se deslizó por su pierna lentamente atravesando la piel sensible de su muslo interno, desapareciendo al seguir la curva de la pierna y la gravedad. Otra alcanzó la punta de su distensionado clítoris y quedó allí colgando por un segundo o dos antes de caer al suelo.

Cuando finalmente se encontraron nuestros ojos, me habló.

Colocando una mano suave en mi brazo, dijo, "Amy, antes de que esto vaya más allá quiero que me cuentes el secreto que prometiste compartir".

Rompí el contacto ocular y dije en una voz casi inaudible, "No quiero que pienses que soy lesbiana o algo así, pero durante la mayor parte de este semestre te he escuchado cuando tú, bueno, ya sabes, te tocas por la noche". No dijo nada así que continué, "Realmente no lo entiendo, pero escucharte me ponía caliente, y una vez terminabas yo también lo he hecho. No lo hacía porque estuviera cachonda para empezar sino por la idea de que las dos lo hiciéramos juntas en el mismo cuarto, tan cerca una a la otra realmente me calentaba. Me da miedo que pueda ser bisexual".

Quitó la mano de mi brazo y susurró, "Cuéntame más".

"¿No estás furiosa?" pregunté.

"No", dijo, "no estoy furiosa, pero tienes que contarme en qué pensabas mientras me escuchabas".

"Todo tipo de cosas", tartamudeé, "Principalmente sobre tú y yo haciéndolo una frente a la otra o tú mirándome con un chico o un grupo de chicos".

Al poco me di cuenta que mientras hablaba, Carol había empezado a tocarse. Me vio a los ojos y dijo "¿Algo así como lo que estoy haciendo?"

Un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo al decirle, "Sí, como lo estás haciendo".

"¿En qué más pensabas?" preguntó Carol.

Mi voz se afirmó mientras notaba que Carol no estaba espantada, más bien, la puso caliente saber que la escuchaba. "Pensaba en verte con un grupo de hombres, pajéandolos, dejándolos que se corrieran sobre ti mientras frotabas tu cuquita y yo miraba, haciendo lo mismo. Pensaba en ir a tu cama mientras lo hacías, caminar más allá e ir al baño y escucharte al otro lado de la puerta mientras las dos nos corríamos al tiempo. Nunca sabrás cuántas veces sólo quería empezar exactamente a la vez contigo y dejarte que me escucharas así como tú me dejas oírte, tal vez preguntarte a qué estabas ... "

"Jugando" dijo sin aire, "Te habría dicho que estaba jugando con mi coño como la puta que soy. Habría sacado mi pequeño vibrador y te habría dejado escucharlo sonar mientras..."

"Yo me frotaba mi propia conchita húmeda", interrumpí, "Te habría pedido prestado el vibrador y me habría quedado junto a la cama usándolo, dejándote mirar, pasándotelo de nuevo, tomando turnos..."

Su mano se movía más y más rápido, y me preguntó con voz trémula, "¿Amy puedes venirte más de una vez?"

"Yo no, no sé", dije, mis ojos clavados en su mano que se movía aún más rápido en su lustroso y lubricado coño.

"Entonces será mejor que prestes atención esta vez, porque voy a hacerlo ahora".

Retrocedió un par de pasos y se quedó allí colocando un pie en la cama abriéndose bastante, haciendo unos ruidos pegachentos que enviaron descargas por todo mi cuerpo. Me volví hacia la otra cama y me puse como ella, colocando un pie en la cama y mirándola. Bajé la mano y separé los labios de mi cuquita mojada para que ella pudiera ver lo excitada que yo estaba mientras se corría.

Fui incapaz de evitar la tentación de estimular un poco mi clítoris y apenas empezaba a incitarlo suavemente cuando una Carol ardiente y temblorosa empezó a sollozar moderadamente. A través de los sollozos agitados me pidió que fuera. Al acercarme dijo sin aire, "¿Has hecho antes que alguien se venga?"

No tuve tiempo de responder, tomó mi mano, la guió a su coño húmedo y deslizó mis dedos entre su raja tibia. Sentí que resbalaban contra su clítoris rígido, gimió y tembló y lo hizo otra vez, todo el tiempo susurrando "Oh sí, siente lo húmedo que está, sigue, frótame el clítoris sólo un poco, por favor, ayúdamelo a hacerlo ahora". Tracé un pequeño círculo alrededor de su clítoris y luego otro, "¿Así?" pregunté, agarrando amablemente uno de sus pechos suaves con la otra mano.

Se volvió a acomodar sobre sus piernas temblorosas, separando más su raja chorreante, y me decía "Oh sí, exactamente así, sólo . . . umm, sigue haciéndolo así un poquito más".

Me quedé allí, bien consciente de mi propia necesidad palpitante y húmeda regalándole ligeramente con mi dedo. Mientras me ocupaba de su pezón erecto pude sentir que mi clítoris se ponía tan duro como una polla en miniatura e intenté acomodarme de forma que me pudiera frotar contra ella. No fue posible, sin embargo, por lo que mi pelvis vagó en el aire. Tuve que satisfacerme con la sensación de aire en mi coño empapado. Tras unos momentos le dije al oído, "¿Me podrías tocar un poco, por favor? Estoy tan cachonda que no creo que pueda resistir más".

Carol, perdida en su propio mundo de sensaciones no respondió.

Presioné la cara contra la suya y le hablé suave aunque urgentemente al oído. "Por favor, sólo tócame un poco, me siento como una putita, como una perra suplicando así, pero por favor hazlo, hazme todas las cosas sucias que siempre he querido hacer, sólo soy una puta pervertida que necesita correrse, por favor", gemí, "por favor frótame el clítoris, por favor, déjame hacerlo también".

Mientras seguía susurrándole mi necesidad urgente, mi mano fue inundada por el líquido tibio de su orgasmo. Todo su cuerpo se tensó y tembló mientras gemía tras mi oído, "Muy tarde, lo estoy haciendo ya, como una jodida perra, no puedo evitarlo – ahh, ahí voy, me vengo, mírame, por favor, no pares de, oh, frotarme, por favor, ahh, ya".

Mientras seguía eyaculando, saqué los dedos de su concha mojada y caí en la cama sin la menor vergüenza echándome mano yo misma, frotándome el clítoris mientras intentaba que no me dejara atrás, corriéndose sola, como lo había hecho yo todo el año. Al frotarme más y más rápido, Carol hizo algo que afianzaría nuestra amistad por siempre. Caminó a la cabecera de la cama, se inclinó sobre mí, dejó que su cabello cayera sobre mis pechos, se movió suavemente, recorriéndolos con su cabello, y me preguntó, "¿Te gusta hacerlo frente a mí?"

"Oh sí", dije sin aire.

Acercándose incluso más, habló otra vez, su aliento dulce refrescando mi mejilla ardiente, y su cabello suelto delineando su rostro. "¿Has besado a una mujer alguna vez?" dije que no con la cabeza.

"¿Quieres venirte para mí?"

"Sí, sí quiero, realmente lo quiero", grité, mis dedos moviéndose más rápidamente todavía en mi chocho lubricado, "¿puedo hacerlo ya, frente a ti, por favor?"

Sin responder, Carol hizo dos cosas. Se dobló, tocando con sus labios ligeramente los míos, y haló mis dedos mojados de mi coño reluciente y rojo reemplazándolos con los suyos.

Completamente perdida en el calor del momento, le regresé el beso y en ese instante su dedo encontró mi clítoris hambriento, deslizando su lengua tibia entre mi boca.

Me corrí en ondas y espasmos temblorosos, gimiendo y emitiendo quejidos en su boca tibia mientras mi orgasmo latía y se regaba contra su mano. Poco a poco, noté que Carol aún se frotaba su coño y cuando se separaron nuestros labios, dijo "Hagámoslo juntas ahora", rápidamente se apropió de mi clítoris que latía y luego me metió hasta el fondo un dedo mientras gritaba, "¡Ya! Hazlo ya, yo me estoy oh, ohhhh, ya voy, hazlo conmigo".

Arqueé la espalda y grité al venirme otra vez, esta vez expulsando un chorro en el aire que salpicó contra sus pechos y ganando fuerza, ascendió y empezó a salpicar su cuello y barbilla. Al sacudirme una vez más en completo abandono, inclinó su rostro ligeramente de forma que mi líquido tibio salpicó sus mejillas y labios y luego ella los abrió para que entrara en su boca. Lo tragó rápidamente haciendo que yo me viniera incluso más, mojando su cabello y rostro. Al mismo tiempo sentí que tomaba mi mano de nuevo y la guiaba de vuelta a su vertiente chocho. Sentí como cada ondeada de líquido tibio corría por mis dedos al encargarme de su clítoris pequeño haciendo que vertiera otra vez.

Cinco minutos después, estábamos en la ducha juntas, lavándonos la evidencia de nuestros orgasmos mutuos y numerosos. Al recorrernos el agua tibia Carol me preguntó, "¿Todavía tienes miedo?"

"¿De qué?" le devolví la pregunta.

"De que puedas ser bisexual"

Sé que puse una cara muy seria. Incluso aunque la respuesta era obvia, la verdad aún me incomodaba. Recuerden que estaba en el primer año de universidad y esta parte de mi sexualidad fue una revelación completa para mí. Carol rió.

"¿De qué te ríes?" dije con más que un poco de irritación en la voz.

"Me río de ti, tonta", dijo.

"No es gracioso", murmuré.

"Pero lo es", respondió Carol, "Mira, ¿todavía te gustan los chicos?"

"Pues, sí", dije.

"No me quieres dar tarjetas y flores ni te quieres casar conmigo, ¿o sí?"

"Oh cielos, desde luego que no!" afirmé.

"Bueno, entonces incluso si eres bisexual no eres gay. Si ese es el caso, todo lo que significa es que tienes dos veces más personas con las cuales salir".

"Nunca lo había pensado así" dije despacio.

"Y es cierto, muchas mujeres son así. Cuando te pones a pensarlo es muy agradable".

"Supongo que tienes algo de razón en eso", dije.

"Claro que tengo razón", respondió. "Ahora vistámonos y veamos lo que quieren la dama y su novio".

Carol me prestó una de sus súper–minifaldas y un top muy apretado cuando fuimos a su cuarto; nada de ropa interior. Ese viaje marcó muchos cambios en mi vida sexual, entre los que no fue el menor el cambio de atuendo.

Lo admito, por unos meses el cambio fue extremo. Cuando volví a la universidad me vestía como una prostituta. Me pasaba mucho tiempo abiertamente incitando a los chicos, y a algunas chicas. Tenía la ventaja adicional de tener a Carol como compañera de cuarto, así que a menudo comparábamos notas en las noches, en lo oscuro mientras el pequeño vibrador de Carol zumbaba.

Al poco aprendí cómo exhibirse sin dar a la gente la idea equivocada. Sexy, pero modesta, esa es la idea. Rick dice que este es mi mejor rasgo.

La Conclusión de Amy

Claramente esta historia no está terminada. Quiero contarles de Amber y Stewart, la pareja que conocimos en el parqueadero. También está el tiempo que pasé con Larry, Carol y su hermano, Brian. Todos estos eventos tuvieron un efecto perdurable en mi sexualidad.

Sin embargo, parece demasiado largo y esto es una historia de relatos cortos. Dado que esto es algo en proceso, creo que retomaré donde dejé la próxima vez y hablaré del resto del viaje. John Steinbeck dice que no hay nadie tan carnal como una virgen reciente y aunque aún no había experimentado el coito a este punto de mi vida, me estaba convirtiendo en mucho en el ser sexual que soy hoy.

De cualquier forma, espero que se corran tantas veces al leer esto como yo mientras lo escribía. Escríbanme una línea y déjenme saber, compararemos notas.