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El Señor A y su amante

en Sadomaso

El Señor "A" y su amante

Introducción: Hasta donde llega el amor, hasta donde llega el placer, hasta que punto una calentura pude permitir romper cualquier barrera de lo que consideramos normal..

 

Susette estaba perdidamente enamorada del señor "A", peor que eso ella estaba obsesionada con el, y ese estado la dejaba ciega y no le permitía ver el oscuro y peligroso camino que estaba transitando.

Pero la adrenalina que le provocaba estar y hacer lo que el señor A le pedía, nunca antes la había sentido. Ella sentía que volaba, y por mas dolor tanto mental como corporal que él le provocaba eran transformado en puro éxtasis en ella.

Otro día de encuentro, en un departamento alejado de la ciudad, siempre en un lugar diferente eran los encuentros y generalmente con personas diferentes, excepto al señor A, el se encargaba de organizar todo para su dulce y obediente amante-esclava. El la contactaba por correo electrónico para avisarle cuando y donde seria el encuentro, generalmente un día antes, apropósito para que Susette tuviera que reorganizar a malabares su agenda. A el no le importaba si era el horario de trabajo de ella o si tuviera una reunión familiar, solo tenia que obedecer é ir tal cual el le exigía.. Susette lo correspondía sin ninguna queja, ella sabia bien que eso para ella era mas importante que cualquier cosa o ser en su vida.

El departamento parecía abandonado, estaban las paredes llenas de humedad y grietas, cajas de cartones tiradas en el piso, como sobrantes de alguna vieja mudanza, y mucha tierra , polvo y telas de arañas por todos lados. Solo una vieja colcha en el piso que seria utilizada como una improvisada cama. Era invierno y ningún tipo de calefacción ambientaba el lugar, el frió invadía el interior del lugar por una ventana rota que daba a la calle. El lugar era definitivamente deplorable pero lo que harían en ese lugar no seria menos desagradable.

El Señor A, no le dirigía la palabra solo la miraba y asentía con la cabeza, como aprobando la llegada de ella, un gran sobre todo impedía ver la vestimenta que ella traía puesta. Él mientras fumaba un cigarrillo y con la otra mano sujetaba una gran bolsa de supermercado, reveía constantemente la hora, como esperando a alguien. Pasaron unos minutos mirándose a los ojos. Susette no dejaba de sonreír mirando a su degenerado amante, él le respondía también con una pequeña sonrisa.

Golpearon la puerta, eran los invitados, cuando pasaron, Susette ya estaba producida vestida con un conjunto de cuero bien al cuerpo que dejaba bien expuesto su sexo y su cola, sus pechos estaban cubiertos por la mitad desde abajo dejando asomarse como si fuera un sol en el horizonte a su negro y gran pezón.

Un pequeño antifaz cubría su rostro, ella pasaría a ser anónima para los visitantes. Estos eran unos diez muchachos de muy variado aspecto, al fin y al cabo lo que importaba era que fueran sanos y que se les parara bien.

Ellos se acomodaron como pudieron en el frió ambiente, deseando fervientemente que pronto pasara a ser caliente.

El Señor A comenzó con las indicaciones hacia Susette, ella se acomodo en cuatro patas sobre la improvisada cama, mientras él sacaba de la bolsa del supermercado un gran pote de vaselina y un gran pepino, que duplicaba de tamaño a cualquier miembro masculino, además era bien texturado.

Respirando profundo Susette acomodo bien su cola y la relajo lo mas posible para soportar lo que sabia inevitablemente que sucedería. Su amo comenzó a untar mucha vaselina en su ano, el no tenia interés de desgarrarla, pero su excitación era penetrarla con todo tipo de cosas por el ano y quería cada vez mas dilatar ese agujeró misterioso.

Sus dedos envaselinados se perdían uno a uno en el ano de Susette , ese ano que ya bien venia trabajando el señor A, el cual él solo tubo el privilegio de desvirgar, ya que ni el propio novio de Susette había tocado nunca. Incrédulo este creía que aún ella era virgen de ahí.

La mano entera fue encontrando el camino hacia los esfínteres de Susette, mientras ella gemía de dolor y placer, los invitados no podían evitar tocar sus miembros erectos intentando calmar la llama de pasión que esas imágenes perversas le causaban.

El Señor A retiro muy tranquilamente su mano de el ano y como si nada limpio los restos de excrementos en una vieja toalla, luego tomo el gran pepino y antes de que el ano se cerrara por completo lo hundió muy despacio hasta el fondo. Susette notaba que su amo no dejaba de penetrarla con el vegetal, ella sabia que tarde o temprano se tendría que detener, pero esta ves ella se equivoco y sintió como el gran pepino ingresaba totalmente en su cuerpo y su ano se cerraba dejándolo dentro. Susette sentía como si tuviera un gran pedazo de escremento dentro, como si hubiera pasado una semana sin defecar.

Ella estaba excitada por la situación pero con miedo de no poder sacarse eso de su cuerpo. Pero no le importaba sabia que el señor A estaba muy feliz y que al lado de él nada malo podía pasar, aunque parezca lo contrario. A, se acerco a la cara de de Susette y observo como esta tenia un gesto de dolor insoportable y su rostro estaba bien morado por la tensión , él solo le dio un beso tierno en su boca y le dijo – Te amo, eres mi musa, eres mi diosa – y pidiéndole que se relaje le dijo que despidiera al pepino.

Todos los visitantes se asomaron lo mas cerca posible para observar el nacimiento anal del pepino, que envidia sentían todos, ellos deseaban ser ese maldito y gran pepino. Muy despacio se fue abriendo el ano hasta mostrar la parte trasera del pepino que aún no pasaba por el ancho del ano cerrado de Susette. Ella hizo mas fuerza hasta gritando, y el ano siguió dilatándose y de un momento a otro pudo ser despedido hasta la mitad. Luego A, saco lo que restaba y mostró a sus invitados el tamaño del orificio que había logrado en ese agujeró.

Sin perder tiempo tomo una banana y pelándola la inserto totalmente en el ano , esta entro muy bien puesto que era mucho mas fina que el pepino, pero si era bien larga, igualmente logro perderse por completo en el trasero de Susette. Inmediatamente y ante la mirada sorprendida de los muchachos inserto otra banana igual, a esta le costaba entrar y se podía sentir como se machucaba toda dentro del esfínter de Susette. Ella sentía un revoltijo espantoso en su abdomen, pero soportaba ciegamente todas las locuras de su amante.

Toda la banana se perdió en el ano, empujada por los dedos de el señor A, luego espero a que el ano se cerrara un poco evitando con sus dedos que no se escaparan resto de los plátanos.

Para la sorpresa de Susette, el señor A comenzó a bajarse los pantalones y con su miembro venoso en plena erección lo inserto en el taponado agujeró. Susette creía que los restos apelmazados de las bananas le saldrían por la boca, como si se tratase de una digestión a la inversa, pero eso era imposible, y el miembro de su loco amante entraba cada ves mas hasta el fondo, chocando y aplastando por completo a los plátanos, sin esperar mas y subido a un éxtasis total, el señor A comenzó a cabalgar a su amante como nunca, clavando hasta los testículos en ese ano lleno de bananas, y sin pasar mas de un minuto llego a un orgasmo descargando toda su leche dentro del gran trasero de Susette.

Inmediatamente ordeno que uno por uno fuesen cogiendo a su amante y llenando de leche ese lugar, como si se tratase de estar preparando un gran cóctel en un envase humano. Los muchachos fueron pasando y hasta algunos repitieron la vuelta. El ano de Susette, cada vez que salía un miembro de adentro, se podía observar como los restos de banana querían escaparse junto con el semen, pero no se lo permitían puesto que inmediatamente ese agujero era taponado por otro miembro. El señor A estaba excitadísimo, y fue el ultimo en coger a su amante y sintió con su miembro la masa de semen mezclada con la banana en el interior de su querida Susette. Ella cerrando con fuerza la boca, soportaba los retorcijones y la espantosa sensación que le provocaba tener todo eso dentro de ella.

Ni bien acabo el señor dentro de su amante por segunda vez, tomo rápidamente un gran bold que había comprado nuevo y lo puso debajo del ano de Susette en forma de inodoro. Ella acomodándose mejor , comenzó a relajarse y sus intestinos comenzaron a crujir y junto a una gran flatulencia salió todo el contenido que tenia dentro de ella directo al bold. Estuvo en esa posición unos minutos intentando despedir todo, absolutamente, ya que su cuerpo así se lo pedía.

Una vez que termino, el señor A le pidió que se pusiera otra vez en cuatro y abriendo las dos grandes nalgas de su amante comenzó a chupar y tragar todos los restos que le quedaban en el ano, como si se tratase del mas exquisito manjar. A Susette le encantaba que él le hiciera esto, ella sentía que era una demostración de amor departe de el.

Una vez finalizado la sección de limpieza del ano, El señor A tomo el bold con el contenido dentro y le vertió en una licuadora que tenia preparada en el piso. Licuo el contenido que estaba ya bastante desintegrado y lo sirvió en una jarra. Como si se tratase de un riquísimo licuado de banana, convido primero a sus invitados pero ninguno quiso beberlo. Luego miro a los ojos a Sustette y mostrándole la jarra le dijo – Mi princesa tu que despiertas en mi todas las perversiones brinda junto a mi por este encuentro – Y bebiendo un gran sorbo le dejo el resto para que ella lo terminase.

Susette lo bebió todo y luego le propino un gran beso de lengua a su querido Señor A.

alexanderjunior@hotmail.com

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