miprimita.com

Seis pies y 30 deditos (2)

en Fetichismo

Hola a todos, acá de nuevo, tras un buen fin de semana enredado entre los pies más bonitos del mundo, los de mi negrita...sandalias rojas de tiritas finitas, uñas bordó oscuro, deditos hábiles, lenguas vivaces, tres orgasmos fruto de mis labios, una explosión húmeda entre los bonitos pies de una hermosa mujer de piel trigueña...¿qué más puede pedir un fetichista de los pies?

Bueno, vamos al grano, que les les cuento el segundo encuentro con los seis pies y los treinta deditos.

Después de un día de descanso, haciendo negocios, soñando despierto con las maravillas que me brindaron las chicas, y durmiéndome con esos recuerdos en mi cabeza, me preparé en mente y cuerpo y llamé otra vez por teléfono, me atendió una voz femenina y le pregunté como se llamaba, pues no era Ana, me dijo que era Marilú, la de los pies pequeñitos y deliciosos y que tuvo su debut con mi cuerpo como acariciadora con los pies.

- Hola preciosa, ¿te acordás de mí?, soy el de la fiestita con los pies de anteayer...

- A sí, hola dulce, ¿querés venir de nuevo?

- Por supuesto, chiquita, ¿está Ana?

- No, está atendiendo...

- Bueno, decile que se prepare que voy para allá...

- Listo, hermoso, te esperamos...

- ¿Vos también, pies bonitos?

- Veremos, vos vení...

Y allá fuí a la dirección cuidadosamente anotada.

Cuando llegué, toqué el portero, y cuando dije que venía por el aviso a buscar pies bonitos de mujer, otra vez se abrió la puerta del pasillo de planta baja, y Belén vino a franquearme la entrada. estaba espectacular como el día que la ví por primera vez: sandalias rojas, pero sin pulsera, con el talón libre, sólo un par de tiritas por encima de esos deditos turbadores y que producían un sugerente y estremecedor flap-flap, cuando caminaba. Tenía un pantalón pescador bordó, de esos hasta abajo de la rodilla, muy ajustados, y un top mínimo de donde trataban de escaparse unos redondos, juveniles y turgentes pechos. Aunque mi sexualidad sea sólo con los pies de las chicas, un par de buenas tetas y un culito redondito no son despreciables para tocar y mirar, es más alguna vez les voy a contar como una chica me hacía gozar con sus pies, sólo si yo la penetraba por el culito. Esta belleza me recibió con una sonrisa, yo la tomé de la cintura y ella me pasó un brazo por los hombros diciéndome:

- Además de fetichista sos fiel a nosotras ¿eh?.

- Así es, conocí muchas chicas, pero como ustedes, ninguna, preciosa...

Entramos al departamento y allí estaba sentada Gloria, con sus sandalias y sus medias negras, hablando por teléfono y concertando una cita con un cliente. Belén me invitó a sentarme, pero antes besé los deditos cubiertos de seda de Gloria y le acaricié el empeine con mi lengua. Ella sonrió y agitó el pie, cosquillosa.

Me senté frente a Belén, que estaba ya sentada con sus interminables piernas cruzadas, y balanceando rítmicamente su sandalia en la punta de sus espectaculares deditos.

- Seguí así y te como los piecitos acá nomás, con sandalias y todo... le dije

- Huy, ¡Qué hambriento el chico este!, contestó Belén.

- La verdad que sí, con esos pies, conquistás a todos los fetichistas de la tierra, encima con las habilidades que tenés, como para no calentarse viendo tus pies y su dueña. Mujer bonita, pies bonitos, no es la regla, pero en vos esa belleza es total, vos sí que sos linda de los pies a la cabeza.

Hizo un gracioso mohín, con la punta de la lengüita entre los dientes, desplegando una sonrisa grandiosa y me dijo que generalmente, los tipos las trataban como un pedazo de carne con pies, o en otros casos, sólo como una boca, un ano y una vagina, pero que yo era distinto, galante y amable y despertaba algunas pasiones...

Justo en ese momento llamaron a la puerta, Belén se puso de pie, me invitó a pasar a una habitación un poco más grande que la del primer día y cerró la puerta tras nosotros.

- Un cliente fijo de Gloria...,dijo.

- Está visto que no voy a poder comerme esos piecitos hoy tampoco...

- Tranquilo, rico, están los míos, los de Ana y, si podemos, los de Marilú también. ¿Vamos a hacer lo mismo que la otra vez, las tres juntas?

Como yo le dije que sí me dijo que les dejaba el mensaje a las otras chicas en la cocina, para que cuando terminaran de atender vinieran a esta habitación y prometió volver para darme un aperitivo.

Me recosté en la cama de dos plazas y cerré los ojos para esperar. A los pocos minutos se abrió la puerta y sentí el flap-flap tan excitante del caminar de la hermosa Belén. La verdad es que tanto en belleza de pies como en general era una mujer hermosísima, de esas que parecen salir de las revistas. Ana, Marilú y Gloria no eran tan bonitas, a pesar de ser lindas mujeres, Pero Belén las superaba ampliamente. Sentí la presencia de la belleza de pelo castaño, largo y ondulado al lado de la cama, casi enseguida un toque suave, cálido y familiar se sintió sobre mis labios, abrí la boca y unos deditos sedosos, largos, rotundos, de yemas turgentes y uñas delicadas se introdujeron y empezaron a moverse contra mi lengua, luego de unos segundos su dueña los sacó y los apoyó sobre mis labios, mi lengua ávida salió de su húmeda cueva y empezó a recorrer la curva del nacimiento de esos deditos y a meterse entre cada espacio libre, ese lugar tan íntimo de las mujeres de pies bellos. Seguimos así por unos momentos, hasta que le dije que se acostara boca abajo sobre la cama, pero con las rodillas dobladas y los pies en el aire (lo que en inglés se conoce como "the pose", hay dos sitios muy buenos sobre el tema, uno en Brasil y otro en USA), le saqué suavemente el calzado, esas sandalias tan sexys y le empecé a lamer las plantas y a chuparle los deditos, lo hice con cada uno, de a dos, superponiendo los dos piecitos y chupando a la vez dos o tres dedos de cada pie, la verdad es que me quería llenar de esos deditos, hasta no poder más,pero nunca me canso ni me lleno. Soy tan obsesivo con ese tema, que después de un orgasmo, puedo seguir chupando, lamiendo y besando unos lindos deditos hasta que estoy listo otra vez y con una nueva erección. En esa agradibilísima tarea estaba, cuando se abrió la puerta y entró Marilú, seguida de Ana.

- Hola chico loco de los pies, dijo Marilú sonriendo.

-Hola rico, me saludó Ana, al tiempo que me arrancaba la boca de los pies de Belén y me estampaba un beso de lengua que me dejó sin aliento (otro día les cuento cuando salí a cenar con Ana, en uno de sus días libres). Me lamió la cara y me metió una mano dentro del pantalón, agarrándome con fuerza el miembro ya duro y tieso.

-Mmm, estás a punto de caramelo, rico, qué lástima que solamente te gusten los pies y no la mujer entera.

- No te creas, le dije yo, metiendo mi mano bajo su blusa, algún día vamos a salir solos vos y yo, y te vas a enterar de algunas cosas...

- Vamos, pies a la obra dijo Marilú, sentada al lado de Belén, ya descalza y desnuda de la cintura para abajo ofreciéndome uno de sus menudos y bellísimos piececitos.

Tomé entre mis manos ese bello modelito a escala tan perfecto, agraciado y proporcionado (posteriormente me dijo que calza del 35, y su calzado se lo compra en tiendas de zapatos para niñas) y empecé a lamer con la punta de mi lengua la puntita de sus preciosos deditos, mientras que sentía como Ana me desabrochaba la bragueta, y me sacaba los pantalones, calzoncillos, zapatos y medias, Belén se puso de pie y me sacó la camisa. Luego las tres se acostaron en la posición que estaba Belén y me ofrecieron los treinta deditos para que me los comiera, la verdad es que creía que me iba a cansar, pero no, cada vez quería y me gustaba más, sentía mi pene duro, hinchado y latiendo, casi dolorosamente. Mientras tenía varios deditos de Belén y Ana en mi boca, sentí los piecitos de Marilú que me acariciaban el miembro con mucha suavidad. Esta chica estaba aprendiendo. Sus plantas y deditos iban y venía a lo largo de mi pene con un ritmo parejo y enloquecedor, cuando llegaba a la cabeza parecía que iba a reventar de placer. Mientras, más arriba, Belén comenzó a acariciarme la cara y Ana bajó sus pies hasta mi miembro y se unió a las caricias de Marilú, pero boca abajo, o sea que un par de pies iban y venían por la parte superior y las plantas y yemas de los deditos de Ana hacían su trabajo desde la base hasta la cabeza por la parte baja del pene. Belén se dio vuelta sobre la cama y me ofreció sus pies para chuparlos nuevamente, mientras las otras dos chicas me hacían estremecer con el doble masaje. Belén bajó sus pies y yo los coloqué para que envolviera la cabeza del miembro con sus deditos preciosos, Ana bajó hasta los testículos y los masajeó suave y deliciosamente con las yemas de sus dedos y la planta de sus pies. Para no cansarlas y terminar con comodidad, me acosté en el suelo, con las piernas bajo la cama, y seis pies y treinta deditos se dedicaron a mi pene y adyacencias. Ana se ocupó con ambos pies de la cabeza de mi miembro, pellízcandome suavemente, alternando con rápidos movimientos arriba y abajo, pero tan cortitos que casi no se movía del sector de la cabeza, no tengo un pene muy largo, así que junto a Belén, que se ocupaba de la parte media y el tronco, no le dejaban mucho espacio a Marilú, que retiró sus piecitos de mi miembro y se dedicó a mi cara, boca y torso.

Belén y Ana adecuaron un ritmo cómodo para las dos y enloquecedor para mí, sus pies iban y venían por mi henchido pene, y espasmos de placer me recorrían todo el cuerpo, especialmente donde sentía los piecitos de Marilú. Casi cerca del éxtasis, tomé los pies de Marilú y los acerqué a mi pene, y a los de Ana los guié hasta los testículos y así, con los deditos de Belén abrazando y recorriendo enloquecedoramente desde la base de la cabeza hasta el tronco mi estallante miembro, con Marilú dedicándose ahora al glande solamente, y con Ana hamacándome los testículos con sus preciosos deditos, reventé de placer, llenando los seis pies y los treinta deditos de mi semen agradecido. Las chicas siguieron unos segundos más hasta que la flacidez me alcanzó, pero alargaron, (tanto nos gusta a los hombres), sus caricias por mi pubis, muslos y torso con sus deliciosos y ahora húmedos pies. Cuando me recuperé, dejé unos minutos más esos preciosos pies sobre mi cuerpo, ya que faltaba como media hora para el final de lo arreglado, y luego sequé los pies de las chicas con papel tisú perfumado y, cuando Belén trajo un recipiente amplio con agua del baño, les lavé los deliciosos piecitos una a una, aprovechando por supuesto, para dar chupadas, lamidas y besitos finales a cada piececito. Cuando le tocó el turno a Ana, Belén y Marilú salieron, pues Gloria las llamó para atender a otros clientes. Cada una cuando se fue me dio un beso leve como un aleteo, en los labios, diciéndome que no me perdiera y que volviera, que me iba a convertir en cliente de la casa, y siempre sería bien recibido.

Todavía arrodillado en el suelo, miré a Ana, mientras le secaba los pies tan hábiles y bonitos, y vi que me miraba raro. Se repente se me vino encima, me tiró de espaldas al suelo, me agarró de la cabeza y me dió un beso tan sofocante y brutal como el primero, cuando me soltó, me miró profundamente y me dijo:

- Sos divino, un hombre como no conocí antes, amable y tierno, hasta con nosotras, creo que me enamoré de vos,..., sí no te rías, las putitas también tenemos corazón y nos enamoramos a primera vista...y se le humedecieron los ojos.

La besé suavemente en los labios y le dije, mientras le acariciaba el suave pelo rubio ondulado:

- Ana, corazón, vos no sos lo que decís, para mí sos una mujer como las demás, con muy lindos pies, que me atraen más que cualquier otra cosa, pero no me olvido, que por más que cobres por tu trabajo y ami me gusten tus pies, seguís siendo una mujer, un ser humano, una persona. Para mí no valés menos, al contrario, sos una mujer que hace un trabajo censurado por la sociedad, pero sos eso, una linda mujer que cobra por sus servicios, igual que una peluquera, pero que en vez de las manos, usa los pies. Sos muy linda, seguro que con un gran corazón y con ganas de amar y ser amada.

La abracé, mientras ella lloraba suavemente. Cuando se calmó, me pidió perdón por su debilidad. Le dije que no fuera tonta y que me dijera cuando la podía invitar a salir, como mujer, sin otro compromiso que ese. Me abrazó, y nos sentamos en el suelo, me besó suavemente en los labios y me dijo que el jueves a la noche podía.

- Bueno, el jueves a las 8 te paso a buscar...

- Siiiii!!!, dijo ella con una enorme sonrisa. Se puso súbitamente seria y me dijo, ¿me besarías los pies como se lo harías a tu novia?

Me incliné y besé con dulzura su empeine y cada uno de sus deditos, levanté sus piernas y planté un suave beso en cada perlita rosada, mientras ella me miraba con ternura.

Me ayudó a vestirme, salimos a la sala abrazados por la cintura, y Ana le dijo a Marilú, que estaba para atender el teléfono:

- El jueves salimos juntos, como novios, mientras apoyaba su cabecita en mi hombro...

Marilú se puso contenta y dijo que era una excelente noticia y que si yo venía otra vez, parecía que iba a haber celos y una sola anfitriona.

Al final salimos varias veces con Ana, pero ya eso es otra historia, una historia de amor basada en los delicados, bellos y traviesos deditos de los pies de una atractiva mujer con un pasado tormentoso...

hasta la próxima

deditos