miprimita.com

El poder de la mente sobre el tejido (2)

en Control Mental

EL PODER DE LA MENTE SOBRE EL TEJIDO II

Juana ha desaparecido sin dejar rastro, han pasado semanas, ya es pública la noticia. En el banco se ha cometido un desfalco y extrañamente se ha confesado autor un modesto cajero sin acceso a las claves de la caja principal. Su apartamento está vacio, parece que se la ha tragado la tierra, medito en soledad sobre mis poderes, sentado desde el suelo intento encender una vela con la mirada pero tengo que levantarme y buscar un encendedor, solo funciona en mi caso si imagino la vela con cuerpo de mujer y magreo sus contornos.

-Ya lo tengo!.

Acudo rápidamente al mismo paseo donde compré el libro, atolondradamente aparto peatones con mis prisas, elevo mi cuello por encima de la muchedumbre. Todos los negros se parecen, todos venden discos piratas, ¿como he podido ser tan imbecil y dejarme robar esa maravilla?. Extrañamente una mano invisible entra bajo mi pantalón y pretende acariciarme los huevos. me ordena "Siéntate, busca un sitio apartado", obedezco, Juana me habla.

Busco un banco apartado en el parque, en un claro oscuro de madreselvas al amparo de otras parejas que se besan, cruzo las piernas y murmuro telepáticamente :

-¿Que quieres Juana?.

-Escucha y obedece.

-No seas grosera, sabes que tengo el mismo poder mental que tú, el libro es mio y me pertenece.

Entonces la mano aprieta mis huevos cruelmente, me los retuerce y no puedo evitar gritar en el parque y pedir piedad. Las parejas de enamorados que me rodean murmuran, se levantan mirando de reojo mis piernas torsionadas sobre la gravilla, se levantan y huyen a toda prisa. Obedezco a Juana de forma sumisa con tal de que termine aquella manipulación sobre mis pelotas, ella prosigue :

-No busques más el libro, déjame en paz, olvida que algun dia lo leiste. El conocimiento de sus páginas no esta hecho para tu cerebro de burro.

Extrañamente la comunicación telepática se pierde, algo la interfiere, no es tan poderosa como suponía, y más providencialmente aun cruza en la lejanía del paseo el negro al que compré el libro, puedo reconocerlo, es el único negro bajito de todo el rastro. Un ridículo e inconfundible bonete de lana multicolor decolorido de rojos rosas y verdes azulados tapados por la suciedad lo delata.

Salto a su encuentro, lo invito a comer, es mi salvación, necesito explicarle doce veces que no soy homosexual pero que por favor me diga donde consiguió ese libro. El negro devora patatas fritas entre el tenedor y el filete, intenta recordar y confiesa que no tiene más de ese tipo, solo cuando le pago el postre se anima, su memoria está motivada, en la casa de un muerto.

Un dia saltó una ventana y robó algunas cosas, el observa los funerales pacientemente, a los pocos dias si no hay luz en la casa entra y toma lo que puede llevarse. Acepta una propina y decide mostrarme la casa, ahora ya hay luz, esperamos en la puerta, un coche de policia entra despacio por la calle, disimulamos y nos abrazamos, simulamos ser amantes y besarnos en la oscuridad, la policia se marcha, yo vomito sobre la acera.

Han pasado meses, intento escribir torpemente en apuntes lo que recuerdo del libro, abandono desesperado, solo consigo que las hojas se vuelvan amarillas y se retuerzan. Tomo café despistadamente, tanto esfuerzo mental me tiene agotado, el hemisferio derecho de mi cerebro hundido y las facturas acumuladas, entonces un tipo toca mi hombro en una llamada grosera de atención, sin girar la cabeza comprendo que es mi casero, pero un enano chino me sorprende.

La situación en mi vida es desesperada, no solo dia tras dia no puedo recordar nada del libro sino que sospecho que Juana evita a toda costa que prosperen mis ejercicios. El chino enano me habla con una copa de ginebra en la mano y una cómica naricilla roja, canturrea algo de flamenco por Juanito Valderrama :

-Son las mujeres tan malas, maaalas, lerelereeeeeee. que ni el sabio en la higuera se bajaaaa ayyyy.

El dueño del establecimiento le regaña, amenaza con largarnos a los dos a la calle si no callo a aquel tapón de humanidad de inmediato. Entonces él con la mirada vuelta y los párpados caidos me dice "observa", noto repentinamente un dedo extraño en mi monedero y una voz sublime que me ordena telepáticamente "Invítame a otra copa". Entonces él habla :

-Me eduqué en una lamasería del Tibet, y decidí un dia venir a tu pais para poder comprar un frigorífico para los monjes, adoran los electrodomésticos occidentales como puro objeto de contemplación zen. Como entenderás en el Tibet y a cincuenta grados bajo cero maldita la falta que hace un refrigerador, pero ellos me encomendaron esta misión y yo fracasé.

Las leyes del karma un dia que viajaba astralmente con la botella de anís la castellana me pusieron en el camino de una pareja extraña que se amaba entre pellizcos retorcidos de genitales, y pude reconocerte a tí. Quiero ayudarte, eso me permitirá purgar parte de mi pena, y decirte que pienses solo esto, ¿que harías tu y a donde irías si fueras Juana?. Necesitas llevarte aquel humilde negro a vivir contigo a tu casa si quieres que los dolores de cabeza terminen de una vez para siempre. !Hip!.

Aquella sabiduría milenaria me abrió los ojos, desconcertado y absorto mientras ponía cuatro euros sobre la barra y pedía dos copas de chinchón, con vehemencia agradecí sus palabras :

-Noble y sabio anciano, eres la luz que me guia. A cambio de tu secreto te diré que en almacenes Martinez tienen los mejores frigoríficos de oferta.

Localicé de nuevo al negro que fué el instrumento del cielo para mi conocimiento y lo llevé a vivir a casa tras jurarle y perjurarle que no era homosexual, a regañadientes y mientras yo portaba sus pesadas cajas y trapajos decidió venirse al menos y probar una temporada. El cambio fué espectacular, apenas aquel hombre entró en mi vida la casa pareció iluminarse, entonces sentándome en el sofa de manera cómoda y llevándome las manos a las sienes comencé a sobar las tetas de Juana, dulcemente al principio, con alevosia después. Por la hora con un poco de suerte estaría en la calle, quería arrojarla contra algun semáforo y estrangularla de verguenza, podía percibir claramente como estaba excitadísima, muy loca y excitada pero parecía estar entre colchones. Rapidamente bajé la mano a su sexo cuando noté algo extraño y parecido a un falo enorme y duro, aquella zorra en aquel momento estaba follando.

-Maldita perra de mierda!.

Mi amigo negro me miró con gesto asustado y dijo en un tímido español "Creo que mejor me marcho".

(continuará)