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Cotidiano

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Cotidiano

Estaba lavando los platos y no lo escuchó llegar.

Un beso en la nuca la distrajo de sus quehaceres domésticos.

Prefirió no darse por aludida y continuó fregando.

La lengua de él bajaba despacio por su espalda al tiempo que desabrochaba el cierre del vestido.

Una mano inquieta le levantaba la falda, buscando la humedad de su sexo.

Entreabrió las piernas, permitiendo que él hiciera su labor.

Le llevó los dedos húmedos a la boca, rozándole luego los pezones.

El agua caía sobre la loza, pero ella estaba ajena a su faena casera.

Sabía muy bien que puntos acariciar, tocar, provocar para excitarla.

Su ropa interior se fue deslizando por las piernas hasta caer al piso, al tiempo q la lengua diestra recorría sus nalgas y se deleitaba en el ano.

Ella se dejaba llevar por el goce que él le provocaba.

Untó su agujero con manteca e introdujo su pene. Tras cada embestida los pechos golpeaban sobre la mesada.

Como una corriente eléctrica le atravesó el cuerpo.

La vistió y se fue, mientras el reloj marcaba a las tres.

Marcela