miprimita.com

La mujer perdida

en Otros Textos

Aquí me tienes por fin. Escuchando el Adagio para órgano y cuerda en Sol menor de Albinoni ,estoy dispuesto a enfrentarme a ti y abrirte mi corazón.

Recuerdos, recuerdos es lo único que me queda de ti. Ahora tú no estás, pero permaneces viva en mi recuerdo, y permíteme robarte la frase de Benedetti que siempre usabas, "el olvido está lleno de memoria". Nunca la entendí, pensé que simplemente era otra poesía más de las que te tenían absorta, que era una frase bonita, pero ahora la entiendo, ahora, cuando hace cinco meses que te fuiste, la entiendo. Ahora. En mi afán por olvidarte no he hecho otra cosa sino destapar nuevos recuerdos tuyos, y es que cuando uno se empeña en olvidar algo, la mente aflora nuevos recuerdos de aquello que intentamos olvidar. Recuerdos que ni tú mismo sabías que existían, recuerdos que no puedes distinguir de los sueños que inundan nuestra mente envolviéndolo todo y… confundiéndolo todo.

Re cuerdo muchas cosas. Recuerdo que cuando éramos pequeños esos cuatro años que me sacabas parecían cuatro décadas Ahí estabas tú, tan pequeña, pero a la vez tan mayor. Rodeada de libros que nunca entendía, de poesía, de tus diarios… esos diarios, ese papel maldito te conocía más que yo, sabía tus secretos más íntimos. Que pequeño me veía yo a tu lado, eras inalcanzable. Por eso recuerdo la ilusión que me hizo que un día te aproximaras a mi, a jugar conmigo. Nunca te lo dije, pero eras la persona con quien más me apetecía jugar, ya que siempre deseamos lo que no está a nuestro alcance, así es la naturaleza del ser humano. Ese día me sentí feliz, digno de que tú te hubieras acercado a jugar conmigo.

Los años pasaban y tú seguías distante, parecíamos dos imanes con los mismos polos, nos repelíamos cuando nos aproximábamos. Así que yo seguía observándote de lejos, deseando poder poseer tu alma, tu mente, que compartieras tus secretos conmigo. Quería que me convirtieses en un diario, en uno de tus diarios, el más completo de ellos.

A medida que mi hermana, a tan solo un año de diferencia conmigo, se iba haciendo mayor, me la robaste. El único miembro de mi familia con quien compartía juegos y estupideces infantiles se iba ahora contigo. Las dos os hicisteis muy amigas y yo, yo quedé colgado, relegado a un tercer plano, si es que existe. Me encontraba solo, muy solo, tenía amigos si, pero lo que más necesita un hombre es la compañía, el consejo, el calor de una mujer. Tú me habías robado a mi hermana, y las dos compartíais vuestros secretos. Hicisteis un diario con el alma de la otra, donde escribir vuestras alegrías y penas, vuestros problemas… Mientras, yo seguí distante, a la espera de que mi madurez alcanzase por fin un nivel digno de ti, para así ocupar el papel de mi hermana, apartarla de tu lado de un plumazo y ocupar su lugar, gritar ¡Oh Capitán , mi capitán! y seguirte hasta el infinito, tal y como decía Whitman.

Whitman, así que era eso lo que leías, esos eran los libros que te rodeaban, Neruda, Benedetti, Lorca, Whitman….

"No te quiero sino porque te quiero

y de quererte a no quererte llego

y de esperarte cuando no te espero

pasa mi corazón del frío al fuego"

 

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Terminó nuestro espantoso viaje,

El navío ha salvado todos los escollos, hemos ganado el premio codiciado,

Ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas, ya el pueblo acude gozoso,

Los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y audaz…"

"El olvido está lleno de memoria…"

¿Así es como debería hablarte para que me escucharas? ¿Así, para que no me llamases niñato cada vez que te contaba alguna cosa de niñatos acorde a mi edad? ¿Así?

Con el tiempo, lo máximo que conseguí fue formar un desequilibrado trío del que la mayor parte del tiempo permanecía descolgado…

Recuerdo el día que conseguimos unos duros, y nos escapamos a un pequeño cerro, cerca de casa, con unas cuantas golosinas. Y juntos, mientras comíamos y observábamos el barrio en la lejanía, soñábamos con irnos a vivir los tres juntos… Qué trabajos haríamos, quién cocinaría, quién limpiaría… nos reíamos y realmente creíamos en ese sueño, que durante unos meses sería nuestro aliciente para seguir viviendo, nuestra motivación para seguir caminando día tras otro por ese camino tan monótono que era nuestra vida…

Recuerdo que con mi primer sueldo os invité a cenar a las dos. Me acuerdo que nuestra ansiedad, esa escasa libertad que teníamos sobre nosotros mismos, no llevó a pedir casi media carta, y a comer voraces todo lo que pudimos. Lo pasábamos bien charlando, poco a poco, comencé a ser una de las páginas de tu diario, y me contabas cosas, pequeñas cosas, pero que a mi me hacían sentir el hombre más feliz del mundo…

Poco a poco, mis miedos se extinguían como una gota de agua en la arena, se dispersaban y podía aproximarme cada vez más a ti. El mejor día llegó cuando mi hermana comenzó a salir con mi mejor amigo. ¿Recuerdas aquellos fines de semana? Los cuatro íbamos a cenar y al cine, siempre discutíamos sobre la película que íbamos a ver… Tú siempre querías ver alguna de cine independiente y nosotros te vacilábamos con películas de humor norteamericano que tú odiabas… Lo pasábamos bien, hablábamos mucho…

Creo que por aquella época comenzaste a fijarte en mi y a apreciar mis opiniones cuatro años inferiores a las tuyas… cuatro años que seguían siendo cuatro décadas pero que poco a poco yo iba reduciendo…

Sentí un golpe muy duro cuando empezaste a salir con él. Era como llevar años construyendo una maqueta y que un mequetrefe descuidado la tirase al suelo y la hiciese añicos… Toda una vida perdida ganando tu corazón para que llegase él y en un momento te apartase de mi lado…

Esos fines de semana se acabaron… Por las noches te oía hablar con él… Oía tu risa… tu felicidad. Esa felicidad que yo me había esmerado en darte y no había conseguido él te la daba en tan solo unos minutos… ¿Qué tenía aquel chico?

Nos distanciamos…. Y ahora ya no estás. Me es fácil escribir una carta al ordenador… es… como hablar con uno mismo, así no tengo problemas de abrirte mi corazón, cosa que nunca pude hacer. Lamento no decirte esto a la cara, no haberlo hecho antes. Ahora ya no estás, ya no puedo decírtelo.

Te casaste con él, y entonces en ese instante dejé de existir, me convertí en un cuerpo que actuaba acorde al condicionamiento clásico, actuaba por estímulos, acción-reacción… pero mi mente la habías consumido tú. Tú, que habías sido la fuente de todo lo bueno que ha de nacer en mi, tú que te habías adentrado en mi alma como la tierra hace con el mar, tú que me tenías absolutamente alienado. Tú. Ya no estabas, ya no te veía, estabas con él…. Y ahora.

Ahora ya no estás con ninguno, simplemente Dios te llamó a su lado. Seguramente, ÉL que es muy sabio te habló en tu lenguaje de poesía, en el lenguaje de tus sueños, realmente el único lenguaje que tú hablabas… Así que acudiste a su llamada rápidamente… y nos has privado a todos de tu presencia, ya nadie puede presumir que te posee, nadie puede presumir que es tu confidente.

Solo mis recuerdos y tus diarios pueden confirmarme que un día tuve una hermana mayor. Que esa hermana eras tú, que intenté ganarme tu confianza y tu respeto, que eras la persona que más quería en la tierra y que… Te marchaste sin decirme nada, sin decirme si alguna vez alcancé mi objetivo… sin decirme si alguna vez conseguí hablar ese lenguaje de poesía contigo. Ahora puedo decirte que por fin lo hablo a la perfección, que ahora te entiendo, ahora entiendo lo dura que fue tu existencia en este mundo. Entiendo que solo escuchabas y eras escuchada por los libros, los cientos de libros que ahora me rodean a mi y me cuentan de tu existencia, me hablan de ti en un lenguaje que solo nosotros hablamos… Ahora por fin, te entiendo y me siento digno de ti, perdóname que haya tardado tanto hermanita. Espero que pronto Dios me hable en el lenguaje de los sueños como hizo contigo y me llame a su lado, y así por fin podremos hablar juntos e intercambiarnos el alma.

Te quiero.