EL SANTO DE PAPA
Esta historia comenzó cuando yo tenía catorce años. Era
el santo de mi papa y tuvimos una fiesta familiar. A mí no me dejaban
tomar, pero cuando todos se fueron, mi papa me dijo que tomara una copa si
quería. Claro que sí! Él me preparó un brandy con cola y se sirvió uno
para acompañarme. No sé cómo pero cuando menos pensamos ya estábamos
hablando de sexo. Lo que recuerdo que que tal vez desinhibido por el
alcohol, mi padre me contó de la primera vez que había tenido sexo en grupo.
Me dijo cómo un matrimonio lo había invitado a su casa y cómo la mujer lo sedujo
y luego le pidió que se la follara enfrente de su marido. Me dió detalles
de como entre el señor y él se la habían cogido hasta que la dejaron totalmente
exhausta y llena de semen por todos lados.
Mientras mi padre me contaba su historia, yo sentía cómo mi vaginita se iba
mojando y cómo sentía ese cosquilleo que da cuando una se pone caliente.
Después del relato, le dije a papa que me iría a dormir, pero yo estaba deseando
que me detuviera. No fue así, me fui a la cama toda cachonda, pero decidí
regresar a la sala donde mi papa aún seguía tomando. Me le acerqué y le dí
un beso en la mejilla. Creo que él percibió que mi beso fue más caliente
que inocente. Entonces me abrazó muy fuerte y pude sentir su verga dura,
pegadita a mi conchita. De pronto, sentí sus manos acariciando mis nalgas
y empezó a besarme el cuello. Me despojó de mi blusa y cuando me quitó el
brasier, me acarició las tetas y me las mamó tan rico!!! Al momento que
tocó mi vagina por encima del pantalón, se asombró de lo mojado que éste estaba.
Yo no hacía más que gemir de placer, deseando que llegara el momento de sentir
su verga penetrándome duro.
--Así papito, así, bésame, mámame las tetas, así!!!
Y mi padre me confesó, --Sabes que eres mi hija favorita, que siempre te he
deseado? Ahora te voy a hacer gozar como ningún hombre te hará gozar
jamás!!
--Sí papi, sí, hazme tuya!!
Acto seguido, mi padre me bajó los pantalones y me bajó las tanguitas. Mi
conchita peludita y mojada quedó expuesta. Él la miró con tanto morbo, con
tanto deseo! Acercó su lengua a mi clítoris y empezó a darme una mamada
espectacular. Su lengua se paseaba caliente por toda mi concha húmeda.
--Qué rica panochita tienes hijita!! Sabe tan rico, estás tan mojada!
--Te gusta mi panochita papito? Cómetela toda!! Así, así papi!
Me lamía el clitoris, los labios vaginales, me metía la lengua en la vagina,
abría su boca, se metía todo lo que le cabía de me vagina y me la succionaba, se
comía todos mi jugos con avidez. Con lo caliente que yo estaba, no tarde
mucho en sentir el primer orgasmo, tan delicioso! Sentí como el líquido
caliente se escurría por mi vagina hasta mi culito. Entonces mi papi se lo
bebió todo.
Yo, aunque ya me había venido, aún estaba con unas ganas tremendas de sentir su
verga, y el momento por fin llegó. Mi padre se paró frente a mí y se quitó
los pantalones y las trusas.
--Mmmhhh!! Qué rica verga papi!! Vas a castigar a tu nena? Le
vas a dar lo que se merece?
--Sí, abre tus piernitas mi nenita
Sentada en el sillón, abrí mi conchita. Mi papa se arrodilló frente a mí y
me empezó a penetrar suavecito, tal vez porque tenía miedo de lastimarme.
Pero yo estaba tan caliente!
--Métemela toda papi! Dame duro, cógeme duro que soy tu putita!
Al decirle esto, me la dejó ir toda y yo grité de dolor y de placer! Así,
me estuvo cogiendo por un buen rato, mamándome las tetas y estrujándolas,
besándome, diciéndome cosas sucias.
--Aaahh mi nena, estás tan rica, eres tan caliente! Eres una putita
caliente! Eres mi putita caliente!
--Sí papito, sí, soy tu puta, cógeme, méteme toda la verga papi! Así, así
papito, haz gozar a tu nena!
Después de un ratito, yo estaba que reventaba de placer y tuve mi segundo
orgasmo. Mi papito al sentir mis juguitos y mi vaginita caliente, me dió
su lechita y gritó tanto cuando se vino, que me dió miedo que alguien nos
escuchara y se diera cuenta de lo que habíamos hecho.
Después de esa vez, siguieron muchas otras, algunas con alcohol, algunas sin
éste, pero todas igual de deliciosas. Ah, por cierto! Mi padre tenía
razón al decirme que ningún otro hombre me haría gozar como él. Hoy tengo
treinta años y me he acostado con muchos hombres, pero ninguno me ha cogido y
ninguno me ha hecho gozar tanto como lo hizo mi papá.