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Con el cura de mi pueblo (2)

en Sexo con maduros

Con el cura de mi pueblo (2)

(mi despertar sexual a los 12 años)

El relato anterior que escribí lo publique en la sección de "jovencitos", pero luego me di cuenta que encajaba mas en la sección de "sexo con maduros", por eso es que ahora lo publico en este lugar, espero que esto no le cause inconveniente a nadie.

Como ustedes recordaran por mi relato anterior, yo había tenido mi primera sesión sexual a la edad de 12 años, en la mañana de un sábado y por parte del experimentado cura de mi pueblo: el padre Manuel.

Un mundo nuevo se había abierto para mi, mi cuerpo había sentido lo que significa ser un cuerpo de mujer, había vivido y había vibrado con las caricias de un hombre, y aunque no obtuve una satisfacción sexual completa en esa ocasión (orgasmo), si fue suficiente para mi con el goce que el padre Manuel me proporcionó. Conocí la grata sensación de una caricia sobre la piel y sobre las partes intimas, conocí lo que es tocar una verga grande y bien parada, y poder saborearla con la boca, y sentir como expulsa su leche en fuertes chorros que pegan contra el paladar y contra la garganta, y saborear ese liquido espeso y delicioso, sentir como se resbala suavemente hacia el estomago, y en fin todas esas hermosas sensaciones que el padre Manuel me proporcionó en solo unas horas de mi vida.

Pero naturalmente que yo aun a mi tierna edad y debido también a lo que había visto hacer a mis padres, intuía que lo que me había pasado era solo el comienzo, la punta de una bola de estambre que en su interior guardaba todavía lo mejor, y que lo mas placentero y sublime estaba por venir, y vendría, y yo estaría preparada para recibirlo.

Largas se me hicieron las horas, los días y las noches que había entre el sábado y el miércoles que estaba yo citada con el cura para que me administrara la segunda parte de mi penitencia, de mi adorable y deliciosa penitencia diría yo.

Como ya dije anteriormente, yo soy una puta de corazón, de alma, de espíritu y de cuerpo, no me gusta la palabra ninfomana (como algunos me dicen que soy), y prefiero decir y aceptar que soy una puta. Y aunque supongo que yo ya traía alguna predisposición atávica genética, mental o emocional para ser puta, debo de aceptar también que todo lo que pase de los doce a los dieciocho años me marco mi vida para siempre, fueron varios años de nadar entre placeres, de pasar de una verga a otra y hasta de tener dos juntas en mi cuerpecito, pues aunque ya les comente que ya le había visto la verga a mi papa, no les he comentado que también esa verga me comí, y la de varios de sus amigos, y la panochita y el culito de mi mama, y las vergas de todos los sacerdotes que iban de visita a la parroquia del pueblo, todos sabían que al visitar la iglesia tenían siempre un bono extra que consistía en mi cuerpo con todos sus orificios listos para que los gozaran, y también las panochotas y los culotes de varias de las monjas del convento, entre ellas la monja aquella que me había sorprendido en mis juegos con Rosita.

En fin, que fueron muchas las experiencias que pase en esos tiempos, ojala y pueda yo platicarlas todas en estos relatos, claro que me llevara un buen tiempo, pero tratare de hacerlo si es que a los que lean esto les parece bien, pues cuando vea yo algunos comentarios de que les aburre lo que escribo, en ese momento dejaré de hacerlo.

Actualmente a mis treinta años de edad, ya no vivo en aquel pueblo, ya soy una señora casada, he cuidado mi cuerpo, y todos los hombres que me conocen dicen que soy la mujer mas hermosa que han visto, tengo unas hermosas tetas y unas piernas y nalgas de concurso además de mi cara de muñeca. En lo único que no he cambiado es en mi vocación, sigo siendo la misma puta de siempre, y agradezco a quien tenga que agradecerle que tuve la suerte de encontrarme y casarme con un buen hombre que me entendió en mi manera de ser y de pensar, y que no solamente me comprendió sino que me animo a seguir siendo puta y me enseñó algunas cosas que yo no sabia, el es totalmente liberal en el aspecto sexual y le gusta como soy, lo único que no le gusta es que lo engañe, que me vaya yo a coger con otro cabrón sin avisarle a el, fuera de eso el esta de acuerdo en que siempre que tenga yo ganas de coger me puedo meter con cualquiera que me guste, inclusive cuando no tengo un hombre a la mano para que me coja, el se encarga de conseguírmelo, y así casi todos sus amigos me han cogido.

Claro que al decir que soy puta, no me refiero a que sea yo una prostituta callejera que cobra por alquilar su cuerpo, yo respeto mucho a esas mujeres, pero yo no soy así, jamás he cobrado porque me cojan, lo hago por gusto, por placer, por amor, por vocación y porque mi caliente cuerpo me lo pide, me cuesta mucho trabajo decirle que no a cualquier hombre que me guste y que me pida las nalgas, yo jamás hubiera podido ser mujer de una sola verga. Aunque también debo decirlo que aunque no cobro porque me metan el pito, si he tenido satisfacciones materiales por dejar que me cojan, ya saben, regalitos, viajes, etc. que los hombres me dan sin que yo se los pida, y que yo simple e inocentemente los acepto.

Pero bueno, creo que debo regresar a mi relato, nos quedamos en que el padre Manuel me había citado para el miércoles siguiente, y yo naturalmente me presente sin falta, con nervios y con ansias, con nervios por no saber a ciencia cierta lo que me esperaba, y con ansias porque mi calentura ya pedía a gritos que alguien la contuviera, y yo sabia quien era ese alguien.

Recordemos que el padre Manuel era un hombre chaparro, moreno, gordo y feo, y bastante mayor que yo, y que quizás eso era lo que me daba mas morbo.

En cuanto entre en la sacristía el padre Manuel que ya se encontraba ahí, se levantó de su silla, procedió a asegurar la puerta, y de inmediato y sin decir palabra me abrazo y me dio un ardiente beso en la boca metiéndome su lengua lo mas que pudo, beso que naturalmente fue correspondido por mi que me colgué de su cuello y me le repegue lo mas que pude para darle facilidad de que sus manos vagaran por mi espalda y mis nalgas como quisieran, el me manoseo y me beso por unos minutos en la cara y en el cuello, pero yo estaba demasiado ansiosa y no podía conformarme con unos cuantos besos sabiendo que el padre tenia algo mucho mas sustancioso que eso.

El pareció adivinar mi pensamiento y separándose un poco de mí y agarrando mi carita entre sus manos, me dijo:

Ahora pequeña putita quitate toda la ropa para que yo pueda darme vuelo con mi boca sobre todo tu cuerpo pues no quiero dejar sin besar tu culito y tu panochita.

Esa fue la primera vez que alguien me llamo puta, y me gusto, además también me gusto que el cura comenzara a descararse pues ya no hablo de la farsa de su boca santa, ahora simplemente estaba dejando salir su natural calentura y quería desahogarse con mi cuerpo, y eso me gusto también, pero sobre todo me gusto la idea de quizás me cogiera con su enorme vergota como yo había visto hacer a mi papa con mi mama.

Naturalmente que de inmediato me quite toda mi ropa hasta quedar totalmente encuerada mientras el cura me veía con ojos libidinosos y llenos de lujuria insatisfecha, pero como ya he dicho, el tenia mucho control sobre su cuerpo y yo sabia que no se iba a aventar sobre de mi para violarme, lo que hizo fue sacarse rápidamente la sotana para quedar con su enorme pitote al aire, y yo como hipnotizada por la visión de ese ariete, rápidamente me hinque ante el y tome su vergota entre mis manitas.

Que hermoso palo tiene usted padrecito, permítame por favor besarlo como muestra de devoción hacia su palote.

Esta bien putita malvada, besame todo el palo para que el sienta cuanto lo quieres.

Si padrecito –conteste comenzando a besar su verga y sus huevos por todos lados- lo quiero, lo quiero, quiero su hermoso, enorme y caliente palote.

El padre Manuel se dejo hacer con gusto por algunos minutos, y después me tomo de los hombros levantándome y diciéndome:

Ven para acá chiquilla, ya no puedo aguantarme y tengo que besarte todo tu cuerpecito.

Me llevo hacia el sofá que tenia en la sacristía, el cual con un solo empujón sobre el respaldo lo convirtió en una enorme cama, me recostó sobre ella e hincándose junto a mí comenzó a besar y lamer todo mi cuerpo. Empezó por mis pies, beso y lamió las plantas, los dedos y entre los dedos, luego subió por mis tobillos, mis rodillas, mis muslos y mi pubis sin entrar a mi panochita, siguió por mi abdomen, mi estomago, mis chichitas, mi cuello, mis manos, mis brazos, mi cara. Después me volteo boca abajo y volvió a empezar desde los pies hasta mi nuca, prácticamente no dejo ni un centímetro cuadrado de mi piel sin besar y lamer, con excepción de mi panocha y mi culito los cuales no toco.

Para ese momento yo ya estaba caliente, muy caliente, hirviendo, necesitaba algún desahogo a mi calentura, y este llego cuando el padre Manuel me abrió las piernas y metió su cabeza entre ellas comenzando a lamer mi panochita, luego a chuparmela y luego a mordérmela suavemente haciendo que yo me retorciera de placer y experimentara un orgasmo, el primer orgasmo de mi vida pero no el unico en ese momento, pues luego siguió otro y luego otro y quien sabe cuantos mas, simplemente perdí la cuenta cuando de mi panochita paso a mi culito e hizo lo mismo abriéndomelo con sus dedos y metiendo su rasposa lengua lo mas que podía.

En ese momento mi mente y mi cuerpo viajaron juntos a un lugar muy lejano, me perdí completamente, sentí que me moría y que al despertar me encontraba yo en el cielo nadando en un mar de placeres inimaginables, fue un viaje maravilloso en donde visite la tierra del nirvana y otros paraísos que hasta entonces habían sido limitados solamente para los dioses, y finalmente aterrice para juntarme de nuevo con el maravilloso hombre que me había enviado a esos lugares, el padre Manuel.

El cura se acostó sobre la cama y me puso a mi encima de el a manera de hacer un 69, y mientras el seguía chupando mi panochita y metiéndome sus dedotes en mi culito, yo me entregue con pasión a chuparle su gran verga mientras le decía palabras de devoción.

Que bonito palo tiene usted padrecito… mi querido y adorado padrecito… que rico es chuparle a usted su gran palote… que bueno es usted con esta pecadora al ponerle esta penitencia.

El no contestaba pero era evidente que estas palabras lo calentaban mas, pues cuanto mas decía yo, mas rico y mas fuerte me chupaba el mi panochita y mi culito. Y así estuvimos por mas de una hora, yo chupandole su verga y el transportándome al cielo con sus lamidas y mordiditas en mis pequeños hoyitos, hasta que el me quito de mi posición y me acostó de lado junto a el.

Debo descansar un poco putita –me dijo el cura- mientras tanto besame en la boca.

Yo obedecí y me prendí a sus labios chupandole la lengua y ofreciéndole la mía mientras el hacia vagar sus manos en mi cuerpo, principalmente en mis nalguitas y en mis pechitos.

Mi querido padrecito… mi adorado padrecito –le decía yo totalmente embelesada con el y sin dejar de besarle los gruesos labios- es usted el mejor hombre del mundo padrecito… y me gusta mucho que me ponga a hacer penitencia con su palo… siempre que quiera usted que yo haga penitencia con su palote, la voy a hacer… quiero ser su esclava padrecito…

Ah que chiquilla tan puta me estas resultando.

Si padrecito, soy muy puta, -le conteste ya en medio de mi locura sexual olvidándome de que el era un cura y que yo no debería expresarme en esa forma delante de el aunque le estuviera chupando la verga- quiero ser muy puta con usted, quiero ser su puta, quiero ser la puta de su palote.

Te perdono por tu vocabulario putita pecadora, pero esas palabras solamente las debes de usar cuando estemos solos y encuerados, ¿de acuerdo?

Si padrecito, estoy de acuerdo en todo lo que usted quiera, pero ahora le pido por favor que meta su palo en mi cuevita –y diciendo esto tome una de sus manos y la puse en medio de mis piernas apretándola con fuerza.

No putita, no sabes lo que dices.

Pero usted dijo…

Si lo dije, pero ahora veo que mi palo es demasiado grande para tu panochita y seguramente te la destrozaría, no, es mejor que esperemos un tiempo prudente para poder hacerlo.

¿Y en mi culito padrecito tampoco puede meter su palo?

No putita, tampoco en tu culo porque esta demasiado estrecho, pero no te preocupes, te haré gozar con mis dedos como si estos fueran unos palitos hechos a la medida de tus orificios, vuelve a subirte en mi cara y chúpame el palo.

Yo de inmediato volví a tomar la posición del 69 y comencé a chupar la vergota del cura como si se tratara del caramelo mas sabroso que yo hubiera probado, le pasaba la lengua por todo el pito y luego me metía su cabezota en la boca. Y mientras tanto el metía uno de sus dedos en mi panochita y luego lo sacaba para meterlo en mi virgen y estrecho culito, y luego comenzó a meter un dedo distinto en cada orificio y pude probar mi primera doble penetración aunque fuera con dedos, pero hay que recordar que se trataba de dedos gordos y toscos por lo que mi placer se multiplicaba por momentos, y mis orgasmos también se multiplicaban.

Y así estuvimos por una hora mas, yo ya sentía la boca cansada de tanto estar abierta pero no podía separarme ni por un momento de esa preciosa verga del padre Manuel, de manera que seguí chupandola hasta que el mi dijo:

Ya para putita, porque ya llego la hora de que tomes la leche.

¿Si padrecito, si me va a dar la lechita de su palo para que me la tome? Que bueno es usted conmigo padrecito.

El cura se sentó en la cama y a mí me hinco en el suelo entre sus piernas, ordenándome:

Abre tu boca de putita y mete solo la punta de mi palo, y con las manos muevelo hacia arriba y hacia abajo como te enseñe.

Yo seguí sus instrucciones y unos cuantos minutos después empezó a lanzar grandes chorros de semen en mi boca, tantos que ahora tampoco pude tragármelos todos, aunque con el tiempo me convertiría en toda una experta siendo capaz actualmente de hacer que dos vergas se vengan juntas en mi boca sin desperdiciar ni una sola gota del precioso liquido.

Total que después de que el cura se vino en mi boca, yo procedí a limpiársela con la lengua hasta dejársela brillando de limpia. El padre Manuel quedo totalmente complacido, pero a pesar de eso me dijo:

Te has portado bien putita, pero no creas que tu penitencia ha acabado, tus pecados fueron muy graves y es posible que tu penitencia se alargue por un buen tiempo.

Usted alargue mi penitencia por todo el tiempo que quiera –le conteste complacida con lo que acababa de oír- pagare por mis pecados como usted me ordene.

Eso me parece bien –me dijo el padre jalándome hacia el y sentándome en sus desnudas piernas para sobarme mis muslos y besarme en la cara- pero recuerda que debes de ser obediente, complaciente y sumisa.

Si padrecito, seré obediente en todo.

Harás todo lo que yo te diga sin importar lo que sea.

Si padrecito.

E inclusive quizás tu penitencia incluya el tener que chuparle el palo a otros curas.

¿A otro padrecitos también?

Si putita, hay otro padrecitos que sienten las mismas ansias que yo y que tiene dolor en sus palos, y tu eres la elegida para ayudarles a quitarles sus dolores.

Que bueno es usted padrecito por elegirme a mi para quitarles los dolores de los palos de los buenos padrecitos, ¿y sus palos son tan grandes como el suyo?

No lo se pequeña, pero supongo que algunos serán mas grandes y otros serán mas chicos, pero eso no importa, la forma de ayudarles será la misma que yo te estoy enseñando.

Esta bien padrecito, yo siempre estaré dispuesta a ayudar a cualquier padrecito a calmarle los dolores de sus palos.

Al escuchar esto supongo que la cara se me ilumino o algo así como reflejo exterior de lo que pensaba mi cerebro, pues el cura lo noto de inmediato y me dijo:

Eres una pequeña puta y eso habrá que aprovecharlo para enseñarte muchas cosas que te ayuden a ser mejor.

Si padrecito, soy una pequeña puta –le conteste besándolo ardorosamente en la boca y agarrandole su vergota con una de mis manitas- soy su pequeña puta, quiero ser su pequeña puta y chupare todos los palos que usted me ordene que chupe.

Perfecto, pero recuerda también que todo esto lo vamos a hacer en secreto, nadie se debe de enterar de nada, ¿entiendes bien esto?

Si padrecito, nunca le diré a nadie nada de esto.

Perfecto, cuando yo te necesite te mandare buscar. Por lo pronto, todavía me queda un rato libre, y aunque ya no voy a darte mas leche, de todos modos chupame el palo con tu boquita mientras llega la hora de retirarme, creo que ahorita que mi palo no esta duro te podrá caber todo en la boca.

Pero no me cupo, aun en estado de flacidez el gran pitote del padre Manuel no me cabía completo en mi pequeña boquita, además de que claro esta que en esos tiempos yo no tenia experiencia, actualmente soy capaz de tragarme vergas completas verdaderamente grandes, y las que no son tan grandes me las he llegado a tragar hasta con todo y huevos. En fin, que seguí chupando la verga del sacerdote por un rato mas hasta que llego la hora en que tenia que retirarse.

Y así pasaron dos años, que fue el tiempo que el padre Manuel decidió que tenia que pasar para proceder a desvirgarme de mi panochita y de mi culito, antes que eso nunca quiso hacerlo a pesar que varias veces se lo pedí cuando estaba yo tan caliente que hubiera yo aceptado que me metieran una estaca o una macana de policía para poder calmar el ardor y las ansias que sentía mi panocha por albergar y retener un buen pitote dentro, pero el no acepto, me dijo que hasta que cumpliera los catorce y yo me tuve que aguantar hasta que cumplí los catorce.

Pero mientras, uuuuf, en dos años chupe tantas vergas que definitivamente perdí la cuenta de ellas, hubo días en que tragaba yo mas leche de pitos que leche de vaca, me volví una verdadera adicta a chupar vergas, pero sobre todo a chupar la verga del padre Manuel, supongo que como fue la primera que chupe, siempre me pareció la mas hermosa, la mas grande, la mas sabrosa, y la mas aguantadora, me volví una viciosa del pito, pero también me volví una experta, algunos sacerdotes decían que yo les había dado la mejor mamada de verga de toda su vida.


Aunque debo reconocer que no todo fue instinto y gusto por mamar vergas, también tuve el aprendizaje de una maestra, de una mujer que involuntariamente fue mi maestra. Resulta que el padre Manuel consiguió una película en video y muy al principio de nuestra relación en una mañana me puso a verla ¡y que bruto! Era una mujer japonesa que chupaba la verga con una maestría incomparable, y yo aprendí, vi. varias veces la película hasta que mi sinodal que era el padre Manuel, me aprobó sin reservas, y de ahí en adelante, a mamar en grande, siempre que llegaba algún cura de visita a la iglesia del pueblo, me mandaban llamar para darle la bienvenida con una buena mamada en su verga, y así pasaron por mi boca todos los tipos y tamaños de pitos que pueden existir.

Y también conocí gustos distintos, por ejemplo, había un cura de edad avanzada al que lo único que le gustaba de mi, era mi culito, se pasaba horas chupandolo, besándolo, lamiéndolo y hasta me pedía que no me contuviera yo cuando tuviera ganas de echarme un pedo y como yo era prácticamente una esclava de los curas, pues hacia lo que me pedían y me pedorreaba en la boca de este buen sacerdote, aunque debo decir que esto no me gustaba mucho y hasta la fecha sigue sin gustarme, yo acepto casi todo en el sexo, menos lo escatológico, eso no me gusta. En fin que este cura después de lamer mi culo por horas y cuando el estaba ya a punto, simplemente ponía su verga en mi boquita y se venia abundantemente.

También había otro cura de mediana edad que tenia una lengua grandísima y que de una forma extraña la podía sacar casi toda de su boca, y al el le gustaba que se la estuviera yo chupando, el simplemente sacaba la lengua y yo me la metía en mi boquita como si fuera una paleta y se la chupaba por bastante tiempo.

Pero bueno, fueron dos años maravillosos, llenos de placeres corporales, el padre Manuel se volvió adicto a mi cuerpo y a mi boca, (así como después se volvería adicto a mi panocha y a mi culito, sobre todo a mi culito,) tanto que llego al extremo de llevarme con el al confesionario (que era bastante amplio) y meterme con el sin que nadie nos viera y ponerme a chuparle la verga mientras el confesaba a varios hombres y mujeres, y yo pues claro que me sacrificaba gratamente. En otras ocasiones me mandaba llamar cuando estaba yo en clases para ordeñarle su vergota que la traía bien caliente. Y lo máximo era cuando les avisaba a mis padres que tenia yo que quedarme a dormir en el convento porque tenia mucho que estudiar y naturalmente que mis padres no se oponían pues todo el mundo confiaba en el padre Manuel, pero claro que lo que menos hacia yo en esas noches era estudiar o dormir, me pasaba yo las noches en una pequeña orgía en donde algunos curas o monjas me comían mi cuerpecito por todos lados y después yo me los comía a ellos.

Pues debo aclarar que no solamente chupe vergas en estos dos años, también chupe panochas, panochas grandes, chicas, abiertas, apretadas, claro que no fueron tantas como las vergas, pero si les mame sus panochitas a muchas de las monjas.

Me despido, voy a tratar de continuar este relato un poco mas adelante.

Patsy.

 

p.d. recibí muchos correos por mi relato anterior, la mayoría felicitándome o contándome sus experiencias, se los agradezco a todos y pueden seguir escribiéndome, pero sobre todo, les pido que pongan algún comentario en el relato, pues es muy bonito ser felicitada en un sitio publico.

gracias