Me quedé con una media.
Mi novio salió de viaje por un mes a completar un trabajo que le faltaba y yo me dediqué a comprobar algunas dudas.
Salí al boliche, como era habitual en mi soltería y me encontré a Alejandro, mi ex novio. Como siempre nos saludamos y fuimos a la barra a comprar algunos tragos. Empezamos a bailar, como de costumbre nos comenzamos a calentar mutuamente. Yo le pasaba la cola por su miembro y lo miraba con una risita cómplice. Ni me daba cuenta si el resto de la gente nos miraba; de todos modos, no me importaba demasiado.
Estuvimos así un largo rato hasta que él se retiró al baño y yo me quedé hablando con su amigo. Conversábamos sobre todo de sexo. Qué cosas me gustaban, qué cosas haría y cuáles ya había hecho, etcétera. En eso mismo Ale volvió y se unió a la charla. Pero el tema cambió su rumbo a orgías. "¿Has estado con otra mujer?"
Yo le comencé a relatar que a Ale yo le había ofrecido en una oportunidad probarlo pero que él me cortó luego de aquello, entonces Manu se empezó a reír y le dijo a Ale que era un tonto por haber rechazado tal propuesta. Él, que no pudo con su hombría y además que tenía que quedar bien con su amigo se acercó y me susurró al oído que cuando yo quisiera lo haríamos. Yo le contesté de mala, que ya había perdido su oportunidad pero que podríamos hacer otras cosas.
Seguimos bebiendo y bailando hasta que se fue acabando la noche.
A la salida del boliche, Manu estaba con una parejita pasajera y Ale y yo solos. Nos subimos a un taxi y Ale empezó de decirle a María, la acompañante de Manu, lo bonita que era mi cara y cuánto le gustaban mis ojitos celestes. Me agarraba la cara y le señalaba cada detalle. Yo me sonrojé porque jamás me había dicho que yo le gustaba tanto así.
Nos bajamos en la casa de Manu que vive con su familia pero tiene un departamento arriba de la casa de sus padres. Subimos silenciosamente y nos acomodamos.
Yo quedé muy sorprendida con María, que ninguno la conocía de antes, porque apenas entró se sacó la ropa y empezó a contarnos que ese conjuntito rosado era nuevo y que estaba feliz de estrenarlo así. Manu rápidamente tiró un colchón al piso, como dándonos a entender que los cuatro podríamos pasarla muy bien. Al principio entré en duda, me puse algo nerviosa pero luego de pensarlo acepté. Me pareció algo muy divertido de probar.
Cuando menos nos dimos cuenta con Ale, su amigo y María ya estaban los dos desnudos, echados sobre la cama de junto, cogiendo. Entonces con él nos miramos, (por dentro yo pensaba que nosotros ni un beso nos habíamos dado siquiera en toda la noche), y empezamos a sacarnos la ropa; pero le dije que al lado de ellos me daba pudor y me iba a sentir muy inhibida. Entonces me dijo que si quería, podíamos ir al bañito.
Entramos al baño y se escuchaban fuertísimos los gemidos de Mari. No sabíamos si fingía o qué, pero estaba hecha una loca tremenda. Yo, al oír todo empecé a excitarme demasiado y me gustó muchísimo la idea de algo así como competir con ellos, y se lo planteé a Ale para que empezáramos lo más pronto posible.
Me agaché y abriendo bien mi boca, fui dándole besitos por su pene, sus testículos y todos los costados del área. Cuando noté que ya estaba bien dura le dije que me penetrara. Me tomó y me puso de espaldas a él. Agarró mis manos y las colocó sobre la pared; luego bajó mi espalda con sus manos y me tomó de la cintura. Yo lo miré de reojo y le sonreí. Empezó a metérmela despacito, pero ahí nomás le empezó a dar con mucha fuerza. Yo desde que empecé ya gritaba como una loca tremenda. Me encantaba la idea de la pared. Me imaginaba todo lo que él desde allí podría mirar y me excitaba más.
Luego él se sentó en una silla y yo me le subí encima. Miré su pene y me quedé estupefacta. No podía creer el tamaño de su miembro. Lo había visto mil veces pero nunca como ese día. Era increíble lo gigantesco que estaba. Muy duro, tieso, fuerte y sobre todo, muy rico.
Con más placer que antes, me le senté arriba de su falo enorme. Wow! Estaba más duro que anteriormente. Eso me puso a mil la cabecita, estaba súper caliente. Me le movía rápido hacia arriba y abajo. Tomaba más velocidad, más y más. Uf! Cómo estaba! Todavía ni podía creer lo grande que estaba hoy su pene, o más bien no entendía porqué nunca se lo había visto tan así, pero me súper calentaba.
Empezó a entrecortarse su respiración, jadeaba y yo a la par de él. Cuando vi en su carita que estaba por acabar le di más rápido. Y acabó deliciosamente, quedándose unos segundos quietecito frente de mí. Yo me tiré recobrando la respiración, abrazada encima de él.
Luego se levantó y nos volvimos a la habitación. Los otros seguían cogiendo de lo lindo ante nosotros.
Nos recostamos unos minutos en la colchoneta para fumarnos un cigarrillo y descansar un poco. Nosotros los mirábamos, ellos no terminaban más. Le daban, le daban y le daban. Era increíblemente excitante. Más me calenté yo cuando vi cómo Manu le chupaba la concha a María y ella gozaba ante mis ojos. Gemía y gritaba, se agarraba de las almohadas. Yo, ante esa imagen le empecé a acariciar nuevamente la pija a Ale, que ya se estaba poniendo otra vez dura.
Empezamos a besarnos muy acaloradamente entre miles de suspiros. Agarró su mano y empezó a masturbarme muy fogosamente. Yo estaba como loca. Yo gemía, María gritaba y las dos estábamos en un éxtasis profundo. Me puse a un lado de Ale y le fui dando besitos hasta llegar a su sexo. Le dije que me mirara mientras se la chupaba. Así que bajé y empecé a lamerle los huevos hasta ir subiendo despacito por su pene y llegar al glande. Estaba como loquito. Se movía y sus piernas hacían fuerza. Yo ya estaba descontrolada, así que mientras se la chupaba lo iba masturbando también con la mano y le acariciaba las bolas. Sentía todo su olor, su sabor, toda su piel dentro de mi boquita. Mmm, estaba riquísimo. Fui apurando la velocidad a medida que él se movía más y más rápido; me preparé para que acabara dentro mío y abrí bien la boca y soltó hasta la última gota dentro mío. Pero no dejaba de chupársela. Estaba tan sabroso. Sentía todo su semen pasando por mi lengua, bajando por mi garganta. Subí por su pecho y le seguí dando muchos besitos, luego lo abracé durante un ratito. Mientras los otros se habían ido al baño, se escuchaba el muro cuando golpeaban contra él.
Yo sentía todavía mucho calor, tenía más ganas de seguir, estaba como muy desesperada. Necesitaba urgente que me la volviera a poner. Manu y María volvieron al lado nuestro y ella se la empezó a chupar a Manu. Yo con mis ojos estaba completamente deleitada pero necesitaba acción de parte de Ale también. Así que lo agarré y lo puse encima mío. Con una mano me acomodé su pija dentro y con la otra le acariciaba el pelo. Él estaba más caliente que yo, se movía como un loco.
Me cogía, me cogía desenfrenadamente. Yo re excitadísima, estaba súper complacida. No daba más. Se me contraían las piernas, los glúteos al moverme hacia arriba y abajo. Él jugaba con mis pezones. Los mordisqueaba y yo más jadeaba. Luego le alejé la cabeza de mí y me puse a mirar cómo entraba y salía de mí. Hasta que los dos acabamos y nos quedamos un rato echados. Yo le hacía cariñitos por la espalda y seguía mirando cómo los otros parecía que no se cansaban más y seguían como conejos, era increíble. Creo que nunca había visto tanto aguante así en mi vida entera. Estaba perpleja, me daban unas ganas bárbaras de unírmeles, que no daba más. Mientras yo soñaba con mi orgía, Ale se iba durmiendo hasta que quedó en el séptimo sueño. Yo por supuesto, totalmente decepcionada y aburrida. No podía creer que ellos tenían para mucho más y nosotros ya no seguiríamos.
En cuanto ellos se dieron la vuelta y me vieron solita, frenaron y se pusieron a charlar conmigo. Se reían que Ale estaba completamente dormido. Yo me quería morir. Pero ellos prefirieron empezar a elogiar sus atributos. Manu le tocaba el culo y María la pija. Yo no podía creer lo que seguía viendo y entonces me sumé a los elogios.
"Qué suerte que tenés vos, che! Mirá el tamaño que tiene!", me decía Mari. "Jajajaja, no te quejes, a vos te la chuparon y a mí no", le contesté yo. "Si es por eso, hacemos el cambio Qué decís?" Lo dudé un ratito diminuto pero acepté.
Nos cambiamos de cama con María y muy tímidamente me acosté abriendo mis piernitas. Entonces Manu empezó a chuparme los pezones mientras que con su mano jugueteaba con la otra y la masajeaba, la apretaba, la acariciaba. Yo súper excitadísima, con las manos le empecé a bajar la cabeza. Y entonces me la comenzó a chupar. Mmm, esa lengua estaba deliciosa. Fría y deliciosa. Yo estaba que se me corrían todos los jugos juntos. No daba más de tantos gritos y alaridos. Estaba chocha, volaba mi cabeza por todos lados. Cuando de pronto me doy cuenta que alguien empieza a acariciarme el pecho. Una mano sensible, muy suave. Y entonces abro los ojos y la veo a María con una carita de "me puedo unir?", que no pude controlarme y me calenté mucho más. A todo esto, Ale sólo seguía descansando a nuestro lado. Se estaba perdiendo todo.
Con mi mano le tomé la cara a María y la besé. No podía dejar de mover la pelvis, cada vez más agitaba, así que cada tanto le daba pequeños mordiscones a María. Agarré sus tetas entre mis manos que quedaban chiquitas porque las tenía bastante grandes. Wow! Me encantaba tocarla y ya casi estaba a punto de estallar en un orgasmo gigantesco. Ella mientras me acariciaba el clítoris y la panza. Uf!! Me sentía que era puro fuego. No daba más. Y terminé abusivamente en la boca de Manu que me relamió todos mis jugos, mientras que María me continuó besando como para ir calmándome. Yo sentía todas rosquillitas y mil contracciones por segundo en la vagina, el útero y por todo el cuerpo. Las piernitas se me iban aflojando y empecé a marearme un poco. Decidí descansar y me corrí a donde estaba Ale durmiendo. Encendí un cigarrillo y miré cómo ellos se pusieron otra vez a coger. Eran totalmente insaciables.
Miré la hora en el celular y me di cuenta que ya eran las diez de la mañana y tenía que volver a casa. La había pasado mejor que nunca. Tenía todas las ganas de quedarme un rato más pero mi mamá me hubiera descuartizado si lo hacía. Así que, me paré, me vestí todavía un poco mareada y cuando quise entrar al baño, descubrí que estaba todo el piso hecho un charco de agua. Me fijé dentro del baño y el lavatorio se había caído al piso roto. Definitivamente a Manu lo iban a retar también.
Me peiné un poco. Encendí otro cigarrillo y aprovechando que los otros se veían tan ocupados, tomé una media verde de Ale que estaba a su costado. La metí en el bolsillo de mi tapado y me fui sin saludar.
Hasta el día de hoy, cada vez que miro esa media, mil cosas me rondan por la cabeza. No sólo por esa noche y todo lo que tuvo, si no que también por todo lo que esa prenda representaba para mí. Era de mi pertenencia y cada vez que quisiera sentirlo cerca de mí, olería su media y lo recordaría a la perfección. Aunque luego de unos meses la tuve que lavar porque ya daba asco del semen que tenía pegado y la suciedad que se le estaba impregnando.
Él jamás la reclamó.