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La vecinita (chilena) (4)

en Orgías

La vecinita (chilena) parte IV

Aclaración: los números II y III se llaman Furia Maternal y Cochina Tía. Son las narraciones de Alejandro, un vicioso tío.

En el barrio hago lo que puedo para no ser superado por el tedio. Acabados los exámenes procuro obtener sales nuevas para mineralizar mi mente. No se por que pero pienso constantemente en tetas, sexo, culos, pendejas con caras sensuales, bellas y estimulantes. Puede ser el aburrimiento puro, vacante de la ociosidad que me lleva a los ciber cafes a bajar pornografía. No lo tengo claro. He llegado a pensar que puedo estar enfermo de vicio, rayando la papa de caliente, que tal vez no pueda salvarme.

En mi adolescencia fornicar era un anhelo formidable. Todas aquellas feminas que gatillaron mi eyaculacion entre mis manos dan prueba de ello. ¡¡¡¡ Cómo necesitaba bailar encima de una hembra!!!.

Mi debut fue tierno y torpe; inusitado. Mi polola de aquellos años me violo literalmente. Incluso puedo decir que me corrigió aquella eyaculación precoz que la sorprendía a veces en medio del acto. Esa vez estabamos en su casa, ella estaba sola e imagino que saben los demas. Nos besamos, el roce de las caricias ascendieron gradualmente el rubor de las mejillas, el latir descabellado del pulso indicó el jadeo libidinoso hasta sacarnos las prendas. Su piel morena era salada. Su cuello era un puente entre el mar de sus pechos y el manantial de su boca. Deseaba ancestralmente perderme en sus tetas. Mmmmm, que bellos eran esos pezones. Erectos y duros rozando mi cuerpo. Mis manos la cubrían, navegaban su piel de ceniza mientras aguardaba inmiscuirme entre su sexo. La tomaba y la bebia sólo para sentir su gemido. Placido era su viaje. Fundiéndonos hacia la lava que nos quemaba deprisa.

Aquella penetración no puedo olvidarla. Su interior caliente rodeando mi miembro, la estrechez de su carne, el intenso placebo del placer que dominaba toda la piel. Uuuuuh. Esa hembra era deliciosa, deliciosa y caliente. Y me la comí toda.

Ahora que lo pienso tal vez fue eso por lo que terminamos: de aburrimiento. Tirar solo con ella motivó el abandono y la libertad que uno anhela desde el principio...

Ya sé. Solo como estoy ahora, tal vez sólo me falta cariño, una hembra que me acaricie mientras el orgasmo deja su resaca. No necesito vecinas calientes que me hagan el favor de destripar mi verga. Ja, eso creo.

La pendeja que me agarre la otra vez olvidó mi existencia. Con su leve uniforme la veo pasar casi todos los días. Podría decir que me pongo celoso de verla con aquellos tios y estudiantes que la cortejan. Esta embarazada. La duda de la paternidad me acosa cuando estoy aburrido. Y si yo fuera el padre?.....nooo, no creo. Y en mis sueños aparece como una puta mojigata.

Ayer soñe que iba a su casa y la espiaba. Por la ventana había un espacio en que se veía en su living. ¡Y ahí estaba con dos tíos!. En cuatro patas la pequeña niña de mis fantasias era penetrada por un hombre mayor que la embestia lentamente. En el sofá había otro hombre, tal vez un compañero de curso que tenía una expresión de gozo parecida a la de una felatio. ¡¡Que perra!!

El sueño siguió su curso. Por detrás el hombre le daba, sostenía sus caderitas levemente mientras su dedo gordo trataba de meterse en el ano de la perra. Ella gemía. El otro tipo en el sillón tomó su cara. Procuraba levantarle el pelo para verle el rostro mientras se lo metía en la boca. La pendeja mantenía el ritmo. Ensartada por atrás llegaba justo para felar al otro. El chico intentó meterselo mas adentro, para masturbarse con su garganta, y ella no se negaba, se dejaba asir por el tipo y lo hacía a gusto, sofocada pero complaciente. Contenía el grito, el jadeo, la respiración acelerada. Sonrojada la perrita, su tio continuaba el acto de incrustarle la verga al ritmo que le gustaba: profundo y lento. En el sueño comprendí que mi paternidad era una farsa. Sonreí mientras ella se sacaba la verga de la boca, y escupió semen.

Levantó el mentón solo para dejarse someter por el tío. El chico quedó en el sofá, mirando. El ritmo ahora era mas acompasado. Ella gemía dale, dale, dale mas duro...si, así..., sigue. Llevaba el ritmo. Conducía a sus amantes. El viejo le abrió con las rodillas las piernas. Empezó a metérselo mas duro, mas rapido y el golpeteo en las nalgas de la mina resonaba. La pequeña perra se entregaba a la verga del tío, se oía el gozo de ella como un vaivén de murmullos extasiados perdidos en su busqueda solitaria. Tenía la verga enhiesta. Pensé en infíltrame en la orgía. En el dormitorio la vieja dejaba una ventana abierta. Me metí por ahí, pero hice mucho ruido. Me escucharon y parece que intentaron ponerse la ropa. Cuando llegue al sofá, se rieron, Lisette vino hacia mí, tomo mi verga por encima del pantalón y comenzó a frotarla. Su tío la siguió para continuar su trabajo. El pendejo quedó en el sillón masajeandose la pija.

Estaba ella masturbandome, su tio por detrás de ella punteándola, agasajado entre las nalgas de la niña. Sus tetitas siempre generosas ganaron mis labios, le succioné sus pezones, ella no decía nada, estaba caliente, acorralada por dos tipo que solo querían follarla. Levemente se puso de rodillas. Tomo cada pene y se puso el mío en su boca mientras al del tio se lo sostenía. Y vino el mocoso a participar de la fiesta. Se puso delante de ella, de su rostro que una vez vi tan dulce, y la apuntaba. Ella sólo veía sexo, sentía una promesa de extasis. Se metió mi verga hasta adentro, su garganta, violé su faringe, ella sofocada tenía dos falos uno para cada mano y los masturbaba enceguecida mientras mi carne permanecía ocupando su boca.

No hubo tiempo para seguir felandonos. El mocoso se tiró al suelo y ella se tiró encima. Un Oooooh profundo fue todo el dialogo. Ella llevaba el ritmo, dominaba a sus amantes. Y ahí estaba su culo, sus majestuosas nalgas que atravesé el otro día. Ahora iba por su culo. Masajeaba cada parte al ritmo que la niña y el mocoso fornicaban, y allí estaba. Su ano vulnerable, diminuto, humectado por el tío que ahora se lo metía en la boca. La perra se echaba para adelante, para alcanzar la polla de su pariente, sus tetas ululaban y rozaban el rostro del pendejo. La pendeja gemía, estaba por llegar, aceleraba el impulso, el vaivén sexual, el metesaca profundo que tenía con su tío y su pendejo amante. Pero ahí estaba yo esperando la hora macabra para negárselo. La dominación me pertenecía. Le abrí las nalgas y ella debió presentir un hielo profundo. La punta de mi verga hizo espacio para la ruta inexplorada. Y fui encima de su culo, hasta lo mas adentro que pude.

Un grito sangriento escapó de su lujuria. Se sacó la verga de la boca y continuó moviendo la pelvis para seguir siendo penetrada pero a gritos, gritos intensos, como gata. Le gustaba sentirse completa, llena, todo sus orificios invadidos de sexo, desesperada de gozo, frenética de extasis. Mi pene atravesaba su recto, debía sangrarle, era una loca, una perra niña loca, su sexo estaba siendo bombardeado por su amigo, y su tío se masturbaba enfrente de su boca. El roce infernal y delicioso le partió el culo con un sello de semen abundante mientras bombeaba sus intestinos. Su cervix era mojada de otro semen que estaba mas adentro de ella y un orgasmo la hizo contraerse en un grito furioso de placer intenso. Y mientras permanecía montada en su joven amante con la boca modulando los aullidos de la lujuria, su tío le lanzaba potentes chorros de flores blancas que le tiñeron la sonrisa, los pechos y la cara de un olor fresco y hediondo de calentura satisfecha.

Despertar es otra relato.