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Mi madre me entrego a mi padre

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Mi madre me entregó a mi padre?

Mi padre se fue de mi casa cuando yo tenía 8 años, solo me visitaba 1 vez al año. La relación perdió fuerza, nos sentíamos como extraños. Cuando cumplí 16 el me invitó a la costa de vacaciones, supuse que era para retomar el vínculo con lo cual me predispuse para acompañarlo y pasarla bien. El tenía 46 y mi madre 40. El era un hombre muy robusto, de 1,90 pesa 100 kg. de tez oscura, musculoso, algo excedido de peso pero en buena forma y yo un adolescente de 16 pero que no aparentaba mas de 14 de 1,70 y 65 kg. de peso, lampiño, piel blanca, mi madre es también pequeña, como de 1,65 y 50 kg. muy bonita, yo me parezco a ella, de tez blanca, tetas pequeñas pero buen culo y buenas piernas, tiene un aspecto frágil como yo.

Fuimos a la playa y luego de unos días de entrar en confianza, comenzó a preguntarme si había tenido sexo y si tenía deseos sexuales. Al principio esto me incomodó por la falta de confianza, pero luego comencé a soltarme, a abrirme y contarle todo. El notó que mis conocimientos eran pobres y que mis dudas eran más que mis aciertos, por lo que me dijo que me iba a mostrar algunas revistas de sexo explícito para que aprendiera. Las revistas eran tremendamente eróticas y apenas abría una página, yo me ponía a mil. Luego de un par de ocasiones en que miramos las revistas tendidos en la cama, ya me excitaba cuando iba a buscar las revistas en su cajón. Al notar mi calentura con este juego, me invitó a que me hiciera una paja mirándolas. Yo no creí lo que escuchaba, no entendía bien si me sugería hacerlo cuando estuviera solo o ahí mismo delante de el. Me aclaró diciéndome que por supuesto delante de el, si al fin y al cabo ambos somos hombres además de padre e hijo. Como no me animaba, me dijo que el también el se iba a masturbar para que no me sienta solo en la tarea. Me pareció rara la propuesta. Masturbarnos juntos, pero pensé que era una forma de comenzar a acercarnos luego de su prolongada ausencia y vaya que lo era.

Se desnudo y me indicó que yo también lo hiciera. El tenía un pene tremendo, bien largo y ancho, como de 18 cm. de largo por 5 cm de ancho, bien oscuro y venoso. Contrastaba con mi pequeño y blanco pene de 14 cm de largo por 3,5 cm. de ancho. El notó mi incomodidad ante semejante contraste y me dijo que me quede tranquilo que ya iba a crecer como el de el. Agregó que las pajas son muy buenas para el desarrollo. Me pareció grosero el término, pero me dio morbo y excitación que se dirigiera a mí de esa manera. Me impresionó mucho verlo acabar. Como descargaba semen en chorros abundantes, que olor fuerte y penetrante tenía su semen y como gemía y gritaba cuando se venía. Contrarrestaba con mis chorros pequeños e incoloros y un silencio casi absoluto. El decía que me tenía que liberar y gritar cuando acababa, pero yo no estaba acostumbrado a ello. Un día me preguntó que quería que el me hiciera la paja, que me iba a gustar mas. Al principio me asusté, pero el me tranquilizó diciéndome que era un secreto que nadie debería saber y que el en la adolescencia se pajeaba mutuamente con un primo. Acepté la propuesta y sentí un placer hasta ese momento inimaginado, hasta pude gritar el mejor orgasmo de mi vida hasta ese momento. En devolución de cortesías me ofrecí a hacerle una paja a lo que el accedió gratamente. Me resultó muy extraño tocar un pene ajeno, pero me gustó mucho hacerlo gozar. Me sentí poderoso y valorado manejando el placer de otro. Sentía en el fondo que no era correcto este comportamiento, pensé que era de putos, pero no se lo manifesté por miedo a que se cortara esta práctica. Además me daba muchísima satisfacción y me sentía mas y mas cerca de el en cada uno de nuestros encuentros.

Luego por supuesto vino el sexo oral que disfruté mucho más aun que la masturbación. El chupaba hasta que yo acababa por completo, pero yo por el contrario no chupaba su semen. El me avisaba cuando estaba por acabar y yo me apartaba. Solo una vez intenté tragarlo pero me dio arcadas. No me gustaba el sabor para nada, auque el olor que al principio rechazaba, comenzó a agradarme. Me gustaba mucho oler su semen de hombre, de macho en celo y al poco tiempo de descargar me acercaba a la sábana para oler y me volvía a excitar. Algunas veces me acabó sobre el pecho o sobre el vientre. Me ponía a mil cuando su leche se secaba sobre mi piel. Transcurrieron unos 10 días de esta forma con 1 o 2 sesiones diarias de sexo hasta que me dijo que quería romperme el culo. Cuando escuché esta expresión por primera vez, se me erizó la piel, me dio un frío helado y al mismo tiempo un calor como fuego me quemó la cara y el cuerpo. No voy a negar que no se me había pasado por la cabeza que esta propuesta fuera viable, solo que pensé o quise pensar que nunca llegaría y que la relación se mantendría dentro de las prácticas masturbatorias y orales. Pero por supuesto que era de esperar esto y sin pensarlo mucho le dije que no. Había escuchado mucho acerca del sexo anal y sabía por comentarios que era muy doloroso. Y con semejante pene de mi padre imaginaba un enorme sacrificio el recibir eso dentro de mi culito pequeño.

El me presionó mucho para que lo hiciera, hablamos del tema, me dijo como era, tuve momentos de duda, pensé que correspondía entregarme en agradecimiento por el placer al que el me condujo, pensé que lo traicionaba, el esperaba de mi eso y lo estaba defraudando. Se enojó mucho ante mi negativa, mucho mas porque a veces le daba indicios de hacerlo pero cuando avanzaba un poco, me negaba. El reaccionó muy mal ante mi negativa y me dijo que tenía dos días mas para decidirme y que si no quería debería volver con mi madre y que me olvidara de el. Esta amenaza me hizo sentir muy mal, perdería a mi padre luego de haberlo recuperado, dudé mucho si aceptar o no, me sentía muy presionado pero aun así desistí y me fui a Buenos Aires con mi madre. Ella al ver que volví antes de lo previsto se sorprendió y me obligó a contarle lo sucedido. Luego el llamó por teléfono y discutieron muy fuerte. No hablamos mas del tema hasta la semana siguiente en que el volvió de la costa y salieron a cenar, cosa que no habían hecho desde su separación. Al otro día ella me contó lo que conversaron en la cena. Mi padre dijo que el quería si o si romperme el culo, era una obsesión que yo contribuí a alimentar con nuestros encuentros sexuales y que no iba a aceptar un no como respuesta. Que el se sentía con derecho de pedirme que le entregue mi virginidad. Que el luchaba por lo que le pertenecía. Le dijo que no le daría más dinero y que nos arregláramos como pudiéramos. Mi madre le negó su intervención sobre el tema y me dijo que entendía y apoyaba mi decisión. Que el no tenía derecho a exigirme eso por el echo de haber tenido sexo manual y oral, que entendía su deseo pero que yo debía ser respetado y me apoyaría incondicionalmente.

Pasaron algunos meses y la situación financiera se complicó. Mi mamá consiguió limpiar algunas casas pero no alcanzaba y yo trabajaba de repartidor en una farmacia a la tarde pero tampoco alcanzaba. Un día llegue mas temprano de la escuela, mi madre estaba en la ducha, entre a su cuarto y vi preparada una lencería finísima. Portaligas, medias de seda negras con dibujos, zapatos de tacos altos, camisones transparentes. Predominaba el negro y rojo. Era ropa de prostituta. Cuando salió del baño se sorprendió al verme y le pregunte que era eso. Me dijo que era obvio y que no podía ocultármelo ante la evidencia que iba a trabajar de prostituta en un burdel. Ese sería su primer día. Ni loco le dije yo, no voy a permitir que hagas eso. Me respondió que no nos quedaba otra salida, que era lo único que podíamos hacer. No, no es lo único dije yo, puedo entregarme a papa y así recuperaremos la vida que teníamos. Dijo que era lo mismo, o lo hacía ella o yo, pero alguno de los dos se tiene que dejar coger por dinero, prefiero ser yo la que lo haga. Me sorprendió la crudeza con que lo dijo, ella es muy suave y era una respuesta impropia de ella. No, mama, no es lo mismo. Cuantas horas vas a estar en el Burdel, desde las 4 de la tarde a las 4 de la madrugada, tengo los lunes libre y con cuantos tipos vas a estar?- No lo se, creo que serán entre 15 y 20 por día. Te parece que es lo mismo, estar 12 horas por día con 20 tipos, no nos veremos porque saldrás hacia el burdel antes que vuelva de la escuela y a la hora que te levantes yo ya me habré ido. En cambio si yo lo hago solo será un par de veces al mes con un solo hombre, y pasaré solo una noche o una tarde con el.

Ella calló, no me contestó por un rato, mi argumento era impecable e implacable. Finalmente dijo débilmente que no podía permitir que haga eso, que sería una vergüenza para ella entregarme a mi propio padre. No son argumentos sólidos madre, ya está decidido, lo haré, llámalo para decirle que este fin de semana seré de el. Mi madre lo llamó y acordamos una salida el sábado. Yo solo pedí que ella estuviera presente cosa a lo que se negaron ambos, pero como sabía que ya había cedido todo, pedí esto a cambio y lo entendieron. Mi madre arregló una salida a la ópera a la tarde, a los tres nos gusta mucho la ópera, luego cenamos en un restaurante lujoso y finalmente teníamos reservada una suite doble en uno de los hoteles mas finos del centro, lo que sería una especie de lujoso altar para mi sacrificio. Era rara esa noche porque nos vestimos bien, lo pasamos increíble, se los veía muy bien a los dos juntos, era una noche inolvidable, pero cada tanto recordaba el motivo de todo eso y me quería morir. El contraste de una noche ideal con lo que iba terminar siendo me ponía muy mal. A medida que pasaba la noche más feliz era y más nervioso me ponía. La angustia me hacía un nudo en el estómago, no me dejaba respirar. Entendía que mi padre estuviera feliz, iba lograr lo que hacía meses se había propuesto, era el gran ganador de la noche, supo como hacer las cosas presionó cuando y donde debió hacerlo, talvez merecía el premio a su inteligencia y tesón. Lo que me llamaba la atención era mi madre, también estaba de un excelente humor, pensé que estaría tan afligida como yo, pero por el contrario estaba de muy buen ánimo. Pensé que tomaba esa actitud para hacerme la noche más fácil. No tan convencido a decir verdad me quedé con este pensamiento, así lo justifiqué.

Llegamos al hotel, lujosísimo, increíble, ya no había más preámbulos, mi padre me sometería, me vejaría, me violaría y solo como bálsamo de esta cruel realidad tenía la compañía y el consuelo de mi madre, que no era poco. Mi padre se sirvió una copa y comenzó a desnudarse, mi madre se fue al baño, el me indicó que no podría bajarme la caña con tanta ropa con frialdad, se me erizó la piel, debo confesar que anhelaba que de un momento a otro me dijera que este absurdo sin sentido era solo una broma o un sueño, pero a cada minuto transcurrido los actos de mi padre y mi madre me volvían a la tierra. Salió mi madre del baño vestida con la ropa de prostituta que le impedí estrenar. Que extraño me pareció. Pensé que el se lo había pedido para calentarse con ella. Estaba muy buena con esa ropa, hubiese querido chuparle los pezones, esta imagen me provoco una erección bien marcada. Imaginé a mi padre besándola y abrazándola para motivarse, pero por el contrario la ignoró y se dirigió hacia mí.

La actitud de mi padre no era la de las vacaciones en la que fue muy dulce y comprensivo con mi iniciación sexual. Muy por el contrario su forma de actuar era dura, imperativa, autoritaria. No hablaba mucho pero con su mirada me inducía a desvestirme, a acostarme en la cama, se miró su miembro y me miró a los ojos, eso significaba que debía chuparla, pero en este caso no era para satisfacerlo oralmente, ahora era solo el preámbulo de una penetración sin miramientos. Su mirada era desafiante, sobradora, de superioridad, mostrándome que el ganó la partida que el es el jefe, que el manda, que el domina. Claramente estaba un escalón debajo de el, era su sometido y miraba a mi madre con cara de resignación como diciéndome, lo siento hijo, no puedo ayudarte pero comparto tu pena. Esa mirada de mi madre si bien implicaba una frustración al notar que mi única aliada no haría nada por mi, mi última esperanza hecha polvo, me daba fuerzas también, me sentía acompañado en mi dolor, en mi pesar. Alguien comprendía y se compadecía de mí. Luego de una buena mamada, me apartó la cara de su pene, no quería acabar de esa forma, esta vez daría a su semen otro destino, fue un poco brusco, fue como un rechazo. Me puse de costado ya que había leído en algún lugar que era una buena posición para un debutante en el sexo anal ya que con una mano se podía controlar la velocidad de la penetración. El meneó la cabeza y me hizo acostar boca arriba con las piernas flexionadas. Me hizo sentir un estúpido, sentí como que me decía, la posición la elijo yo, idiota. Puso un almohadón debajo de mi cadera, también había leído sobre esta posición y sabía que no era recomendada para principiantes ya que la penetración es muy profunda y el pasivo no tiene control sobre la cogida. Obviamente esto era lo que el quería, no darme ninguna concesión, tenerme desparramado con las piernas abiertas en una posición en la que yo estaba totalmente indefenso y también poder apreciar mi cara de dolor, de sufrimiento con cada embestida.

Chasqueó los dedos mirando a mi madre y esta fue corriendo a buscar el lubricante. Nos dominaba a ambos por completo, ni siquiera necesitaba hablar. Mi madre, con su ropa de puta volvió a acostarse en un sillón al lado de la cama. El me agarró de ambas piernas con sus manos y me penetró el culo con su lengua, era rica la experiencia, estaba muy bueno, me calentó la humedad de la lengua. Mi erección estaba a pleno por la vista de mi madre y ahora también por la estimulación anal. El me miraba el pene con suficiencia, como diciendo ves que sos un puto calentón que esta esperando que le parta el orto?.

Luego esparció el gel lubricante alrededor del anillo de mi ano, enseguida me penetró con un dedo bien lubricado. Me gustaba eso, ya lo había hecho cuando me lo chupaba, me metía un dedo solo lubricado con saliva, dolía un poco, pero la penetración del dedo junto con la chupada que me volvía loco. Un segundo dedo entró fácilmente, lo metía y lo sacaba, los abría dentro de mi, me estaba dilatando y lubricando. Comencé a respirar hondo, estaba excitado y asustado, muy excitado y asustado. Llegué a pensar por un momento que no dolería, que sería placentero. El tercer dedo que metió con rudeza me volvió a la realidad, me demostró que estaba equivocado. Esto dolía, no era para morir, pero era el anuncio de lo que sería sentir semejante tronco penetrar mi virgen culito, mi diminuto agujero que ya se estaba dilatando. Como pensando que ya era suficiente condescendencia conmigo, dejó a un lado el frasco, se montó encima de mi y apoyó su verga en mi agujero. Apenas apoyó noté una gran diferencia de tamaño y pensé que era imposible. Menee la cabeza en señal de que no se podía. Al ver esto sonrió irónicamente, parecía que necesitaba este estímulo para proceder. Me tomó de los hombros y comenzó una lenta pero dolorosa y penosa penetración. Despacio pero sin detenerse avanzaba mirándome a los ojos, dolía muchísimo, muchísimo. Mi ano se abría a su paso resistiéndose, pero cediendo, me estaba desflorando, me estaba desvirgando, me estaba violando. Yo mantenía mi mirada desafiante en sus ojos, como si fuera a intimidarlo, muy por el contrario esta pequeña y estúpida rebeldía lo motivaba más. Siguió y siguió más y más y más el calvario de esta cruel intromisión hasta que se detuvo seguro de haber llegado al final. Me penetró, muy bien, me clavó, me vejó, me hizo suyo, me poseyó, me sometió. Giré mi cabeza hacia un costado en señal de abandono de mi última resistencia, a pesar del dolor no gritaba ni suplicaba, solo respiraba hondo, jadeaba, gemía lo más silenciosamente posible.

Mi cuello quedó expuesto con mi último gesto, se abalanzó sobre el con su boca bien abierta, me dio un chupón interminable, cálido, húmedo, algo doloroso, y en esa posición comenzó a bombear, a empujar, a entrar y salir. Miré a mi madre a quien le caían lágrimas por las mejillas, al igual que a mi, totalmente impotente de revelarse, igual que yo. Note con extrañeza que llevaba su manto a su vagina y comenzó a masturbarse. Ella se masturbaba mientras mi padre me cogía. Podría ser cierto esto?. La excitaba la escena?. Y porque no si yo también estaba excitado. Morbosamente excitado con la imagen de una soberbia puta extravagante pajeándose al ver a su hijo sometido y violado por su padre.

La cogida fue larga, muy larga, interminable. El dolor de a poco disminuía, muy de apoco. Al final noté el respiraba mas fuerte, estaba por terminar, que alivio mi dios. Me calenté mucho pensando como se satisfacía con mi cuerpo, como me usaba. Logré descontrolarlo, mi cuerpo servía para que pierda la razón, estaba loco de deseo por mi y eso me excitó muchísimo y la fricción de su vientre sobre mi pene me hizo explotar también. Mi madre también estaba acabando. Mi madre gritaba, el gritaba y yo también les entregue mis primeros gritos de la noche. Acabamos los tres juntos. Fue increíble, increíble. Luego de esto nos encontrábamos con mi padre una vez por semana, todos los viernes para que me cogiera, me trataba como una puta, me hizo poner la ropa de puta de mi madre en algunas ocasiones. Poco a poco fui perdiendo el miedo, y el dolor y el sacrificio de las relaciones fueron reemplazados por deseo y satisfacción. Estuvimos 1 año y medio teniendo sexo una vez por semana. Diría que luego de los 3 o 4 primeros meses yo lo buscaba para que me coja. Me encantaba que me coja. Me sentía una puta y se lo decía. Lo pasé muy bien y aprendí mucho.

Nunca le pregunté a ella porque se masturbó ese día, ni porque se vistió de esa forma, ni porqué la sorprendí con ropa de puta el día que supuestamente comenzaría con la actividad. No lo se, pero tampoco se si quiero saberlo, con ella nunca mas hablé de esto, quedó todo entre mi padre y yo, tampoco se si ella supo que lo seguimos haciendo. No se, ni se si quiero desenterrar estas incógnitas. Siempre quise dejar a mi madre fuera de esto, siempre quise pensar que si ella no hubiese intervenido, esto hubiese ocurrido igual. No lo se y o se si quiero pensar en ello. Talvez los lectores quieran darme su opinión.

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