ENTRE LAS PIERNAS
La estaba esperando ansioso, sentado en el sillón del comedor, completamente desnudo. La erección sobresalía entre sus piernas con violencia.
Por fin oyó como se abría y cerraba la puerta de la calle. Poco después, ella entró en el comedor despacio, sabiendo lo que se iba a encontrar allí. Se quedó mirándole a los ojos. Después, se pasó la lengua por los labios lascivamente. Sin quitarse la mochila que llevaba en la espalda, comenzó a desabrochar su blusa. Tras ello, se alzó el sujetador para dejar salir sus pechos, las enormes tetas pornográficas que a él le fascinaban.
Se acercó hasta el sillón mientras se las acariciaba sin que él perdiese detalle de lo que hacía. Cuando estuvo frente al sillón, se arrodilló y le separó las piernas, introduciéndose entre ellas. Abrió la boca y empezó a engullir el pene duro como el mármol. Él posó sus manos sobre su melena y empezó a empujar con fuerza, cerrando los ojos y dejando caer su cabeza hacia atrás.
Al poco, notó algo frío contra sus testículos. Ella dejó de chupar.
- Eres un maldito cabrón, papá.
Y apretó el gatillo.