miprimita.com

El dependiente del supermercado

en Jovencit@s

Un tremendo día de frío.

Lluvia.

Era uno de esos dias en los que todo es gris. Apenas si tenía ganas de bajar al supermercado pero lo hice, debía hacerlo si ese fin de semana no quería morir de hambre o deambular por los burguers. Me puse uno de esos chándals de felpa gris, calentito, zapatillas y un chubasquero. No pretendia mojarme asi que no tomé paraguas, total, el súper estaba a la vuelta de la esquina.

Así que cuando casi faltaban diez minutos para que cerraran, bajé a comprar unas pocas cosas...

Los pasillos estaban casi desiertos, muy poca gente quedaba ya, a sabiendas de que iban a cerrar no dejaron a nadie mas entrar, tuve suerte.

Recuerdo perfectamente que me entretuve mirando en los frigorificos que tipo de Yogur compraría esta vez, noté que alguien reponía a mis espaldas, mas productos, pero no le di la mayor importancia, ni siquiera percaté en que fuera chico o chica. Y seguí a lo mío.

Cuando ya había decidido, metí en la cesta verde de plástico un pack de 4 yogures de mousse, me encantaban. Y me volví dispuesta a tomar unas cuantas cosas que me faltaban, y a irme lo mas aprisa posible. Me hablaron. Era un chico, no creo haberle visto mas veces, pero noté su mirada en mi pecho mientras me avisaba de que debía darme prisa, iban a cerrar. Le sonreí, y no pude evitar sentirme excitada al notar el descaro de aquel chico, probablemente tendría 8 o 9 años menos que yo, unos dieciocho.

Le dije, sonriendo que no me importaría si me quedaba aqui dentro, porque estaba segura de que el me abriría la puerta si me retrasaba, sonrió, se arrodilló ante la estantería y continuó colocando unos cartones de leche omega3. Sonreí. Que tierno. Y continué.

Estaba pagando en caja la cuando compra le vi pasar, le miré de reojo. Me había parecido todo un quesito, y aunque muy joven, estaba dispuesta a enseñarle lo que hiciera falta. Pero bueno, tantas veces me había fijado en jovencitos....

Así que salí a la calle con un par de bolsas, la lluvia resbalaba por los balcones de los pisos creando enormes goteras que de vez en cuando caían en mis mejillas. Me apresuré a llegar al portal de casa y no bien introduje en la cerradura la llave cuando note un empujón, me asusté.

Recuerdo perfectamente como al volverme repasé ese uniforme de supermercado, sus ojos intensos y su pelo mojado... Me apretó un brazo llevandome hasta el interior del portal y se acercó hasta el ascensor. Pulsó el boton rojo. Escuché en voz baja, como grites te hare daño. No me podia creer lo que estaba sucediendo. Temía que fuera a pincharme con un cuchillo, o a pedirme dinero. Sin embargo, deseé que su intención fuera otra.

Y así fué, al subir al ascensor, sin dejar de apretarme el brazo, me hizo soltar las bolsas, pulsó el STOP, y se bajó los pantalones. Chupala. Me dijo decidido.

Simulé sorpresa e intenté negarme. CHUPALA! , repitió. Obedecí.

Me arrodillé ante el, sin dejar de mirarle a los ojos, la luz roja cubria nuestros rostros, agarré su polla con una mano, antes de metermela en la boca, y me percaté del gran tamaño que tenía, mojé las bragas. Así que empecé a chuparsela sin piedad, rozando una y otra vez mi lengua con la punta de su polla cuando salía de mi boca.... Con la mano, usé mi experiencia para subirla y comerle los huevos como nunca nadie lo había hecho. Me los metí en la boca.... jugueteé con mi lengua..... Volví a la punta de su polla. Cada vez estaba mas excitada... PARA! Me dijo. PONTE DE PIE! Su voz sonaba firme, aunque excitado.

TE VOY A COMER EL COÑO ZORRA. Jamas pense que me pudieran excitar semejantes cosas... pero, estaba muy cachonda. Me bajó el pantalón, se arrodilló y me bajó las bragas, me agarró con las dos manos el culo y hundió su boca en mi coño, provocandome uno de los mas intensos placeres jamas sentidos. Me lo comía con una destreza que para si quisieran muchos mayores que él. Esta vez fui yo quien le apartó la cabeza de mi coño, FOLLAME! Le grité jadeante.

Y de culo, contra las pequeñas paredes de aquel ascensor, me folló una y otra vez... metiendome esa enorme polla hasta que reventé de placer. Terminó, pulsó el boton de bajada y me dejo allí. Con la compra por el suelo, cara de lela y sentada con los pantalones por las rodillas.

Ese fué el principio de muchas noches de sexo. Sólo sexo. Ardiente y húmedo.