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Mi Historia (3)

en Jovencit@s

Hola cómo les va. Ante todo sigo agradeciendo los mensajes que me envian y a las cosas chanchitas que me dicen. Pero debido a la gran cantidad de mensajes decidi no responderlos. Antes que se enojen voy a explicar porque. Todas las personas que me escriben merecen tener la misma atención, por ello me parece injusto responder a unos y a otros no. Pero igualmente sigan enviando sus mail, los leo a todos. Y si piden fotos, las pondre aquí.

Ahora si, mi tercer relato.

La historia entre Luz, Tomy y mi hermano, sigue hasta el día de hoy. Pero en ese momento hubo un afloje ya que a mi amiga y a mi nos comenzaron a gustar los chicos un poco más grandes. A mi amiga porque las pendejadas de mi hermano la aburrieron y a mi porque queria encontrar una verga grande y dura que me rompiera la conchita.

En los momentos de mucha calentura, sin embargo recurriamos a ellos, pero como última opción, y de esa manera nos fuimos fortificando en el sexo. A los 13 años, ya estando en la secundaria, nuestros cuerpos habían cambiado. Luz que al principio parecía una niña insípida se estaba convirtiendo en una bella mujer, de cuerpo estilizado, cabellos rubios y a pesar de las actitudes de trola, con una carita angelical que mataba a más de uno.

Por mi parte mi cuerpo también cambio, mi colita paradita, mis tetas que crecían. Y a medida que pasaba el tiempo, nos volvíamos más putas, buscábamos pija por todos lados, nos refregábamos por donde fuera. En el tren por ejemplo, al ir al colegio, pasábamos nuestras colitas, por cuanta pija encontraramos, en mi caso, he hecho parar unas cuantas, y en varias oportunidades, aprovechando el tumulto de gente, algún macho me la restregaba por la colita, manchándome con lechita. MMMMM que placer era sentir deslizarse la leche por mis nalgas, recorrer lentamente mis muslos, para terminar en mis pantorrillas.

Otras veces al sentir el paso de una pija por mi colita, la agarraba y la masturbaba, cuando acababan, me la guardaba en la mano y me la pasaba por las tetas, de esa manera me paraba los pesones y sentía como mi conchita se llenaba de jugos. La calentura recorría mi cuerpo y era capaz de dejarme hacer con todos los machos del tren.

Mis compañeros eran bastante babosos, a cada instante buscaban apoyarnos o tocarnos la cola. Luz y yo nos sentábamos al fondo de la clase, y desde alli, hicimos muchas pajas a esos pillos. En los recreos, mientras unos vigilaban la puerta, nosotros nos dedicábamos a chupar la pija de todos los chicos del salón, hasta que se empezó a correr la bola por los pasillos y a veces no dábamos a basto. Pero todo ello no hacia más que calentarnos, y luego íbamos a los baños, donde nos tocábamos y nos chapábamos todas, hasta saciar un poco nuestra calentura.

Ya a los 14 años, habiendo pasado de año, seguíamos tomando la lechita de todos nuestros compañeros, pero había aparecido un hombre, que comenzó a comerme la cabeza. Él era el profesor de música. Aproximadamente de unos 24 o 25 años, alto, fornido, sexy, un macho con todas las letras. Al verlo mi cuerpo temblaba, quería ser suya, que me rompiera mi virginidad vaginal, que me la metiera por el ano y me lo rompiera. No lo había visto desnudo aún, pero supuse que su verga sería grande, venosa.

No sabía como hacer para que me haga caso. Lo único que me quedaba era actuar como una trola en celo, para que se de cuenta. Me pase del último al primer banco, tras un trato con mis compañeros y unas mamadas, y desde ahí, comencé a abrirme de piernas y a tocarme para que el me vea.

Mi plan funciono, no podía concentrarse en la clase, quería hablar y no le salían las palabras. Así,. Por dos o tres clases, hasta que un día con cara de mucha seriedad me pidió que me quede después de clases.

Cuando todos mis compañeros se retiraron, cerró la puerta con traba y prosiguió a pararse delante mío. Esta actitud más que ratonearme me asusto un poco, ya que pense que el copado del profesor, se iba a poner en maldito y me iba a denunciar ante las autoridades, realmente comencé a temer una expulsión. Me miró un rato, seriamente, fijamente, fijo primero la vista en mis ojos, a la cual yo no desvié, asi estuvo largo rato, hasta que se decidió a hablarme.

Les juro que al principio creí que era el fin de mi estadía en esa escuela, hasta que de pronto la conversación cambio el tema y sin más, me puso la verga para que la chupara. Lo único que me dijo es: Chupa nenita, ya que tus espectáculos me dejaron a mil. Yo no lo podía creer, mis sueños se iban a hacer realidad. Todo lo que me había imaginado de cómo era su pija era poco. Grande, venosa, carnosa, con una glande inmenso, y lo que más me impresionó era lo gruesa.

Cuando comencé a chuparla no me cabía toda en la boca, me entraba poco más de la mitad. En ese momento me di cuenta que las pijas que había chupado eran de niños, que jamás había tenido una real en mi boquita.

Se la chupaba mientras lo miraba a los ojos. De repente me la sacaba, y sin dejar de mirarlo a los ojos, le pasaba la lengua por la punta, luego lo mordía suavemente, y después se la chupaba como si fuera la tetina de una mamadera, fuerte y sin descanso. Mis manos jugaban a cada rato con sus huevos, y lo pajeaba frenéticamente con mi boquita.

Hasta que su respiración se acelero y me tomo del pelo comenzó sus embestidas en mi boca. Aceleraba la subida y bajada. Me estaba ahogando, pero realmente, me estaba haciendo muy feliz. Hasta que me incrustó la verga en mi garganta y me largo varios chorros de leche, las cuales al principio me ahogaron, pero me las trague como bebita buena.

Luego me pare y sin dejar de mirarme, me dijo gracias, que era la nena más caliente que conocía, y me beso. Fue un beso largo e intenso, me encanto, también acompañando el beso, corrió mi tanga y comenzó a jugar con mi clítoris, pero justo suena la campana.

Rápido nos arreglamos la ropa, yo me arregle el cabello, y le susurre al oído, el lugar donde lo esperaría, a la salida del colegio.

La concha me ardía, no pude concentrarme en la hora final, de mi vagina salían flujos ardientes, que se corrían por todos lados. Llego el final del día, le dije a Luz que tenía algo que hacer, por lo que vaya a casa, que se quedara tranquila. Ella me pregunto que pasaba y le conte que me iba con el profe de música. Que no se preocupara, que llegaría en la tarde antes que lleguen mis padres, que ella hiciera lo que quisiera.

Fui al lugar donde quede con el profesor. Él llego en un auto, al cual me pidió que subiera. Comenzamos el camino, no sabía a dónde íbamos, pero solo quería comerme esa pija, que me había calentado tanto.

En el trayecto jugué con su palo, y el con mi conchita. Hasta que llegamos a un lugar, que imagine era su casa. Bajamos en el garaje, cerro la puerta y me comenzó a desvestir. Me tiro en la mesa y beso todo mi cuerpo. Comenzó a chuparme desenfrenadamente mis pechos, chupo mis pezones uno por uno, mientras que con su mano, tocaba mi clítoris. Luego bajo a mi abdomen, paso la lengua por mi ombligo. De ahí paso a mis pies. Chupo uno por uno mis dedos, rasguño delicadamente mis piernas. Fue suviendo por ellas, dando pequeños mordiscos, que me hacían estallar en placer. Hasta que llego a mi vagina. Ahí estuvo largo rato, me beso y mordisqueó el clítoris sin parar, a cada pasada de su lengua me sentía morir. Goce como nunca, mis flujos bajaban a cada momento, tuve varios orgasmos y no paraba. Luego chupo todos mis flujos y me beso en la boca.

Esto más que darme asco me calentó muchísimo, era la primera vez que lo hacía y fue hermoso. Luego baje de la mesa y le pedi que se sentara, chupe nuevamente su pija. Me pareció increíble tener a ese macho para mi. Él a cada momento me decía, puta, mi putita caliente, y yo aceleraba mis chupadas, hasta que nuevamente se estallo en mi boca. Con la leche adentro, lo bese, le compartí de su néctar, de la misma manera que él lo hizo conmigo.

Nos quedamos besándonos largo rato, hasta que su pija se puso nuevamente a punto. Le pedí que me hiciera el amor. Que me la clavara en la conchita y que me hiciera gozar como loca. Me asintió con la cabeza, bajo hasta mi vagina, la chupo, clavo sus dedos. Mientras tanto yo gozaba, mi cuerpo estaba fuera de control, lo único que decía era que me la clavara, que me hiciera suya, era lo único que deseaba.

Puso su verga a la entrada de mi concha, comenzó a penetrarme al principio pareció como si una daga gruesa me penetrara, me pareció morir, pero le pedí que la encajara de una, que no perdiera tiempo, que lo deseaba, quería esa verga dentro mío, era lo único que deseaba. Y así fue. La metió de una, sin compasión. Me embistió al principio suave, al oído me decía que era su nena, y que me haría gozar como nunca nadie lo había hecho. Efectivamente así fue.

Le rogué que me la encajara más fuerte, perdí la cuenta de los orgasmos que tuve. El no acababa, debido a las dos mamadas anteriores, le pedí que me la metiera por la cola, que me taladrara el ano a lo mismo que mi concha, quería que me deje toda rota. Me puse en cuatro. El chupo mi ano, ni siquiera Luz lo había hecho de esa manera. Me lo escupió, metió un dedo, luego ensalivo su verga y me la metió. Entró solo su cabeza, grite, creí no soportar el dolor, pero él no la sacó, siguió metiéndola, hasta que sentí su vientre tocar mis nalgas.

El dolor se convirtió en placer, tuve un nuevo orgasmo. De repente sentí su leche adentro, creí morir, el ardo era insoportable. Al sacarla, le pedí que me la de, se la chupe y limpie todo su semen, mmmm, era delicioso. Luego le pedí que me chupe el ano, que metiera su lengua adentro y sacara su leche y me lo de en la boca, así lo hizo.

Quedamos en vernos muchas veces. Yo seguí calentándolo en la clase y el rompiéndome el culo y la concha. Pese al dolor que sentí al principio, lo disfruté largamente. Me llevo a mi casa y me despidió con un dulce beso.

Bueno gente, espero que les guste mi nuevo relato.

La historia con este profesor, no termina acá. Hay muchos momentos y mas chanchos.

Un beso a todos, y en pedido a un lector, aquí va una nueva foto.

Los pies que escriben este relato.

Un beso Marianita.

 

 

Escribanme, un beso a todos en donde más les guste.

Chau, Chau

Luego la historia sigue