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Primera vez

en Hetero: Primera vez

Primera vez

Ella era una chica normal, a sus 16 años no se distinguía demasiado de sus amigas, le gustaba todo lo que a la mayoría de las chicas de su edad, y pensaba en lo mismo que ellas.

Ella era una chica normal, a sus 16 años no se distinguía demasiado de sus amigas, le gustaba todo lo que a la mayoría de las chicas de su edad, y pensaba en lo mismo que ellas. Su cabeza estaba ocupada por la ropa, los fines de semana de fiesta (que empezaba a disfrutar sin preocuparse de la hora de vuelta a casa), los chicos, esa música que a sus padres les parecía "un ruido infernal" y el instituto, aunque de eso sólo se acordaba de vez en cuando. Como he dicho, una de las preocupaciones de Nuestra chica, como de cualquier adolescente, eran los chicos, y especialmente uno de ellos. Él tenía 17 años, dentro de unos meses sería mayor de edad. Era el mayor el grupo y eso le hacía intentar ir un paso por delante del resto de sus amigos. Era guapo y la chica estaba loca por él desde hacía tiempo. Era un chico moreno y delgado, blanco de piel y guapo de cara y a todo el mundo le caía bien. Al fin y al cabo eso se notaba por su nombre. No era algo pactado, pero entre los amigos de nuestra chica había dos tipos, por un lado los que eran de algún modo el blanco de las bromas de los demás. Esos solían tener mote. Por otro lado estaban los que caían bien, a casi todos les llamaban por el diminutivo o por su apellido y en este grupo estaba El chico que a ella le gustaba. Además ella pensaba que el suyo era un nombre que sonaba especialmente bien, tenía carisma, en cambio el nombre completo no decía nada.

La chica había estado detrás de él varios meses, hasta que una noche le respondió con un beso y desde entonces "estaban juntos". Nuestra protagonista no sabía decir si estaban saliendo realmente pero lo cierto era que el chico era muy cariñoso con ella y tenía detalles que hacían morirse de envidia a sus amigas. Desde luego, era atractivo, a todas las amigas les gustaba y había salido con varias chicas que ella conocía, por eso se preguntaba hasta dónde había llegado con ellas. ¿Habría tenido sexo? La chica era virgen, pero sabía que algunas de sus amigas ya lo habían hecho, 16 años ya era una edad normal para la primera vez, ¿no? Él tenía un año más que ella y había salido con varias chicas, así que seguro que a lo había hecho, no como ella que sólo había tenido una relación antes y nunca había pasado de algunas caricias bajo la ropa. Pero le gustaba pensar que Ese chico ya lo había hecho. Para ella eso le hacía parecer más experimentado, más adulto.

Y así pasó algún tiempo hasta que, un fin de semana, Los dos volvieron de tomar unas copas. El chico la acompañó a casa como cada noche y al llegar ella le propuso pasar un rato. Sus padres estaban de viaje y no volverían hasta el día siguiente por la tarde, además, no era muy tarde y ni siquiera iban chispados. Los padres de la chica tenían un armario lleno de botellas de bebidas y sabía que nunca lo abrían y no llevaban la cuenta de lo que quedaba, así que le dijo a su chico que allí podrían seguir bebiendo. Y a él le gustó la idea.

Ahí fue cuando para ella empezaron los nervios. Tenía muy claro que quería, pero no sabía si él quería lo mismo. ¿Y si la rechazaba? ¿Y sí no le atraía lo suficiente? ¿Y si lo hacían y no salía bien? Además, tampoco sería tan raro que él también fuera virgen y pensara que no era el momento o la persona adecuada. La chica tenía miedo de estas cosas, pero siguió adelante.

Se sentaron, bebieron y aprovecharon la ocasión. Él besó a su chica en los labios, era el momento de seguir adelante. Ella se apretó contra su chico y acarició su pecho bajo la camiseta, la levantó y se la quitó con lo que él se quedó un poco sorprendido. Nunca la había visto tan lanzada, pero le gustaba. La verdad es que se estaba calentando. Ella volvió a tener miedo cuando le cogió las manos. Pensó que algo iba mal, que él no quería seguir, pero la verdad era que sólo quería tomar la iniciativa. Empujó a la chica hacia atrás en el sofá y le quitó la camisa, le desabrochó el sujetador y besó sus pechos como había hecho otras veces. Luego le quitó el sujetador por completo y se dejó caer sobre ella para besarla. Intercambiaron algo más que aliento y saliva, ese beso lo dijo todo sin palabras y el chico preguntó a su amada

- ¿Quieres que esta vez vayamos más lejos?

- Quiero ser tuya por primera vez –respondió la chica, Y desde ese momento no tuvieron que decir nada más para saber que los dos se deseaban y deseaban lo mismo… Y la ropa voló. Los dos amantes tenían prisa, estaban nerviosos y tenían miedo. Pero ninguno lo decía. Ella creía que era la única y a él le avergonzaba demostrar que nunca lo había hecho. Cuando se quitaron los pantalones ambos se dieron cuenta de que ya no había macha atrás. Cuando desaparecieron las braguitas y el slip ninguno quería volver atrás.

El chico se incorporó un poco, miró a su amante, miró su cara, miró su cuerpo desnudo pasó uno segundos deseándola sin atreverse a hacer nada más y la chica le deseó a él. Las manos de la ella se dispararon con los nervios, dijo su nombre (sonaba atractivo) y atrapó su miembro entre ellas. Lo acarició, lo apretó y el chico no pudo aguantarse y le pidió que tuviera cuidado. Había silencio en la habitación, los dos estaban algo asustados y muy nerviosos para decir nada. Sudaban, las manos de la chica se escurrían sobre el miembro de su amante, el chico se decidió por fin a tocar la vulva de la chica, metió un dedo y ella se quejó. Entonces él uso la palma sobre el vello y lo acarició, luego quitó la mano y se echó sobre ella. No sabían muy bien que hacer, la chica estaba algo incómoda, el chico estaba sobre ella, medio arrodillado con su pene a la entrada de la vulva de la chica… Y empujó. Ella dio un grito, pero el chico no supo parar, la penetró más y así se quedó un momento, con su miembro dentro del sexo de su chica, hasta que ella se calmó y le besó -Sigue, no te pares- La chica abrazó al chico él empezó a mover las caderas y el dolor empezó a desaparecer poco a poco. Una mancha de sangre cayó sobre la sábana, el sudor bañó a la joven pareja y el aliento de los dos se mezcló en otro beso. Cuando el dolor desapareció casi por completo la chica le pidió la chico que le dejara porréense arriba, se cambiaron, ella se sentó sobre la verga de él y continuó el movimiento con más fuerza, sin saber muy bien lo que hacía preguntándose si siempre sería así. La ansiedad, los nervios, las prisas, el dolor… Y el placer… La chica empezaba a sentir una sensación conocida, un ligero cosquilleo, luego rigidez, recordó sus anteriores orgasmos, primero ella sola, masturbándose, luego con el mismo chico que ahora la hacía sentir ese nuevo placer de la penetración. Así llevó una mano a su clítoris y deslizó un dedo sobre él, Notó cómo se lubricaba cada vez más, vio la cara de su chico, estaba llegando al límite y entonces ella recordó un consejo de una amiga. El chico estaba a punto de correrse y sabía que debía detenerse a tiempo, entonces ella paró de moverse, siguió más despacio, acarició su clítoris una vez más y un pequeño calambre le corrió por el cuerpo. El chico gimió y ella se levantó deprisa. Se agachó junto a él y lo besó. Luego cogió su miembro hinchado entre los labios y se lo introdujo entero en la boca. Lo saboreó, notó su gusto salado, pasó la lengua por la punta y recogió en su boca algunas gotas de semen antes de sacárselo entero.

El chico quedó agotado, el semen bañó el cuerpo de su amada y se besaron por última vez antes de vestirse. Ninguno de los dos estaban seguros de que hubiera sido como esperaban, pero al fin habían hecho el amor juntos y habían perdido juntos la virginidad. Ahora el chico sí se atrevería a decirle la verdad a la chica, aunque ella ya se había dado cuenta… Y le gustaba

Autor: Edu

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