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Una mujer me convirtió en bisexual (1)

en Bisexuales

UNA MUJER ME CONVIRTIÓ EN BISEXUAL (PRIMERA PARTE).

¡Hola, Amigos!

Pensarán que no es posible que una mujer haya sido la causante de que me haya convertido en bisexual, pero es la verdad.

Yo siempre he sido un hombre muy activo sexualmente y por eso desde adolescente he tenido incontables encuentros ocasionales, buscando siempre a las mujeres que les gusta ser penetradas por atrás, porque esa es mi práctica sexual preferida. Si no hay penetración anal, es como si no hubiera tenido sexo. Lo malo es que no se porqué, pero no a todas las mujeres les gusta y curiosamente a todos los hombres nos gusta que nos hagan travesuras en el culo, ya seamos heterosexuales, homosexuales o bisexuales, y el que no lo reconozca esta mintiendo o no ha probado, sobre todo aquellos que piensan que su heterosexualidad está en riesgo, pero no saben de lo que se están perdiendo como yo me lo perdí durante muchos años. Esto se debe a que nosotros tenemos el punto "G" en el recto junto a la próstata y para tocarlo es necesaria la introducción de los dedos, un pene artificial o un pene verdadero, lo cual depende de cada quien y de acuerdo a sus preferencias, así como del momento en que se da la relación sexual, el estado de ánimo y principalmente el sexo de la pareja.

Después de muchos años de batallar con mujeres que no se dejaban coger por atrás, me encontré casualmente con la que ampliaría mis preferencias sexuales, de lo cual no me arrepiento. Fue una mujer y no un hombre como podría pensarse, la que me indujo al bisexualismo.

Como suele suceder, los encuentros casuales e inesperados resultan ser los mejores, aunque también a veces resultan decepcionantes. Yo conocí a esa mujer de manera inesperada.

En una ocasión que un amigo y yo salimos de un Table Dance, me dijo que tenía unas amigas muy guapas y que la invitaría para que cogieran con nosotros. Mi amigo era heterosexual igual que yo, por lo que no hubo ningún mal entendido cuando los dos llegamos al cuarto de un Motel, desde donde les llamó a sus amigas, pero antes habíamos pasado a comprar cervezas y bocadillos para compartirlas con las damas que en unos minutos más estarían con nosotros.

Efectivamente, las muchachas llegaron y la verdad me sorprendí de ver la belleza de ambas. Una de ellas se acercó con mi amigo y la otra se presentó conmigo, diciéndome que se llamaba Carolina. Se sentó junto a mí y los cuatro empezamos a conversar mientras bebíamos y degustábamos unos bocadillos, pero antes de eso yo me había dado cuenta de la linda cara y del cuerpazo de Carolina, sobre todo del fabuloso trasero que lucía cubierto por una pequeña minifalda. No les miento si les digo que tuve una instantánea erección cuando imaginé que en unos minutos más, ese par de fabulosas nalgas iban a golpear contra mi pelvis cuando mi verga entrara en su lindo agujero. Deseaba que Carolina no resultara ser de las mujeres que no les gusta el sexo anal.

Carolina y yo nos retiramos a otro cuarto mientras dejábamos a mi amigo con su compañera. En cuanto entramos la abracé y besé apasionadamente, mientras mis manos levantaban su minifalda buscando desesperadas aquel fabuloso par de nalgas. No fue difícil encontrarlas porque Carolina no llevaba nada puesto bajo su minifalda, lo que demostraba su extremada sensualidad. Después me confiaría que nunca usaba ropa interior y cuando salía de día usaba pantalones. Yo le confesé que yo tampoco uso ropa interior, salvo en casos que tenga que acudir a una reunión social o familiar.

Carolina respondió a mis besos y caricias mientras sus brazos rodeaban mi cuello. Ensalivé uno de mis dedos y me dejó que se lo metiera en su apretado culito. Nos separamos para que ella me desvistiera y para que yo hiciera lo mismo con ella. Mi verga estaba a punto de explotar pero me contuve para meternos juntos a la regadera y asearnos mutuamente. Yo estaba gozando a todo lo que daba aquel momento y me sentía más feliz al notar que Carolina también estaba gozando, porque afortunadamente hubo una química instantánea entre nosotros, sin pensar en esos momentos que esa química me iba a llevar en un futuro muy cercano, a gozar de experiencias que nunca había imaginado ni siquiera en mis más ardientes fantasías sexuales.

Salimos de la regadera y mientras yo secaba su cuerpo con una toalla, Carolina hacía lo mismo con mi cuerpo. Me dijo que me acostara en la orilla de la cama mientras ella se arrodillaba en una almohada que había colocado en el piso y me empezó a mamar la verga de la manera más experta y deliciosa que puedan imaginar. Se la tragó hasta que mi glande se introdujo en su garganta mientras me lengüeteaba los huevos, lo que resultó excepcionalmente excitante. Me dijo que levantara mis piernas y fue entonces que experimenté uno de los más grandes placeres que el sexo puro puede ofrecer, porque Carolina me dio un prolongado y ardiente beso negro, mientras su mano me masturbaba haciéndome casi eyacular. Su lengua entraba y salía con gran rapidez en mi culo, mientras que me daba unos suaves mordiscos que me hicieron alcanzar el cielo y las estrellas. Su boca subía para chupar mis huevos, para mamar y mordisquear mi verga y volvía a bajar para seguir dándome aquel beso negro como nunca nadie me lo había dado.

De pronto sentí que uno de sus dedos me penetraba, lo que no le había permitido nunca a nadie por la estúpida idea de que mi heterosexualidad se ponía en riesgo, pero en esa ocasión yo estaba tan caliente que dejé a Carolina que lo hiciera porque además supe de lo ardiente que es que le toquen a uno el Punto "G" y lo estaba gozando enormemente. Carolina se dio cuenta del placer que me estaba provocando y aprovechó para meterme un dedo más y cuando mi ano se dilató lo suficiente, me metió tres dedos que entraban y salían con rapidez mientras me daba una exquisita mamada, provocándome un gran placer que nunca había experimentado. Le tuve que decir que se detuviera porque mi leche estaba a punto de brotar.

Le dije que subiera a la cama e hicimos un esplendoroso 69 antes de penetrarla por la vagina. Bebí sus jugos vaginales de agradable olor y sabor, comparados con los fuertes olores y sabores de otras mujeres. Me puse un condón y cuando me la estaba cogiendo en la tradicional posición de "El Misionero" y mis caderas se movían en el mete y saca, mi boca se prendía de aquellas maravillosas tetas que me sabían a manjar de los dioses, mientras mis manos recorrían su suave piel morena hasta detenerse en aquellas maravillosas nalgas, para que dos de mis dedos se introdujeran hábilmente en su agujero que tanto deseaba penetrar con mi verga. Quedamente al oído le pedí que se volteara para cogérmela por atrás.

Dócil y calladamente Carolina se puso boca abajo colocando una almohada bajo su vientre para que su trasero quedara totalmente disponible para ser penetrado, pero antes me pidió que sacara un consolador vibratorio que ella traía en su bolso de mano, para que se lo metiera por delante. Tomé el consolador de color carne que medía 20 centímetros de largo, con una cabeza algo afilada pero que su grosor aumentaba hasta 6 centímetros al llegar a la parte que se unía con los huevos que también eran de color carne. Lo accioné para que vibrara y se lo metí hasta el tope en su lubricada vagina. Carolina gemía de placer, en tanto yo estaba impactado ante la exuberante hermosura de aquel trasero espectacular con que la naturaleza pródigamente la había dotado.

Mientras Carolina yacía acostada boca abajo con su hermoso trasero respingado, yo estaba arrodillado entre sus piernas abiertas, acariciando sus espectaculares nalgas y no soporte más. Me abalancé desesperadamente sobre aquel maravilloso trasero y con ambas manos le separé las nalgas para que mi rostro completo se introdujera en aquella hermosa rajadura de carne morena y mi boca empezara a mamarle su lindo agujero. Le di un prolongado beso negro de la misma manera como ella me lo había dado minutos antes y le dejé el culito lleno de saliva listo para penetrarla, pero antes le metí dos dedos para dilatárselo. Ustedes conocen esta técnica para practicar el sexo anal, el cual no se debe hacer con brusquedad, sino más bien con suavidad para que la verga entre poco a poco y cause placer en lugar de dolor, porque esa es la finalidad de una relación anal.

Finalmente me tendí encima de aquel escultural cuerpo caliente, pero la continuación de mi relato la podrán leer en la segunda parte.

HASTA PRONTO.

MARAGUTI.

Espero sus amables comentarios.