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Mi bisexualidad se consumó

en Bisexuales

MI BISEXUALIDAD SE CONSUMÓ.

Hola, amigos.

En mi primer relato al que llamé "UNA MUJER ME CONVIRTIÓ EN BISEXUAL" y que publiqué en tres partes en está misma sección y página, les comenté que toda mi vida he sido un HOMBRE muy activo sexualmente. Antes de iniciar mi nuevo relato erótico, que por cierto es verídico como el anterior, les comento que soy de aspecto muy varonil, de complexión baja pero normal y me aprecio de ser amable y sobre todo muy respetuoso. Expreso lo anterior porque algunos de ustedes se han tomado la molestia en mandarme sus correos electrónicos haciéndome algunas preguntas que espero haber aclarado. Muchas gracias a todos por su amabilidad y gratos comentarios.

Ahora doy paso a mi nuevo relato erótico que espero les agrade tanto o más que el anterior.

Carolina y yo, una vez más nos habíamos deleitado con las más dulces de las mieles que se pueden desprender de dos cuerpos que se unen para alcanzar el éxtasis. Después de dos años de constantes encuentros sexuales con Carolina y tres años antes de que decidiera unirse a un hombre para ir a vivir a otra ciudad, me decidí a que me pusiera en contacto con su amigo hombre travestis que tanto me había insistido en que conociera y que se hacía llamar Karen. Sin pensarlo mucho, desde su teléfono celular Carolina se comunicó con ella (con él) y me dijo que me sentara muy junto para escuchar la conversación.

¿Bueno?, se escuchó una delgada voz de hombre afeminado, casi de mujer. Hola Karen, soy Carolina, ¿qué estás haciendo?. Estoy acostada viendo la tele, ¿Qué se te ofrece, respondió la (el) travesti. Estoy con un buen amigo mío en un Motel, pero ya me tengo que retirar y te pido que vengas a relevarme. ¡Claro que sí!, dame los datos del Motel y número del cuarto y le dices a tu amigo que un rato más ahí nos vemos. Está bien, le dijo Carolina, pero te recomiendo que lo trates bien a mi amigo XYZ porque es su primera vez, además ya te he platicado mucho de él. No te preocupes, le respondió Karen, hasta luego, pero yo pensé que me llamabas para hacer un trío. En esta ocasión no, le respondió Carolina, porque ya me tengo que ir a trabajar (Carolina era bailarina en un antro Table Dance), pero muy pronto lo convenceré para que estemos los tres juntos.

Mientras yo me quedaba pasmado al escuchar sus palabras pues era obvio que Carolina ya traía en mente una nueva aventura sexual, se despidió de mí dándome un fuerte beso en los labios como siempre lo hacía, al mismo tiempo que pasaba su mano derecha por mi culo, diciéndome pícaramente: Prepáralo bien, porque ahora sí vas a saber lo que se siente que te metan una verga de verdad. Yo se que te va a gustar porque ya tienes suficiente entrenamiento con mi consolador, además Karen es muy buena onda y se que la vas a pasar muy bien. Después nos ponemos de acuerdo para hacer un trío.

Más nervioso que nunca me metí a la regadera durante un largo rato para relajarme, pues mi pulso se había acelerado a cien por hora, sintiendo que mi corazón se saldría por mi garganta. No era para menos, porque en unos minutos más sostendría por primera vez una relación homosexual, lo que pocos años atrás ni siquiera había pensado y ni siquiera habían formado parte de mis fantasías sexuales. La decisión estaba tomada y ya no había tiempo para arrepentirse.

Salí de la regadera y desnudo me recosté en la amplia cama de aquel cuarto de Motel que serían mudos testigos de mi primer encuentro que haría que mi bisexualidad se consumara.

¿Cuántos secretos más guardarían esa cama y ese cuarto?, me pregunté. Así estaba esperando al hombre travesti del que tanto me había platicado Carolina, cuando escuché el ruido del taxi que traía a Karen hacia mi lecho y hacia mi cuerpo.

Se abrió la puerta y miré entrar a una auténtica mujer de piel moreno claro y de bello rostro, de cabello largo y perfectamente arreglado, maquillada y vestida muy a la manera de Carolina, con una blusa corta y una minifalda ajustada que le permitía lucir sus torneadas piernas y su antojable trasero. Su estatura era ligeramente mayor a la mía y se veía más alta aún, por las zapatillas de color rojo y alta plataforma que usaba. Usaba un bolso que hacía juego con sus llamativas zapatillas.

Hola, XYZ (me saludó por mi nombre) ¿Cómo estás?, mientras yo me pasaba por la garganta un gran trago de cerveza. ¿Ya me conocías?, le pregunté. Te conocía por tu nombre, me dijo, porque Carolina me ha platicado mucho de ti, pero ¿Por qué tardaste tanto en decidirte para estar conmigo?. No se porqué, le respondí, pero lo importante es que ya estás aquí. Y te aseguro que para pasarla muy bien, me respondió, porque por lo que me ha contado Carolina, ya se todo lo que te gusta del sexo y te voy a complacer.

Me incorporé de la cama para darle un beso en la mejilla y ella (él) me respondió dándome un beso en los labios. Rápidamente se quitó la pequeña blusa para mostrarme sus pequeños pechos. Luego nos sentamos en el sofá a conversar un poco y empecé a manosearle y a mamarle su insipiente busto y ella estiró su mano para agarrarme la verga que en esos momentos estaba más flácida que nunca por el gran nerviosismo que me tenía lleno de angustia. Me preguntó que si me gustaba su busto y sin esperar mi respuesta me comentó que muy pronto me iba a gustar más, porque estaba en la etapa previa para someterse a una cirugía de implantes de senos.

Tranquilo, me dijo Karen, relájate para que la pasemos bien. Para que vayas entrando en calor te voy a bailar un poco, me dijo, porque esa música está muy cachonda. Se puso de pié y luciendo su pecho desnudo, su minifalda y altas zapatillas que usaba, empezó un baile tan sensual como lo hubiera ejecutado cualquier mujer. Karen era una auténtica mujer, pero yo sabía que entre sus piernas no se ocultaba una vulva, sino una verga que no le alcanzaba a mirar.

Al son de la música cachonda que se escuchaba, Karen se levantaba su minifalda para mostrarme su bien formado culo, pero no me permitía que le viera la verga, hasta que finalmente se bajó la minifalda hasta sus tobillos y con un ágil movimiento me la aventó a la cara haciendo uso de uno de sus pies. Giró sobre su eje para mostrarme su bien formado trasero y se dio una muy fuerte palmada (nalgada) en su glúteo derecho.¿Te gusta que te nalgueen?, le pregunté. Me encanta, respondió.

No podía creer que fuera yo el que se encontraba en ese lugar y en ese momento frente a un travesti con el que me acostaría por primera vez. Era excitante el momento al mismo tiempo que lleno de nerviosismo al ver que Karen había quedado desnuda completamente, pues ella tampoco usaba ropa interior. Su piel completamente depilada sólo mostraba un pequeño triángulo de muy corto bello púbico por encima de su verga. Le pregunté que si ella y Carolina no corrían riesgo de sufrir insultos o insinuaciones por parte de los taxistas que las transportaban, y me respondió que no tenían ningún problema porque ellas tenían contrato con dos taxistas que eran sus amigos y que alternaban su trabajo de chofer con el de mesero en el antro Gay que ella administraba.

Terminado su baile, Karen se posó frente a mí ofreciéndome su verga para que se la mamara. Se la tomé con una mano y acerqué mi boca y mi lengua empezó a lamerle el tronco de la verga y sus vellos púbicos mientras mi otra mano se agasajaba acariciándole las nalgas hasta que uno de mis dedos entró lentamente en su culito, pero no me animé a mamársela como ella (él) me lo pedía.

Para mi resultó enormemente extraño tener en mi mano una verga que no fuera la mía pues nunca antes lo había hecho. Su verga era más grande que la mía, pero más pequeña que el consolador vibratorio de Carolina. También resultó novedoso comprobar que la piel de los hombres es más áspera que la de las mujeres, lo que nunca había notado. En la redondez de las nalgas y lo apretado del culito no noté ninguna diferencia. Me faltaba comprobar si era igual metérsela a un hombre que metérsela a una mujer.

También me hacía falta comprobar si se sentiría igual que me metieran un consolador a que me metieran una verga de verdad, pero todo a su debido tiempo, pues faltaban pocos minutos para que todas mis dudas se despejaran.

Si antes no me importó perder mi virginidad anal con Carolina, ahora menos me importaba perder mi heterosexualidad con Karla. ¿Qué importa sufrir pérdidas momentáneas, cuando en el mismo instante se obtienen ganancias que las compensan con creces?. La vida es como el mercado de valores, en donde a veces se gana y a veces se pierde, pero siempre hay que tener valor para afrontar los riesgos pues es la única manera de salir victorioso.

Karen se dio cuenta que no le quería mamar la verga y se dio vuelta para ofrecerme su trasero que me lo puso frente a mi cara. Le dí una fuerte nalgada y luego otra y otra hasta que sus nalgas enrojecieron por las palmadas y Karen me pedía que la siguiera nalgueando dando unos grititos afeminados, demostrando dolor y placer al mismo tiempo. Empecé a lamerle las nalgas y su rajadura hasta que mi lengua llegó a su agujero al que llene de saliva. Mientras le daba el beso negro, mi mano derecha le apretaba y le masturbaba la verga, por lo que Karen se puso muy caliente.

Le di mis manos y me ayudó a incorporarme del sofá donde yo estaba sentado y una vez de pié me abrazó fuertemente para que nuestras vergas chocaran una contra otra y me plantó un beso en la boca al que yo respondí poco a poco hasta que nuestras bocas se trenzaron en un beso como si se tratara de un acto entre un hombre y una mujer. Comprobé también que los besos de los hombres saben diferente a los de las mujeres.

Dejamos de besarnos y Karen me abrazó por un costado mientras con una mano me agarraba la verga y los dedos de la otra me los empezaba a meter en mi culito. Al mismo tiempo me besaba el cuello y me lo lengüeteaba. Yo estaba sorprendido pero a la vez ya me había puesto caliente como brasa. Finalmente Karen se puso atrás de mí sin dejar de lengüetearme el cuello, las orejas y la nuca. Sentí que su verga trataba de abrirse paso entre mis nalgas como buscando llegar a una meta anhelada, y esa meta se trataba nada menos que de mi ya desvirginado culo, pero la interrumpí diciéndole que yo se la quería meter primero, además que no se había puesto el condón.

Karen me pidió que me sentara a la orilla de la cama muy a la manera como lo hacía Carolina, por lo que comprendí que ambas tenían las mismas técnicas sexuales. Se arrodilló frente a mí para darme una breve y rica mamada, aunque no tanto como lo hacía Carolina. Tomó un condón y se lo puso en la boca para colocármelo en mi verga. En su culito se untó un poco de lubricante que ella llevaba y de espaldas a mí se me sentó en la punta de la verga para que se le fuera metiendo poco a poquito, hasta que sus nalgas golpearon contra mi pelvis.

Karen se había ensartado solita (solito) y empezaba a girar lentamente sus caderas como lo hacen las bailarinas hawaianas mientras mi verga se encontraba oculta entre sus intestinos, gozando la gran vida, en tanto yo la abrazaba por la cintura y el pecho y la calentaba agarrándole la verga y apretándole los huevos. Luego en repetidas ocasiones se levantaba para dejarse caer de golpe en mi verga, haciéndome gozar como muy pocas mujeres lo habían hecho.

Estaba comprobando lo que Carolina me había dicho de Karen cuando me comentó que era un tigre para coger.

Después de un buen rato de tan apasionante mete saca, no aguanté más y mi leche volvió a salir de su escondite, en esta ocasión dentro del culo del primero hombre que me cogía que se hacía llamar Karen. Lancé un quejido de placer mientras eyaculaba y Karen se incorporó para quitarme el condón lleno de esperma, darme una mamada y tragarse las últimas gotas que me estaban saliendo. Me lengüeteó la verga hasta dejármela completamente limpia.

Para entonces yo estaba tendido boca arriba en la cama, pues no pude permanecer más tiempo sentado. Le pregunté que si era su costumbre tragarse el semen de sus parejas, por aquello de las enfermedades que se trasmiten por contacto sexual, a lo que me respondió que no, pero que en mi caso lo hacía porque tenía informes de parte de Carolina en cuanto a mi higiene y cuidados en la salud.

Un rato después Karen y yo nos metimos a la regadera y nos lavamos mutuamente antes de regresar a la cama. Karen me hizo un especial lavado de culo con mucho jabón e introduciéndome dos de sus dedos. Ella quería asegurarse de que me quedara muy limpio y en unos momentos más iba a saber sus razones.

Se despejó una duda más de las que tenía en mi mente. Penetrar un culo de hombre era igual que penetrar un culo de una mujer, pero las grandes diferencias y extrañas sensaciones con las que me encontré consistieron que en lugar de agarrar una tetas normales, me agarré de un pecho provisto de incipiente busto que en tiempo muy corto por venir alcanzaría la talla de una mujer normal por las hormonas femeninas que Karen se inyectaba, a decir de ella misma, así como que terminaría por hacerse cirugía para colocarse implantes. Y la más importante de las diferencias encontradas fue que en lugar de agarrar una vulva agarré una verga para masturbarla.

Sólo me faltaba descubrir la diferencia entre una verga verdadera dentro de mi culo y un consolador vibratorio. Esa sería mi PRUEBA DE FUEGO.

Ahora me toca a mí, me dijo Karen, a lo que le respondí que me diera un tiempo para recuperarme, porque en menos de dos horas había echado dos "palitos": Uno con Carolina que se había retirado hacía escasas dos horas y otro con el sensacional travesti que me estaba llevando a los más altos grados de lujuria como ya lo había hecho Carolina.

No, me dijo Karen, no tiene caso esperar más, ven y siéntate de nuevo a la orilla de la cama. Yo obedecí como fiel cordero aunque mi verga estaba felizmente cansada y flácida. Ella misma (él mismo) me levantó las piernas para que su boca ansiosa se prendiera como ventosa de mi culo al que lamía, chupaba y mordisqueaba como desesperada llenándolo de saliva. Se notaba que ella seguía muy caliente, quizás porque todavía no había eyaculado (suena raro decir que una mujer eyacula). Con su dedo anular untó un poco de lubricante se sabor que llevaba en su bolso de mano y me lo acarició suavemente girando su dedo en forma de círculos, hasta que lo hundió en mi ansioso culito. Ya estaba caliente de nuevo.

Me tomó una nalga con su mano izquierda y la otra nalga con la derecha y hábilmente metió primero en mi ano su pulgar izquierdo al mismo tiempo que su lengua trataba de meterse junto con su dedo. Karen tenía una técnica diferente a la de carolina para dar el beso negro y estaba resultando maravillosa. Cuando su pulgar izquierdo ya había entrado, entonces hizo lo mismo con su pulgar derecho y de pronto ambos se encontraban moviéndose ágilmente dentro de mi recto y mi culo abierto y dilatado, mientras la lengua de Karen entraba y salía rápidamente haciéndome sentir nuevos goces sexuales que me llevaron a la estratosfera. No pasaría mucho tiempo más para que mi culito recibiera gustoso su primera verga natural.

Karen me mamaba el culo abriéndolo todo lo que podía con sus dedos pulgares mientras las palmas de sus manos aprisionaban con fuerza mis nalgas y subía su boca para mordisquearme los huevos y mamarme la verga que para esos momentos de nuevo estaba bien parada. Yo tenía los ojos cerrados y no la ví cuando dejó de juguetear en mis partes íntimas para ponerse un condón. Mis piernas se mantenían elevadas sobre mi cabeza mientras mi trasero permanecía ofreciéndose a lo que gustara hacerle Karen es ese momento.

Yo ya no tenía voluntad porque en esos momentos mi voluntad y mi cuerpo le pertenecían a Karen.

Abrí los ojos para ver cómo Karen se arrojaba suavemente sobre mi cuerpo. Me mamó suave pero esplendorosamente mis tetillas mientras sus manos pasaron por debajo de mi espalda hasta que me aprisionaron fuertemente por mis hombros para jalarme hacia su cuerpo. El vientre se Karen se depositó en mi verga y huevos y me empezó a dar un apasionado beso en mis labios al que respondí con gran pasión. Nuestras lenguas salían desesperadas de nuestras bocas para trenzarse una contra otra y nuestras salivas se intercambiaban de boca a boca. Sentí la punta de la verga de Karen en mi culito dilatado y comprendí que había llegado el momento cumbre.

Me abracé del cuello y espalda de Karen mientras me tenía sometido de la misma manera que yo había sometido a tantas mujeres, para que una verga verdadera se introdujera en mis intestinos por vez primera. Estaba en el lugar ideal y en el instante justo para que sucediera lo que tanto había pensado y deseado y que durante tanto tiempo había dudado en hacer.

La verga de Karen empezó a hacer su trabajo. Suavemente y como no queriendo me metió la cabeza y luego empujó un poco para se metiera una buena parte que sentía dentro de mí. Mi mente confusa no daba total crédito a lo que estaba sucediendo, pero

mi culito que no sabe pensar estaba empezando a gozar por primera vez de una verdadera cogida y le ordené que se relajara para que la verga de Karen entrara hasta el tope. Así sucedió cuando Karen dio el último empujón y sentí cómo sus caderas y sus huevos golpearon fuertemente contra mis nalgas. MI BISEXUALIDAD SE HABÍA CONSUMADO.

Me estaba despidiendo de mi heterosexualidad que me acompañó durante tantos años, para abrir una nueva puerta que me permitía ingresar a una nueva dimensión sexual, en donde los horizontes se amplían y se extienden para permitir gozar de todos los deliquios eróticos que la vida ofrece. No hay razones que valgan para rechazar las oportunidades que la vida te ofrece para ser feliz.

Karen me estaba metiendo toda la verga y yo la estaba gozando como nunca imaginé que la gozaría. Que dolorosa pero a la vez deliciosa sensación envolvía todo mi cuerpo y todo mi ser. Mi ano estaba llorando por el dolor que muy pronto pasaría y gozando de la vida mientras el interior de mis intestinos eran masajeados por aquella maravillosa verga que entraba y salía repetidas veces por el experto accionar que le imprimía Karen, al mismo tiempo que sentía el golpeteo de sus huevos en la rajadura de mi trasero. Curiosamente mi verga estaba flácida como avergonzada porque en esta ocasión ella no tenía nada que hacer en tan especial acto sexual. Se sentía avergonzada porque esta ocasión no tenía una participación activa y se sentía relegada a un segundo plano. Así era la realidad.

Una vez que el dolor desapareció por completo me entregué totalmente al momento y a Karen que gemía de placer, mientras yo sentía que me ahogaba al no alcanzar respiración por la lujuriosa pasión que me envolvía y me consumía. Mientras yo permanecía recostado en la orilla de aquella cama y con las piernas hacia arriba, Karen mantenía sus pies en el piso apoyándose para darme las más exquisitas embestidas al meterme y sacarme la verga, de la misma manera como yo lo había hecho tantas veces con infinidad de mujeres, nada más que en esos momentos me tocaba ser gustosamente el pasivo que recibía su primera cogida con las piernas entrelazadas a la cintura de Karen, aprisionándola para no dejarla ir hasta que terminara la tarea que minutos antes había empezado.

Mientras mi verga flácida dejaba escapar los últimos residuos de leche que me quedaban, Karen lanzó un quejido de satisfacción cuando empezó a eyacular dentro de mí. Detuvo sus movimientos para que su verga descargara toda su furia en mis intestinos y yo sentía sus espasmos. Era la noche de las más locas y excitantes sensaciones y experiencias sexuales de mi vida, porque unas horas antes me había acostado con la mujer que me tenía embrujado, y en esos momentos me estaba acostando por primera vez con un hombre aunque tuviera la apariencia de mujer.

Karen me la sacó y se retiró a bañar mientras yo quedaba acostado jadeando y sorprendido de mí mismo, todavía incrédulo que me hubiera animado a penetrar un culo de hombre y ser penetrado por primera vez por una verdadera verga.

No tardé mucho en reaccionar y me incorporé para alcanzar a Karen en la regadera a quien le pedí que me aseara el culito con la destreza que ella tenía, pero además de asearnos mutuamente, fue sensacional que bajo el agua fresca de la regadera nos volviéramos a fundir en un fuerte abrazo mientras nuestras bocas se juntaban de nuevo. La verdad es que yo mismo me desconocía, al comportarme de la manera como lo estaba haciendo en aquellos momentos de lujuria en los cuales si había pensado e imaginado, pero que en la realidad estaban siendo superados ampliamente. La realidad superó con creces a la fantasía.

Aquella cama y aquella habitación se convirtieron en mudos testigos de una relación homosexual más (bisexual en mi caso, por mi gusto por las mujeres) cómo seguramente ya habían sido testigos de muchas otras, porque en lo últimos años son cada vez más frecuentes y se dice que en la antigüedad, sobre todo los griegos y romanos, las practicaban comúnmente porque eran aceptadas como normales por toda la sociedad, pero que desgraciadamente en la actualidad son tabú en muchas civilizaciones que demuestran su incivilidad y su insensibilidad, razón por la que hay que esconderse para mantenerse en el clóset y en el anonimato, si no quieres sufrir las consecuencias de la cruel, estúpida e hipócrita discriminación.

Salimos de la regadera y sin secarnos nos dirigimos a la amplia cama de aquel cuarto de Motel. Yo me acosté totalmente exhausto boca abajo y Karen se abalanzó sobre mi trasero para volverse a prender como desesperada de mi recién cogido, adolorido y dilatado pero feliz culito, colocando antes una almohada bajo mi vientre para que mi culo quedara respingado. Yo ya había tenido tres eyaculaciones en muy corto tiempo, lo cual era inusual en mí y por la misma razón me sentía desfallecer, pero a Karen le quedaba sobrada energía sexual por lo que deseaba continuar con las acciones y la dejé que siguiera agasajándose con mis nalgas y feliz agujerito lo cual a mi me fascinaba. Cuando me quiso penetrar de nuevo la contuve porque yo estaba más que satisfecho y agotado, la contuve diciéndole que tuviera calma porque muy pronto nos cogeríamos de nuevo y que quizá sería haciendo un trío con aquella diosa del sexo llamada Carolina y le gustó la idea.

Finalmente descubrí la diferencia que hay entre ser penetrado por un consolador vibratorio y una verga natural. La verdad es que no existe comparación, porque no hay nada mejor que una buena verga pegada a un cuerpo, para que sea manejada y conducida hacia lo más recóndito de tu ser y de tus intestinos, abriéndose paso por tu feliz culito hasta hacerlo explotar y enloquecer de placer.

HASTA PRONTO, AMIGOS.

ESPERO QUE MI RELATO HAYA SIDO DE SU AGRADO. TAMBIÉN ESPERO SUS AMABLES COMENTARIOS.

MARA.