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Una mujer me convirtió en bisexual (2)

en Bisexuales

UNA MUJER ME CONVIRTIÓ EN BISEXUAL (SEGUNDA PARTE).

¡Hola, Amigos!

Cuando estuve arriba del maravilloso cuerpo de Carolina, la cabeza de mi verga entró en su culo, mientras mi pecho quedaba en su espalda y mis manos sigilosas entraban por debajo de ella para apoderarse de sus tetas. Sentí en la cabeza de mi verga la vibración del consolador que Carolina tenía en la vagina y más me encendí. Mi verga no es grande pero se la metí toda en su tibio y apretado agujerito, sintiendo fenomenalmente las vibraciones del consolador que se encontraba haciendo su tarea muy cerca de mi verga. Una loca lujuria se había apoderado de mí pues sentía que la sangre hervía dentro de mi cuerpo mientras jadeaba en su nuca alcanzando respiración a duras penas. Mi verga entraba y salía en repetidas ocasiones y mi pelvis y mis huevos se arremolinaban en aquellas maravillosas nalgas en tanto mis manos aprisionaban con fuerza las tetas de Carolina y no aguante más y estallé con un gran gemido que salía de los más profundo de mi ser. Mi leche salió a borbotones depositándose en el condón que protegía mi verga introducida hasta el tope en el culito de aquella espectacular mujer. Esperé a que me saliera toda la leche para sacarle la verga y tirarme boca arriba a su lado.

Después de entrar nuevamente a la regadera, Carolina se vistió mientras yo me quedaba desnudo sobre la cama para recuperar las energías felizmente perdidas. Le llamó a un taxista para que pasara por ella al Motel. Se despidió de mí con un prolongado beso, pero antes me había dado su número telefónico, diciéndome que le llamara cuantas veces yo quisiera, porque la había pasado muy bien conmigo, recomendándome que me afeitara mis zonas sexuales por higiene y porque le molestaban los vellos, lo cual hice al llegar a mi casa y hasta la fecha lo sigo haciendo. Además me dijo que el consolador vibratorio que ella usaba era su fiel compañero y que en la siguiente ocasión que estuviéramos juntos, me iba a dar una sorpresa que para mi sería inolvidable. En ese momento no comprendí las palabras de Carolina, pero muy pronto las iba a comprender porque tendría nuevas experiencias sexuales que me dejarían marcado para siempre, ya que probaría los momentos más lujuriosos de mi vida.

Quedé agotado pero feliz porque increíblemente después de haberme cogido a muchísimas mujeres, ninguna de ellas me había hecho gozar tanto como Carolina, quien se convertiría en mi favorita durante muchos años, porque me convencí que ninguna otra mujer me daba lo que Carolina me daba, ya que no eran muchas las que se le podían comparar tanto en su belleza como en sus artes sexuales experimentadas. Además ya no tenía que andar batallando para encontrar mujeres que les gustara ser penetradas por atrás, porque a Carolina le encantaba esta práctica sexual.

Yo tenía como norma inviolable buscar mujeres de preferencia que les gustara ser penetradas por el ano, pero me encontraba con la desagradable sorpresa que a la mayoría no les gusta, lo cual es muy frustrante. Además, tenía como norma acostarme con ellas en una sola ocasión o cuando mucho en dos, porque no me gustaba crear compromisos ni hacer amistades y porque sólo quería gozar del SEXO PURO. También lo hacía porque me gustaba experimentar el sexo con diferentes mujeres, porque aunque es cierto que todas tienen lo mismo, también es cierto que todas huelen y saben diferente, además que cada una tiene su manera muy particular de mamar y de coger, sus cuerpos tienen diferentes estaturas y formas y sus partes sexuales tienen también diferentes formas y tamaños, de ahí que no exagero cuando les digo que en mi vida como heterosexual me acosté con cientos de mujeres.

Pero como suele suceder, todos encontramos una razón para violar una norma y yo no soy la excepción, porque todo en mi vida cambió después que conocí a Carolina con quien sostuve una relación de muchos años, durante los cuales nos acostamos en incontables ocasiones pues gozaba con ella el SEXO PURO como con nadie lo había gozado, a tal grado que dejé de buscar a otras mujeres pues ya ninguna otra me importaba.

El primer encuentro con Carolina me había vuelto loco de placer, por lo que no pasaron muchos días para volver a estar con ella. Quería volver a saborear los maravillosos momentos de locura sexual que había vivido días antes.

La cité en el mismo Motel donde habíamos estado la primera vez y llegó en taxi. Yo la esperaba ansioso recién salido de la regadera donde me había aseado perfectamente mis partes íntimas, cubriéndolas con una suave loción de feromonas para que mi compañera me hiciera gozar de nuevo con sus expertas mamadas, pero en especial con el beso negro que me había vuelto loco, y por supuesto en espera de que sus dedos se introdujeran de nuevo en mi virginal culo. Ya había probado esas mieles y deseaba seguirlas probando.

Yo me encontraba desnudo acostado en la amplia cama de aquel cuarto, sintiendo que mi corazón acelerado se salía de mi pecho. Estaba impaciente, nervioso y emocionado, como un adolescente que acude por primera vez a una cita amorosa. No podía creer lo que esa mujer había provocado en mí, porque nunca antes había sentido tales emociones con ninguna otra.

Carolina hizo su entrada al cuarto y me levanté para darle un abrazo y un beso. Me retiré a sentarme en un sofá que había en la habitación, mientras ella se quitaba la poca ropa que llevaba puesta, pues como era su costumbre no usaba ropa interior, así que con sólo quitarse dos prendas quedó completamente desnuda. De su bolso sacó el juguete sexual vibrador que siempre la acompañaba y lo colocó cuidadosamente sobre la cama. Yo pensé que se lo introduciría de nuevo en su vagina, pero no imaginaba las ideas que Carolina traía en su mente para darle uso a tan especial juguete sexual, pero muy pronto lo sabría.

Completamente desnuda y dejando ver su vulva cuidadosamente afeitada, se posó frente a mí poniéndose las manos en su breve cintura y girando sobre sí misma para que yo observara la belleza de su cuerpo y en especial su portentoso trasero, lo que me produjo una inmediata erección. Cuando ella estuvo de espaldas a mí, apresuradamente me incorporé de mi asiento para abrazarla por atrás y ella se dejó. Mi verga se abrió paso entre aquellas maravillosas nalgas, mientras mis manos le aprisionaban sus bien formadas tetas y mi boca y lengua se pegaban en su nuca. Mi verga no alcanzaba a llegar hasta su hermoso agujerito, por lo que Carolina se agachó un poco y con sus manos se abrió las nalgas y fue entonces que sentí que la cabeza de mi verga entró en su apretado culito. Con la habilidad sexual que le caracterizaba, Carolina movía sensualmente sus caderas invitándome a que la penetrara, pero me contuve porque no me había puesto condón y nos separamos. Le pedí que se acostara boca abajo a la orilla de la cama y le apliqué un lubricante y con dos dedos empecé a dilatarle el ano. Me puse un condón y me la cogí en la posición "de perrito" que en lo sucesivo se convertiría en nuestra posición favorita. Se la saqué antes de eyacular porque deseaba que ella me hiciera gozar de la misma manera como lo había hecho la primera vez.

Como en la primera ocasión, Carolina me pidió que me acostara en la orilla de la cama para darme la experta mamada que ella sabía dar como pocas, así como el extraordinario beso negro como el que nadie jamás me lo había dado, y por supuesto para meterme los dedos en mi virginal culo, lo cual hizo después de ponerme el lubricante que permitía sin dificultad que sus tres dedos entraran y salieran de mi culito mientras me mamaba la verga en forma desesperada. Ya lo tienes bien dilatado, me dijo, preguntándome si me gustaba lo que me estaba haciendo. Con voz entrecortada por la lujuria desbordada que sentía en esos momentos, le respondí que no solamente me gustaba sino que me estaba volviendo loco de placer. Pues para que te vuelvas más loco, ahora vas a sentir el verdadero placer del sexo, me respondió tomando con su mano izquierda el consolador vibrador que había puesto sobre la cama y lo accionó, en tanto sus tres dedos de su mano derecha seguían entrando y saliendo de mi culo que Carolina quería desvirginar. Carolina sacó sus dedos de mi excitado agujero y me metió la cabeza vibratoria de aquella verga artificial. Sentí un enorme placer con poco dolor porque mi culito estaba muy dilatado.

HASTA PRONTO, AMIGOS. ESPERO QUE LEAN LA TERCERA PARTE DE MI RELATO.

MARAGUTI.

Espero que les esté gustando mi relato. Así mismo, espero sus amables comentarios.