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Una mujer me convirtió en bisexual (3)

en Bisexuales

UNA MUJER ME CONVIRTIÓ EN BISEXUAL (TERCERA PARTE).

¡Hola, amigos! De nuevo estoy con ustedes.

Confieso que en esos momentos que mi mente estaba muy confundida, porque no sabía si mi verga quería volver a penetrar el culo de Carolina, o si el consolador vibratorio de Carolina penetrara el mío. Las dos cosas las deseaba con toda el alma, lo cual en mis acelerados y encontrados pensamientos mezclados con los más exquisitos placeres que sentía, pensaba que mi heterosexualidad estaba corriendo el más alto riesgo que yo hubiera imaginado, porque no alcanzaba a comprender la razón por la cual, los hermosos estímulos sexuales en mi ano que estaba a punto de perder su virginidad, me estuvieran volviendo loco de placer en medio de la más grande de las lujurias.

¿Qué vas a hacer?, le pregunté a Carolina. Ya te dije que ahora si vas a saber lo que es el verdadero placer sexual. Te va a doler pero te va a gustar, me respondió y empezó a mamarme la verga como desesperada mientras poco a poco empezaba e empujar el consolador con rumbo a mis intestinos.

Yo temblaba de pies a cabeza por la extraordinaria excitación que me provocaba la introducción de aquel enorme consolador vibratorio de Carolina, cuyo tamaño era el doble de mi verga por lo que me parecía imposible que lo pudiera aguantar, sobre todo porque era la primera vez que mi culito se tragaría una verga aunque fuera de juguete. Ya te metí la mitad, me dijo, al mismo tiempo que me preguntaba si me dolía. Me duele un poco, pero está sensacional, le respondí, así que tu síguele hasta terminar. Carolina dejó de mamarme para concentrarse en la principal tarea que consistía en desvirginar mi culito.

Yo estaba conciente de lo que estaba sucediendo, pues sabía que mi apretado ano que lo había cuidado como el más preciado de los tesoros, estaba perdiendo su virginidad por tanto tiempo celosamente cuidada, pero eso ya no me importaba ante el inmenso placer que estaba sintiendo, por lo que pensé que ante esta nueva y apasionante experiencia sexual, cualquier pérdida valía la pena, incluyendo mi virginidad anal.

Como gran experta sexual que era, Carolina me sacaba el consolador y lo volvía meter. En cada ocasión que lo hacía, lo metía un poco más y más. Ya te la metí toda, me dijo Carolina. No puede ser, le respondí, al mismo tiempo que extendía mi mano para tocar el consolador y comprobar que efectivamente lo tenía totalmente ensartado. Esto está riquísimo, le dije a Carolina, quien metía y sacaba con lentitud y suavidad de mis intestinos aquella enorme verga vibratoria y ya no pude más. De mi verga que de pronto se había puesto flácida a pesar de mi excitación, empezó a salir mi esperma a borbotones y fue entonces que sentí una molestia interna, pues sentía unos espasmos que hacían que mi próstata golpeara contra la dureza del consolador y desesperado por la angustia yo mismo me lo saqué para terminar de eyacular, mientras Carolina tomaba mi semen entre sus manos y me lo untaba en el estómago y pecho, riendo divertida. Mi virginidad se había ido para nunca volver, pero yo seguía sintiendo que aún conservaba mi heterosexualidad, por tratarse de una relación con una mujer. Carolina se incorporó y se metió a bañar.

Salió de la regadera y mientras se secaba el pelo, sonriente se sentó a mi lado preguntándome si me había gustado lo que me había hecho, a lo que le respondí que no sólo me había gustado, sino que me había fascinado, y que no entendía porqué había tardado tanto tiempo en dejarme hacer cosas en el ano. Ella opinó que los hombres piensan que se vuelven jotos y que por eso no se animan a gozar plenamente del sexo, pero que cada día son más los que están experimentando el sexo anal. No tienes idea, me dijo, a cuántos hombres como tú les he metido mi consolador y lo que más me ha sorprendido es que la gran mayoría de ellos me piden y casi me suplican que se los meta. Lo que pasa es que a todos los hombres les gusta que les hagan cosas por atrás porque el culo de ustedes es más sensible que el de nosotras las mujeres, pero entre ustedes hay mucha hipocresía y nunca se platican sus experiencias sexuales porque tienen miedo a ser criticados o rechazados por los demás, pero te aseguro que aquel hombre que critica a otro hombre por tener relaciones por el ano, es porque no quiere que los demás se enteren que a él también le gusta que le den por atrás, pero la verdad es que casi a todos los hombres les llega el momento en que piden que les metan la verga para saber qué se siente. Ya ves en mi caso, siguió platicando dándome una cátedra sexual, que me gusta tanto que me la metan por atrás, cuando tu sabes que eso no le gusta a la gran mayoría de las mujeres.

Yo continuaba reposando escuchándola con toda atención y acariciándome mi culito adolorido para que terminara de recuperarse de su primera penetración. Tu sabes, continuó diciendo, que tengo un buen cuerpo y sobre todo un buen trasero. Mi trasero y no mi vulva ni mis tetas, me dijo, ha sido la razón principal de mi éxito sexual con los hombres porque me dejo que me metan la verga por atrás porque a mí si me gusta y lo gozo mucho, y en tan sólo dos años que tengo de vivir en esta ciudad, tengo tantos amigos que me doy el lujo de rechazar invitaciones para acostarme con ellos y por si no lo sabías, así como a ti te gusta tanto cogerte a las mujeres por atrás, todos los hombres quieren hacer lo mismo pero como no todas las mujeres se dejan, entonces buscan un gay para penetrarlo y que lo penetren y es cuando se convierten en bisexuales. Si a tí te gustó tanto que te metiera el consolador, te aseguro que va a llegar el momento en que vas a buscar quien te meta una verga de verdad, pero no será nada malo. Al contrario, ese día vas a saber lo que es bueno de verdad. Te lo digo por experiencia, continuó hablando mientras sus palabras retumbaban en lo más profundo de mi cerebro, porque tengo muchos amigos que de acuerdo con la calentura que traigan, buscan coger con un hombre o con una mujer.

Eso nunca me sucederá a mi, le respondí, porque toda mi vida he sido heterosexual y si bien es cierto que me gusta cogerme a las mujeres por atrás, nunca he buscado a un hombre para metérsela. Además, el hecho de que me hayas desvirginado con el consolador, no quiere decir que al rato vaya andar buscando a otro hombre para que me meta la verga. Por lo pronto yo estoy feliz de haberte conocido y poderme coger a una mujer tan hermosa que le gusta que se la metan por atrás, que eso es lo que a mi más me gusta, por lo que me gustaría que nos siguiéramos acostando.

Yo me seguiré acostando contigo las veces que tu quieras, porqué me gusta mucho estar contigo, pero nunca digas "NUNCA", me dijo mientras se vestía con las dos únicas prendas que usaba, esperando a que llegara el taxi que había llamado desde su celular. Es más, me dijo, el día que tú quieras te presento a un travestis amigo mío, para que de una vez termines de experimentar todos los placeres que el sexo te ofrece. Es una belleza de travestis y es muy buena onda como persona y un verdadero tigre para coger, terminó diciéndome.

¿Entonces tú quieres que me convierta en bisexual?, le pregunté

. Tu estas escogiendo tu propio camino por lo que tú mismo decidirás si te conviertes en bisexual o no, me respondió con justa razón. Me dio un beso y se retiró para subir al taxi, sin esperar a que yo le hiciera más comentarios. Dejo a la imaginación de ustedes si Carolina me convenció para acostarme con su amigo travestis.

Yo no sabía cómo calificar a Carolina, si como una diosa del sexo o como un demonio disfrazado de mujer, pero lo cierto es que se trataba de una excepcional mujer que me mantuvo embrujado durante cinco años y su separación fue un duro golpe al que consideré casi mortal y del cual todavía no me recupero, cuando decidió unirse a un hombre para irse a vivir a otra ciudad. Era de esperarse que eso sucediera por la gran belleza de Carolina y por su experto dominio de todas las artes del seXXXo. Desde entonces mi vida sexual con las mujeres está vacía como un desierto donde no existe el agua, pero no pierdo la esperanza de encontrar un oasis para mitigar mi sed y me devuelva la motivación perdida.

Toda mi vida había sido heterosexual y así estaba contento con mis preferencias, sin imaginar siquiera que algún día podría llegar a tener una relación homosexual, porque eso no estaba en mis planes, pero esa mujer me indujo al bisexualismo. Siempre he sido muy respetuoso de todas las personas independientemente de sus preferencias sexuales, pero a mi no me gustaba pensar que en algún momento podría tener relaciones con una persona de mi mismo sexo. El tiempo, los cambios hormonales, la curiosidad, las ganas de experimentar nuevos placeres y las circunstancias, traen los cambios en las preferencias sexuales de las personas, salvo en aquellos casos en que por la misma genética, algunos nacen con un sexo biológico que no corresponde a sus gustos sexuales. Curiosamente en esos casos las personas no cambian, porque el homosexual o la lesbiana nacen, se desarrollan y mueren con sus preferencias sexuales.

¿Llegaría el momento en que tendría relaciones sexuales con una persona de mi mismo sexo biológico?.

Hasta pronto, amigos. Espero sus amables comentarios.

MARAGUTI

Espero que me relato haya sido de su agrado. Si ustedes mi animan a seguir escribiendo, muy pronto les platicaré más de mis experiencias sexuales, en donde tuvo que ver Carolina, ese demonio de mujer.