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Obsesión lingual

en Hetero: Infidelidad

Silvia y Raúl volvían de la playa, para su casa, en el pueblo costero donde vivían, cuando vieron a un ciclista acercarse por el paseo marítimo, que resulto ser Enrique, un conocido de Raúl, al que se pararon a saludar:

Enrique, les comento, muy cansado y jadeando, que venia de hacer una excursión por los montes cercanos con unos amigos, y que aunque los amigos habían decidido continuar, el había decidido volver, porque hacia mucho calor, y eso le afectaba y le cansaba mucho.

Efectivamente, Enrique estaba jadeando, porque acababa de hacer un gran esfuerzo, y había terminado ya con toda el agua que tenia, la ola de calor que afectaba, estaba causando estragos, y cuando les estaba contando su excursión, no paraba de resoplar, con la lengua totalmente fuera de la boca, en la situación típica, del que esta algo deshidratado y tiene mucha sed.

Después de intercambiar un par de comentarios, y de quedar para una salida juntos en bici, cosa que realizaban alguna que otra vez, aunque no con excesiva frecuencia, se despidieron, y cuando se habían alejado un poco, Silvia le dijo a Raúl:

S: Te has fijado en la lengua tan grande que tenia, nunca había visto una lengua así…

R: Anda mujer, no es para tanto, lo que pasa es que estaba muy cansado y deshidratado, y era un movimiento reflejo el hecho de sacar la lengua…

S: A ver listo, saca tú la tuya, a ver como la tienes?

Raúl saco su lengua y Silvia constato que era mucho más pequeña, y así se lo dijo:

S: Anda, anda, que no la tienes ni la mitad de grande, que la de Enrique…

Raúl, un poco molesto, aunque a la vez irónico y mordaz, le volvió a repetir, que en condiciones de esfuerzo, la lengua se abre para aumentar la superficie de toma de aire y que por esa razón, Enrique la tenia tan grande,

S: Pues que pena que tú no la tengas así, porque se podrían hacer muchas cosas con una lengua tan grande…

R: Que cosas se podrían hacer?

S: Nada, nada, son cosas mías…

Silvia se callo y aunque cambio de conversación y se puso a hablar de algo intrascendente, hizo, lo que hacia muchas veces últimamente, hablar de cualquier cosa, mientras en su cabeza había algo totalmente diferente a lo que estaba hablando, eso sí, sin dejar de hablar y escuchar de la conversación intrascendente de la que se tratara.

En concreto no dejo de pensar en esa lengua. A ella le gustaba mucho el sexo oral, tanto hacerlo, como dejarse hacer, pero desde que estaba con Raúl no había disfrutado mucho de esa modalidad.

Raúl era un chico encantador, sobre todo al principio, y aunque tenía muchas cualidades, el sexo no era precisamente su fuerte, y el oral aún menos.

Silvia recordaba, como había disfrutado del sexo oral con otros novios que había tenido, especialmente con Juan, que sabia comérselo como nunca nadie lo había hecho, y sabia llevarla al cielo con su boca, aunque nunca había relacionado el tamaño de la lengua, con la capacidad de hacer bien el sexo oral. Para lo otro si estaba claro que el tamaño importaba, pero ahora se preguntaba, si una buena lengua, la llevaría a un buen orgasmo y claro, no podía dejar de pensar en la lengua de Enrique, como una posible fuente de inspiración, y todos estos pensamientos la hicieron excitarse un poco.

Ya, en casa, mientras se duchaba, y Raúl preparaba la cena, no dejo pasar la oportunidad de tocarse un poco. Era algo que hacia muchas veces, como a Raúl no le gustaban tanto los preliminares, y especialmente desde que se habían casado, si ella preveía que podía haber una sesión de sexo, se autocalentaba un poco, para llegar con el trabajo medio hecho, y suplir las carencias de Raúl, así, que cuando estaba limpiando su coñito, se hizo un poco la remolona, y tanto con sus deditos, como con la ducha, se demoro especialmente en su zona, lo que hizo que su excitación aumentara, y automáticamente recordara la lengua de Enrique, como la estimuladora ideal para aquella zona, e incluso se planteo terminar con su tocada hasta llegar a su objetivo, pero, como mujer con gran capacidad de dominio de si misma, paro en el momento que vio adecuado, para llegar después de la cena a su objetivo.

La cena transcurrió con normalidad, y si Silvia no hubiera tomado la iniciativa, habrían acabado viendo alguna película ( últimamente la afición favorita de Raúl) o acoplados en el sofá, pero Silvia ya estaba prevenida contra eso, y desplegó su estrategia:

S: Cariño no me notas nada especial?

Raúl, un poco alerta, sorprendido, y a la defensiva, porque ella no solía hacer ese tipo de preguntas, contesto:

R: Pues así de repente, no se, bueno estas muy guapa tan morena después del día de playa…

S: Y mas guapa y mas morena estaría, si me dejaras hacer topless en la playa…

R: No empieces con eso, sabes que tus pechitos son solo para mis ojos, y no quiero que nadie mas los vea

S: Esta bien, no quiero discutir hoy sobre eso, pero yo me refería a otra cosa…

R: A ver levántate para que te vea mejor, anda a ver si así lo adivino

Silvia, un poco contrariada, porque su sorpresa no iba por ese camino, se levanto, y le dejo ver su esplendido cuerpo, del que estaba tan orgullosa. No es que fuera una top model, pero para sus 30 años no estaba nada mal, y aunque tenía un par de kgs. de mas, ella lo prefería así, a estar tan delgada como estaban las chicas últimamente, y por lo que los hombres se volvían a mirarla y a decirle cosas por la calle, también debían de pensar lo mismo, aunque Raúl cada vez le prestaba menos atención y la halagaba menos. Por eso para esa cena, se había puesto un top blanco muy ajustado, sin sujetador por supuesto, que le resaltaba tanto sus pechos, como sus pezones, y una faldita ceñida, que le quedaba medio palmo por arriba de la rodilla, y la sorpresa que le quería dar a Raúl, era precisamente lo que no se había puesto: bragas, y aunque se había quedado en casa para cenar, el hecho de ir por la casa con su coñito al aire, unido a los ejercicios de calentamiento, que había realizado en el baño, la hacían sentirse con un gran grado de calentura.

S: Que te parezco, cariño?

R: Estas muy guapa como siempre, solo que un poco ligerita de ropa, menos mal que no hemos salido, ya sabes que no me gusta que enseñes tanto…

Silvia, que ya sabía como era su marido, no se amedrento ante esos comentarios y le dijo

S: Pues esa no es la sorpresa, deja que me siente y te muestra lo que tenemos de postre…

R: Pero si ya hemos tomado el postre, a que te refieres?

Silvia, ya sentada, abrió totalmente sus piernas y le dijo, miro lo que hay debajo de la mesa.

Raúl, se agacho, y al ver a su mujer sin bragas sintió una sensación contradictoria. Por una parte no le gustaban mucho ese tipo de procacidades, que consideraba más bien ordinarias y de un tipo de mujeres indeseables. Por otra parte era su mujer la que estaba haciendo eso, y podía sospechar que debía encontrarse excitada, y a el le correspondía satisfacerla, así que se decantanso por esta última opción, aunque sin mucho convencimiento le dijo:

R: Vaya, vaya, aunque ese es el postre que nos toca hoy, no?, pues vamos a la cama a tomárnoslo…

Silvia, que conocía a su marido, y sabía que si iban a la cama tendrían una sesión de sexo normal, se levanto, se puso al lado de Raúl, y levantándose la falda y contorneándose le dijo:

S: Raúl, no seas mal educado, los postres se toman en el salón, aunque las normas de cortesía nos permitan tomarlo en el sofá, anda levántate, que yo también quiero mi postre,

Mientras decía esto, Silvia acaricio el paquete de Raúl por encima del pantalón, y agarrándolo de la mano, lo llevo hasta el sofá, donde después de morrearlo, le dijo:

S: Raúl, hoy me siento muy golosa, quiero que disfrutemos los dos de nuestros postres, así que déjate llevar, por mí, y hazme lo mismo que yo te haga, ok?

Mientras le decía esto, le bajaba la cremallera al pantalón, lo desabotonaba, y sacándole el pene ya erecto de Raúl, a la vez que lo tumbaba en el sofá, le saco los pantalones y subiéndose sobre el, de manera que su sexo quedo a la altura de la boca de Raúl, empezó su trabajito deslizando su lengua lentamente a alrededor del glande y babeándolo un poco a modo de lubrificación, a medida que la polla de Raúl estaba alcanzando un tamaño considerable

Raúl, por su parte, se sentía excitado, a la vez que cohibido, ya que el cuningulis no era su fuerte, y además era la primera vez que hacían algo así, de manera que estaba un poco descolocado. A pesar de eso, pellizco con su lengua, los labios de Silvia, besándolos suavemente.

Silvia, mientras tanto, había avanzado con su felación, y después de haberse aplicado con la punta, acariciaba con su lengua el tronco de arriba abajo, prestando especial atención abajo a los genitales, y arriba a la unión del prepucio con el glande, zona que notaba especialmente sensible en Raúl, y sobre la que realizaba una especie de aleteo con la lengua, que daba como resultado una especie de estiramiento, de tensión en el pene de su marido, termino por introducírselo en la boca, adaptándola a su forma y empezando a succionar de arriba abajo.

Raúl, se encontraba ya muy excitado, y apenas podía concentrarse por el trabajito que le estaba haciendo a su mujer. Aún así, se abrió paso suavemente con la lengua, girando la cabeza, permitiéndole este movimiento llegar al sexo de Silvia, el cual noto que se encontraba muy lubricado.

Al mismo tiempo, Silvia muy excitada, había ido acelerando el movimiento de succión que estaba realizando sobre la herramienta de su marido, aprovechando cada movimiento ascendente, para centrarse en lamer con la máxima superficie de su lengua la punta del glande, su zona mas sensible, que notaba que se balanceaba, como si el capullo quisiera salir despegado del tronco…

Además, empezó a usar sus manos, a modo de acompañamiento, haciéndole una especie de masaje sobre sus testículos, aprovechando al mismo tiempo para tensar hacia abajo la piel que cubría el tronco, justo cuando su lengua se centraba en la punta del capullo de su marido.

Justo cuando la lengua de el empezó a acariciar su clítoris, Silvia, como temía, empezó a notar las sensaciones previas, a la eyaculación de Raúl, y aunque le pidió a que siguiera chupando, ya lo conocía, y sabia que una vez que se corriera, el se quedaría fuera de juego, y ella cerca, pero a un paso de su objetivo.

Aún así, ella, apresuro su ritmo de succión, para que por lo menos el pudiera llegar a su meta, y efectivamente después de un par de movimientos de su boca, sintió como el pene de Raúl, no pudiendo aumentar mas de tamaño, empezó a soltar esperma, sin que a ella al principio le diera tiempo de sacársela, y cuando lo hizo, descargo todo su cargamento en su cara, a la vez que oía los bufidos placer de su marido, que eso si, a la vez que gritaba desasistía su labor de estimulación bucal de su sexo.

S: Bueno, bueno, parece que mi postre ya llego…

R: Si, Has estado fantástica

S: Y a ti te ha gustado el postre?

R: Si, si, muy bueno también,

Silvia sabía que su marido tenía una sensación un poco frustrante, de no haberla hecho alcanzar el orgasmo, pero al fin y al cabo era su marido, y lo quería a pesar de todo, o al menos eso era lo que se suponía…

S: Bueno si me permites, voy al cuarto de baño…

Ya desnuda en el cuarto de baño, mientras Raúl se adormeció en el sofá como solía hacer siempre después de correrse, Silvia se estaba limpiando los dientes, cuando se fijo en su lengua, y la estiro todo lo que pudo, para ver como era de grande

No esta mal, pensó, no tan grande como la de Enrique, pero suficiente para Raúl. El solo hecho, de pensar en Enrique y en su lengua, la hizo sentir estremecerse, y notar la humedad en su sexo.

Aunque era relativamente frecuente, que Raúl acabara antes que ella, el nunca hacia nada después de correrse para que ella llegara a lo mismo, y hasta ahora, ella tampoco le había dado tanta importancia, el pobre no da para mas pensaba, pero ahora, mirando su lengua, y recordando de nuevo la de su amigo, algo allí abajo, le estaba recordando que ella también tenia derecho, y aunque nunca lo había hecho estando su marido en casa, se acerco a la puerta, se asomo y se aseguro que Raúl estaba en el sofá dormido, y volviendo al aseo, se sentó en el servicio, y empezó a tocarse…

Recordó las chupaditas que le hacia su novio Juan cuando eran mas jóvenes, y ella todavía no le dejaba penetrarla, empezó a tocarse, con las manos los dos pechos, rememorando las maravillas que la lengua de Juan, hacían tanto sobre sus pezones, como sobre las aureolas, y el resto de la piel circundante, y notando, como ahora si sus pezones, se disparaban, como antes lo había hecho la verga de su marido.

Con estos recuerdos en la cabeza, bajo una de sus manos, hacia el interior de sus muslos, y aprovechando la humedad que emanaba de su sexo, mojo toda aquella zona, y empezó a arrullar la entrada de su coño, pensando que sus deditos eran la lengua de Juan, dedicada a hacerle un trabajito extra, como tantas veces le había hecho.

Todos estos recuerdos, la estaban excitando sobremanera, y a medida que aceleraba los movimientos de sus dedos en contacto con su chochito, casi podía sentir los latidos del corazón en su sexo, avivándose, como ella aligeraba el movimiento, y queriendo sentir una lengua en contacto con su cuerpo, ya que sentía cerca el orgasmo, acerco el pecho que estaba acariciando hasta su boca, y aunque llego a rozarlo, deseo tener la lengua de Enrique, y fue tener ese pensamiento, e inmediatamente llegarle un orgasmo prolongado e intenso, que la obligo a morderse la lengua para evitar un gemido demasiado ruidoso.

…

Al día siguiente, cuando se levanto, Silvia se sentía un poco confusa. Había soñado, o mejor dicho, creía que había soñado, con Enrique, incluso, podría jurar que había sido con su lengua. Nuca estaba muy segura de sus sueños, pero casi podría jurar que había tenido un sueño placentero, y el estado de humedad de su sexo, así se lo confirmaba.

Cuando entro en el cuarto de baño, recordó el jueguecito de la noche anterior, y volvió a recordar a Enrique, y a su lengua, o quizás mejor decir, a la lengua de Enrique, y al sujeto de esa lengua.

Cuando estaban desayunando, se le ocurrió una idea, y se la soltó a Raúl sin pensársela.

S: Hace mucho tiempo que no hacemos ejercicio, porque no llamas a Enrique, y le propones una salida en Bici?

Raúl sorprendido, respondió

R: Estas segura? Por mi estupendo, pero sabes que esa gente tiene mucho nivel, no se si aguantaríamos?

S: Es muy fácil, vamos con ellos hasta que podamos, y si nos cansamos nos volvemos y punto. Es mas si tú quieres seguir, puedes hacerlo, yo ya me volvería sola…

R: Vamos Silvia, si tu aguantas tanto como yo, si nos cansamos nos volvemos juntos.

S: Además suelen ir mucha gente diferente, seguro que habrá otros que tengan nuestro nivel.

R: Claro, normalmente esa gente suele quedar los sábados muy temprano, te vendría bien el próximo sábado?

S: Por mi estupendo, además, así nos quedamos el viernes tranquilito en casa

R: Muy bien, luego los llamo para ver si salen.

Cuando, poco después, Raúl le confirmo la salida para el siguiente sábado a las 9:00, Silvia se sintió un poco inquieta. Al principio, le había hecho esta propuesta, un poco por montar en bici, un poco por hacer algo diferente, y un poco, también porque no decirlo, por ver a Enrique y a su lengua. No le disgustaba, pensar en que estarían por las montañas exigiéndose el máximo esfuerzo, y como consecuencia de lo cual, se dejarían ver algunas lenguas, jadeando en busca de aire, y bien sabia ella, donde le gustaría sentir esas lenguas.

En el transcurso de la semana, la idea de la salida en bici, y de la lengua de Enrique, se hizo más y más obsesiva, algunas mañanas, se levanto con esa sensación confusa de haber soñado algo agradable, con una humedad fuera de lo normal en su entrepierna, y sobre todo con muchas ganas que llegara el sábado.

El viernes por la tarde una idea paso por su cabeza, como una estrella fugaz, que pasaría si Raúl no pudiera ir a la salida. Realmente, no pasaría nada, pero ella podría disfrutar mas de lo que quería ver, sin tener que estar aguantando a su marido, ni tener que estar dando explicaciones de lo que miraba. Además, había otras chicas que solían quedar para esas salidas, y ella no sería la única chica. La única objeción era que porque no iba a ir Raúl con ella, y fue hacerse esa pregunta, y responderse inmediatamente: sabia que ni a Raúl ni a su estomago, le sentaba mal los frutos secos, así que esa noche prepararía pasta con salsa con frutos secos, y al día siguiente ella sería libre para ver esas lenguas, e imaginárselas donde a ella mas le gustaba.

Por la noche, tras preparar, la cena, y dejarla en el horno, mientras se duchaba antes de cenar, pensó en hacerse una tocadita, pero luego, desecho la idea, pensando en retrasarla un día, y disfrutar, aunque fuera con la imaginación, del espectáculo de las lenguas jadeantes…

Durante la cena, hablaron de la aventura del día siguiente.

R: Ya tengo ganas de que llegue, mañana, me hace mucha ilusión hacer algo diferente.

S: No te puedes imaginar la ilusión que me hace a mí, el contacto con la naturaleza, ver cosas nuevas, exigir prestaciones a nuestros cuerpos…

Raúl, que no se imaginaba por donde iban los pensamientos de Silvia, le seguía muy ilusionado,

R: Eso si, cuando te sientas cansada, me lo dices, y nos volvemos,

S: No te preocupes, si yo cuando más me canso, más disfruto

R: Bueno, bueno, pero que no me digas luego que no te aviso, yo estoy contigo, cariño,

Silvia estaba disfrutando mucho del doble sentido de la conversación, y se sentía un poco depravada, notando, que sus pensamientos iban en sentido contrario a los de su marido, y además previendo que la salsa finalmente haría su efecto.

S: Si, yo espero que estemos todos juntos, y que tengamos como mínimo el mismo nivel que Enrique y los demás, no me decepcionaras no Raúl?

R: No me presiones Silvia, yo haré todo lo que pueda, llegare hasta donde mi cuerpo me lo permita.

Silvia pensando que por desgracia, su cuerpo últimamente no permitía mucho, le hizo el comentario jocoso

S: Ya lo se cariño, no te preocupes que se que estarás a la altura, por cierto te ha gustado la cena

R: Si muy buena, y el postre, hoy no tenemos postre?

Silvia, dudando si se refería al mismo postre de la última vez le dijo.

S: Raúl, ya sabes que los atletas no deben tener desgaste antes de las competiciones, y mañana queremos dar lo mejor de nosotros mismos, así que hoy a la cama sin postre, pero no te preocupes que mañana te daré el postre que mas te gusta…

R: Muy bien, tus deseos son órdenes. Nos vamos a la cama entonces.

S: Si mi amor

Esa noche fue un poco inquieta para Silvia. Por una parte, noto como ya había previsto las idas y venidas de su marido al aseo, y aunque eso no la despertó totalmente, tampoco estaba profundamente dormida, y como en noches anteriores, tuvo, o creyó tener algunos sueños que levantaron su libido, pero todo eso mezclado con los movimientos de Raúl, dieron como resultado una noche bastante movidita.

Por la mañana, cuando sonó el despertador, ella vio la mala cara que tenia su marido:

S: Que te pasa cariño,

R: He pasado una noche de perros, algo me sentó mal en la cena, y he pasado todo el tiempo en el W.C.

Vaya, lo siento, contesto Silvia, y que vamos a hacer ahora, contesto Silvia, poniendo un tono de pena y una expresión de aflicción que le sorprendió a si misma.

R: Nada, vete tu, que yo me quedo en casa

S: Nada de eso, cariño, si tú no vas, yo también me quedo aquí, (sabia que su marido le insistiría en que fuera)

R: No, no, tenias muchas ganas, y ya lo habíamos previsto, así que vete con esta gente, porque no sabemos cuando volveremos a tener otra oportunidad.

S: Pero no se, no me apetece dejarte solo, que vas a hacer toda la mañana?

R: No te preocupes por mí, ya encontrare algo que hacer, y para cuando vuelvas, ya estaré mejor, y haremos lo que tú quieras, vale?

Silvia, asintió, y se quedo muy contenta de escuchar estas ultimas palabras, sobre todo, porque sintió que cuando viniera cachonda, después de la sesión de bicis, podría proponerle a su marido, que fuera esta vez el que disfrutara de su "postre", ya horneado por la sesión de bicis….

Se vistió y preparo, y llego con la bici al punto de encuentro que habían previsto. Allí, ya estaba todo el mundo esperándola, y tras disculpar a Raúl por su indisposición, salieron hacia la ruta elegida.

Además de Enrique, había otros 3 chicos, y otra chica más, y aunque ella estaba bastante en forma, era la que menos condición tenia de todos. Aún así, disfrutaron de una esplendida día de ciclismo, que transcurrió por unos parajes muy hermosos, en plena naturaleza y con un día iluminado y soleado, y si emprendían una cuesta arriba, aunque al principio Silvia se quedaba rezagada, cuando imaginaba a los chicos boqueando con la lengua fuera, sacaba fuerzas de flaqueza y apretaba para ver a sus deseadas lenguas, con todo su tamaño fuera de la lengua, y eso la hacia sentirse excitada.

Asimismo, durante toda la mañana, en todas las pendientes que subía, pudo constatar que Enrique era el que tenia la lengua mas grande, lo que le hizo autoafirmarse en sus sugestiones sobre como la lamería.

Con Enrique era con el que tenia mas confianza, ya que era el más amigo de Raúl de todo el grupo, y aunque sin ser realmente amigos, era el que mas trato tenia de todos ellos y por eso, a medida que avanzaba la mañana y se iba cansando mas, cuando se retrasaba, el también se demoraba, y se acercaba a ella para darle, ánimos, y bien que la animaba, cuando entre jadeos de el, ella pensaba, que ya podía darle un achuchón con bien sabia que parte, que le daría una energía extra para subir al himalaya.

Cuando a media mañana, llegaron a una encrucijada, y se plantearon seguir o volver, Silvia ya estaba cansada, aunque no se atrevía a reconocerlo, ni a proponer la vuelta. Por eso, cuando Enrique propuso que el volvía, que se viniera los que quisieran, ella no dudo en aceptar su propuesta, y aunque nadie mas se adhirió, los dos reemprendieron el camino de vuelta.

Realmente ya se encontraba rendida, habían recorrido casi 40 kms, subiendo y bajando continuamente, y aunque habían llevado alguna chocolatina, ya habían terminado con ellas, y ya no les quedaba agua, y todo ellos sin contar con la tensión que la lengua jadeante de Enrique le causaba.

Con todo eso, fue fácil que bajando una curva, Silvia perdiera el control, y tras un pequeño derrape, sufriera una caída.

Aunque fue muy aparatosa, las únicas consecuencias fueron los típicos arañazos en los codos y rodillas y un moratón en la ingle por un golpe con el manillar.

Rápidamente, Enrique paro, y le pregunto

E: Estas bien, Silvia, te ha pasado algo

S: No, no te preocupes, es solo el susto, y unas pequeñas heridas

E: Déjame que te vea

Enrique le agarró de los codos, para ver las heridas que tenia y comprobó que no era mucho. Después, tomo sus rodillas y se aseguro que tampoco era nada importante.

Silvia, sentía las palpitaciones de nerviosismo que la adrenalina libera tras esos pequeños accidentes, pero a esto añadió el nerviosismo que le daba tener tan cerca de Enrique, tocándole las rodillas y los codos.

Cuando Enrique vio el golpe en la zona de las ingles, puso cara de preocupación

E: Parece que el golpe ha sido duro, no?

S: No, no es nada, dijo Silvia mirándose, y viendo en pequeño moratón, paralelo a su hueso, y que además le había rajado un par de centímetros el maillot que llevaba, quedando una distancia de dos o tres centímetros hasta su sexo.

Silvia, se impresiono aún mas cuando se dio cuenta de esto, y su cara se encendió, sintiéndose muy ruborizada.

Al verla así, Enrique se preocupo

E: Estas bien Silvia te veo un poco nerviosa, no te preocupes, no es nada, solo deberíamos limpiar un poco la herida, te queda algo de agua?

S: No a mi no me queda nada, a ti tampoco?

E: No, ya la gaste toda…

S: Entonces, como podemos, limpiarla?

E: No, se, se te ocurre algo?

S: Cuando era una niña, siempre me hacia una herida, me limpiaba con saliva, que era lo único que tenia, y me aliviaba mucho el dolor… ( Silvia se sorprendió y se ruborizo aún mas, al escucharse decir esto. Realmente era verdad, pero que podría entender Enrique al escucharla decir esto…)

E: Ah, pues estupendo, pues échate un poco…

S: Pero Enrique, es que tengo la boca seca…, entre el esfuerzo, y el susto, me siento un poco pastosa, además hasta hay no me llega la lengua

De nuevo, al escucharse decir esto, Silvia se azoro aún mas, pero que estaba diciendo, que se echara saliva, no quería decir que se la tuviera que chupar con la lengua, el subconsciente la estaba delatando, estaba perdiendo el control de lo que pensaba, y de lo que decía, si seguía así, iba a perder el control de si misma…

E: Que quieres decir, Silvia, no te entiendo

S: No, nada, nada, olvídalo,

E: Pero, no te puedes quedar así, te duele ese golpe o es solo una molestia?

Silvia, aunque sentía que era solo una pequeña molestia, también se daba cuenta que estaba ante una oportunidad única para hacer su sueño realidad, y aún sin creérselo del todo, contesto:

S: La verdad es que me duele un poco Enrique, si me pudieras poner un poco de saliva, quizás me aliviaría algo

Enrique, un poco azorado, contesto

E: Y como te la pongo?

S: Si quieres, te la pones en los dedos, y me das un pequeño masaje…( Silvia apenas creía la situación que estaba viviendo: se encontraba sentada en el suelo, con las piernas totalmente abiertas, con el coulotte rajado, a escasos 2 centímetros de su sexo, y Enrique, estaba arrodillado ante ella, escuchándola atentamente, y con cara de incredulidad ante lo que estaba escuchando)

E: Esta bien como quieras, tu me iras indicando lo que debo hacer, y tras decir esto, se llevo su mano hacia la boca, y sacando su lengua, se humedeció la misma y la llevo hasta la ingle de Silvia.

Esta, cuando vio que Enrique se sacaba la lengua, se sintió muy estimulada, podía percatarse que su entrepierna se estaba encendiendo, y cuando los dedos de Enrique, empezaron a masajear sus ingles, día un pequeña sacudida

E: Estas bien?

S: Si, si no te preocupes, me estas aliviando mucho ( Silvia, se estaba sintiendo realmente aliviada, sintiendo las yemas de los dedos de Enrique masajeando sus ingles, rozando la parte interior de sus muslos

E: Pongo un poco más de saliva?

S: Si, un poco mas me aliviara aún mejor

Enrique llevo sus manos otra vez a su lengua, y como si no tuviera bastante saliva, saco su lengua a su máxima extensión, para coger toda la saliva que pudiera, y Silvia al ver esto, se sintió desfallecer, tenia esa lengua, con la que sospechaba que había soñado dormida, y con la que desde luego fantaseaba despierta, tan cerca suya, en su máxima expresión, en su pleno apogeo, que no pudo reprimir un leve gemido, que vino seguido por la caricia de las dedos de Enrique, que en movimiento circular , cada vez mas se acercaban a su sexo.

Enrique, al escuchar el gemido puso una cara de sorpresa, y pregunto con voz de incredulidad

E: Seguro que estas bien??

S: Si, si, me alivia mucho lo que haces,

Silvia, contesto con la voz entrecortada, sentía que estaba perdiendo el control de si misma, y lo que era peor, no solo no le importaba nada, sino que se sentía con ganas de disfrutar del momento, de gozar de la situación, Así, que mientras Enrique le estaba masajeando el moratón con sus dedos, ella, casi involuntariamente empezó un movimiento, apenas imperceptible al principio, y que suavemente aceleraba, de movimiento de su pierna, que se acompasaba a las caricias de Enrique, y que tendía a acercar su sexo a sus dedos. Además, se sentía muy muy húmeda, y aunque no podía tocarse, estaba segura que su coñito ya estaba empezando a exudar. Cuando miraba a Enrique a los ojos, veía una expresión mezcla de sorpresa y divertimento, y se sorprendía a si misma, bajando su mirada hacia su paquete, que se encontraba justo delante, y en el que observo, que a pesar de la presión que hace el coulotte, el volumen estaba aumentando, y eso fue lo que le dio fuerzas para decirle:

S: Lo que mas me ayudaba cuando era pequeña y tenía una herida, era chupármela con la lengua, quieres lamer mi herida?

Enrique la miro, y cambiando su expresión de sorpresa a una sonrisa encantadora, le dijo:

E: Claro, que si gatita, tu gato te va a lamer todas las heridas que tengas, y te va a aliviar el malestar, y acto seguido acerco acercando su cara a la de Silvia y la beso, suavemente al principio, pero la respuesta de Silvia, de su boca y de sus labios fue salvaje. Ella llevaba mucho tiempo soñando con esa lengua, y ahora que la tenia, la chupaba, la rozaba con su lengua, la exploraba, la mordía suavemente, le sorbía toda la saliva que tenia, metía y sacaba su lengua, explorando toda la boca de Enrique, y tras unos minutos, revolcados en el suelo, ella le dijo

S: Esa no era la herida que me dolía, la que me duele, esta aquí abajo.

Enrique, bajándole el coulotte, y encontradose directamente con el coñito depilado, que solo dejaba una hilera muy fina de pelos, le dijo:

E: Vaya, esta gatita no es muy limpia, no sabes que hay que llevar ropa interior?

S: Es que cuando hago deporte, no me gusta llevar nada debajo

E: Eso son excusas, eres una golfa

A Silvia le excitaba no solo escuchar esa palabra, sino también, estar en medio del campo, desnuda de cintura para abajo, abierta de piernas, en un sitio donde podría pasar alguien, y delante de un conocido de su marido, que le iba a hacer una limpieza de bajos…, una perspectiva nueva de sexo, que la estaba poniendo muy cachonda.

S: Si, soy lo que tu quieras, pero lámeme mi herida…

Enrique empezó por lamer el moratón, justo donde la había acariciado con sus dedos ensalivados, para seguir en un movimiento de abajo a arriba con la lengua, llegar hasta sus labios mayores.

Silvia se encontraba tumbada en el suelo con las piernas abiertas y flexionadas, y Enrique tenía su cabeza metida en su entrepierna, con sus manos agarrándole las nalgas.

Enrique, lo hacia todo sosegadamente, y mientras lamía el moratón, en los movimientos hacia arriba, con su nariz, separaba suavemente sus labios, y terminaba ese movimiento acariciándole el sexo con la lengua, para comenzar otra vez el ciclo.

Silvia, se estaba sintiendo muy bien, le gustaba lo que le estaba haciendo Enrique, sus movimientos paulatinos, pero sosegados, justo lo contrario de lo que haría su marido, estaba experimentando una nueva dimensión del placer, y no podía dejar de admitirlo:

S: Lo haces muy bien, me estas calmando el dolor

Enrique, mientras tanto, seguía a lo suyo, y cambiando el movimiento a forma circular, rozaba sus labios, y su nariz, y mordisqueaba y chupaba suavemente su clítoris

Silvia, sentía que lo que le estaba haciendo Enrique, era justo lo que había soñado, consciente o inconscientemente, y sentía que la estaba llevando a las cimas del placer que había imaginado, y a las que con Raúl ni siquiera se había asomado, y no quería dejar de admitirlo:

S: Eres el mejor macho que me ha tocado, mucho mejor que Raúl, sigue por favor, y haré todo lo que tu me pidas…

Mientras, El seguía con su ritmo, amagando con tomar el clítoris en sus labios, notando como todo el sexo de ella era pura humedad, y soplándole suavemente, sintiendo por sus gemidos, que todo lo que estaba haciendo le estaba gustando mucho. Enrique jugaba con la forma de su lengua, y tan pronto como la ponía en forma de u y le proporcionaba largas y suaves lamidas, que iban de la vajina a su clítoris, y viceversa, para a continuación, alinear la lengua y endurecerla, para penetrar su vajina como si fuera una penetración de pene

Silvia, tan pronto cerraba los ojos, y dejaba caer su cabeza para atrás, como la incorporaba, para mirar a Enrique, y asegurarse que lo que estaba pasando era cierto, que no era otro de sus sueños, o recuerdos o sensaciones de sueño, pero no, esta vez no, definitivamente no, aquello que sentía entre sus piernas, esa serpiente que se presentaba a modo de tentación, y en la que gustosamente caía, era la lengua de Enrique que estaba a punto de llevarla al mejor orgasmo de su vida

S: Si, si, siii, siiiigue, Enrique, sigue,

Apenas podía articular palabras, lo que sentía en su entrepierna, bloqueaba el resto de sus sentidos.

Enrique, mientras tanto, seguía lanzado, y acelerando frenéticamente su lengua, moviéndola en todas direcciones, de arriba abajo, y de abajo a arriba, de un lado al otro u del otro a uno, se sintió mas audaz, y le avanzo su mano derecha, de la nalga al culo de Silvia, que al sentir su dedo penetrándola por aquel agujero virgen, dio un respingo, que desencadeno lo inevitable:

Ahhhh, nooo, hay noooo, pero no pares, me corro, siiii, me corroooo, pero no me metas el dedo hayyyyy, ahhhhh, siiiii,

Enrique, aprovechándose de la situación, le metió el dedo hasta el fondo, y aunque a Silvia no le habían hecho eso nunca, lo cierto es que estaba teniendo el mejor orgasmo de su vida, empalada entre la lengua de Enrique por delante, y su dedo por detrás…

Siii, siii, siii, exclamaba Silvia, mientras su orgasmo crecía intensamente, agarraba la cabeza de Enrique, y la restregaba contra su sexo, mientras contorneaba sus caderas como si estuviera exprimiendo una naranja, su naranjita, contra su lengua soñada…, buscando las últimas gotas de ese orgasmo en forma de néctar, que estabas recibiendo…

Cuando no pudo más, soltó la cabeza de Enrique, y empapada, se dejo caer hacia atrás, pero, aún aguantando la mirada de Enrique, le dijo:

S: Enrique, nadie me había hecho nunca una cosa así, es el mejor orgasmo que he tenido en mi vida

Le dijo, haciendo ostentación con sus palabras del placer que se había dado, soslayándose en el gusto, que aún se resistía a abandonar su cuerpo,

E: Y que te parece, si tu me devuelves un poco de eso que te he regalado.

Contesto Enrique, a la vez que se sacaba su pene del coulotte…

Ella, aún sosteniéndole la mirada, la bajo un poco, y fijo sus ojos en su pene. Aún después de lo que acababa de hacer, era la primera vez desde que estaba casada con Raúl, que veía, y casi sentía un aparato masculino tan cerca.

Se sorprendió de ver un aparato tan diferente, y a la vez tan parecido al de Raúl su marido. Aunque ya había tenido relaciones con otros hombres antes que con su marido, había pasado algo de tiempo y no había tenido la cercanía para hacer comparaciones. Pero ahora, que tenia relativamente fresco el de Raúl, el de Enrique, le pareció algo mas gordo, un poco mas largo, y desde luego, aunque solía ser reacia a tocamientos después de un orgasmo, por la sensibilidad que aún sentía, levanto su mirada hacia los ojos de Enrique le dijo

S: Claro que si, y abriendo sus piernas, lo atrajo hacia si, y sacando su lengua, y sosteniendo aún su mirada, se dispuso a dejar de ser una esposa fiel, en el sentido estricto de la palabra…

Silvia sintió a la vez, como la lengua de Enrique contactaba con la suya, y como su polla se introducía en su sexo, sin ninguna resistencia, por su estado de humedad y excitación.

Si bien sentir la poya de Enrique, la excitaba, en honor a la verdad, lo que realmente la estaba haciendo subir de temperatura, era el contacto con su lengua soñada.

Aunque antes había sentido esa lengua en su sexo, y la había llevado hacia un maravilloso orgasmo, sentir ahora esa lengua en contacto con su lengua. La hacia elevarse hacia un estado de placer superior.

Además Enrique, parecía centrar su atención en la penetración que le estaba realizando, lo que permitía a Silvia dedicarse a juguetear con la lengua. Así, mientras Enrique, intentaba meterle la lengua en la boca, como por otra parte solían hacer todos los hombres, ella retiraba su cabeza, cada vez que el lo intentaba, a la vez que con su lengua le ofrecía un juego de rozes y movimientos, mientras que por supuesto, seguía con los movimientos pendulares de su pubis, para satisfacer a Enrique y permitirle seguir con su juego

Enrique, que ya se encontraba muy caliente, seguía gustoso con ese juego, a pesar no entendía muy bien ese juego de lenguas, lo compensaba con la penetración que le estaba realizando.

E: No pensaba que Raúl te tuviera tan descuidada, te mereces cuidados especiales

S: No te preocupes ahora por Raúl, preocúpate por mí, y por hacerme sentir.

Mientras decía esto, Silvia, tomo la mano derecha de Enrique, y las llevaba hasta sus senos, invitándolo a hacerle unos tocamientos circulares, que la excitaban mucho. Silvia se sentía segura, y a diferencia de lo que pasaba con su marido, no dudaba en tomar la iniciativa, e imponer, más que sugerir sus deseos, para llegar, hasta donde ella quería ir. Esto hacia que aumento la presión con la que ella yacía en el suelo, aumentaba aún mas si cabe el grado de placer, se sentía taladrada por su verga, acariciada por su mano, y chupada por su lengua, en una especia de trilogía del placer que la estaba electrizando

Silvia noto la aceleración en los movimientos de Enrique, y la acompaso con unos movimientos pélvicos, para aumentar el rozamiento y el placer, a la vez que seguía con su juego de lenguas, e imaginaba, que le estaba haciendo una mamada a la lengua de Enrique, como si fuera otra poya, y estuviera con dos hombres , lo que la excitaba sobremanera…, aunque casi se acababa de correr, y normalmente tardaba un poco en ponerse otra vez a tono, ya estaba otra vez al borde del placer. Además, observando a Enrique, sabia que estaba llegando a su momento, y quería aprovechar su corrida, para engarzar su segundo orgasmo

S: Enrique, bésame amor, bésame y tócame mis senos, que ya no aguanto mas.

Enrique, que ya estaba casi al borde de la eyaculación, pero que no quería correrse sin la compañía de Silvia, entendió esto como una especie de permiso final….

E: Si, Silvia, si, ya estoy contigo…

Cuando Silvia escucho eso, se incorporo un poco, y, aproximando la cabeza de Enrique hacia la suya, le dijo

S: Bésame, mi amor, bésame que tu beso me lleva hasta el cielo del placer….

Enrique soltando un bufido final, empezó a eyacular, gritando su nombre…

E: Silvia, Silvia, Silvia…

Silvia sintió la leche entrando en su coño convulsionado…, sintió como el semen de Enrique le servia de lubricante, que rozaba con sus paredes vaginales, que acentuaban su sensación de placer, ante el mayor roze que sentía por la gruesa polla de Enrique, y sobre todo sentía la lengua, su lengua, aquella lengua que tanto había imaginado, y que besaba, como se besa no a algo material, sino como a una idealización del placer, como a ella le gustaba, besar mientras se corría, como hacia tanto tiempo que no hacia con Raúl.

Estaba en los estertores de su segundo orgasmo, del mejor orgasmo que había tenido nunca, de un orgasmo, que tenia una componente física, pero también emocional, de consecución de un objetivo, que jamás pensó que podía alcanzar…

Pasó casi un minuto, hasta que Silvia, volvió a sentir la realidad, y cuando se incorporo, y vio a Enrique levantándose, y se miro hacia su sexo, y vio debajo el charco que había dejado, mezcla de sus dos corridas, se sintió muy sucia, y muy encendida a la vez, y mirando a Enrique, le dijo


S: Esto tenemos que repetirlo en otra ocasión, no crees?

E: Claro que si, pero la próxima vez quiero hacerlo con tu marido cerca, quiero disfrutarte cerca de Raúl, quiero poseerte donde el lo hace,

S:, si quieres puedes venir a cenar a casa esta noche, Raúl no se encuentra muy bien, y seguro que no se enterara de nada de lo que pase, ya me encargo de todo,

E: Muy bien, pues a las nueve y media estoy en tu casa, y nada de ropa interior, quiero tener acceso directo a todo tu cuerpo,

Silvia sonrió y asintió, y tras ponerse lo que quedaba de su coulotte tomo la bici, y se excito pensando que cuando llegara a casa, Raúl, tal y como había prometido, le tendría que hacer otra mamada, y esta vez, iba a disfrutar aún mas, sabiendo que su marido que estaría chupando la corrida de Enrique, y que luego, en la cena se las arreglaría para dejarlo otra vez fuera de juego, y tomarse y disfrutar del postre con Enrique en el salón